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Cómo vestirte si eres feminista

(Y no, no hace falta llevar una camiseta que lo diga)

Hay personas que, cuando hablan de las feministas, lo hacen como si se estuvieran refiriendo a una tribu urbana dentro de la sociedad como los grunges, los chonis o los góticos.

PRETTY LITTLE THING

«Las feministas, esas con pelo en el sobaco y las tetas colganderas que queman sujetadores en marcha cuando van en moto», así tal cual, como salidas de la portada de disco de una banda de rock satánica.

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Pero la realidad es que las feministas somos de todos los colores, tipos, alturas, medidas y estilos. Ahí reside nuestra fuerza, en que somos tan diferentes y estamos tan mezcladas que pasamos desapercibidas. Nos camuflamos en el entorno.

Los referentes de estilo que tenemos las feministas actuales son muy diversos. Por un lado está la modelo Emily Ratajkowski con sus posados en tanga en Instagram. En el otro extremo tenemos a Yoko Ono con su peculiar estilo a lo Steven Tyler de Aerosmith. Y no nos olvidemos de Chimamanda Ngozi Adichie, que aprovecha la moda para dar a conocer la vestimenta nigeriana.

Con todos esos ejemplos, ¿cómo saber qué es lo que realmente identifica a una feminista de una persona que no lo es? Es imposible definirlo ya que el carné de feminista no está reñido con el armario.

Muchas feministas van en zapatillas de cordones mientras que otras tenemos una colección de tacones que sería la envidia de Carrie Bradshaw. Y se pueden exigir derechos tanto yendo plana como desde una altura de 12 cms añadidos.

Seguir o no la moda, maquillarse, o incluso algo tan sencillo como elegir si se lleva o no sujetador no son cosas que entren en conflicto.

Las decisiones que podamos tomar a la hora de vestirnos no nos vuelven menos válidas a la hora de reivindicar nuestros derechos, y no deberían ser utilizadas como armas arrojadizas, ya que todas conocemos al ‘señoro’ de turno que confunde términos.

No tardan en esgrimir la carta de lo que, a sus ojos, son pruebas de opresión (todas hemos oído el «No puedes hablar de feminismo porque te maquillas/te pones escotes/te gusta llevar falda para gustar a los hombres») sin entender que, en realidad, no es otra cosa que elementos que se escogen por elección personal con el único objetivo de gustar a una misma.

Una feminista puede ir sin un solo pelo en ninguna parte de su cuerpo y otra puede dejarse hasta los del entrecejo sin que suponga un problema. Conozco feministas que se hacen la láser, que se tiñen los pelos de la axila y otras que no les sale pelo ninguno y, por tanto, no se plantean qué hacer (o en su caso no hacer) con ellos.

Para ser feminista no necesitas una camiseta de «Future is female» «We all should be feminist» o «Feminist as fuck«, que puedes tenerla, por supuesto. Porque para ser feminista lo único que realmente necesitas es que, vistas como vistas, tu causa sea la igualdad.

Soy feminista y me maquillo

Soy feminista y me maquillo. Aunque conozco también feministas que no lo hacen. También hay mujeres machistas que llevan la cara lavada diariamente y mujeres machistas que, como yo, pasan por chapa y pintura cuando les apetece.

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FACEBOOK KYLIE COSMETICS

¿Por qué os cuento esto?

Porque me he encontrado en varias ocasiones que los cosméticos se utilizan como una manera de desacreditar. «¿Y si eres tan feminista por qué te maquillas?», me han llegado a preguntar.

Me han llegado incluso a decir que el maquillaje es una cosa que las mujeres utilizamos para atraer más a los hombres, pero hay algo que parece que nadie les ha contado.

Y es que las mujeres nos maquillamos para gustarnos a nosotras mismas. Yo no digo que no se dé el caso de que alguna vez me haya arreglado más por tener una cita, pero quitando un porcentaje ínfimo, el resto de las ocasiones en las que lo hago son por y para mí.

Me gusta maquillarme, es así de sencillo. No puedo salir de casa sin el tapaojeras y una pizca de colorete porque sin ellos me veo con cara de extra de The Walking Dead (y seamos realistas, hay dos cosas que no le gustan a nadie independientemente de su género: cambiar pañales y verse con cara de orco de Mordor en el espejo).

Me maquillo porque me apetece y si no me apetece no me maquillo. Pero vamos, todavía no he oído a ninguna mujer en una tienda de cosméticos pidiendo la barra de labios infalible para conquistar a un hombre, pero sí una barra que poder llevar diariamente.

Es tan respetable una decisión como otra, porque ya os garantizo que de todos los libros feministas que he leído (y ya van unos cuantos) en ninguno he encontrado el capítulo en el que desarrollan la incompatibilidad del maquillaje con el feminismo.

Hay un caso que me encanta contar. Tengo una compañera periodista de belleza que siempre viene maquillada al trabajo estupendamente.

Un día hablando sobre el tema me comentó que no podía salir a la calle sin maquillar, que ni en el caso de que no fuera a cruzarse con nadie dejaría de hacerlo, ¿y por qué? Porque maquillarse le divertía.

Porque para ella es un placer jugar con las brochas, colores y lápices de ojos, porque se lo pasa bien.

Supongo que el resumen es que maquillada soy igual de feminista. Por supuesto que quiero tener igualdad, pero ¿qué daño hace llevar, al mismo tiempo, mi barra de labios Cherry Pink de Bobbi Brown en el bolso?

Lo mejor del feminismo es precisamente que nosotras tenemos total libertad a la hora de tomar las decisiones, sean del tipo que sean independientemente del nivel de trascendencia.

El poderoso mensaje de la modelo que desfiló para Rihanna estando de parto

Semana de la Moda de Nueva York. Desfile de lencería de Savage x Fenty de Rihanna. Una embarazadísima modelo, Slick Woods, espera para salir a la pasarela cuando de repente empieza a notar contracciones.

FENTY BEAUTY. SAVAGE X FENTY. FACEBOOK

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No sé muy bien cómo, pero ella, con aquel body de una pieza, sale tranquilamente a mostrar el conjunto de lencería de su jefa. Termina el desfile y, en el hospital más cercano, da a luz. Lo hace recién salida del trabajo, como si fuera lo más normal del mundo y dando una lección bestial sobre maternidad, mujeres y vida en general.

Poco después, la modelo, ni corta ni perezosa, aprovecha Instagram para decir a los cuatro vientos, que es el equivalente a subir una foto en la red social, que había empezado a ponerse de parto en el momento de desfilar.

«Un look, 14 horas de parto y ha nacido un rey. Esta es la cara de una mujer de parto, nosotras somos capaces de aguantar tanta mierda que la mayoría de vosotros ni siquiera sabéis por lo que estamos pasando» escribió la modelo. Algo con lo que no puedes evitar no sentirte identificada cuando te pillan los dolores de la regla en medio del examen de la universidad/ reunión de la oficina/ viaje de avión.

«Estoy aquí para decir que puedo hacer lo que narices quiera (igual no usó el término «narices» sino uno más basto, pero quería ser elegante), cuando narices quiera y tú también«, dijo la modelo alzando la voz en contra de la discriminación que puedan sufrir mujeres en estado de gestación (que la hay, en una reunión del club de Malasmadres hicieron especial hincapié en eso).

Rihanna, que no contenta con sus premios musicales, su línea de maquillaje y ahora la colección de lencería, parece que quiere ser nombrada la jefa del siglo por lo que dijo en E! News, un mensaje que consigue hacer que nos sintamos tan empoderadas como cuando montamos solas un mueble del Ikea.

«Las mujeres son las personas más fuertes del planeta. Nuestros cuerpos están hechos para hacer cosas diferentes y están diseñados de maneras únicas y diferentes. Si tú tienes la bendición de ser capaz de traer vida a este mundo también debería ser celebrado», afirmó la artista mientras aquellas pertenecientes al género femenino le dedicamos una ovación mental.

«Nunca le voy a decir a una mujer que no puede tener un trabajo conmigo porque no puedo tener a una mujer embarazada modelando en lencería o maquillaje. Yo siempre celebraré a las mujeres en todos sus estados

¿Entonces, qué hacemos para que Rihanna se convierta en nuestra jefa adoptiva? Con mujeres pensando así, pena me da que no seamos nosotras las que dominemos el mundo.

Tetas y coronas de flores: el feminismo de Oksana Shachko

Seguramente el nombre de «Femen» te resulta familiar. Puede que, al leerlo, haya invocado en tu cabeza diferentes imágenes y que tu idea de la palabra sea diferente de la mía.

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Femen puede recordarte a activismo, a feminismo, a radicalismo, a escándalo… Puedes estar o no de acuerdo con sus acciones, pero hoy no escribo para hablar de sus métodos. Hoy escribo para hablar de Oksana Shachko, una de las cofundadoras del grupo que se suicidó este martes.

La ucraniana, a los 21 años, se comprometió con una causa que, por entonces (hablo de 2008), según ella estaba desligándose de lo femenino. Era un momento en el que el feminismo solo parecía ser tomado en serio si se llevaba el pelo corto y la ropa ancha, si se vestía como un hombre, ya que sabemos lo que supone tratar de reivindicar algo siendo mujer en una sociedad machista.

Sin embargo, tanto Shachko como sus compañeras, querían un feminismo con el que poder sentirse identificadas, uno que no tuviera que estar reñido con el atractivo de las mujeres.

Oksana Shachko fue la primera en manifestarse enseñando el pecho con su torso desnudo, algo que nos diferencia de los hombres y que, descubrió, causaba mucho más impacto.

A eso se le añadieron a las manifestantes las coronas de flores, salidas de la historia del arte que a su vez siempre han ido ligadas a lo femenino. De esta manera, las feministas no tenían por qué ser siempre consideradas las brujas que sobrevivieron a la caza del siglo XVII sino también ninfas del bosque con sus coronas, etéreas guerreras.

Shachko reivindicó aquello que nos arrebatan: la desnudez femenina. La utilizó como arma en un mundo en el que se controla, se prohíbe (pensemos en las políticas de redes sociales cuando se aprecia un pezón femenino), se pena («¿Cómo iba usted vestida cuando la atacaron sus agresores?» «¿Se maquilla?»), se juzga…

Entiendo que cada persona defiende su ideología de la manera que considera. Entiendo que hay muchas formas de activismo. Si bien mi feminismo es vía escrita, que pretende hacer reflexionar a quien me lea, a empezar un camino, a sembrar una duda en la cabeza, Oksana hizo lo mismo con una diferencia: si querías verle las tetas, tenías que leer sus eslóganes.

Así que hoy, quiero recordarla por su objetivo: lograr una igualdad real. Y me quedo con una de sus frases para recordaros la importancia que tenemos de involucrarnos en la causa y unirnos: «¡Vamos a estar juntas y vamos a pelear juntas

El escupitajo con sabor a feminismo

Dichoso feminismo. Cómo me ha cambiado la vida. Es que ya no hay manera de disfrutar tranquilamente de los piropos callejeros.

DIANINA XL/MARA MARIÑO

Ya no puedo perderme en las licencias poéticas de aquellos que me espetan públicamente lo que harían con mi culo o con mis tetas. No.

Ahora por culpa del feminismo me tengo que valorar no solo por mi físico, sino por mi persona en su totalidad. Qué locura lo de ser mujer y ser más que un cuerpo, ¿eh?

Con lo bien que estaba yo recibiendo manos anónimas sin mi permiso en zonas de mi cuerpo y en sitios como la discoteca, el autobús el metro, la calle o un festival… Y ahora nada, ahora como soy feminista no puedo disfrutar de aquellos que se creen con el derecho de usar mi cuerpo a su antojo.

Ahora resulta que yo me tengo que hacer responsable de mí misma.

Por ejemplo, como lo que me pasó el otro día sin ir más lejos.

Iba yo tranquilamente por la calle con un pantalón corto y un chico que iba en bici empezó a decir comentarios de lo que haría entre mis piernas.

Como iba hablando con mi madre y no podía darle la respuesta que empleo desde que soy feminista (un simple «¿y quién te ha preguntado?»), le saqué el dedo corazón para demostrarle mi opinión respecto a sus insinuaciones.

Había cumplido con mi reivindicación feminista del día y ya podría dormir tranquila.

Lo que no esperaba era que el susodicho se diera la vuelta con la bici circulando en dirección contraria y al pasar por mi lado me escupiera de lleno en la cara.

La saliva cayó sobre mí con todo el peso del feminismo. Un gapo que llevaba grabado en cada molécula de H2O «Por aquí me paso yo que no te guste que te trate como a un cacho de filete de la carnicería del Mercadona».

¿Podéis imaginar lo triste de la situación? No, no hablo de mí parada en la calle con el cuello, la cara y la coleta empapadas de secreciones (¿pero cuánta saliva produce la boca de ese hombre?)

Sino del hecho de que se considerara con derecho de emitir comentarios de índole sexual no deseados limitándose a juzgar mi cuerpo y, en segundo lugar, por escupirme después de que yo mostrara mi desagrado a que un desconocido se me insinuara a voces por la calle, cuando, a su entender imagino, debería sentirme agradecida de que un total desconocido apreciara mi físico.

Así que el feminismo me costó un gapo y una ducha extra ese día. Fijaos si ha sido terrible la experiencia que me he dado cuenta de lo importante que es que lo siga practicando aunque me espere un camino bañándome en gargajos ajenos.

Mi yo feminista tendrá que aprender a nadar entre esputos ya que se acabó el tiempo de quedarse calladas, bajar la cabeza y seguir caminando como si nada por miedo a lo que pueda pasar si contestamos.

(Os dejo el hilo de Twitter donde relaté la «refrescante» experiencia)

«Te hago fotos gratis si dejas que te toque», el follógrafo de Madrid

Con esa frase es como debería anunciarse el fotógrafo Danilson Gomes (@longshoots_ en Instagram) si viviéramos en un mundo sincero.

PIXABAY

Sería un anuncio indignante, vejatorio y asqueroso, sí, pero honesto. Si la oferta te convence y estás dispuesta a dejarte tocar, al menos sabrías a lo que ibas, eso ya es decisión personal, pero no vivimos en un mundo sincero. Todavía.

Aunque afortunadamente cada vez estamos más dispuestas (si seguís leyendo entenderéis por qué hablo en femenino) a abrir la boca, porque por mucho que nos lo hayan dicho activa y pasivamente, calladitas NO estamos más guapas.

Pero pongamos el ojo sobre el objetivo, que es a lo que se dedicaba Gomes entre muchas otras cosas no relacionadas con su profesión de fotógrafo freelance o modelo.

«Yo lo viví en primera persona» declara Margalida María en su Instagram (@margalidamariax), que se hizo una sesión de fotos para una tienda con Gomes en la que ambos modelaban.

A lo largo de la sesión notó como él aprovechaba para tocarla o se acercaba a «colocarle la ropa» mientras se cambiaba. «Sé vestirme sola» aclara en la red social. «Ya sé cómo colocarme un tanga» declaraba también @chleopawtra, que también sufrió de los abusos del fotógrafo.

La declaración de Margalida María tuvo un alcance exponencial. Lo que ella pensaba que fue un caso aislado de abuso tuvo una respuesta de decenas de mujeres que afirmaban haber vivido experiencias del estilo con el fotógrafo.

Una cascada de mensajes que ella ha publicado en sus stories guardando el anonimato, documentando las vivencias de otras víctimas que hablaban de situaciones semejantes.

«Yo tenia 3000 seguidores y conté esto como he subido otras historias y nadie me ha hecho caso. Esta vez ha tenido una repercusión y Time is up. Se os acabó el chollo a ti y a todos los que os habéis aprovechado u os queréis aprovechar de mujeres» declaraba sin tapujos en el directo del lunes.

@MARGALIDAMARIAX

Conversaciones e incluso notas de audio en las que el fotógrafo se insinuaba sexualmente, pedía fotos desnudas a sus «clientes», exigía cobrar las sesiones si las modelos no se desnudaban o si acudían al estudio con pareja entre muchas otras maniobras de abuso, manipulación, acoso e intimidación que ha realizado impunemente en estos últimos 4 años.

El miedo, la vergüenza o el simple hecho de no caer en que se había vivido una situación de abuso ha hecho que se desencadenara hace dos días la reacción viral cuando Margalida María compartió la historia. Para otras está más que claro el motivo: “Tenemos el acoso tan normalizado que cuando nos sucede no nos damos cuenta” relata Adriana (@afrofucsia2.0) otra de las víctimas del fotógrafo.

INSTAGRAM @AFROFUCSIA2.0

«Si no sabes tratar a las tías, hasta que aprendas a trabajar con mujeres haz fotos a las paredes» declaró Margalida ayer en el directo.

¿Su objetivo alzando la voz contra esta experiencia tan nefasta? «Que ninguna tía quiera hacerse fotos contigo. Quiero que dejes de trabajar de fotógrafo con mujeres, que ninguna marca te pague ni te esponsorice. Aquí estamos y si nos tocan a una nos tocan a todas«.

«Ahora has sido tú pero que se preparen los que lo han hecho. Yo quiero que las mujeres puedan ir a sesiones de fotos, puedan hacerse fotos desnudas y que lo hagan cómodas, que no tengan miedo, que ninguna tenga que fingir que se pone malas para poder irse«.

Y es que las protagonistas de las historias son únicamente mujeres ya que en palabras de @magalimariax «no ha salido ninguna historia de ningún hombre en las que el se sentara a verle cómo se cambiaba o que les tocaras más de la cuenta. Por algo será» reflexionaba. «Como con los tíos sabes comportarte hazle fotos a ellos, a nosotras déjanos en paz».

El aluvión ha hecho que incluso la marca de ropa deportiva Kappa, que realizó una colaboración con el modelo/fotógrafo lanzara una declaración este lunes:

INSTAGRAM @IDENTITYDISTRIBUTION

Así como la artista Moderna de Pueblo:

Me ha indignado mucho ver lo que revelaba @margalidamariax sobre el acoso que han sentido muchas mujeres al trabajar con el fotógrafo @longshoots_ (podéis verlo en su stories) Ya le están cayendo mil insultos A ELLA. Desde el clásico "qué vas a ser modelo con lo fea que eres" hasta "no sabes cómo llamar la atención". Pero somos más las que te apoyamos, desde aquí te doy las gracias porque la única manera de que otras no pasen por experiencias asquerosas es que las que ya hemos pasado por ellas hablemos. Antes no era consciente de qué era un "abuso de poder" y ahora lo veo más claro que nunca. A los 20 años, cuando buscaba prácticas en el mundo de la publi, por ejemplo, me citó para una entrevista Mr.JefazoImportante y me hizo sentir que si le "bailaba el agua" conseguiría el puesto. "Eres muy guapa, como todas las que trabajan aquí.", me soltó a 10 cm de mi cara mientras me tenía en su despacho a oscuras cuando todo el mundo se había ido a casa. Salí de ahí y antes de llegar a mi casa vomité en la calle por el asco de lo vivido. Pero nunca pensé en que eso había sido un "abuso de poder". Me eché la culpa por ser tan inocente y tontita y simplemente pensé que era un baboso más. No son babosos, son acosadores. No somos tontitas y hemos empezado a hablar. Estés en la profesión que estés, #cuéntalo

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Mientras tanto, Gomes se ha limitado a negar las acusaciones tachándolas de mentiras y a bloquear su cuenta de Instagram (después de eliminar casi todas las fotografías que él mismo había realizado).

Os dejo algunas de las conversaciones que compartieron en Instagram para que sirvan como alerta para todas aquellas que no identifiquen este tipo de situaciones y que sean conscientes de lo que es un abuso (independientemente del nombre inocente que le pongan luego los tribunales del país):

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

Y quizás os preguntéis qué hago hablando de esto cuando anoche fue la Gala MET y religiosamente escribo sobre la alfombra roja cada año.

Porque se ha acabado el tiempo de mirar hacia otro lado. Porque me he cansado de que haya elementos que se piensen que pueden hacer lo que les dé la gana con las mujeres y salirse de rositas. Porque no conozco a ninguna de ellas pero no me hace falta, porque yo las creo. Porque no están solas. Porque a lo mejor pueden conseguir que una o dos guarden silencio, pero no van a callarnos a todas. Y porque, desde ya, pienso encargarme de sacar el nombre de esta persona en toda conversación que tenga con alguien que trabaje en el mundo de la moda para que no se olvide el daño que le ha hecho a tantas mujeres que acudieron a él con una idea tan inocente como el sueño de ser modelo, sueño del que se aprovechó mujer tras mujer, sesión tras sesión, hasta hoy.

¿No hay sexismo cuando te escogen como azafata por estar buena?

Me hace gracia que salgan a decir que «por culpa de las feministas» un montón de pobres mujeres se han quedado en paro a raíz de la medida de prescindir de ellas en la parrilla de Fórmula 1. Más que nada porque yo he trabajado de azafata en un circuito de carreras y no es oro todo lo que brilla por mucho que se pinte el trabajo de color rosa.

YOUTUBE

Para empezar tienes que pasar un corte respecto a la imagen física bastante importante cumpliendo requisitos como talla de ropa, altura y por supuesto una cara que acompañe. No te eligen por la carrera que hayas estudiado (que la mayoría de nosotras estábamos en ello), los idiomas, nuestros talentos, principios… Te escogían por ser guapa y estar buena. Punto (perdonad la franqueza, pero es hora de dejarnos de ser políticamente correctos y hablar de las cosas como son).

Te escogían por guapa y por estar buena porque si no no te quedaba bien el conjunto de minifalda y chaqueta ajustada en el que tenías que meterte. Y sí, sabíamos cómo era el uniforme y también en qué consistía el trabajo. Fue una elección que hice libremente la de cobrar una cantidad de dinero a cambio de pasearme durante unos días con poquita ropa y taconeando el circuito arriba y abajo (no voy a entrar en los motivos porque no creo que tenga que justificarme por ganarme la vida de una manera o de otra ya que todos los trabajos son igual de respetables, pero no todos exigen la misma disponibilidad).

Trabajar me empodera, me hace sentir independiente, soy libre de elegir mi trabajo, pero la cosa fea de la que nadie habla es que es un trabajo en el que solo sirves si estás buena. Trabajar con poca ropa solo porque mi cuerpo entra en unos requisitos de belleza no sé hasta que punto me libera y hasta que punto me hace presa de una sociedad machista que considera que solo sirvo para hacer bonita la foto final de la carrera.

Los pilotos, por lo que he visto, van a su rollo. Les va a dar igual que pongan una mujer que cincuenta porque en lo que piensan es en la carrera. Pero la gente que asiste, los espectadores que lo ven por la tele, los mirones que te COMEN con los ojos de arriba a abajo (porque la palabra es comer), son cosas que tienes que aguantar (a los que digáis que exagero os invito a mirar a partir del minuto 1:10 de este vídeo, que ya con el nombre lo dice todo).

Lo aguantas porque asumes que no existe el trabajo perfecto, y que como azafata te puede tocar apechugar con eso al igual que como periodista me toca apechugar con que se me resistan a la hora de contestarme unas preguntas para un artículo. Tampoco creo que tú, que lees esto, estés absolutamente feliz con todos los aspectos de tu trabajo (y si es así, pues felicidades).

Pero el hecho de que lo sepas no hace que te sientas menos cosificada, no hace que pase menos veces por tu cabeza la frase «mis ojos están aquí arriba, cretino».

Obviamente me da pena pensar que compañeras se hayan quedado sin trabajo, pero pena porque hayan visto en «Muerto el perro se acabó la rabia» la solución.

¿Queremos terminar con el sexismo en las carreras? Perfecto, pon mujeres y hombres de todas las tallas, edades y etnias (porque esa es otra cosa de la que no se habla, que como no seas joven y, en la mayoría de las ocasiones, blanca, ‘chao pescao’). Ponles al lado de los vehículos bien vestidos, con un traje de pantalón o unos vaqueros y calzado cómodo, que ocho horas de pie, si ya son bastante malas, con tacones, un infierno.

Dejemos trabajar a las azafatas, claro que sí, yo no digo que las dejemos a todas sin trabajo, pero que no se conviertan en objeto de exposición, que me consta que hay agencias (la que lleva la Feria de Madrid, más concretamente), que le prestan atención a los buenos modales, la educación, el saber estar y el protocolo y no a si la profesional entra o no en una talla 36.

Cómo 2017 se convirtió en el año feminista

El 2017 empezó con una noticia revolucionaria: las azafatas de los podios ciclistas desaparecerían. El mismo mes que sentía que comenzábamos a avanzar, que las mujeres nos alejábamos de esa sexualización en la que siempre nos vemos inmersas, mis pezones sufrieron acoso online.

DIANINA XL/MARA MARIÑO

Pero no todo estaba perdido. Ha sido un año en el que nos hemos dejado de princesas y nos hemos vuelto guerreras. Que hemos querido luchar como vikingas, ser reinas sin necesidad de un rey a nuestro lado como Daenerys Targaryen o salvar el mundo como Once. Un año en el que hemos tenido referentes femeninos fuertes con los que sentirnos identificadas.

2017 ha sido el año en el que se ha dado un pasito hacia la igualdad utilizando a hombres como imagen de grandes firmas de maquillaje. Porque aunque no estemos acostumbrados a que ellos se maquillen, pueden hacerlo y ser aceptados por ello (además de que a los youtubers beauty se les da de maravilla). También lo recordaremos como el año en el que las faldas y los tacones para ellos llegaron a la pasarela.

Hemos vivido un año en el que una de las principales tendencias ha sido la naturalidad a través de muchas influencers que se han animado a salir en sus redes sin depilar, con sus estrías, sus cicatrices… hasta su celulitis, algo que incluso ha hecho que marcas como Desigual o Dove se sumaran a la corriente.

Ha sido tal la repercusión de la aceptación de una imagen más saludable, alejada de la presión estética, que los conglomerados LVMH y Kering firmaron la carta que no permitiría trabajar con modelos que tuvieran menos de una talla 36.

Ha sido un año lleno de denuncias a viva voz y a golpe de tuit empezando por las actitudes depresivas de las modelos del catálogo de Zara o la última campaña de Yves Saint Laurent que mostraba mujeres colocadas en posturas sumisas como si no tuvieran ningún tipo de fuerza ni voluntad, frágiles a disposición de cualquiera. Y, afortunadamente, hemos protestado y nos hemos quejado cuando hemos visto que una marca basaba su publicidad en una imagen de desigualdad.

En el 2017 hemos denunciado sin miedo, hemos dicho que nos han acosado grandes magnates de la industria cinematográfica, que una banda de animales nos ha violado, que nos han ultrajado, que nos han asesinado. No nos hemos quedado calladas y hemos marchado por varias ciudades del mundo exigiendo que se nos trate como lo que somos: personas con los mismos derechos.

«Feminismo» ha sido la palabra más buscada en 2017, pero además ha sido una de las más llevadas a cabo tanto por hombres como por mujeres. Por eso no me preocupa que empiece un Año Nuevo. El 2017 no ha sido el año feminista, sino el primer año feminista.

Y es que por mucho que pique, que duela, que moleste, que irrite, o que haga que se nos intente desprestigiar con adjetivos como «feminazis», el feminismo no es una tendencia pasajera, luchar por la igualdad no es algo que pase de moda como un tejido o unas botas de plataforma. El feminismo ha venido para quedarse.

Mujeres que opinan

¿Eres mujer? ¿Estás opinando sobre algo? Entonces ten por seguro que te van a desacreditar.

GTRES

Dará absolutamente lo mismo que tengas más razón que una santa (porque no solo los santos se salían con la suya), que estés argumentando con pruebas irrefutables o que hasta tu madre esté de tu lado, que siempre alguien echará por tierra tus conclusiones saliéndose por la tangente.

No hablo por hablar, es algo que sucede cada día. Una actriz embajadora de la ONU Mujeres es desacreditada por protagonizar una portada sin sujetador, una chica por seguir su vida después de ser violada por cinco chavales o una modelo de Victoria’s Secret, cuyas palabras se ponen en tela de juicio cada vez que habla de feminismo.

Por lo visto, Leomie Anderson no puede opinar en nada en lo que respecte a las mujeres por desfilar para la firma lencera. Pero no confundamos churras con merinas.

Al igual que me consta que tengo compañeros de periodismo que han trabajado en Intereconomía, sin compartir necesariamente su ideología política, una modelo puede trabajar para una firma, como es la americana, sin tener por qué compartir la filosofía de belleza.

Trabajo es trabajo. Y por mucho que desfile en lencería, algo que hace por elección propia, me parece más que bien el hecho de que en el programa Good Morning Britain recomendara a las chicas jóvenes a no sentirse presionadas de mandar fotografías desnudas o en ropa interior a parejas/amigos/llamésmole X para así evitar que pudieran ser extorsionadas.

Pero entiendo a Leomie, vaya si la entiendo. Cantidad de veces han tratado de echar por tierra mis argumentos: no puedo escribir sobre mujeres de talla XL porque no la uso, no puedo hablar de amor propio porque me gusta hacer ejercicio, no puedo hablar de sexismo porque he trabajado utilizando mi imagen…

He llegado a la conclusión de que no es lo que decimos, es el hecho de que lo digamos, de que alcemos la voz, de que protestemos, de que tengamos una opinión, de que ya las mujeres no nos quedamos nunca más calladas a un lado como a lo mejor tenían que hacer nuestras abuelas.

Hemos encontrado nuestra voz y, por mucho que moleste, ya nadie va a hacerla callar.

Suistudio lanza una campaña con hombres desnudos para vender trajes femeninos

SUISTUDIO

Si nada más salir a la calle me encuentro un cartel de una mujer trajeada pisoteándole los huevos a un hombre desnudo creedme que lo último que se me pasaría por la cabeza es que estoy ante una marca de trajes que viste únicamente a mujeres relacionando el traje con el poder femenino, según declaran en sus redes sociales.

Pensaría, en todo caso, que se trata de un anuncio de una obra de teatro, película o serie inspirada en una fantasía sexual masculina de sumisión pero en ningún caso se me iría la vista a la ropa de la imagen.

Por mucho que Suistudio quiera empoderarnos con sus trajes mostrándonos a mujeres de negocios (algo que podría parecer una buena idea en un principio) a la hora de crear las imágenes de la campaña han metido la pata hasta el fondo.

Empoderamiento femenino no es para mí una mujer apoyando sus stilettos en el pene de un tío. Sería verdadero empoderamiento si lo apoyara sobre la nómina del hombre, si este fuera su compañero, porque ella está cobrando el mismo salario y no un 16% menos.

También podría representar el empoderamiento femenino el hecho de representar una reunión de la junta directiva en la que aproximádamente la mitad de los miembros fueran mujeres y no solo el 37%, que es la cantidad que suele estar en estos puestos.

Empoderamiento es que si hacen una entrevista a Jennifer Anniston o a Soy una pringada las pregunten por sus proyectos en vez de dedicar la mayor parte de las entrevistas a su situación sentimental.

En definitiva, ¿empoderar a la mujer? Por supuesto, pero empoderarla con las armas correctas, a no ser, claro, que lo que busque Suistudio en realidad sea la polémica fácil a través de desnudos. Por muy masculinos que sean, en el caso de esta campaña, más que trajes en la foto, solo veo la cosificación de personas.