La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Fiestones en el cráter de un volcán: definitivamente hemos perdido el norte

Fiesta ‘rave’ organizada sin permisos en el Calderón Hondo, un volcán de Fuerteventura.

Las ciudades históricas, los espacios naturales, los pueblos bonitos, están muriendo de éxito turista. Mientras los territorios se empeñan en una loca competición por atraerse cada vez a más mirones curiosos de las diferencias, vengan como vengan y hagan lo que hagan, este nuevo monocultivo económico arrasa los espacios, se lleva por delante culturas, banaliza los paisajes.

Nos hemos convertido en una sociedad puramente hedonista que no mira más allá de su selfi. En el caso de espacios naturales tan pequeños, exclusivos y frágiles como los de Canarias, el resultado es catastrófico. Mueren de éxito imbécil.

Imagen aérea del Calderón Hondo. Foto: Visit Fuerteventura

La naturaleza está para machacarla

La última gran estupidez organizada a mayor gloria de nuestros egos ha sido montar una fiesta ‘rave’ en el cráter de uno de los volcanes más bellos del mundo, Calderón Hondo, en la isla de Fuerteventura. Por supuesto, nadie pidió autorización, entre otras razones, porque no se la iban a dar. Decenas de personas pegando saltos para celebrar la puesta de sol, entre ellas una dj alemana que desde su mesa de mezclas pinchó a todo trapo música electrónica molona gracias al súper equipo, altavoces y baterías incluidos, acarreados a lo alto de la montaña.

Por supuesto, policía y agentes de Medio Ambiente no se enteraron de la fiesta hasta que horas después comenzaron a circular por las redes sociales cientos de vídeos y fotografías. Porque una cosa es que lo que hicieron fuera ilegal y otra que no lo fueran a contar, mira lo bien que nos lo pasamos haciendo lo que nos da la gana donde más nos mola; y el que venga detrás, que se j**a.

Total ¿a quién hace daño una juega así, si esto es un desierto, un mar de lavas de hace 100.000 años cayendo hacia el Atlántico? ¿Cómo va a molestar la música alta si apenas viven en estas rocas un puñado de ardillas? ¿Qué importarán unas pocas basuras y latas de cerveza tiradas ladera abajo? Ya vendrán luego los barrenderos a limpiarlo.

Camino de acceso al Calderón Hondo, en la localidad de Lajares. Foto: Visit Fuerteventura

Llueve sobre mojado en el desierto majorero

Fuerteventura es la isla europea con más turistas por habitante, pero el número de visitantes siempre parece poco a nuestros responsables políticos, el sistema necesita más gente, mucha más. Libre acceso a todo el mundo y a todos los sitios, por supuesto, porque nadie va a exigir una educación mínima y respeto por las normas a quien ha pagado un vuelo chollo en avión low cost. Alquila quads y motos para hacer el salvaje, cuélgate de los yacimientos más espectaculares, desprecia las costumbres locales, haz el mono. Sea usted bienvenido, Mr. Marshal.

Llueve sobre mojado en Calderón Hondo. Para empezar, carece de una protección específica. Ni es parque natural ni nada parecido. Apenas está clasificado como «suelo rústico especialmente protegido», igual que la mitad de la isla donde todavía no ha llegado, de momento, el urbanismo loco. Se accede fácil a su cráter por un sendero y nadie lo vigila, así que puedes hacer todas las gansadas que se te ocurran y alguna más sin miedo a una reprimenda, que es lo más a lo que te puedes arriesgar.

El año pasado tres supuestos influencers, a la vez que cretinos profesionales, bajaron al fondo del cráter, algo que está rigurosamente prohibido, pasaron allí la noche y, por supuesto, lo colgaron en sus redes sociales. ¿Para qué sino lo iban a hacer? Que se sepa, su proeza no tuvo más consecuencias que un aumento de seguidores.

En agosto de 2022, otros jóvenes se hicieron fotos tirando piedras ladera abajo por el mismo espacio natural desprotegido. Que se sepa las consecuencias fueron las mismas, una nota de prensa criticándolo y más seguidores para la cuenta de resultados.

Seguramente ha habido otros muchos atentados ambientales más contra este pobre volcán majorero, pero lo hacen idiotas con menos de un millón de seguidores, así que no nos enteramos.

Dice la policía que eso no se hace

Ante la inmensa bronca montada en las redes (in)sociales a consecuencia de la impunidad destructiva de estos últimos niñatos con ganas de bailar a la Luna, el Cabildo de Fuerteventura se vio obligado a darse por enterado. Unos días después de cometido el destrozo difundió un comunicado donde asegura que los agentes de Medio Ambiente «se encuentran realizando las diligencias correspondientes para identificar a los responsables de los hechos». Lo tienen fácil, pues todos están perfectamente bien etiquetados en sus redes.

Según la nota de prensa, «los agentes actuantes [sic] en colaboración con policía local y guardia civil han iniciado los trámites pertinentes para ejercer la potestad sancionadora, con el objetivo de determinar responsabilidades ante lo que parece ser una fiesta organizada y difundida a través de redes sociales en un espacio tipificado como suelo rústico especialmente protegido, según el Plan Insular de Ordenación y de los Recursos Naturales de Fuerteventura. La Corporación insular informa, además, de que se harán todas las diligencias necesarias para dar traslado al expediente para su correcta instrucción y resolver el procedimiento sancionador».

Se supone que expertos cualificados se encuentran en estos momentos valorando desde sus despachos los daños, que de acuerdo con la gravedad de los hechos podrían conllevar sanciones de 3.000 a 200.000 euros. Eso si los localizan, pues muchos ya estarán en Alemania, Francia o Italia, moviendo el esqueleto en algún otro lugar por machacar. Habrá que ver si les llega la sanción y la quieren pagar, a sabiendas de que ambas posibilidades rayan lo imposible.

El Cabildo también advierte en su nota que, más allá de esas multas que seguramente nadie abonará, «se ha podido provocar un daño irreparable al entorno debido a la fragilidad del cono volcánico». Luego aún no lo saben, las cosas de palacio van despacio. También recuerda la corporación insular que «la concentración de personas fuera de los senderos autorizados genera erosión del terreno, que, a su vez, provoca un impacto paisajístico». Por si alguien lo dudaba.

Dice el consejero de Medio Ambiente, Carlos Rodríguez, que la «imprudencia de unos pocos podría perjudicar irreversiblemente el patrimonio natural de toda la población». Y añade un agravante ciertamente jocoso por lo inocente del comentario: «Su reproducción en redes sociales puede llegar a agravar el problema, ocasionando un posible efecto llamada». Dicho en román paladino, lo peor está por llegar.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

Los comentarios están cerrados.