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El HIIT o cómo ponerte en forma entrenando 20 minutos

Déjame adivinar: quieres ponerte en forma este verano. Pero entre las ocho horas que pasas sentada en la oficina delante del ordenador, la cena, las lavadoras o el ir a hacer la compra porque te has quedado sin desodorante, y aquello huele a gato encerrado, no sacas ni un rato para salir a correr por el parque (con el buen tiempo que hace) y unirte a los que disfrutan del ejercicio al aire libre.

REEBOK

Si te sientes identificada con esta descripción, has vivido lo mismo que vivo yo. Cada día. Sin excepción. En el momento en el que empezaba a cansarme solo con subir los dos pisos de escaleras, me di cuenta de que tenía que ponerme en marcha y literalmente.

Pero claro, mi dilema existencial, y el de tantos, es que NO TENGO TIEMPO. Sin embargo, no desesperemos porque las cosas están cambiando en el fitness y el tiempo ya no es un impedimento, o al menos, eso me confirma Ángel Carmona, entrenador personal en el gimnasio Altafit de Cuatro Caminos y creador de Muscle Winner.

Y es que numerosos estudios han demostrado que lo de hacer una hora de ejercicio equivale en gasto calórico a hacer menos tiempo con intervalos de intensidad, pero ¿cómo ha cambiado esto a la hora de planificar los entrenamientos?

«Gracias a los entrenamientos HIIT (High Intensity Interval Training) hemos conseguido darle más importancia a la variable de la intensidad respecto al volumen y tiempo total de cada entrenamiento, ya que se ha probado que entrenamientos intensivos de corta duración traen consigo muchos más resultados que largas y tendidas horas de trabajo a media intensidad».

¿Es el fin entonces al sufrimiento de ocupar la cinta durante horas? «Se podría decir que sí, pero depende un poco de cada persona y el objetivo. En el gimnasio se ha notado mucho la inclusión de los HIIT» me dice él, que mejor que nadie sabe si los clientes se pelean o no por ocupar una máquina libre.

De manera sencilla, que podamos entender todos, los beneficios que aporta entrenar de esta manera al organismo según Carmona incluyen mayor oxidación de grasa (adiós celulitis, adiós) en el entrenamiento gracias al EPOC (exceso de consumo de oxígeno post ejercicio), mejora significativa en la capacidad cardio respiratoria (hola, resistencia) y mejoras en todos nuestros sistemas, como el hormonal, ya que el entrenamiento en HIIT estimula considerablemente la hormona de crecimiento.

Dicho así te suena tan bien, que lo quieres probar, ¿verdad? Pero ¿cómo podemos realizarlo si estamos fuera del mundo fitness y no sabemos ni por dónde abrocharnos la zapatilla?

«Hay tres puntos importantes a la hora de planificar HIITS: el tiempo de duración total, que no debe de sobrepasar los 20 minutos de duración, saber jugar con el número de repeticiones y tiempo de trabajo (a más repeticiones el tiempo de esfuerzo activo deberá de ser menor) y no olvidar el principio de la individualidad (si trabajamos a intensidades muy altas hay que saber medir bien los esfuerzos que podemos hacer).

Entonces, para que nos entendamos, ¿qué va mejor para la operación bikini? «¡HIIT sin duda! Sin olvidar combinarlo con sesiones de fuerza. Además podemos hacer HIITS en todos los ámbitos y de todas las maneras posibles».

Pero ojo, «no todos podemos entrenar de esta manera ya que existen contraindicaciones: personas con dietas muy hipocalóricas, con problemas en alguna articulación o personas con algún tipo de enfermedad cardíaca» deberían abstenerse.

¿Carmona cumple el «en casa del herrero cuchillo de palo»? Para nada. «Mis clientes entrenan de esta manera porque ganamos en tiempo y en resultados. Los entrenamientos más cortos y más eficientes siempre son la mejor opción» afirma.

Pero, ¿es algo con lo que tengamos «futuro»? ¿Podemos mejorar haciendo solo HIIT? «Sí, a medida que pase el tiempo tenemos que buscar entrenamientos en los que podamos seguir progresando y no estancarnos. Por ejemplo en una sesión HIIT con pesas, una buena variable para seguir mejorando es la sobrecarga progresiva o intentar subir el peso en los ejercicios a cada cierto tiempo».

«En una sesión de cardiovascular podríamos trabajar con la velocidad de carrera o el tiempo total de trabajo. Por ejemplo, si estoy corriendo a una velocidad durante intervalos de 20 segundos, dentro de una o dos semanas voy a intentar programar sesiones a la misma velocidad durante 30 segundos».

Ahora solo nos queda atrevernos a probarlo (¡o buscarnos otra excusa que no sea la del tiempo!)

En defensa de las mallas deportivas

Hace tres años me metía con la ropa del gimnasio y lo incómoda que resulta por ser tan ajustada. No me juzguéis, hace tres años también pensaba que el helado de pistacho era una guarrada.

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Lo pensaba, claro, antes de empezar a hacer ejercicio en serio, es decir, cuando me subía a la cinta, intentaba correr un poco hasta que se me quedaban los pulmones exprimidos y me iba a casa. No entendía qué necesidad había en ir constreñida como el envoltorio de la mortadela.

Cuando empecé a entrenar con pesas, a hacer zancadas cargada con mancuernas, subidas, bajadas y demás ejercicios que requerían que me moviera más, entendí la utilidad de las mallas. Resultaba que SÍ que eran cómodas.

Por mucho que te muevas, los yoga pants siguen ahí, no te fallan nunca. Son como unos padres, siempre van a estar apoyándote y por lo general, manteniéndote seca gracias al tejido (los leggins, no los padres). Y no podemos decir lo mismo si hablamos de los pantalones de chándal, por mucho que Honor Jones los defienda en su artículo del New York Times Por qué las mallas son malas para las mujeres.

Que para Jones el uso de los leggins se resuma en que «We’re wearing them because they’re sexy» (los llevamos porque son sexis) me parece una visión muy corta, ya que da por hecho que es la única intención que tenemos de ponernos esas prendas.

Y sí, obviamente las mallas son más favorecedoras que el pantalón de baloncesto de mi hermano con el que empecé a correr y que me hacía sentir un saco de patatas. No creo que haya ningún problema en que, al igual que gusta verte bien cuando sales con las amigas, te quieras ver bien entrenando apreciando tus gains o progresos (que a veces incluso te ayudan a seguir entrenando por el chute en vena, o a través del espejo de la sala de musculación, de motivación).

Pero lo que tienen las mallas es que son confortables. No son una cosa que hayan surgido ahora gracias al despegue espacial que parecen haber tenido los gimnasios, ya existían previamente, y sino que se lo pregunten a ciclistas, patinadores, levantadores de pesas o crossfiteros y a sus músculos perfectamente funcionales dentro de ellas. Lo único que ahora se han popularizado.

Son el nuevo negro porque van con todo lo que nos pongamos a hacer y van con todo tipo de cuerpo, por mucho que haya quienes digan que si te sales de ciertas tallas o de cierta fisionomía, no deberías pasar por las mallas.

En Internet encuentras un sinfín de imágenes y artículos bodyshaming animándote a romper con tu relación con los leggins de gimnasio si te marcan pliegues del cuerpo como los de la tripa, culo, cadera, espalda o incluso los genitales. Pero la realidad es que son cosas que no tienen por qué afectarte para nada.

Si una prenda te resulta cómoda y práctica, no tienes que dejar de utilizarla porque a otra persona no le parezca bien verte con eso puesto. El problema lo tiene el otro, no lo tienes tú.

Vikika: «Una mujer que haga pesas nunca va a parecer un hombre»

Cuando era pequeña quería ser princesa. Quería tener la cintura de Ariel, ser tan lista como Bella, el vestidazo de Aurora… Tanto yo como las chicas de mi generación, crecimos viendo que las mujeres ideales tenían ojos enormes, pestañas largas, boca sonrosada, una habilidad increíble para el canto y siluetas finas y delicadas. Era lo que había, lo que veíamos en el cine, lo que nos poníamos en el reproductor de VHS todas las tardes y las muñecas con las que jugábamos.

SWEETBUTVIKIKA

No tuvimos los referentes que pueden tener las niñas actualmente: princesas (porque siempre son princesas) fuertes, intrépidas y valientes que se meten en la aventura sin pestañear. Tienen el pelo rizado hasta el extremo, manejan el arco y sus brazos son algo más corpulentos para hacerse todo un mar remando.

Es decir, si ahora fuera niña o preadolescente, definitivamente cambiarían mis referentes hacia mujeres físicamente fuertes. Tendría la mira puesta en aquellas que han desafiado los cánones de belleza porque son independientes y no necesitan más aprobación que la propia.

Y, un ejemplo de quien podría ser ahora una princesa 2.0 (eh, Disney, ¿para cuándo una princesa con músculo?), que ha conseguido salvarse a sí misma sin necesidad de príncipes azules y se ha hecho un hueco en el mundo de la forma física es Verónica Costa, Vikika para las redes.

Tiene más de quinientos mil seguidores en las redes, mucho deporte a sus espaldas, y desde finales de 2017, un segundo libro en el mercado: #Quiérete (editorial Cúpula), un título que, según la influencer busca que nos demos cuenta de la importancia de «querernos y tratar de mejorar cada día sin fijarnos en los demás y menos en redes sociales».

«Reflejan una realidad que queda muy lejos de lo que realmente es. Sin darnos cuenta, vemos los perfiles de otras personas que aparentemente son perfectos, y nos exigimos lo mismo. Esto va haciendo mella y hace que nos queramos menos».

Es, sin duda, una de las primeras mujeres en darse a conocer en el mundo fitness 2.0 por sus rutinas de ejercicio y recetas saludables. Un éxito que está logrando que nos alejemos del estereotipo de la delgadez hacia uno más tonificado: «En las últimas décadas se ha buscado una mujer más delgada, pero, al final, gana lo más saludable. Un cuerpo hecho de comer poco como está es desnutrido y no es saludable. Cuando la sociedad toma consciencia de ello, se rebela. Asistimos a un cambio social en el que la salud prima por encima de todo. Eso es lo que creo que está triunfando en la red».

Pero, ¿ayuda también que, por primera vez, las mujeres le estamos perdiendo miedo al músculo? «Más que perderle el miedo al músculo, se está perdiendo el desconocimiento a la hora de entrenar a las mujeres. Se sabe en parte gracias a la redes sociales, que una mujer que haga pesas nunca va a parecer un hombre, ni su músculo va a crecer como tal. Al contrario nos hace vernos más firmes, ágiles y fuertes«.

«Decir que una mujer por estar fuerte o musculosa parece un hombre, es como decir que un hombre que esté gordo o que tenga grasa extra parece una mujer. Es un sinsentido» dice la influencer, que también se ha tenido que enfrentar al lado oscuro de la red: «Claro que recibo críticas pero eso dice más de las personas que lo critican (su físico) que de mí«.

Una de sus recomendaciones es la de tratar de evitar la comparación con la forma física de quienes se dedican al fitness ya que según Costa puede que sea «una frustración o una inspiración dependiendo de la seguridad en uno mismo, o incluso de si tienes un buen o un mal día. Lo importante es ser conscientes de que podemos trabajar para ser una mejor versión de nosotros mismos y no como otra persona que no somos, ya sea una chica de portada de una revista o una influencer«.

"Me preguntaron por drogas… les hable de tu sonrisa."

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La atleta se considera también fanática de los cuidados estéticos: «Me gusta cuidar todos los aspectos de mi cuerpo, aunque reconozco que soy un poco perezosa para echarme el body milk a diario, así que lo hago tres veces por semana. Para la cara soy más rigurosa. Cada día me pongo mis cremas, exfolio mi cara y uso mascarilla hidratante antes de dormir».

Aunque sabe lo que es participar en una competición de fisioculturismo, no es algo que se plantee repetir por el momento: «Fue una buena experiencia, vi dónde estaban mis límites y ya tuve suficiente. La competición requiere, sobre todo en las últimas semanas, un esfuerzo sobrehumano que no puedo permitirme ya que tienes que dejar prácticamente todo porque tu nivel de cansancio es brutal».

En una publicación comentó que fue a raíz de prepararse para la competición que decidió operarse el pecho: «Siempre he tenido poco pecho y era algo que, aunque no era imprescindible, siempre había pensado que cuando pudiera permitírmelo lo haría, y así fue. Cuando quieres mejorar algo de tu cuerpo que solo se puede conseguir con cirugía, no tiene porque estar relacionado con falta de autoestima, simplemente el deseo de verte mejor».

#Quiérete cuenta con un espacio dedicado a la política de censura de Instagram de los pezones femeninos, algo que, a su parecer «tiene peso por un tema cultural y social. Tradicionalmente el pezón de la mujer se ha visto como algo sexual en cambio el del hombre no. Creo que es cuestión de tiempo que cambie.»

Por último, la pregunta del millón, ¿se considera feminista? «Ser feminista no es lo contrario de machista. Un feminista es aquel que apoya los derechos de la mujer sin censurar o menospreciar al hombre, por tanto sí, soy feminista y también humanista porque creo en los derechos de los seres humanos«.

Los consejos definitivos para tener un «cuerpo bikini» este verano

Cuando los anuncios de colonias se ven sustituidos por otros de supuestas pastillas adelgazantes milagrosas o cremas reductoras sabes que es el momento de ponerse manos a la obra en el «cuerpo bikini», ese que siempre se empeñan en que tienes que conseguir como si fuera una condición imprescindible para pisar la playa. Han montado tan bien la estrategia comercial que todas queremos tenerlo. Así que aquí tenéis, bajo mi punto de vista, algunos consejos que os ayudarán a conseguirlo:

  1. Bebe líquidos, sobre todo en buena compañía y en abundante cantidad. No, no estoy hablando de que te hidrates a base de mojitos o cubatas. Vale que una vez al año no hace daño pero lo suyo es que dejes todas las bebidas alcohólicas (incluyendo la sangría y el tinto) para ocasiones especiales. Los refrescos y sus azúcares también entra en esta categoría. Y no ya porque sea casi verano, sino porque para tu salud no son buenos. Si, como a mí, el agua no te apasiona, puedes hacerte infusiones o aguas saborizadas con rodajas de lima, limón y pepino. Importante tener cuenta que estarás haciendo trabajar al riñón constantemente por lo que más te vale estar en sitios con el baño cerca.
  2. Un poco de ejercicio al día. No digo que te apuntes a dos meses del verano al gimnasio, que eso no funciona así, pero sí que te cojas el reproductor de música y salgas a correr, si no quieres correr, a andar, si no aguantas el ritmo de andar, pues a pasear. Aprovecha los atardeceres veraniegos que son un regalo para los sentidos y te harán desconectar.
  3. Come sano, que no poco ni mal, no digo que te pongas a dieta, pero sí que te alimentes de manera equilibrada, que adquieras buenos hábitos y los mantengas el resto del año. Es la temporada de las ensaladas y de las frutas con alto porcentaje hídrico. Son alimentos jugosos, crujientes y frescos. Te permitirán hacer una digestión ligera, lo que significa que no caerás al sofá resoplando como un rinoceronte cada vez que termines de comer.
  4. La celulitis, la flacidez, las estrías, la cicatriz de la pierna derecha, la de la cesárea, el culo enorme, el culo plano, las tetas caídas, el pecho inexistente, la piel de los brazos que cuelga, las arrugas del escote, los tatuajes verdes comidos por el sol… Todo ello eres tú, así que, ¿qué tal si en vez de seguir insistiendo en esconderlo, este año, por fin, te reconcilias, lo abrazas y te aceptas tal y cómo eres?
  5. Cómprate un bikini o un bañador. Uno que te guste. Póntelo. Vete al espejo y siéntete preciosa. El único requisito para tener un «cuerpo bikini» es enfundar el tuyo en uno.

Por qué desaconsejo totalmente la nueva línea de maquillaje para el gimnasio de Primark

Miedo. Me da miedo en lo que nos estamos convirtiendo. Cuando pienso que estamos avanzando, que damos pequeños pasos en la dirección correcta hacía una sociedad menos superficial y más auténtica me encuentro que Primark (mi amado y fiel Primark) saca una línea de maquillaje especialmente pensada para realizar actividad física.

Si yo fuera el CEO de Primark se me caería la cara de vergüenza. PRIMARK

(Antes que nada, y dejando a un lado el tema de la beauty line deportiva, ¿en serio os fiaríais del maquillaje de la firma irlandesa? Yo soy la primera que compra desde los tangas hasta un abrigo en la tienda y sé la calidad de las prendas por lo que ni se me pasa por la cabeza comprarme nada de su línea de cosméticos.)

Para empezar, los polvos faciales (o mattifying face powder) se llaman NO SWEAT, nombre muy acertado porque claro…¡cómo vamos a sudar en el gimnasio! Es que, a quién se le ocurre semejante incongruencia. El sudor a este ritmo va a estar tan prohibido en los gimnasios como las camisetas que dejan al aire los pezones masculinos o entrena con la tripa al aire (algo que, por cierto, es una cuestión de higiene).

Luego tenemos el Lip Fix que es un labial con color de larga duración. Lo que significa que, durante tu entrenamiento, según vayas bebiendo agua para reponer fuerzas, te irás comiendo el labial poco a poco. Pero además la línea cuenta con máscara de pestañas a prueba de agua, delíneadores de ojos… y lo ÚNICO que me parece sensato, un labial de protección 50 para hacer deporte al aire libre.

Ps Workout se define como «una gama de cosméticos específica para hacer deporte, ligera, de larga duración y con un acabado natural para ojos, labios y piel del rostro» cuando lo realmente natural es hacer deporte sin ningún tipo de cosmético en la piel, ya que el maquillaje es algo que, como ya comenté en un post, obstruye los poros.

Esta línea me produce miedo, miedo porque ya ni en el gimnasio podemos sudar, mostrar rojeces o tener cara cansada (cuando realizar ejercicio nos activa la circulación y nos hace estar estupendas sin necesitar llevar nada en la cara); me produce preocupación porque es alucinante ver hasta qué punto están dispuestas a llegar las marcas para hacer negocio; me produce impotencia que pueda haber mujeres que viendo esta línea piensen que están haciendo algo malo por ir con la cara lavada y les de por comprarse algo de la línea.

«Lucir un cutis sin brillos y mantener el maquillaje intacto a la vez que hacemos deporte es ahora posible. ¡Porque a una #PrimarkGirl no se le resiste ningún entrenamiento!» dice la empresa en el comunicado de prensa.

Soy una #PrimarkGirl con ropa de Primark, zapatillas de Primark y botella de Primark y no, no se me resiste ningún entrenamiento pese a que vaya sin maquillaje, al igual que no se le va a resistir a otras mujeres.

El cutis brilla cuando entrenas, sí, pero porque tu cuerpo necesita refrigerarse y el sudor es la respuesta natural al rendimiento físico. Es posible que también te despeines, se te arrugue la ropa e incluso, si haces deporte fuera, te manches. Y te diré una cosa, en ese momento en el que estás dándolo todo, echando hasta el último aliento, luchando y poniendo todo tu empeño, estás más preciosa que en ningún otro momento del día.

Al menos para mí.

Mara viste y calza un traje de electroestimulación

Los que me conocéis sabéis que, para mí, el ejercicio y una alimentación equilibrada y saludable forman parte de la belleza. De hecho resaltan más la belleza natural que un corte de pelo o la última paleta de cualquier firma de maquillaje, ya que todo lo que nos hace sentir bien por dentro se nota por fuera.
Aunque el traje de electroestimulación no sea precisamente uno de los básicos del año sí que es tendencia dentro del mundo del fitness y así fue mi experiencia probando uno.
Ros comprobando que no hubiera ningún cable suelto.

Rosa, monitora de Electro-body Center en Ponzano 99.

Es por eso que cuando de una agencia de azafatas me preguntaron si tenía disponibilidad para la inauguración de un gimnasio confirmé sin pensarlo. Era un centro de electroestimulación, para los que no estáis familiarizados con el término, es un sistema de entrenamiento que consiste en activar los músculos con pulsaciones eléctricas gracias a unas placas que van dentro de un chaleco que son las que transmiten la señal. Lo sé, dicho así da un poco de miedito.

aab¿Y por qué no podemos activarlos de manera ‘normal’ como llevamos haciendo toda la vida? Pues poder, podemos. La diferencia es que con la electroestimulación trabajamos más la fibra muscular, por lo que es perfecto para aquellos que tienen menos tiempo. Con una sesión de 25 minutos a la semana complementándolo con la alimentación y algo de ejercicio se pueden lograr todo tipo de objetivos como pérdida de peso, reducción de grasa focalizada o tonificación en menos tiempo.

Yo era la primera que iba un poco asustada, no os voy a engañar. Porque, a fin de cuentas, en el gimnasio el esfuerzo lo decides tú eligiendo las mancuernas más o menos pesadas, pero si es un peso con el que no puedes trabajar, es tan fácil como soltarlas, mientras que aquí iba a ser otra persona la que controlara el nivel de trabajo de mis músculos.
Cuando llegué y vi que Rosa, la entrenadora de Electro-body Center, empezaba a rociarme la ropa que va debajo del traje con agua para que la señal de las placas no fuera directa al músculo (y es que mi madre siempre me ha infundido ese miedo atroz a la electricidad y al agua cada vez que me veía descalza en el baño con el secador funcionando), me vi por un instante más electrocutada que un árbol al que le cae un rayo.
Afortunadamente son solo miedos tipicos de probar cosas nuevas y desconocidas, ya que Rosa estuvo pendiente de mí en todo momento (y no hay riesgo de electrocución). Cuando encendió la máquina y empezó a explicarme los niveles a los que pondría las pulsaciones, empecé a sentir una suave vibración por el cuerpo. No eran pellizcos, calambres ni nada de lo que mi desatada imaginación había pensado. Cuando le dio mayor intensidad empecé a sentir con más fuerza la pulsación sobre mis músculos, una sensación curiosa pero para nada molesta.
Pero claro, no podía ser tan fácil. Y cuando quise darme cuenta estaba sudando en la elíptica y subiendo y bajando hasta 30 veces del step con aquel traje que, para lo ceñido que debe ir, es bastante más flexible de lo que parece.
Lo realmente extraño fue salir después totalmente relajada. Normalmente uno sale del gimnasio con las endorfinas, dopaminas y otras hormonas por las nubes, pero también con la sensación de haber sido atropellados por un tren de alta velocidad. En mi caso no, de hecho llegué tan descansada que hasta me planteé hacer más ejercicio después. Aunque como tampoco quería abusar esperé a ver cómo reaccionaba mi cuerpo al día siguiente.
Rosa insistió en que la llamara si tenía agujetas. Pues bien, tras despertarme como nueva, solo puedo pensar que o estoy yo muy en forma o necesito descargas de nivel de intensidad «tormenta eléctrica» para la próxima.

El ‘efecto verano’ en la tripa y las caderas

[Día 1 de septiembre a las cuatro de la tarde. Me relajo con mi mejor amiga en el borde de la piscina aprovechando para ponernos al día.]

-Qué asco de verano, no me gusta cómo tengo las piernas.

La miro con ese amor reverencial de abuela que tenemos por las amigas queridas, ese que hace que, estén como estén, las veamos siempre como las criaturas más perfectas del universo y no nos entre en la cabeza que no las llamen para un trabajo o que el chico de turno no las conteste los whatsapps.

-Tonterías- le digo-. Yo antes del verano tenía abdominales y ahora mira…

Nos reímos y enumeramos los extras del verano: su brownie de chocolate con helado de dulce de leche, mis incontables platos de pasta, las pizzas…

Y es que en verano, como en Navidades, Semana Santa o cualquier época del año un poco más especial, nos dedicamos a lo importante: a disfrutar. ¿Y qué mayor disfrute que dejar de lado lo que debemos seguir de manera más estricta durante el resto del año?

Si eres de los que lleva puesto el ‘efecto verano’, es decir, el efecto de las tapas, pinchos, salchipapas, cubatas en la terracita chill out, barbacoas, lomo-quesos, festivales, etc, es normal que el cuerpo haya perdido un poco de forma y que notes una flacidez veraniega en la tripa o en las caderas.

Volver a la rutina laboral puede ser la clave para encaminarnos hacia hábitos más saludables como sustituir los litros de cerveza por agua y volver a una alimentación equilibrada que no esté basada en fritos y rebozados como los platos del chiringuito (que no significa que te pases el día comiendo verde como las vacas).

Retomar la forma física es más fácil si hemos entrenado previamente, un poco como montar en bicicleta. El cuerpo, que es muy sabio, sabe que hace meses, estuvo en forma, solo tenemos que encontrar la manera de recordárselo.

Para ello debemos hacer ejercicio. No, no hay alternativa, hay que moverse. Si tu único ejercicio cardiovascular ha sido andar del aparcamiento a la orilla para plantar la toalla, empieza poco a poco. Puedes apuntarte a un gimnasio o empezar con algo tan sencillo como el running. Que no importa si solo corres hasta la esquina y vuelves a casa siempre y cuando mañana corras hasta la esquina y un pasito más allá y así progresivamente hasta que te hagas la San Silvestre.

La clave es y será siempre la paciencia y no agobiarse por cómo hemos vuelto. Que, en el fondo, la vida es demasiado corta como para renunciar también en verano a los pequeños placeres gastronómicos.

«Que nos quiten lo zampao» pensamos mientras hablamos de la clase de spinning que seguramente nos espera al día siguiente.

El maquillaje ideal para hacer deporte o ir al gimnasio

Basta que pongas en Google «maquillaje» para que el buscador te devuelva decenas de resultados.

«Maquillaje para una boda», «maquillaje para noche», «maquillaje para adolescentes», «para agrandar los ojos», «para personas con la piel blanca» y mi favorito… maquillaje para el gimnasio.

Aquí me podéis ver llevando mi maquillaje especial para hacer deporte: ninguno.

Aquí me podéis ver llevando mi maquillaje especial para hacer deporte: ninguno.

Esto coincidió con una publicación que vi en Instagram de una seguidora mía que quiso compartir unos tips de cómo ir al gimnasio maquillada. Porque según ella «ir al gimnasio no significa que dejes de ser femenina«.

En primer lugar me gustaría dejar claro que bajo mi punto de vista ligar el maquillaje con la feminidad es un error garrafal. Es como si dijéramos que un coche es un coche por tener asientos. Pues mira, no. No mezclemos churras con merinas.

La feminidad es algo que te viene de serie solo por ser mujer, puedes potenciarlo más o menos pero está en tu ADN. Maquillarte para hacer deporte es una elección en cambio.

Si ya de por sí soy poco partidaria del maquillaje, pienso que no hay nada mejor que sentirse bien con una misma sin necesidad de echarse nada, ni os cuento para ir al gimnasio.

Debemos partir de la base universal de que al gimnasio se va a hacer ejercicio. Me parece importante remarcarlo ya que luego me encuentro a mujeres más arregladas para hacer deporte que yo asistiendo de invitada a una boda.

El maquillaje no es higiénico por la sencilla razón de que ir al gimnasio significa sudar (a no ser de las que va en la cinta dando un paseo). Al sudar nuestros poros se abren y lo que hace el maquillaje es obstruirlos. Traducción: cutis sucio. La piel necesita respirar.

Solo he ido una vez maquillada porque me tocó ir directa después de un trabajo de azafata y recuerdo que acabé la clase como un oso panda, con los ojos totalmente emborronados.

Que aunque para mí el maquillaje perfecto para el gimnasio sean una cara lavada y las ganas, cada una es libre de ejercitarse como quiera. Pero vamos, bastante nos exigimos a nosotras mismas normalmente como para no poder desconectar ni haciendo deporte.

Y os diré algo más, cuando voy con mis pelos de loca, empapada de sudor y oliendo a ‘choto’ no me siento menos femenina, me siento todo lo contrario: fuerte, poderosa y capaz de tumbar cualquier cosa que se me ponga por delante.

‘Ab crack’, los nuevos (y extraños) abdominales

La línea 1 no es la única raya que está volviendo loca a las redes sociales últimamente (no, no hablo de drogas, ya sabéis que soy #fitnessgirl y los únicos polvos que consumo son de los batidos de proteína) y es que habemus tendencia nueva, el ab crack.

Aunque el nombre te puede sonar a marca de cereales americanos, es la línea que se forma en el centro de la tripa. Como es posible que no la tengas (no por nada, que ya sé que no te conozco sino porque muy poca gente la tiene), te dejo la foto de lo que es:

INSTAGRAM

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Ahora que la has visto, ¿qué te parece? A mi me recuerda a la película de Alien. Sí, a la firme defensora de la belleza de los abdominales, le da un poco de ‘grimilla’.

Pero como en el mundo tiene que haber de todo, imagino que a más de uno le parecerá atractivo, por lo que he decidido profundizar un poco en el tema.

Ángel Carmona, entrenador personal y monitor del gimnasio Altafit de Cuatro Caminos, me explica que «es una tendencia de este año. La línea marcada varía según la genética de cada mujer, algo que en los hombres es imposible de conseguir».

Friyay 👯

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Es decir, si había algún lector (¿tengo lectores hombres más allá de los que solo me leen para trolear?) interesado en lucirla, aquí termina su sueño.

El secreto del ab crack es tener «un porcentaje de grasa mínimo con dieta, ejercicios básicos y trabajo cardiovascular». Y diré algo más, porcentaje de grasa mínimo significa «Adiós tetas» (a no ser que estés operada como la de la foto).

Respecto a los ejercicios, lo recomendable «sería entrenar fullbody (todo el cuerpo el mismo día) basándose en un ejercicio compuesto por cada zona muscular» afirma Carmona. «Lo que llamamos abdominales son seis músculos (six pack) y aquí no se marca ninguno, simplemente es un abdomen que está más tonificado«.

«Todas las mujeres tienen esta línea solo que unas más gruesas que otras. Es más fácil de conseguir que un six pack. Cualquier mujer que se ponga a entrenar controlando la dieta lo puede conseguir«.