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Esto es lo que te va a pasar si intentas meterme mano

(Luego no digas que no te avisé)

GTRES

Bailo ligera, feliz en mi burbuja de música latina mientras muevo las caderas y sonrío a mi amiga entre los mechones de pelo que insisten en cubrirme la vista cada vez que muevo la cabeza con un poco más de ritmo.

Estamos las dos solas y puedo sentir como, poco a poco, nos van acorralando contra una de las paredes de la pista como si fuéramos presas. Lo hacen repetida y sistemáticamente a lo largo de la noche, como si solo por el hecho de estar bailando sin compañía masculina lanzáramos un mensaje invisible de que estamos abiertas y perceptivas. Lo que estamos haciendo es tratar de disfrutar de la noche con una amiga. Sin más misterio ni otro objetivo que no sea el de divertirnos juntas bailando.

Con más o menos tacto, en función de los modales de los que se acercan, rechazamos, negamos o nos apartamos bruscamente de los que intentan alejarnos de la otra, de los que buscan aislarnos. Cuando creía que los españoles eran los que menos entendían un «No» por respuesta llegan los italianos. No es que no entiendan el «No», es que lo entienden pero no lo aceptan. Insisten, te cogen, se pegan todavía más, te pellizcan el moflete y te repiten la misma cantinela a voces. «¿Cómo te digo que no, que no estoy interesada?». Y ya por fin, cuando a la enésima vez lo repites seria, rozando el enfado, heridos, momentaneamente, en su orgullo, se alejan y van a por otra aún más desprevenida.

Pero en uno de los rechazos siento que, no contento con mi respuesta, una mano se desliza por mi espalda y roza mi culo. No es un contacto casual o accidentado, pues puedo notar como la palma y sus dedos se regocijan con mi forma. Inmediatamente, de manera intuitiva pego un grito y me aparto. Veo al que me ha metido mano, aprovechando la situación de que se alejaba de nosotras. En ese momento todos mis niveles de adrenalina se disparan, me ciegan, me embalan y solo puedo ver su nuca de espaldas alejándose. Sé que cuento con escasos segundos antes de que se pierda definitivamente entre la gente. No los malgasto. Sin pensar, de manera automática, le cojo del hombro. Era más alto y seguramente más pesado, pero yo contaba con el impulso y el enfado, por lo que rápidamente le giro hacia mí. Mi otra mano se pliega sobre sí misma, retrocede y seguidamente vuela. Atraviesa el espacio cargado de humo e impacta en su cara con fuerza. Sé que le he hecho daño porque a los segundos recibo un latigazo en el nudillo de dolor. Jamás había pegado un puñetazo que no fuera a un saco de boxeo. Se lleva las manos a la cara y esta vez dejo que se vaya corriendo.

Y me quedo ahí. Con la mano y el orgullo dolido. Sintiendo satisfacción por haberme defendido sola, asco porque se haya sentido con el derecho de tocarme algo tan íntimo y al mismo tiempo preocupación por si le sangrará la nariz (sí, aún encima de lo cerdo que ha sido me preocupa su nariz). Me siento dolida por haber tenido que pegar y en una parte de mi cabeza se proyectan mis padres disgustados conmigo, que siempre me han enseñado que la violencia física no trae nada bueno y no debo recurrir a ella. Pero luego, más tarde, cuando ya llego a casa de madrugada, pienso con calma en lo que ha pasado. No he sido yo quién ha actuado mal. Me he defendido de una agresión física. He reaccionado ante un abuso que ha sucedido sin mi consentimiento sobre mi propio cuerpo. Es decir, si él no me hubiera acosado en primer lugar, jamás en la vida le habría dado un puñetazo.

Tuve miedo durante la noche de volver a encontrármelo, de que el chico regresara con amigos, pero si me volviera a suceder, sin duda alguna, volvería a hacerlo, porque (y esto de verdad que necesitamos metérnoslo en nuestra cabeza) NADA justifica que alguien te toque sin tu permiso. NADA justifica que te hagan algo que no quieres y NADIE puede criticarte por haberte defendido si has tenido la mala suerte de vivirlo.

(Y quiero pensar que el cabrón de la discoteca se lo pensará dos veces antes de volver a faltarle a otra mujer el respeto)

Los hombres y su ropa interior, esa complicada relación

Llegado el momento clave, ese en el que nos pueden las prisas y la urgencia, no nos fijamos en la canción que suena, en el pelo del cuerpo o en la ropa interior. Al final todo acaba por el suelo (incluidas las vergüenzas).

Calzoncillos viejos de Elvis a subasta (también subastan pelos de sus pectorales para los más fanáticos). YOUTUBE

Momentos después, cuando empezamos a recoger las prendas por la habitación, como si de una recolección de la uva se tratara, topamos con algo que no es nuestro y lo alzamos. «Creo que estos son tuyos» dices mirando aquella prenda gris difícilmente comparable a tu lencería fina (que puede ser de dos euros del chino, pero cuenta como ‘fina’) y justo cuando estas pasando la pieza de algodón de tu mano a la suya, algo te sorprende.

Aquellos calzoncillos no es que sean de color gris, es que hace 10 años eran mas negros que el pelo de una geisha solo que después de haber pasado lo que parecen dos guerras, una crisis textil de ropa interior mundial o de haber sido entregados en herencia por parte de su tatarabuelo, se han quedado de ese color.

Esta es la cara que pongo (interiormente) cuando me topo con algún calzoncillo ‘añejo’

Otro ejemplo: estas ayudándole a tender la ropa porque eres una novia/amante/amiga enrollada que no vas solo a su casa a gorronearle el Netflix y…sorpresa, un agujero. Pero no un agujerito minusculo de esos que casi tienes que usar espejo con aumento para dar con ellos, no, un pedazo agujero que te cabe la mano, el codo, el brazo y las dos piernas.

Si estas situaciones te resultan ajenas o extrañas es porque los hombres con los que te has topado no forman parte del 45% que llevan la ropa interior desgastada o con agujeros según el estudio de Zeeman junto a MWM2Research. Las explicaciones que dieron al respecto los participantes fueron que los consideran muy cómodos (29% de los encuestados) o que le tienen cariño a su ropa vieja (17%).

Después de sacar el tema en mi entorno femenino, todas coincidíamos en que, en nuestro caso, a la mínima señal de envejecimiento de la prenda, (y ya ni os cuento si llega a haber agujero), asumimos que es el momento de jubilarla. No las reciclamos ni para el gimnasio (como pueden hacer ellos) para estar por casa o para estudiar en la biblioteca. Las tiramos sin miramientos, a no ser que sean bragazas que nos puedan servir para cuando tenemos la regla, que es cuando ya han pasado sus años dorados y pasa a una vida mejor como soporte de compresas.

Lo curioso es que con la variedad de tiendas que ofrecen ropa interior con sus respectiva diversidad de precios, es decir, que no podemos decir que solo exista Armani vendiendo calzoncillos a 50 euros, esta situación se repita entre tantos hombres. Así que, desde aquí, me gustaría hacer un llamamiento por parte del colectivo femenino: RENOVAD DE VEZ EN CUANDO LA ROPA INTERIOR. Es tan sencillo como ahorrar lo que os gastáis en un fin de semana de fiesta, en las entradas de un partido de fútbol, en un juego de la Xbox, o, para la mayoría, es tan sencillo como decírselo a vuestra madre.

De nada.

Cómo vestirte de fiesta si eres hombre

Muchos me comentáis que solo hago temas de moda femenina y no os falta razón porque en lo que a moda de hombre se refiere me siento como Ariel fuera del agua (en la parte del principio, cuando no sabe cómo caminar con las piernas y se esnafra contra el suelo).

La cosa es que después de que varios amigos me hayan pedido consejos e ideas para vestir estas fiestas he decidido lanzarme con la primera guía de «Qué narices me pongo yo para los eventos familiares de Navidad 2016 by MaraVisteyCalza».

Un conjunto de looks que espero que os inspiren para rebuscar en el armario y acudir a las cenas con las mejores galas para hacer sentir orgullosas a las abuelas de lo guapete que se le ha puesto el nieto (no me responsabilizo de si luego os preguntan que por qué aún no tenéis novia).

Si te da pereza arreglarte pero te obligan a ir con camisa:

SPRINGFIELD Y ZARA

Si quieres aprovechar el jersey que te regalaron el año pasado:

H&M Y ZARA

Si pese a todo tienes alma de rockero:

ZARA

Si eres un clásico y del negro no te sacan ni con agua hirviendo:

H&M Y ZARA

Si quieres darle un toque diferente:

ZARA

Si quieres ser el centro de atención:

ZARA

¿Y si él es más bajito que tú?

En ocasiones me considero torpe, inapropiada, brusca, poco ortodoxa o políticamente incorrecta… pero nunca me había considerado una persona prejuiciosa. Con amigos de diversas orientaciones sexuales, de diferentes creencias y distintas procedencias pensaba que era una persona de mente abierta.

TWITTER

¿Qué es lo que tiene que tener imprescindiblemente un hombre para que me fije en él? En lo que concierne a su personalidad, nada concreto, pero sí había una cosa que debía cumplir, más de 173 cm de altura. Es decir, todo aquel que fuera más bajito que yo era descartado directamente. Sin vaselina ni nada.

Cuando la conversación daba pie (o sino, lo metía entre líneas) lanzaba la pregunta: «Oye, ¿pero tú cuánto mides? Que en las fotos pareces muy alto». Si la respuesta no pasaba «la criba» ya podía ser el chico más simpático del mundo que no cambiaba de idea. Hay que ser superficial, ¿eh? (Sé que en estos momentos os caigo muy mal).

Cuento esto medio avergonzada medio arrepentida de toda la gente especial a la que he podido «descartar» por este motivo. Creo que el tema de la altura es algo que hemos heredado de nuestras antecesoras, ya que la mayoría de las mujeres relacionamos los hombres altos con seguridad. Lo cual podía tener una justificación hace millones de años, cuando corrías el riesgo de que un animal salvaje te atacara (algo un poco más difícil en 2016) y necesitabas que defendieran a tus crías. Pero, a la hora de la verdad, he estado con chicos altos que no tenían «ni media ostia» así como tengo amigos más bajitos que, como les pilles de malas, te echan abajo una puerta.

«Es que si me pongo tacones no quedamos bien juntos» era otra de mis excusas. Si me quiero poner tacones me los voy a poner igual, porque en primer lugar, visto como quiero y no por los demás y, en segundo lugar, que yo sea más alta que mi acompañante no significa que quede mal. Hay hombres fantásticos con los que me he reído como en mi vida, con los que he encontrado cosas en común y además me han llegado a atraer físicamente. He caminado por primera vez siendo yo la que llevaba el brazo por encima de sus hombros y no han disminuido mis ganas de llevarle a la cama, otro de mis grandes miedos cuando de pensar en bajitos se trataba.

Lo que no sabía era que la cama no entiende de centímetros (o quizás sí, pero no precisamente de la altura), entiende de pieles, de feromonas, de química… y sobre todo que, cuando hablamos de placer, las barreras están en la cabeza de uno mismo y no en quién nos encontramos bajo las sábanas.

Así que si eres de esas o de esos (de esas que era yo hace un tiempo) déjate de tonterías y céntrate un poquito más en la persona que tienes delante, que más alta, baja, gorda o delgada, si te hace feliz, lo tiene todo. Y pobres de los que no sepan verlo.

El otoño de los hombres con sombrero

Si te piensas que la barba es el único complemento que te puedes permitir, estás muy equivocado. Que no, que no tengo nada en contra de las barbas, pero si es con lo único que arriesgas desde que se pusieron de moda en 2013, quizás es el momento de que abras el corazón (y el armario) a otras tendencias.

Harrison Ford en Indiana Jones, Leonardo DiCaprio en Django Desencadenado, Macaulay Culkin en Solo en Casa, Ryan Gosling en El Diario de Noa, Daniel Radcliffe en su primer día en Hogwarts con el Sombrero Seleccionador, la gorra de Ash Ketchum… son solo algunos ejemplos que nos demuestran cómo un sombrero puede cambiarlo todo.

¿Pero cuál es el que mejor te va? ¿Por dónde empezar? Si estás más perdido que los calcetines en una lavadora de ciclo largo, toma nota de estas claves para atreverte con los gorros este otoño.

Gorras, la eterna juventud. Llevar una gorra te quita automáticamente entre tres y cuatro años de encima. Además de protegerte contra el sol puedes llevarlas también en tus conjuntos nocturnos, como el caso de mi amigo Alfonso que no sale de fiesta sin ella porque es más chulo que las zapatillas con leds en la suela.

Gorras. TARINGA Y POLINESIA

Gorras. TARINGA Y POLINESIA

Beanies, el suaj hecho lana. Los verdaderos ‘suajers’, llevan los beanies hasta en verano con los 40 grados a la sombra, que es lo que les diferencia de los que no son auténticos y solo lo llevan en invierno porque se les enfría la frente. Unos pantalones pitillos (cuanto más skinny mejor) combinados con una camisa/sudadera ancha de tres tallas más o camiseta por la mitad del muslo, son los mejores complementos del gorro.

Beanies. EL PAÍS Y SPRINGFIELD

Beanies. EL PAÍS Y SPRINGFIELD

Sombreros, elegante madurez (ya titulo mejor que los que hacen los catálogos de El Corte Inglés). El sombrero, dependiendo de cómo lo combines, te servirá para citas más distendidas, si lo acompañas de una camiseta y unos vaqueros, como puede ser echarte un Fifa con los amigos, o para ocasiones más formales puedes llevarlo con una camisa y zapatos de cordones.

Sombreros. WIKIPEDIA, ASOS Y BERSHKA.

Sombreros. WIKIPEDIA, ASOS Y BERSHKA

Ryan Gosling fue el primero que logró que las boinas dejaran de parecernos una prenda exclusiva de nuestros abuelos. Con camisa o jersey, la boina es perfecta para un paseo en barca por un lago lleno de patos (o por el lago del Retiro en su defecto) o para reencontrarte con tu exnovia justo antes de su boda después de llevar años sin verla.

Boinas. PINTEREST Y ASOS

Boinas. PINTEREST Y ASOS

Alegato para que vuelva ‘El hombre como el oso’

El otro día en unas piscinas termales me llamó la atención la cantidad de hombres depilados que veía a mi paso.

-¿Pero por qué te depilas?- Le pregunté a uno de los chicos del grupo, uno de estos medio alemanes rubio a rabiar (en otras palabras, que no se podía decir que encajara en el prototipo de hombre-oso-peludo-morenazo).

-Me gustan más mis piernas así.

Manda narices. Y yo que daría un dedo porque el movimiento #MiVelloMisNormas se normalizara hasta el punto en el que se aceptara que nosotras pudiéramos depilarnos o no hacerlo sin ser criticadas por ello.

-¿Pero por qué?- Insistía yo incrédula mirando aquellas piernas diez mil veces mejor depiladas que las mías. Ni la muñeca Barbie las lleva así de perfectamente rasuradas.

-Es más cómodo para jugar al fútbol.- Claro, ahora resulta que el 0,0001% extra de resistencia que ejercían tus pelos contra el viento afectaba a tu rendimiento en el juego.

Ojo, antes de que me digáis nada, respeto totalmente a los que decidís hacerlo. No es que sea una fanática pro-pelo que ataca lanzando mechones a aquellos que veo depilados por la calle, pero, en mi opinión el pelo es bonito donde quiera que esté.

Quim Gutiérrez, uno de los pocos que no le declaa la guerra al pelo. INSTAGRAM

Quim Gutiérrez, uno de los pocos que no le declara la guerra al pelo. INSTAGRAM

Donde sea, en serio. Y nunca me he encontrado a ningún hombre con pelo en la espalda pero si lo encontrara y fuera un hombre por el que tengo sentimientos, estoy convencida de que también me gustaría.

Rompo una lanza por el ‘caminito’ delicioso que parte desde vuestro ombligo y que invita a descenderlo a besos. Me declaro fanática de vuestro vello del pecho, de recorrerlo lentamente de manera distraída con los dedos. Como buena devota de las barbas, os digo que no hay nada mejor que trazar el contorno de vuestra mandíbula con la boca medio abierta, utilizando los labios como las serpientes la lengua, para definiros cuando las luces están apagadas (o encendidas). Soy la hooligan del vello púbico, hincha que acaba siempre haciendo los actos más vandálicos entre las sábanas.

Así lo digo, sin vergüenza. Que los únicos pelos en la lengua en este caso concreto, sean los que después de un camino de roces, hayan sido acariciados por ella.

Por todo ello, pido que vuelva. Porque con vello o sin él, sois de las cosas más hermosas del mundo. Pero, a mi parecer, vestidos únicamente con lo que os ha tocado por naturaleza, ni os cuento.

Los hombres y las cejas: ¿amigos o enemigos?

Pensad en vuestro abuelo. No, no me quiero ir tan lejos. Pensad en vuestro padre por un momento. ¿Os lo imagináis depilándose las cejas con una pinza?

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Yo al mío tampoco. Y menos a mi abuelo. Estoy hablando de hombres para los que el culmen de la imagen era ir en traje y bien aseado. Afortunadamente nuestra generación no tiene los prejuicios que pudieran tener los varones hace 20 o 40 años sobre que la depilación es una cosa exclusiva de las mujeres. O al menos no la mayoría de nosotros.

Bienvenidos al siglo XXI: los hombres se depilan las piernas, compran cremas y se perfilan las cejas. Y no por ello son menos hombres.

El tema de la depilación de las cejas, en concreto, me resulta especialmente llamativo. Se da por hecho que nosotras debemos llevar las cejas cuidadas cuando biológicamente tenemos mucho menos pelo que los hombres. De hecho, indagando en mi círculo más cercano, solo se depilaban las cejas 1 de cada 15. Lo cual me hace pensar que, o bien no está muy extendido, o que tengo unas cejas más selváticas que la isla de Lost.

Sin embargo existen una serie de hombres que, como nosotras, le prestan una especial atención a esta zona. Entonces es cuando pasa lo siguiente: o se las depila dejándoselas con el mismo grosor que la seda dental o se hace un estropicio asimétrico dadaísta.

¡Que yo lo entiendo! Internet está copado de vídeos para nosotras. Tienes desde cómo elegir un sujetador de tu talla hasta como depilarte las piernas con azúcar. Entiendo que los hombres no lo tengan tan fácil y tiendan a ser autodidactas, pero, creedme, no siempre es una buena idea.

Las cejas masculinas no son iguales que las de una mujer, por lo que no podemos depilarlas de la misma manera. La ceja es como cuando te empieza a gustar alguien y te planteas que se convierta en algo más, hay que respetar su forma y su curva. Es como es y no debes intentar cambiarla.

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Cuando unas cejas salvajes se apoderan de tu cara. PHOTOBUCKET

Por lo general, las cejas masculinas están más bajas y son más gruesas (por lo general!) además de que reúnen más pelo en los extremos. Pero eso no significa que podamos quitar pelos a cascoporro sino que debemos eliminar aquellos que se salgan del ‘perímetro cejil’. Después podemos controlar el nivel de grosor quitando volumen capilar, el secreto para que las cejas voluminosas no se traguen los ojos que hay detrás.

La norma de oro universal de la depilación de cejas es no depilar la parte superior sino quitar los excesos de la inferior y el entrecejo. (O incluso puedes dejar el entrecejo, eso ya es cuestión de gustos).

Recuerda que menos es más y siempre es preferible una ceja natural y poblada que una fina que nos haga parecer aliens.

«El hombre siempre ha estado interesado en la moda aunque parezca una cosa de chicas»

Pelayo Díaz, princepelayo para sus miles de seguidores, nos recibe en la azotea de uno de los hoteles más emblemáticos de Madrid, aquel blanco que todos hemos visto con las luces moradas cuando salimos de tomarnos el volcán del hawaiano de Santa Ana.

Nos llega el turno tarde de tanta prensa a la que atiende. Le miro desde lejos mientras otros compañeros buscan titulares en sus palabras. Como ex pareja de David Delfín y celebrity televisiva, saben que cualquier cosa que diga fuera de lo convencional se convertirá automáticamente en arma incendiaria.

MARA MARIÑO

Pelayo Díaz o princepelayo para los menos amigos. MARA MARIÑO

A mi no me interesa su vida personal lo más mínimo y se lo hago saber nada más conocerle. «¡Qué bien!» es lo primero que me dice. Como co-presentador de Cámbiame y fashion blogger (os recomiendo especialmente su sección Object of Desire de su blog Katelovesme) me parece mucho más interesante su visión de la moda y en especial del ‘fashionbloggerismo’, un sector que está mayoritariamente copado de mujeres.

Solo un 2% de los blogueros españoles de moda son hombres, algo que, Pelayo (sí, Pelayo. Puedo permitirme esa licencia porque durante la entrevista estuvo bebiendo un gin tonic de Bulldog y ya es casi como si hubiéramos ido juntos de copas) achaca a que «la moda de hombre está más limitada. En cuanto a blogs nos es más difícil innovar y tener una propuesta diferente todo el rato además de que enseguida se nos tacha de mamarrachos. No he sido de los que bloguean cada día, pero cuando lo hago intento salirme de lo común. Creo que las chicas lo tenéis más fácil por opciones: vestidos, prendas, tejidos… que igual nosotros tenemos más restringido».

En definitiva, no es que el hombre no esté interesado, ya que según el bloguero «parece que la moda es una cosa de chicas que no lo es para nada, es algo para ambos sexos y el hombre siempre ha estado interesado en la moda. El mensaje que mandas si te gusta demasiado es que eres coqueto, metrosexual u otras cosas».

Más allá del género, considera que es importante concienciar a la gente sobre «dedicarnos tiempo a nosotros mismos, no ya por coquetería sino por mimarnos, por cuidarnos y por dar una información correcta a la gente con la que nos vamos a cruzar en las próximas horas, de quiénes somos, de lo que queremos, de nuestras emociones, deseos, actitud…» algo que considera que logra gracias a Cámbiame.

KATELOVESME.NET 📮 #IAMWHOIAM

A photo posted by Pelayo Díaz (@princepelayo) on

El programa, que pone a la moda en el punto de mira, hace de los estilismos un escaparate como el que consiguen la alfombra roja de los Goya por poner un ejemplo. Sin embargo, estas exhibiciones se quedan cortas en opinión del bloguero: «Podríamos hacer muchísimo mas, sobre todo más bandera en los eventos. En el día a día entiendo que te pongas con lo que estás cómoda, pero si queremos que la industria del cine español evolucione vamos a  hacerlo de la mano de diseñadores españoles apoyando la moda española. Juntos podemos ser mas fuertes que por separado. Yo no creo que una actriz española que va vestida con algo de una marca francesa sea mejor que la actriz española que va de una marca española. De hecho creo más en la integridad de la actriz que elige la Marca España«.

Y hablando de actrices en los Goya no puedo evitar preguntarle por Inma Cuesta y su guerra con el Photoshop, una herramienta que el bloguero se declara a favor de su uso: «Yo estoy muy a favor del Photoshop porque a todos nos gusta ver una imagen bonita. No me pareció bien lo que hizo Inma Cuesta de desvelar el nombre del fotógrafo y decir que no volvería a trabajar con él. Probablemente le ha fastidiado su carrera haciendo esas declaraciones. Si tu no quieres que te retoquen las fotos dilo desde el primer momento, no esperes a que te retoquen y te veas mal retocada. Me pareció que quería polémica. Todo tiene Photoshop para que la foto sea equilibrada: la luz, la estructura… Si no te gusta, ya sabes a lo que te expones. Me parece hipócrita que hiciera esas declaraciones cuando en esos momentos había un anuncio suyo de una BB cream que a fin de cuentas es Photoshop para la cara. Vamos a tener un poco de integridad y coherencia«.

Tatuajes de Pelayo Díaz. MARA MARIÑO

Detalle de los tatuajes de Pleayo Díaz. MARA MARIÑO

Así de contundente se muestra el bloguero cuyo estilo bebe de los conjuntos de uno de sus progenitores: «Pienso mucho en mi padre, es un gran referente porque siempre le he visto muy elegante. También me gusta inspirarme en películas, incluso en canciones o videoclips. De repente te metes en un personaje que te gusta. Creo que cada día está bien ser una persona diferente manteniendo tu esencia, yo siempre intento ser fiel a mí mismo«.

¿Y qué opina de aquellos que le copian su estilo e incluso piden su mismo corte de pelo? «Yo copié a Beckham cuando se hacía la cresta. Está muy bien inspirarse porque en toda copia dejamos algo de nosotros mismos. Tener referentes e iconos no deja de ser información y es perfecto saber usarla».

 

 

Un hombre gordo y peludo también puede ser modelo de ropa interior

Imagínate una campaña de calzoncillos sin abdominales, sin las ‘uves’ debajo del ombligo, sin marcar músculos de ningún tipo; una campaña protagonizada por hombres del montón como los que te rodean en tu día a día: hombres como tus primos, tus hermanos, tus compañeros de trabajo o el carnicero del supermercado. Me refiero a aquellos que viven felices con su tripita de las cañas del fin de semana y un pecho peludo que es la envidia de todos los ‘wookies’. Esos hombres que no se sienten menos atractivos por no unirse a la moda de la depilación o por no vivir por y para el gimnasio. Porque, afortunadamente, para gustos los colores (y los hombres).

Lo fofisano también es sexy. DUDEOIR

Lo ‘fofisano’ también es sexy. DUDEOIR

Así presentaba la marca American Eagle #AerieMan, su nueva campaña de calzoncillos de ‘hombres reales’. Y sí, ya sé que los hombres que se cuidan, que se depilan o que tienen más músculos que todos los muñecos de Superman del mercado también son reales, pero con ‘reales’ la marca se refería a ‘comunes’, porque la realidad es que son más abundantes.

Este año, aprovechando que las modelos curvy han abierto un poco la puerta de la diversidad de tallas, decidieron hacer una campaña que promoviera la aceptación personal a través de modelos ‘alternativos’ y para ello eligió hombres con ‘cuerpos de padre’ (también llamados ‘fofisanos’ o cuerpo-de-Leo-DiCaprio) y vello corporal en una especie de celebración de aquellos hombres que se quieren tal y como son. Las fotos de la campaña, sin retocar, tenían como eslogan “El real tú es sexy”.

Devon. YOUTUBE

Devon, el surfero rastafari. YOUTUBE

Los hombres elegidos fueron Kelvinun blogger de moda apasionado por los sombreros y los baños de burbujas (nota mental: buscarle y convertirle en mi mejor amigo) que esperaba que sus fotos sin retocar fueran inspiradoras; Devon, que viene a encajar en el perfil del típico surfero ‘rastafari’ (pero con pelo largo en vez de rastas) cuyos calzoncillos llevaban estampados la hoja de marihuana; Doug, que es muy hipster porque en el vídeo hace yoga y no come carne (además de que creó una página de Facebook para que hombres ‘comunes’ se hicieran sesiones de fotos eróticas para sus parejas) y Matt, que, a diferencia de los otros tres, es un modelo profesional pero lleva gafas, es decir, aunque es guapo, es listo, nos viene a decir el vídeo (un cliché para nada superficial, dicho sea de paso. Si llevar gafas por ser miope me hace más lista no entiendo por qué estudié en la Complutense y no en Harvard).

Mujeres de todo el mundo, como mi madre sin ir más lejos, aplaudirían sin duda la idea de ver a hombres con cuerpos menos artificiosos ocupando la fachada de un edificio dentro de un cartel publicitario. Que una campaña de ropa interior masculina promoviera estos físicos (más delgado, menos delgado, más peludo o menos peludo) ayudaría a disminuir la presión a la que se encuentran sometidos los hombres sobre su imagen.

Si a eso le sumamos la cobertura mediática que tuvo de diarios de todo el mundo, la campaña iba a tener más éxito que las barritas de Kit-Kat.

Pero los calzoncillos de #AerieMan empezaron a oler raro cuando en la web de la marca, solo Matt (el modelo listo porque lleva gafas) aparecía llevando los calzoncillos, de los otros tres no se sabía nada.

Kelvin. YOUTUBE

Kelvin, adicto a los selfies. YOUTUBE

Si esperabas encontrarte un anuncio protagonizado por un ‘pecho-lobo’ de diez metros de altura a la salida de la estación de metro de Sol, te decepcionarás cuando en su lugar te esperen los calzoncillos de Calvin Klein puestos en Justin Bieber, ya que todo había sido una broma de la marca por el día de los Inocentes (el April Fools Day) que se celebra el 1 de abril.

Pues sí, así de ‘graciosos’ y ‘divertidos’ son los publicistas de American Eagle. Vale que las bromas anteriores habían sido unos vaqueros skinny que en realidad habían sido pintados con spray sobre la piel, o una línea de ropa para perros American Beagle Outfitters (que al final tuvo tanto éxito que la llevo a cabo).

Pero, ¿en qué momento, en plena reunión de publicistas, uno se levanta para decir: «Eh, eh, chavales. Dejad los móviles, ¡lo tengo! Atentos, ¿eh? Hombres gordos y peludos como modelos de calzoncillos» y los otros prorrumpen en aplausos?? Ya me lo estoy imaginando: «Oh, sí, tío, es BUENÍSIMO! La mejor inocentada de la historia, hagamos pensar a la gente que cualquiera puede ser modelo de ropa interior cuando en realidad no contrataríamos de modelo a ninguno de estos tíos ni aunque nos sacudiera una infección que nos convirtiera en zombies y fueran los únicos sin contagiar!»

Qué buena oportunidad de ganar una batalla en la guerra de la diversidad de las tallas han perdido. La aceptación personal no debería ser objeto de una campaña de broma.

«Ahora los hombres se cuidan casi tanto o más que las mujeres» Esteban Martínez (concursante Super Shore)

Cuando la mayoría de los anuncios que veo son protagonizados por mujeres, se me hace difícil pensar que ellos se encuentren sometidos a la misma presión social que nosotras. Hoy en día, los cánones de belleza, se nos exigen a todos independientemente de si llevamos calzoncillos o bragas. Si para nosotras es la presión de la silicona o la delgadez, para ellos es la de la musculación.

«Una de las esclavitudes a las que se encuentran sometidos los hombres es la del buen físico, vives prisionero de tu cuerpo» me dice Esteban Martínez, el exconcursante de Gandía Shore que se encuentra a escasas horas de desfilar para Francis Montesinos.

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Esteban Martínez desfilando para Francis Montesinos. MARA MARIÑO

Si en el anterior reality, y en el que emite la MTV actualmente (Super Shore), aparecía luciendo un físico que parecía fruto de esa fiebre por el culto al cuerpo, su apariencia es ahora más natural.

Y es que para desfilar en la Semana de la Moda madrileña, el valenciano, ha tenido que cambiar su rutina: «Antes me gustaba más el mundo del fitness. Pesaba 100 kilos y ahora peso 83 para poder desfilar«.

Ha bajado 17 kilos para plegarse a las demandas del sector: «Me quiero mover más en el mundo de la moda, que es lo que a mí me gusta y, si quiero introducirme, tengo que adaptarme a él. Todo requiere un sacrificio» remata convencido. Ha roto con el CrossFit, las pesas y las proteínas a cambio de salir a correr y controlar su alimentación.

Sin embargo, pese al cambio, se ve mejor físicamente «Sinceramente, antes parecía un dibujo animado. Ahora me siento mejor conmigo mismo. Tenía la cara de pan, de ‘zampabollos’ y unos hombros y un brazo… Eso no era fino ni elegante, no es bonito. Antes esta chaqueta que llevo no me entraba».

«Todo lo que sea modelaje o trabajar en el mundo de la moda bienvenido sea. Pero tengo que elegir una cosa u otra, las dos no son compatibles porque en el mundo de la moda no quieren hombres así de fuertes, quieren hombres más normalitos. Tuve que elegir entre estar fuerte o ser modelo y yo quiero ser modelo.»

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Esteban Martínez: «Antes en esta chaqueta no entraba». MARA MARIÑO

¿Lo peor de su debut como maniquí? «Mi estómago estaba entrenado para comer muchísimo. Lo he pasado muy mal los primeros meses, antes hacía siete u ocho comidas al día. Para adaptar el estómago te tienes que quitar comidas hasta que tu cuerpo se adapta.»

Pero este interés por la moda no ha surgido a raíz de su alianza con Montesinos ya que «siempre me ha gustado ir bien. Me gusta vestir un rollo informal, cómodo y más deportivo«. Algo que por lo visto no está reñido con la elección del diseñador «La ropa que Montesinos me ha puesto me gusta y me la pondría».

Tiene claro que intenta entrar en uno de los sectores más exigentes a nivel físico, pero no está preocupado: «Yo lo que quiero es trabajar«. Y es que el mundo de la moda es el máximo exponente de los ideales de belleza.

«Parece que en esta sociedad la gente fea es como ‘Ahhhhh’, como que no gusta, pero todos somos seres humanos. Si las operaciones de cirugía estética están a la orden del día porque la gente que no se siente bien consigo misma se opera» dice el valenciano.

En su opinión para ellos esto es más exigente que para nosotras: «En el caso de las mujeres con que haga dieta y bicicleta ya se mantiene, pero en el caso del hombre es como ‘haz cuádriceps, haz bíceps, haz espalda, haz abdominales, sé elegante, sé educado, sé perfecto…’ El hombre tiene que estar más completo».

Pero esto no es algo que arrastremos de otras generaciones. Hace 50 años los ideales de belleza eran diferentes: «Si te das cuenta lo que más ha cambiado es que ahora los hombres se cuidan casi tanto o más que las mujeres. Yo conozco amigos que están que si cremas antiarrugas, que si me hago las cejas… El hombre de hoy en día se cuida más que el hombre de hace 50 años. Hemos tomado parte en esto porque no por ser hombres nos tenemos que descuidar«.

«Aunque lo que más se vende en el siglo XXI es el físico lo que de verdad entra es la personalidad, la actitud y ser uno mismo. Es lo básico. Conozco mucha gente que por muy bien que esté, cuando les oyes hablar parecen subnormales. Sé tú mismo, al que le guste, bien, y al que no, hasta luego».

El valenciano tiene claro que a la hora de fijarse en algo «todo el mundo quiere una persona natural». Aunque admite que las cosas que nos llaman la atención son muy diferentes: «En esto admito que ganáis vosotras, la mujer se fija más en la personalidad. Pero es que la belleza también está por dentro, tienes que ser un pack: un amante, un novio y un mejor amigo».

*DESFILE DE LA FIRMA " FRANCIS MONTESINOS " EN LA MBFW DE MADRID

Esteban Martínez. GTRES

«Yo si el día de mañana tengo una novia me encantaría que compartiera mis gustos y mis aficiones, entrenar juntos. La gente está muy equivocada. Se dice eso de ‘los polos opuestos se atraen, los iguales se repelen’. Eso es en la física. En el amor es al contrario, tienes que buscar a alguien de tu mismo polo. Porque si a mi me gusta el deporte ¿por qué voy a estar con una persona que le guste irse de after? Te tienes que complementar».

Pese a todas las exigencias sociales que ha enumerado en cuanto a la estética, ninguna le parece lo más difícil de ser un hombre. En su opinión lo más complicado es «complacer a una mujer. A las mujeres hay que darles lo que se merecen y se lo merecen todo aunque complacerlas puede ser un poco complicado. También hablo de mi propia experiencia, igual no pasa con todas».

Pese a sus más de 109.000 fans en Instagram, sus admiradoras que le paran para pedirle el selfie de rigor o la infinidad de comentarios que recibe cada día, el modelo, afirma no haberse sentido nunca como un ‘cacho de carne‘ sino todo lo contrario: «Con las chicas con las que he estado nunca me ha pasado». Aunque también admite que no le importaría «Si algún día me tengo que sentir objeto de una top model, que me utilicen y me manden a cagar». Toma nota, Adriana Lima.