Joven ejemplar de esturión europeo. Foto: MigratoEbre
El esturión europeo se extinguió en el río Ebro hace más de 50 años. Ahora 44 ejemplares franceses nacidos en cautividad volverán a surcar sus aguas. Se trata una prueba piloto de reintroducción dentro del proyecto LIFE+ MigratoEbre. Los ejemplares liberados en el río llegan a Cataluña gracias a la colaboración del gobierno francés, la región de Nueva Aquitania, la asociación MIGADO y el IRSTEA. Proceden de la
Estación de Experimentación INRAE de Saint Seurin-sur-l’Isle, en el departamento de La Gironde (Francia).
Tras aclimatarse en las instalaciones del IRTA en La Ràpita (Tarragona), el pasado 21 de diciembre fueron finalmente liberados en la playa fluvial de Tivenys, en el tramo final del Ebro, según ha informado EFE Verde.
El avetoro es una extraña garza que piensa que es un toro… invisible. Oculto en lo más espeso de los carrizales de un puñado de lagunas, tampoco sabe por qué nadie responde a sus destemplados mugidos, desconoce que está en peligro crítico de extinción en España.
Tampoco le habrá llegado una buena noticia, que una votación nacional le han declarado «Ave del Año 2024«, una iniciativa de SEO/BirdLife que tratará de echarle una mano y reducir sus muchas amenazas.
Así ha recibido el avetoro la noticia, con esos característicos mugidos que explican su nombre en español, el avetoro, el pájaro que canta como un toro:
Laguna sin agua por la sequía. Foto: Universidad de Almería
Científicos de siete instituciones españolas han descubierto que los romanos alteraron hace 2 000 años la hidrología de un gran lago de Córdoba para tratar de paliar los efectos de la sequía. Y que con esta intervención, en lugar de garantizar más recursos hídricos, prácticamente lo secaron, además de aumentar la salinidad del agua, haciéndola inservible para el regadío y acabando con mucha de la vida acuática que allí vivía.
El estudio, que ha sido publicado en la revista ‘Scientific Reports’, revela que durante el periodo en que los romanos dominaron la península Ibérica (siglos II a.C a V d.C) se enfrentaron a periodos de sequías intensas, en los que llovía hasta un 20% menos que en la actualidad. En esa coyuntura, y para satisfacer la alta demanda de agua para uso urbano y agrícola en la zona central de Andalucía, desviaron riachuelos que de forma natural alimentaban zonas húmedas.
Así se ha podido comprobar que ocurrió en la Laguna de Zóñar, en Córdoba, la más profunda de Andalucía con hasta 16 metros de profundidad en la actualidad.
Fiesta ‘rave’ organizada sin permisos en el Calderón Hondo, un volcán de Fuerteventura.
Las ciudades históricas, los espacios naturales, los pueblos bonitos, están muriendo de éxito turista. Mientras los territorios se empeñan en una loca competición por atraerse cada vez a más mirones curiosos de las diferencias, vengan como vengan y hagan lo que hagan, este nuevo monocultivo económico arrasa los espacios, se lleva por delante culturas, banaliza los paisajes.
Nos hemos convertido en una sociedad puramente hedonista que no mira más allá de su selfi. En el caso de espacios naturales tan pequeños, exclusivos y frágiles como los de Canarias, el resultado es catastrófico. Mueren de éxito imbécil.
Tres guirres posados en los llanos de Fuerteventura. Foto: Manuel de la Riva /EBD-CSIC
El guirre, el alimoche endémico de Canarias, tiene muchos y graves problemas. Ha estado a punto de extinguirse de las islas por culpa del veneno, choques y electrocuciones contra tendidos eléctricos. Ya solo resiste en las islas de Fuerteventura y Lanzarote, donde en los últimos años sus poblaciones comienzan a recuperarse tímidamente. De los 150 que había en 1998, cuando me encargué de realizar su primer censo, se ha pasado a cerca de 400 individuos repartidos en 90 territorios donde cada año consiguen volar entre 35 y 50 nuevos pollos.
Un dato muy curioso es que en el mundo de los guirres, los tríos son bastante habituales. Los científicos conocen este fenómeno como poliandria, varios machos criando con una misma hembra. Hasta ahora se desconocía la razón de tal comportamiento, mucho más raro entre los alimoches europeos. Un reciente trabajo podría haber dado con la respuesta. ¿Por qué hay tantos tríos de guirre en Canarias?
Navidad es seguramente la época del año en la que más gastamos, más tiramos y peor reciclamos. Finalizados estos tiempos locos de locos excesos en alimentación, regalos, juguetes y otros elementos decorativos, conviene repasar uno de los errores más comunes a la hora de reciclar los adornos: equivocarnos de contenedor.
¿A qué contenedor va el espumillón y los adornos rotos? ¿Y el árbol de Navidad artificial? ¿Los juguetes viejos de los niños?
Según el último estudio de reciclaje de Kantar para Ecoembes, más de la mitad de los encuestados creen que los juguetes de plástico hay que tirarlos en el contenedor amarillo. Respuesta equivocada. Al no ser un envase, estos residuos nunca deberían ir ahí. Irán al punto limpio o al contenedor de resto.
Tampoco el árbol de Navidad hecho en plástico o el espumillón y otros aditamentos navideños. ¿No es un envase? Pues entonces no va al contenedor amarillo de los envases. Así de fácil.
El centro tecnológico AZTI, especializado en la investigación marina y alimentaria, ha hallado evidencias que demuestran la reducción del tamaño de la anchoa en el golfo de Bizkaia en las últimas tres décadas (desde 1990 hasta 2021). Las conclusiones del estudio se han publicado en la prestigiosa revista Global Change Biology.
Los científicos han encontrado una disminución evidente en la talla y el peso medio de los individuos adultos de la anchoa europea o boquerón (Engraulis encrasicolus). Los análisis sugieren que los ejemplares no solo son ahora más pequeños, sino que también están adoptando una forma más esbelta. “La disminución en el peso es ligeramente más pronunciada que en la longitud total, con tasas de reducción que en los últimos veinte años se han acelerado hasta un 25% por década”, destaca Fernando Taboada, uno de los autores principales del trabajo de AZTI.
Cristina Pedroche y su vestido más sostenible para las Campanadas 2023-2024
Este año la popular Cristina Pedroche ha vuelto a dar la campanada con su famoso vestido de Nochevieja, que por primera vez lleva un potente mensaje ecologista. Este año “el vestido de la Pedroche”, en colaboración con Greenpeace, nos ha recordado que tenemos un reto vital para 2024 y los años venideros: Salvar el agua.
Como explica la asociación en su blog, millones de hogares han entrado en 2024 compartiendo con Cristina Pedroche y con Greenpeace el propósito de #SalvarElAgua. El tema elegido no puede ser más necesario, tras un 2023 marcado por el cambio climático, con fuertes sequías, y que se despide con restricciones para más de 9 millones de personas solo en España.
Este verano me he enamorado de las focas. Y de Islandia. Todo al mismo tiempo. Imagina que vas como fui yo a ese país, un poco en plan turista despistado. Y que llegas a la playa de Ytri Tunga, en la península islandesa de Snæfellsnes, al oeste del país. Una de tantas, hermosa con sus arenas doradas en lugar de las habituales negras y rocas redondeadas, pero de aguas gélidas y mares peligrosos. Pasaría desapercibida de no ser porque se ha convertido en uno de los mejores lugares para el avistamiento de focas en Islandia.
En esta pequeña colonia, focas comunes y focas grises se han acostumbrado a los turistas. Ajenas a nuestra curiosidad, se solazan en las rocas. Las madres dan de mamar a sus crías. Algún macho broncas se pelea por colocarse en el mejor sitio donde descansar. Otras nadan plácidamente, asomando su cabeza por encima del agua.
Aina S. Erice, disfrutando del Jardín Botánico de Málaga. Foto: La Térmica
El nacimiento de un libro dedicado a la naturaleza es siempre motivo de alegría, como cuando nace un hijo. Si ya son trillizos, tres libros, y los tres los han escrito tres grandes y sabios amigos, la alegría se triplica. Pero lo mejor de todo es que vendrán más, se espera familia numerosa. Porque nacen dentro de la Colección Aula Savia (Ediciones del Genal), en una nueva pirueta cultural de ese gran hacedor de sueños que es Héctor Márquez. Savia con uve, la sangre vegetal que alimenta a las plantas y a los buenos libros que nutren nuestros espíritus.