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La moda del verano a punto (literalmente)

[Un momento… ¿aún no me sigues en Instagram, Twitter o Facebook?]

De los creadores de: «Las medias de rejilla son ideales para el invierno» llega: «Este verano, pantalones largos de punto».

LEFTIES

Os cuento, que empiezo por el final y termino escribiendo como los guionistas de Memento.

Estaba yo tranquilamente pasando la mano de manera distraída por encima de las prendas de la colección veraniega de una tienda cuando mi mano se topó con un tejido grueso.

«¿Un momento que está pasando?» Me pregunté aterrorizada esperando encontrar un jersey perdido que, por algún casual, se había quedado colgado sin saber que su destino era no volver a las perchas hasta las rebajas.

Al otro lado de mi brazo se encontraba el culpable: un pantalón largo de punto que solo de imaginármelo puesto, teniendo en cuenta los 28 grados que me esperaban en la calle, hacía que me entraran picores por el cuerpo.

Pero no era el único, había otro, y otro, y otro más allá. Más lejos había vestidos y hasta encontré monos. Todos de colores claros, todos largos y todos DE PUNTO.

Y es que no sé en qué tipo de reunión de lluvia de ideas para la nueva colección primavera/verano 2018 alguien se levantó y, golpeando con el puño la mesa al estilo de Álvaro Ojeda, decidió que el punto era perfecto para la estación más calurosa del año.

¿Alguien puede decirle estos equipos creativos que lo lógico es que en verano llevemos tejidos ligeros, o, al menos, en la mayor parte de España? Lo agradeceríamos.

 

Modelo asada de calor en la última campaña de LEFTIES

 

Moda festivalera 2018: el ‘boho chic’ aunque no vayas a Coachella

Podemos dividir las personas en dos grupos: las que por lo menos se gastan 429 dólares para ir los tres días al festival californiano (y esa es la entrada más barata, sin contar vuelos ni alojamientos) y las que no somos celebrities pero estamos con el ojo pegado a la pantalla cuando salen los estilismos de las invitadas más famosas.

GTRES

No, seguramente no vaya a pisar el festival del mundo de la moda por excelencia (a no ser que mi invitación imaginaria esté todavía de camino), pero la verdad es que no necesitamos salir acompañadas de una cuadrilla de ángeles de Victoria’s Secret para disfrutar del boho chic.

«Pero, ¿qué es el boho chic?» Se pregunta alguien que ha llegado por error a este artículo cuando en realidad quería enterarse de cómo va a estar el tiempo esta Semana Santa. El boho chic es una interpretación moderna de la ropa hippie: un estilo bohemio siempre muy relajado que recuerda a la naturaleza con sombreros, estampados de flores, sandalias, botas…

En definitiva, ropa que te imaginas para ir por el campo o estando de vacaciones pero con un giro «elegante»:

[Fotos de Bershka y forever 21]

Y de hecho, si ya le estás haciendo ojitos a los flecos y al ganchillo, estas son las influencers que hacen del bohemio su estilo de vida (y que te van a hacer fantasear con telas estampadas día y noche):

Adiós medias, minimalismo, fiebre por los logos y prendas lisas.

Una serie de catastróficas desdichas: crónica de mi pedido a Asos

Sabéis que apoyo con todas mis fuerzas las compras online: he comprado desde bolsos hasta naranjas, de maquillaje a tests de ADN. Que no soy una novata precisamente, vaya.

Así de mosqueada estoy con Asos. Sigue leyendo. WIKIMEDIA/PIXABAY

Una de mis tiendas favoritas (hasta ahora) era Asos. Vale que los precios no son los más baratos del mundo, pero a la mínima que hacían descuento (y es que hacen descuento por casi todo: que si pre-rebajas, que si rebajas, que si fin de rebajas, que si porque hace calor, que si porque hace frío…) ahí estaba yo, con el Paypal echando humo.

Pero voy a ir al grano, que lo que queréis leer es mi #dASOSperación: sentimiento de impotencia ligado a una mala experiencia con la tienda (pendiente de aceptación por la Real Academia, aunque a este ritmo de quejas igual lo incluyen antes de 2019).

Para mi regalo de Reyes le pedí a mi pareja el gorro militar de Savage Rainbow. Cuando lo descubrí, hace varios meses ya, me hizo ojitos desde el primer momento. Militar, multicolor, cantoso a más no poder y con no sé cuántas piedras pegadas a lo Sargent Pepper millennial.

El susodicho gorro de ASOS.

Pero el hecho de que costara casi 90 euros (87,99) me dolía en las entrañas, en la cartera, en las lumbares… en todo mi ser. Por eso, cuando en diciembre mi pareja me dijo «venga, que te lo regalo por Reyes, que lo han rebajado a 60 euros» estaba yo más pletórica que cuando descubrí Las Chicas del Cable.

Fue un largo mes de espera, pero cuando llegó el 6 de enero y vi la caja de Savage Rainbow debajo del árbol, casi lloro de la emoción. Abro la caja, miro dentro y… FALTABAN PIEDRAS DEL DISEÑO. Y no es que se hubieran despegado y estuvieran perdidas por la caja a lo mejor del movimiento, es que directamente no estaban. No habían llegado. Habían desaparecido como si estuvieran dando una vuelta con Will Byers por el Mundo del Revés.

Harry Potter y el misterio de las piedras desaparecidas.

«¡MANTENGAMOS LA CALMA!» le grité a mi novio que estaba leyendo Marca.es tumbado en la cama. «Aún podemos solucionarlo». Mi gran problema es que en siete días (cinco hábiles) volvía a Milán, a un piso compartido al que, directamente, no llega el correo postal, por lo que era una urgencia que llegara a mi domicilio de Madrid. «Mañana lo devuelves y mientras yo hago el pedido de uno nuevo para que me llegue a tiempo» le dije decidida.

Tuve que pagar 11,99 euros añadidos por el envío rápido, pero pensé que merecería la pena. Era imaginarme acudiendo a la pasarela milanesa con el sombrero y ya me moría de la emoción ‘fashionil’. Mientras tanto escribí un tuit a Asos subiendo la foto del gorro y recomendándoles Loctite para pegar bien las piedras. Había que desahogarse de alguna manera.

Me contestaron por privado diciéndome que lo sentían mucho y, tras saber mi situación y lo del envío, que me devolverían los 11,99 euros que tuve que pagar añadidos para que me llegara a tiempo. «Algo es algo» pensé yo.

El martes llegó el esperado gorro. Le aguardaba con tantas ganas que yo creo que hasta mi perro se alegró de ver al cartero. Abrí la caja con una reverencia que cualquiera diría que era la mismísima Meghan Markle recibiendo una corona de diamantes regalo del príncipe Harry. Lo saco del paquete y… sorpresa, le faltan otras tres piedras que también habían pasado al Mundo al Revés que debe tener Asos en uno de sus almacenes.

Que una vez me llegue el gorro defectuoso vale, ¿pero dos y encima habiendo pagado más para que llegara a tiempo? Os voy a ser sincera, el disgusto fue grande. Volví a subir otro tuit ya más mosqueada y me dijeron que hablara con el chat de ayuda.

En el chat me atendió una tal «María» que se mostró muy comprensiva conmigo y me dijo que mandaba orden de que se me mandara reemplazo inmediato para que llegara a tiempo. Mientras tanto, que mandara el segundo sombrero defectuoso de vuelta. Esa misma tarde fui a hacer la devolución y, positiva como siempre, confié en la palabra de «María».

El viernes, un día antes de volverme a Milán, me escribe «Rocío» a mi correo electrónico diciéndome que no les quedan reservas del sombrero en el almacén, pero que no me preocupe, que me pasa el link para que vuelva a comprarlo online a la tienda.

No solo no se me mandó nada en absoluto, sino que les llevó cuatro días hábiles hacer una consulta en un almacén para luego decirme que ajo y agua y que si seguía interesada, que lo comprara por tercera vez.

Vamos a ve, me llega un primer gorro defectuoso, me llega un segundo gorro defectuoso por el que encima tengo que pagar más para que me llegue a tiempo ¿y me escriben 24 horas antes de que me vaya del país para sugerirme que lo compre de nuevo por tercera vez para que me lo envíen a un sitio al que no me llega correo?

Obviamente, gastarme más dinero en algo que me había llegado mal por su culpa no entraba en mis planes y esto fue lo que le contesté a «Rocío» (¿estos profesionales no tienen apellidos?):

Y después de todo el lío, después de marcharme a Milán sin un regalo que tendría que haber estado perfecto para el día de Reyes pero que me mandaron defectuoso en dos ocasiones, me contesta un tal «Marco» ayer lunes a las 23:04 de la noche diciéndome que voy a recibir el reembolso del gorro (solo faltaría), que seguramente el sombrero haya sido «mal manejado» y que me ofrecen un 10% de descuento en mi próxima compra.

Poco dinero para que deje de incordiarles y ninguna solución que a mí me sirva al respecto ni que compense que me han tenido liada con pedidos y devoluciones y, que al final, el resultado es que Asos sigue como si nada y yo me quedo sin nada.

Por último, me dice «Marco» que espera que el mensaje sea de utilidad. Claro, todos los mensajes, y toda la experiencia, me han servido de utilidad, y mucha, ya que no pienso volver a comprar en Asos viendo que no tienen ningún filtro de calidad ni los medios para solucionar problemas de los que deberían hacerse responsables.

Lo que debes saber antes de hacerte con unos botines transparentes de plástico

A mí me encantan las tendencias. Ya sabéis que si encajan con mis gustos las incorporo rápido a mi armario o intento versionarlas de forma casera.

Pero hay cosas por las que directamente no paso, sobre todo cuando tocan el tema relativo a la salud.

ALIEXPRESS

La última tendencia que no entrará a mi armario (no, ni siquiera aunque me traiga una caja de chocolatinas debajo del brazo), son los botines transparentes de plástico.

Los términos «PVC«, «vinilo» o «PU» se refieren al material plástico que se utiliza para la ropa. Un material que, si bien para un bolso puede ser resultón y práctico (sobre todo si vivimos en una ciudad lluviosa), se convierte en la Pesadilla de Después de Navidad de todas aquellas que hayan picado en la tendencia durante las fiestas.

A mí por mucho que Bershka, Chanel o la mismísima Chrissy Teigen, la última embajadora de los zapatos de plástico transparentes, me vengan a que me una a sus filas de calzado de vinilo, no van a conseguir convencerme.

Y es que tiene un pequeño gran inconveniente que ya experimentó en sus carnes (y pies) la periodista Kelsey Stiegman con los botines transparentes .

Lo que empieza como un estilismo salido de una versión moderna de la Cenicienta, solo que con vinilo en vez de con cristal, termina en un efecto invernadero de tobillo para abajo que convierte tu calzado en un caldo de cultivo ideal para hongos.

Lejos de que el zapato entre con la suavidad que a la huérfana de Disney le encajaba el tacón, tendrás que untarte el pie en vaselina o crema solo para conseguir calzártelo decentemente.

Así que antes de llevártelos a casa plantéate si de verdad quieres pasar por el trago de ir con los pies dentro de saunas plásticas.

La oniomanía del viernes negro

Vemos un cartel con una cifra seguida del símbolo «%» y perdemos la cabeza. Ya puede ser en directo que de manera online que se despierta en nuestro interior una especie de ansiedad: se acelera la respiración, las pupilas se dilatan

Nuestro cuerpo reacciona igual que ante una situación de peligro o de amenaza. Se nos mete en la cabeza que tenemos mucho que ver y comprar y muy poco tiempo para hacerlo.

Recibimos un bombardeo constante de correos electrónicos, anuncios por la tele, por la radio, por las redes sociales… Es como si el Black Friday fuera una avalancha gigante que nos quisiera engullir dentro de su onda consumista.

Personalmente, como amante de la moda (y de los chollos) que me considero, encuentro este día agobiante. El estrés de que no puedes perder un solo segundo para adquirir las prendas ya que pueden agotarse rápido, las tallas que desaparecen como por arte de magia, el tiempo para realizar la compra que se agotarse te hace empezar de nuevo con el carrito vacío

De hecho, con solo unas zapatillas en mi carro de una conocida tienda online, me preguntaba qué sentido tenía comprarlas así, aprisa y corriendo. Supuestamente la clave de este tipo de descuentos es que cuanto más gastes más amortizas el descuento, ya que el coste del envío (a no ser que sea gratuito) no suele estar incluido.

Pero claro, yo solo quería el par de zapatillas. Por mucho que me di una vuelta digital por las otras categorías, no encontré nada de mi interés, y soy totalmente contraria al comprar por comprar.

Eso significa que este día tengo que comprar a tontas y a locas, aprisa y corriendo, sin pies ni cabeza.

Y llamadme clásica, pero soy una persona que disfruta de ir de compras, de la experiencia. De hecho disfruto tanto que me llevo prendas sabiendo que van a ser devueltas más adelante solo por volver y darme una segunda vuelta de reconocimiento por la tienda.

Entiendo que en el caso de tener los regalos ya pensados o necesitar cosas muy concretas, el Black Friday funciona (y tanto), pero si, como en mi caso, no tienes una lista de productos en concreto, es absurdo dejarse llevar por la locura consumista que se apodera de nosotros.

Este año (y para 2018) me he propuesto comprar con pragmatismo, con frialdad y con cabeza, y aunque estoy segura de que algún que otro flechazo o amor a primera vista experimentaré entre los percheros de las tiendas, procuraré comprar con lógica.

Ni el horno está para bollos, ni el armario es infinito, ni el planeta para la cantidad de ropa que acabamos tirando al año.

Regresa la riñonera (y no para que la lleves con el chándal)

Odiada por unos y amada por los abuelos a los que les apaña para llevar las pastillas y la tarjeta de transporte, el complemento de los 90 es la alternativa más cómoda del bolso.

ASOS

Si la riñonera de Caja Rural que tenemos por casa no nos parece lo bastante combinable, la primera opción siempre es customizarla con nuestros medios. Un parche, unas lentejuelas o unas plumas siempre nos pueden hacer el apaño.

Pero si lo que quieres es hacerte con uno de los nuevos diseños, mi recomendación es que elijas un accesorio que te permita conjugar el complemento y tu armario (sino prepárate a escuchar a tu madre repetirte 50 veces que ella sabía que era un capricho y que solo te la pondrías una vez).

La riñonera ha pasado de ser un elemento que hace diez años solo nos pondríamos con el chándal a algo que podemos combinar con falda, vestido o pantalón dándole un toque más informal a todos los estilismos.

¿Te apuntas?

Friday smile 😬

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Stripes

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Have you seen my last post?? www.madamederosa.com

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Esta es la boina que no querrás quitarte en toda la temporada

Si eres de las que está harta del reinado de los sombreros de ala ancha en el que llevamos inmersos desde hace unos años, esta temporada llega otro complemento por el que puedes llegar a perder la cabeza: la boina de maquinista.

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Además de que nos permite salir a la calle perfectamente peinadas incluso en un bad hair day (o cuando no nos ha dado tiempo a lavárnoslo pero no queremos que se nos vean las raíces grasas) es un accesorio que podemos llevar con todo el armario ya que hace buenas migas tanto con falda como con pantalón.

La boina le da (leer con tono de voz de Samantha Vallejo-Nágera) «saborrr» a todos los estilismo y le quita formalidad a los más arreglados.

A la hora de hacerte con ella, no lo vas a tener precisamente difícil ya que la tienen la mayoría de las tiendas (y no suele costar más de 15 euros).

La única pega que le encuentro es que es un complemento que favorece a todas las caras: cuadradas, alargadas, ovaladas… excepto a las redondas, ya que si eres como yo, de buen moflete, es mejor que busques otro tipo de sombrero.

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¿Qué opinas de la tendencia? ¿Te sumas al club de las maquinistas?

La fiebre del abrigo de pelo (falso)

No deseábamos algo con tantas ganas desde que nos dijeron que habría una tercera entrega de Sexo en Nueva York (aunque no vayan a grabarla finamente).

El abrigo de pelo es como cuando ves chocolate Milka en el supermercado, no te acaba de convencer porque sabes que tiene aceite de palma y azúcar a tutiplén, pero te atrae irremediablemente.

BERSHKA

Es una prenda que, al menos en mi caso, relacionaba con mi abuela y otras mujeres que iban a misa con esos abrigos inmensos, que resultaban más pesados que los chalecos con lastre para entrenar.

Sí que es verdad que, entre el olor a naftalina y las anchuras (por mucho que queramos a nuestras abuelas no nos sientan como a ellas), no terminamos de vernos con esas maravillas retro por la calle.

Por suerte para este invierno tenemos alternativas no solo más juveniles sino de pelo sintético, perfectas para las amantes de la moda y los animales a partes iguales.

Pero si no va contigo porque el tema abrigo te sigue pareciendo demasiado, puedes sumarte a la fiebre furry con bufandas, chaquetas o chalecos, una manera más combinable de meter la tendencia en el armario (¡y además sin gastarte tanto!).

BERSHKA/STRADIVARIUS

 

El bolso que compartirás con tu abuela

No nos gusta lo vintage. Gustar se nos queda corto. Lo vintage nos encanta, nos flipa, nos enamora, nos mola mil, nos chifla hartar. Vamos a un mercadillo y enloquecemos por un teléfono con forma de labios, un sofá huevo o una cuchara de hace décadas.

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Está comprobado que hoy en día, con la velocidad que le ha dado la tecnología e Internet a nuestras vidas, la instantaneidad y caducidad de todo lo que vemos, que solo con postearlo en Facebook ya nos da la sensación de que huele a antiguo, el pasado es el refugio.

Cocooning es como se llama este fenómeno de retirarnos a la seguridad del hogar que viene de cocoon, cáscara. A quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Lo mismo pasa con lo que sacamos de puestos callejeros o mercados de anticuarios. Nos sentimos a salvo en esa ‘casa’ hecha de reliquias que nos transportan a otros tiempos más seguros.

Últimamente oímos mucho eso de que en la moda todo vuelve, y el éxito de que lo haga es que inconscientemente queremos sentirnos protegidos.

Los dos últimos accesorios de deseo que nos transportan a los tiempos de cuando la abuela nos hacía el bocata en la merienda son los bolsos de malla y los de plástico rígido o sun jelly.

Si tienes uno por casa, este verano es el momento de sacarlo del baúl de los recuerdos.

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Los mejores estilismos para ir a la playa

Vale que aunque la mona se vista de seda mona se queda, pero no por ello tiene que bajar a la playa todos los días con los pantalones roñosos que ya tienen la goma cedida y esa camiseta de tirantes de hace cinco años. Este post está pensado para todas aquellas que nos quedamos sin ideas en cuanto a elegir estilismos playeros se refiere.

La playa es la oportunidad perfecta para darle salida a todas esas prendas veraniegas que hemos comprado durante las rebajas. Que nos conocemos y por mucho que te las compraras con toda la ilusión del mundo hay algunas que tienen más posibilidades de pasar al permafrost de tu armario que de morir los personajes de Juego de Tronos.

Os traigo cinco propuestas de blogueras que me encantan y de las que soy groopie desde hace tiempo:

El olvidado: la combinación falda y top no termina de convencernos a la hora de sentarnos en la arena por aquello de no terminar llenas de la misma, pero la verdad es que es una de las prendas más cómodas de poner y quitar si no tenemos ganas de andar arriba y abajo con la cremallera del pantalón.

M Y K O N O S 🦀 @drupelosangeles #drupesquadtravels

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El conflictivo: aunque el mono es más lioso para ir al baño y no te permite hacer la típica maniobra estratégica de ponerte solo la camiseta si vas al chiringuito, es una opción perfecta para estar listas en un santiamén.

Es mejor tener con quién pasar los domingos que los viernes 💙.

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El clásico: el vestido blanco largo vaporoso nos encanta, aproximadamente el 80% de las mujeres tiene uno y el 100% de sus hijas se lo cogen prestado de vez en cuando. Ideal para dar paseos por la orilla y hacerse fotos para Instagram.

Easy breezy in our Marina dress @lovelypepacollection 🌾 More on my blog today. Link in Bio 👆🏼

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El preferido: ya sea por comodidad, porque es lo que llevábamos de pequeñas o porque, sencillamente, es de lo que más abunda en nuestro armario, el pantalón con camiseta siempre es el favorito de las bañistas.

El imbatible: el little black dress no solo era el preferido de Audrey Hepburn sino que sigue a día de hoy aún en versión veraniega y nos encanta. Si lo lleva la Ferragni en sus vacaciones de Amalfi imagina lo bien que te va a quedar a ti cuando vayas por Torrevieja.

#ItalianDays #TheBlondeSaladGoesToAmalfi

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¿Cuál es el que te gusta más para pegarte el primer chapuzón del año?