Archivo de febrero, 2018

Cabezas cortadas, pollos de goma o palomitas: las cosas más raras de esta edición de la Semana de la Moda

Soy clásica. He tenido que seguir esta edición de la Fashion Week para darme cuenta de ello ya que no he entendido ni la mitad de las supuestas inspiraciones de muchos diseñadores.

Original para unos, de mal gusto para otros y una completa aberración extraña que me ha hecho sentir confusa, incómoda y rara de narices a partes iguales. Pero, ¿qué es lo que ha pasado para que me encuentre tan alterada?

  1. La pasarela de Gucci de moderna se pasó tres pueblos ya que presentó su colección acompañada de figuras de silicona artesanas hechas por el laboratorio Makinarium de Roma. Serpientes, camaleones, dragones y cabezas idénticas a las de algunos modelos. Fijaos si ha sido llamativo que hasta Giorgio Armani, a sus 83 años, declaró al diario italiano Il Sole que él no está para estos trotes con la moda. Si no todavía no te parece escalofriante es que no has visto el vídeo del desfile.

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  2. Las pelucas vaginales de pelo falso del desfile de Kaimin también rozan lo bizarro. Aunque la idea del show era difundir un mensaje bodypositive y sobre todo recordarnos que el pelo en ese lugar tiene una función concreta, ¿alguien se ve saliendo a la calle con un triángulo de pelos pegados al pubis (que además deberá estar adecuadamente rasurado para que se pegue en condiciones)? Next.

    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ KAIMIN 18FW: "Oriental Garden – Utopian Discord” ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ LOOK 16 @princessgollum photographed by @hellemoos ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Helping to realize KAIMIN’s concept on the runway were @ryburk, leading the makeup artists of @kreativekommune, and the hair stylists from @premahair, led by @daledela in collaboration with @charlielemindu, using @anti.collective hair products. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Overall stylistic concept of the show's looks was directed by @kurt__johnson Stylist @jessicabobince ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Live musical performance by @ianisiah Artistic visual direction by @jon_jacobsen Live conceptual synthesizer composition by @gavinrayna (@lcdsoundsystem) ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Special thanks to @chrishabana @myenemyjewelry @kiragoodeyfootwear and to everyone who supported the show ❤️ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ #kaiminfashion #kaimin #kaiminofficial #nyfw #nyfw2018 #OrientalGarden #UtopianDiscord

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  3. Las palomitas cubrieron la pasarela por la que desfilaron las modelos de Calvin Klein en Nueva York, y así como estéticamente tenía un sentido ya que la colección cuadraba perfectamente en un día de nieve, el gasto era casi ofensivo. Palomitas por el suelo pisadas, y por tanto, imposibles de aprovechar, en un desfile de una marca de renombre con la cantidad de gente que está viviendo hambrunas. Muy elegante. Y eso sin contar la de zapatos de asistentes que quedaron llenos de maíz.

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  4. Los alumnos de Central Saint Martins, la escuela londinense de diseño de moda, siempre suelen sorprender y esta vez no ha sido la excepción. Entre el vestido/piscina hinchable, los zapatos con la cara de Donald Trump y los pollos de goma a modo de tocado hacen que me pregunte en qué momento la moda se convirtió en un arte irreverente (pero arte a fin de cuentas).

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  5. La bolsa de plástico de casi 600 dólares que propuso Céline en el último desfile. Bolsa. De Plástico. De casi 600 dólares. Y a mí que me parece caro cuando me cobran 10 céntimos por la del supermercado.

  6. En el desfile de Chromat de la Semana de la Moda de Nueva York, varias modelos desfilaron comiendo Cheetos directamente de la bolsa. Igual que tú cuando estás viendo una película un domingo por la tarde solo que ellas, a diferencia de tu pijama, con ropa de cientos de dólares (tenéis el vídeo en la segunda imagen). La modelo le pega un bocado con tanto glamour que en vez de un Cheeto cualquiera diría que está degustando huevas de esturión.

  7. Por último, y también desconcertante aunque de una manera positiva, por primera vez en sus 91 años la reina Isabel II se presentó a la Semana de la Moda de Londres. El elegido fue Richard Quinn, ganador premio Queen Elizabeth II para el diseño británico por el British Fashion Council. Y, ¿dónde se iba a sentar la reina de Inglaterra que no desentonara? Junto a la editora de Vogue, Anna Wintour o, como la conocemos en mi casa, mi ‘ídola’. Vamos, que si me dejaran elegir al lado de quien me podría sentar, el asiento junto a la reina iba a estar vacío.

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En defensa de las mallas deportivas

Hace tres años me metía con la ropa del gimnasio y lo incómoda que resulta por ser tan ajustada. No me juzguéis, hace tres años también pensaba que el helado de pistacho era una guarrada.

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Lo pensaba, claro, antes de empezar a hacer ejercicio en serio, es decir, cuando me subía a la cinta, intentaba correr un poco hasta que se me quedaban los pulmones exprimidos y me iba a casa. No entendía qué necesidad había en ir constreñida como el envoltorio de la mortadela.

Cuando empecé a entrenar con pesas, a hacer zancadas cargada con mancuernas, subidas, bajadas y demás ejercicios que requerían que me moviera más, entendí la utilidad de las mallas. Resultaba que SÍ que eran cómodas.

Por mucho que te muevas, los yoga pants siguen ahí, no te fallan nunca. Son como unos padres, siempre van a estar apoyándote y por lo general, manteniéndote seca gracias al tejido (los leggins, no los padres). Y no podemos decir lo mismo si hablamos de los pantalones de chándal, por mucho que Honor Jones los defienda en su artículo del New York Times Por qué las mallas son malas para las mujeres.

Que para Jones el uso de los leggins se resuma en que «We’re wearing them because they’re sexy» (los llevamos porque son sexis) me parece una visión muy corta, ya que da por hecho que es la única intención que tenemos de ponernos esas prendas.

Y sí, obviamente las mallas son más favorecedoras que el pantalón de baloncesto de mi hermano con el que empecé a correr y que me hacía sentir un saco de patatas. No creo que haya ningún problema en que, al igual que gusta verte bien cuando sales con las amigas, te quieras ver bien entrenando apreciando tus gains o progresos (que a veces incluso te ayudan a seguir entrenando por el chute en vena, o a través del espejo de la sala de musculación, de motivación).

Pero lo que tienen las mallas es que son confortables. No son una cosa que hayan surgido ahora gracias al despegue espacial que parecen haber tenido los gimnasios, ya existían previamente, y sino que se lo pregunten a ciclistas, patinadores, levantadores de pesas o crossfiteros y a sus músculos perfectamente funcionales dentro de ellas. Lo único que ahora se han popularizado.

Son el nuevo negro porque van con todo lo que nos pongamos a hacer y van con todo tipo de cuerpo, por mucho que haya quienes digan que si te sales de ciertas tallas o de cierta fisionomía, no deberías pasar por las mallas.

En Internet encuentras un sinfín de imágenes y artículos bodyshaming animándote a romper con tu relación con los leggins de gimnasio si te marcan pliegues del cuerpo como los de la tripa, culo, cadera, espalda o incluso los genitales. Pero la realidad es que son cosas que no tienen por qué afectarte para nada.

Si una prenda te resulta cómoda y práctica, no tienes que dejar de utilizarla porque a otra persona no le parezca bien verte con eso puesto. El problema lo tiene el otro, no lo tienes tú.

Cómo luchar contra los dichosos puntos negros de la nariz

De todas las herencias que me han tocado de mi familia, la de los puntos negros en la nariz es de las peores. Viene de mi padre que a su vez lo recibió de su padre y así hasta remontarnos hasta mi tatarabuelo homo sapiens que seguramente también tenía la nariz con más huecos que un colador.

La beauty routine que seguí. MARA MARIÑO

Pero ya que hay tanto producto específico para tratar esa zona, decidí darles una oportunidad a los cosméticos y ver si podía deshacerme de ellos de una vez por todas. Para la Gran Guerra contra los Poros (nombre que algún día darán los historiadores a estos encuentros) me compré dos productos: las tiras de nariz, que se supone que te retiran el punto negro y una máscara minimizadora de poros que también quita impurezas y promete dejar el poro pequeñito para que no te lo vean desde la Estación Internacional cuando se asoman a comprobar si la Tierra sigue ahí.

Para utilizar los parches (y cualquier tratamiento en general) tienes que tener la cara limpia, y en este caso, con la zona humedecida. Únicamente utilicé el de la nariz ya que ni en la frente ni en la barbilla (afortunadamente, gracias papá y mamá) tengo el problema de los poros abiertos.

El parche era de una textura parecida al papel. Se coloca sobre la punta de la nariz y las aletas y se deja actuar unos quince minutos aproximadamente, los cuales aproveché para documentar el momento y hacer los correspondientes stories para Instagram.

Sacarlo no es tan doloroso como hacerse la cera pero tira un poco. Sin embargo, una vez despegada, no hay mayor placer que ver (perdonadme por ser escatológica) los puntitos pegados al parche. Es un espectáculo extrañamente placentero. Los restos que puedan quedar se tienen que aclarar, nada de salir a la calle con manchurrones negros en la nariz.

A continuación me puse la máscara reductora de poros. Es una máscara de algodón que viene doblada, por lo que abrirla y colocarla, teniendo en cuenta que venía untada de un líquido, fue un poco lioso.

Una vez puesta, tocó esperar otros quince minutos y masajear el producto sobrante para que se absorbiera.

Al final, aunque no me desaparecieron todos los poros, sí que muchos de ellos quedaron limpios y, por tanto, no se veían tanto.

Respecto a la mascarilla reductora, la veo menos necesaria (o al menos si se usa sin limpiar los poros de la nariz previamente) ya que lo único que hace es hacer el poro más pequeño pero por dentro sigue sucio.

Si vosotras usáis otros trucos de belleza para eliminar los dichosos puntos, vuestras opiniones serán bienvenidas.

Las series a las que engancharte si te encanta la moda

Por mucho que las series me enganchen por la trama, el vestuario es algo en lo que no puedo evitar fijarme. Si te sientes identificada, entre la pausa de Juego de Tronos, Las Chicas del Cable y Stranger Things, puedes engancharte a algunas de las series preferidas de los amantes de la moda.

Toma nota de los estilismos porque te ayudarán a ver con otros ojos tu armario.

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    1. Sexo en Nueva York: además de que nunca se tiene suficiente de las genialidades de Samantha Jones o de la ironía de Miranda Hobbes, la quinta del grupo (quitando a la Gran Manzana) es la moda, que nos regala alta costura (y zapatos inalcanzables) capítulo tras capítulo.

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    2. Gossip Girl: nos enganchó la reina cotilla por la vida privada del grupo de amigos del Upper East Side pero nos quedamos por los estilismos de Serena Van der Woodsen y Blair Waldorf, que nos hizo descubrir el preppy style y rescatar todas las diademas que llevábamos sin usar desde el colegio.

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    3. The Carrie Diaries: la precuela de Sexo en Nueva York nos trajo la lista de éxitos de los 80 de vuelta a nuestras vidas (¿alguna vez se fue?) y looks al alcance de nuestra mano. Tan fáciles de conseguir como saqueando el armario de nuestras madres.

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    4. The Royals: es la típica serie a la que llegas por el inglés. Y es que su reparto británico hace que te ayude a refrescar el oído en cuanto a la lengua anglosajona se refiere. Pero por mucho que tengas las orejas a otra cosa no podrás quitarle el ojo a los estilismos de las mujeres de la familia real.

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    5. Empire: aunque no te vaya mucho el hip hop te engancharás igualmente a Taraji P. Henson en el papel de Cookie Lyon. Entre su sabiduría popular y su vestuario acabarás volviendo a rescatar todas las prendas con print animal de tu armario (si, hasta las camisetas de leopardo que pensaste que murieron en 2005).

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    6. The Bold Type: habla de la historia de tres chicas que acaban de introducirse en el mercado laboral dentro de una revista de moda. Además de ser maravillosamente feminista, querrás copiar todas las elecciones estilísticas de las protagonistas. Para mí fue el relevo millennial de Gossip Girl.

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¿Conoces otras series de la pequeña pantalla que tengan una buena relación con la vestimenta que recomendarías?

Los 10 vestidos que no debes perderte de los premios BAFTA

Por originales, elegantes, curiosos o atemporales, estos son los 10 vestidos con los que te tienes que quedar de la alfombra roja de la entrega de premios de la Academia del Cine Británico:

  • Si Lupita Nyong’o no es de tus favoritas cuando hay una entrega de premios, es que estás prestándole poca atención a sus estilismos. La actriz se presentó con un vestido estilo Art Decó que le habría encantado a cualquier participante de las fiestas de Jay Gatsby.

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  • El truco de la abuela de ponerse un fular para cubrirse los hombros y no coger frío fue el que utilizó Jennifer Lawrence (aunque seguramente no fuera por la misma razón). La actriz nos da una idea muy apañada para ponernos de nuevo un palabra de honor dándole un toque diferente.

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  • Natalie Dormer protagonizó Juego de Mangas, la secuela estilística de Juego de Tronos, con un modelo sencillo que le cubría parte de los brazos con un tejido vaporoso en negro a juego con el vestido.

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  • El punto glamuroso lo pusieron los diseños infalibles que son acierto seguro. Angelina Jolie, Sally Hawkins y Emma Roberts optaron por escotes clásicos atemporales que me siguen (y seguirán) encantando.

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  • Otros modelos que llamaron la atención fueron el de Salma Hayek, que demuestra que con un buen bordado podemos darle un aire más romántico a cualquier estilismo o el de Lily James con sus capas infinitas. Los hilos dorados a modo de tela de araña del vestido de Kate Mara y la falda del vestido de Margot Robbie le dieron el punto de brillo a la alfombra.

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«Diseño pensando en qué me hubiera gustado ponerme en la época en la que me sentía fatal conmigo misma»

Cuando Jennifer Usandizaga se descargó Instagram no pensó que sería el primer paso de un camino que le llevaría tener su propio e-commerce. «Mara, es sábado, no empieces con tecnicismos y habla en castellano». El e-commerce o comercio electrónico es un método de compraventa a través de Internet.

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Lo que tiene de especial Attitude shop, el espacio de Usandizaga, es que imperan dos cosas: un amplio abanico de tallas que va desde la S a la 3XL y un ‘buenrollismo’ legible en cada una de las prendas.  Y es que la base siempre ha sido el bodypositive, del que hacía gala la fundadora desde sus comienzos.

«Cuando me abrí Instagram empecé a subir contenido para mujeres con problemas de autoestima de cómo sacarse partido sin importar un número en una etiquetaAttitude ha estado en mi cabeza desde pequeña. Me encantaba la moda pero al tener tantos problemas para vestir en mi adolescencia, descarté la idea de estudiar algo relacionado y me alejé de ese pensamiento. Volvió a nacer con mi perfil de Instagram».

«Tenía muy claro que quería crear una marca inclusiva donde nadie tuviera problemas con su talla y se sintiera importante. Es por eso que en Julio de 2017 decidí crear Attitude shop una empresa que apostaba por la diversidad, con mismos precios para todas las tallas y sin barreras.»

Sin tallas, sin exclusividad… Unos pasos agigantados que por mucho que den emprendedores, es algo que tiene que llegar al sector de la vestimenta en opinión de la empresaria: «Aún queda mucho que hacer en la industria de la moda y la inclusión de las tallas grandes. El día que vea en una tienda todas las tallas en un mismo perchero sin carteles se habrá avanzado un poco».

«Attitude», «Seguridad», «Divina» o «All My Curves Are Beautiful» son algunos de los lemas que rezan las camisetas, algo que diseña pensando en «qué me hubiera gustado ponerme a mí en la época en la que me sentía fatal conmigo misma. Un diseño que al ponérmelo diga: Hasta aquí. Decido ser feliz y comerme el mundo siempre» afirma Usandizaga.

La idea de Jennifer Usandizaga, de trabajar en la seguridad desde fuera para que cale el mensaje por dentro, responde a los problemas de autoestima que podemos tener con nosotros mismos: «Somos nuestros peores enemigos. Nunca nadie pensará tan mal de ti, como tú. Y ese mismo poder de destrucción, lo tenemos de construcción. Y adquirirlo no es tan difícil como pensamos. Pero nos da miedo, porque la confianza en uno mismo es poder y a veces el poder, nos aterra».

La emprendedora, que sabe bien lo que es exponerse en una red social, tiene muy claro como lidiar con los haters: «La gente no tiene problemas en soltar veneno sobre el trabajo ajeno y quedarse tan tranquilo en el sofá mientras sigue viendo la televisión. Según ellos, es a lo que te expones».

«Para mí, es la forma cómoda de quejarse de cuánto mejor harían los demás aquello que te critican, pero les da pereza hacerlo. A estas alturas he comprendido que cuanto más te justifiques, expliques tu trabajo o rebatas con educación ese veneno, más los alimentas. Así que sí, a lo mejor un día te toca la moral pero luego pienso en todo lo que hago, lo que peleo y en lo que creo, que el resto me da exactamente igual

Cómo hacer la maleta y no terminar al borde de un ataque de nervios

Lo de llevar un año viviendo fuera de España hace que me haya convertido en una experta en viajar, sobre todo en lo que a maletas se refiere.

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Estos 365 días de vuelos me han enseñado que hay que seguir el principio del pragmatismo, es decir, que todo lo que vayamos a llevar sea práctico. Por muy aficionadas que somos muchas (yo la primera) a los “¿Y si llueve? ¿Y si viene una ola de calor a Noruega y todo el mundo va en chanclas menos yo?” tenemos que ceñirnos al espacio de la maleta (y con maleta me refiero a las de mano).

Lo primero es la ropa interior. Es la única cosa en la que no debemos ser tacaños. Mejor que sobre a que falte y no sabes muy bien cómo pero al final siempre la acabas usando toda. Y eso incluye bragas, calzoncillos y calcetines. No vaya a ser que se te olviden y termines al final lavando el mismo par todas las noches en el lavabo del baño.

A no ser que tengas por delante una estancia larga, no necesitarás más que dos pares de zapatos: unos con los que puedas andar con comodidad y otros algo más arreglados. Recuerda el truco de la modelo Joan Smalls: «Siempre llevo un par de tacones porque nunca se sabe si algo puede aparecer. Elijo siempre los de color negro o nude, ya que combinan con todo«.

Olvídate de llenar la maleta con dieciocho pares, no los vas a usar. En cuanto pases el primer día de viaje, para el que, viajes cómo viajes, vas a ponerte los más cómodos, no vas a querer pasarte a otros. Utiliza además el hueco en el que se meten los pies para meter cosas y así aprovechar el espacio (cualquier centímetro cuadrado extra viene como agua de mayo).

Prepara un neceser imprescindible para llevar a mano con un peine, un coletero, un cepillo de dientes, dentífrico y crema hidratante. Los añadidos como tapaojeras o perfume no son tan importantes como poder quitarte los restos de la tostada que te has tomado aprisa y corriendo en el aeropuerto. El maquillaje, muestras de gel y demás déjalo para la maleta (pero bien cerrado, que así evitarás sorpresas).

Con dos pantalones y una falda apañarás casi cualquier circunstancia siempre y cuando lleves partes de arriba combinables con ambas. No metas algo que te hayas comprado recientemente ya que corres el riesgo de que no termine de convencerte. Prag-ma-tis-mo. Vete a lo seguro, a tus vaqueros favoritos, a lo que sabes que no te va a fallar. Ante la duda, el negro. Y la ropa que más abulte, llévala puesta (aunque parezcas una cebolla).

Y por último, como buena amante de la moda que eres (o de los suvenires), siempre procura llevar algo de espacio sobrante para lo que puedas comprar en el destino, algo que ambas sabemos que terminarás haciendo.

Qué ponerse para tu cita de San Valentín según cómo lo celebres

Soy una romántica incurable desde la raíz de mi pelo de la frente hasta la punta del dedo gordo del pie. Me encanta que, independientemente de poder querer, achuchar y besar a mis seres queridos a diario, haya un día concreto que se celebre algo tan bonito como es el AMOR.

Y si bien no soy partidaria del bombardeo de perfumes, flores, bombones y regalos horteras del chino (que luego quedan en las estanterías cogiendo polvo) defiendo a capa y espada las citas del Día de los Enamorados.

  • Si te lleva a cenar fuera y el pack incluye «restaurante romántico+velas+violinista+champán+pétalos de rosa» aprovecha para sacar tus mejores galas. No hace falta que te arregles como si fueras de boda, pero elige un conjunto que no te pongas normalmente. Para ellos una camisa o americana marcará la diferencia entre la camiseta de Los Ramones con vaqueros que suelen llevar siempre (ojo, que nos encanta, pero un día es un día). Para nosotras, podemos combinar un top más elegante con una parte de abajo más informal o lo contrario. También podemos apostar por tacones si nos apetece (que por mucho que machaquen los pies le dan un toque elegante al estilismo) o un zapato plano fino si preferimos la comodidad.

  • Si te lleva a ver un espectáculo puedes seguir los mismos consejos que si vas a cenar fuera pero juega con los complementos para ir acorde a la situación. No es lo mismo que te lleve a escuchar ópera que a ver monólogos cómicos en un bar o a un recital de poesía. Bolsos, cinturones y zapatos pondrán la guinda al pastel.

  • Si vais al cine, a un museo o a dar un paseo por la ciudad, elige ropa cómoda pero sin perder de vista San Valentín. Puedes ir informal a la par que elegante aunque vayas en vaqueros. Para nosotras es tan fácil como aprovechar un pintalabios favorecedor (procura hacerle primero el truco del talco para que no te lo borren los besos) y para ellos elegir una camiseta, chaqueta o cazadora algo más estilosa.

Si la cita es en casa déjate de capas de ropa extra y mejor céntrate en lo que te vayas a poner por debajo, que seguramente sea lo que va a estar más a la vista (aunque sea a ras de suelo).

Y si disfrutas de la soltería, pero el amor que tienes hacia tus amistades es digno de celebrar, tira la casa por la ventana en una exaltación de la amistad y toma nota igualmente de los consejos estilísticos. Arreglarse para una persona que queremos siempre es especial, independientemente del tipo de amor que sintamos por ella.

(Todas las imágenes son de STRADIVARIUS Y H&M)

Las razones por las que deberías ver ‘Maestros de la costura’

Sí, RTVE ha copiado la fórmula de Masterchef en su último estreno cambiando los fogones por las máquinas de coser, los cuchillos por las tijeras y la chaquetilla por el acerico.

El acerico del que os hablaba. RTVE

Es tan parecido que solo han tenido que cambiar el “¡A cocinar!” por el “¡A coser!”. Pero qué le vamos a hacer, si algo gusta se repite y punto.

Ya te interesen o no los concursos televisivos, Maestros de la costura tiene algunas cosas por las que merece la pena verla (o al menos, esta es mi opinión después de su estreno anoche) si te gusta la moda:

  • Por el jurado: Lorenzo Caprile, Maria Escoté y Alejandro Gómez Palomo (Palomo Spain) son los tres miembros del jurado. Tres diseñadores que representan la tradición, la creatividad y el genio.
  • Por las ideas que nos da el programa para transformar cosas que tenemos por casa y seguir utilizándolas. Cortar una manga y ponerle volantes, decorar el cuello de una sudadera bordando un hilo o añadir una sobrefalda a un vestido son algunas cosas de las que tomé nota para reciclar prendas.
  • Por lo que aprendemos: términos como “bies” u “ojete”, cortes y anchuras que nos quieren sonar de las reseñas de las pasarelas o alfombras rojas pero que no llegamos a conocer del todo…
  • Por los estilismos de la presentadora, jueces e invitadas. En el estreno, por ejemplo, Raquel Sánchez Silva empezó el programa con un David Delfín para pasarse después a un Pertegaz vintage.
  • Por Lorenzo Caprile, que te dará entre mucha risa y mucho miedo. Te reirás de sus ocurrencias (“¡Esto no son los Ángeles de Charlie!”) y al segundo te paralizará con sus cortes.
  • Por los concursantes que cantan o rezan mientras cosen. Cada uno se concentra como puede.
  • Por Eduardo Navarrete, que te sonará por ser el diseñador de uno de los vestidos más llamativos de la pasada edición de los Goya (el de Pepa Charro, que puedes ver aquí).

Pero para mí, el motivo más importante es porque debemos apostar por la moda española, porque el programa se centra en los diseñadores nacionales y porque ya era hora de darle a la «Industria del trapo», palabras de Caprile, un espacio en la pantalla.

La fiebre de las gafas cantosas para triunfar en 2018

La primavera de 2018 se resiste a llegar (especialmente para todos aquellos que vivimos en la Invernalia en la que se ha convertido Madrid), pero llegará, llegará, LLEGARÁ, como decía Amaral. Solo que a diferencia de la tormenta de su canción espero que sea una primavera florida de temperaturas suaves.

Como buena «cagaprisas» que soy con el tema de las tendencias, ya he picado con una de las que serán tendencia esta temporada: las gafas de cristal tintado para ver la vida de color.

STRADIVARIUS/BERSHKA/XYLVESTER

En mi caso las cogí de cristal amarillo, ya que como tengo el pelo castaño y las cejas oscuras, eran las que mejor me iban con mi complexión (por mucho que me apasionaban las de cristal rosa).

Pese a que es invierno y no veo casi el sol ni en pintura, ya las he empezado a llevar como podéis ver en la foto. Además, al permitir que se vean los ojos a través del cristal, no es imprescindible que te las quites (sí, soy de esas que considera de mala educación no mirar a los ojos cuando se habla).

Pero si por tu tipo de cara, no terminan de convencerte las de tipo aviador, por mucho que decoloren los cristales, puedes optar por las gafas de pasta estilo cat eye.

Favorecen a casi todos los rostros (otra cosa es que te guste la montura) y te sonarán de las actrices de las películas de los años 50 y 60. Perfectas para que salga la diva que todas llevamos dentro.

XYLVESTER/BERSHKA/STRADIVARIUS