Archivo de octubre, 2018

Y este Halloween los disfraces de moda son…

Cada año que llega el 31 de octubre, más personas hacen repaso de los acontecimientos del año que puedan servir como inspiración. Miley Cyrus y su espectáculo en los VMA, Winona Ryder en Stranger Things o incluso Donald Trump son algunos de los personajes que incluso podemos encontrarnos por la calle de cualquier ciudad a este lado del Atlántico. Y es que por mucho que sea el día del terror, nos cuesta resistirnos a la cultura popular. Por ello, este año para que no tengas que complicarte, he reunido las temáticas que serán más vistas en las fiestas de disfraces y que te pueden servir para coger ideas si, a estas alturas, todavía no sabes de qué vestirte.

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  • Violet Beauregarde: el más inesperado ha sido el de la niña de Charlie y la Fábrica de chocolate que termina convertida en un arándano gigante. La culpable ha sido Ellie Addis, una artista de maquillaje británica que rescató el disfraz de la película de 2005.

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VIOLET! you’re turning … violet! EDIT: tutorial for this look is up on my channel! the link is in my bio 💜 thank you for all of the love on this look ____________ omg guys so this is my first halloween look this is one of the fun ideas i had in mind 💙 (the jacket is obviously edited) ____________ PRODUCTS: @nyxcosmetics_uk micro brow pencil; @plouise_makeup_academy base; @barrymcosmetics treasure chest palette; @anastasiabeverlyhills moonchild glow kit; imagic flash dupe; @milanicosmetics luminoso and foundation ___________ #halloweenmakeup #halloweencostume #halloweenlook #violetbeauregarde #undiscoveredmuas #undiscovered_muas #nyxcosmetics_uk #timburton #charlieandthechocolatefactory

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  • La Monja: la protagonista de la película de miedo del año (nos costará olvidarnos de los carteles que han forrado el metro estos meses) es el tema equivalente al fenómeno que produjo el payaso Pennywise en 2017. Apuesto por ella como disfraz de terror del año porque como me encuentre a alguien con el disfraz de Michael Myers puedo sufrir un infarto.

  • Disfraz de ciervo: no, no tiene mucho sentido con la temática de la fiesta del terror, pero el filtro de Snapchat parece estar detrás del que es uno de los temas de este año. Ha alcanzado tal nivel de popularidad que hasta la firma sueca H&M lo ha sacado como uno de los disfraces de su colección de Halloween.

  • Rihanna en el Met: el disfraz para las verdaderas devotas de la moda. Es imposible que olvidemos el estilismo de la de Barbados en la gala del primer domingo de mayo. Yandy, fiel a su línea, ha sacado la versión más sexualizada del conjunto de la cantante.

YANDY/GTRES

  • Unicornio: el animal mitológico que viene de la mano del ciervo para no aterrarnos pero para darle salida a todas esas sombras de colorines que vamos acumulando con los años. Si pensabas que el rosa fucsia o el azul aguamarina se iban a morir del asco en tu neceser, es el momento para que te pongas en modo Van Gogh con tus pinceles y dejes salir tu vena más creativa.

  • Meghan Markle y el príncipe Harry: en Modern Family, Cam y Mitchell fueron unos visionarios escogiendo un conjunto de la pareja del año (con permiso de Hailey Baldwin y Justin Bieber). Falda lápiz, stilettos negros y pelo ligeramente recogido para imitar a la duquesa de Sussex y un uniforme militar para emular al príncipe Harry son las prendas necesarias para emular el look royal.

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  • El cuento de la criada: la adaptación de la novela utópica de Margaret Atwood que Netflix ha realizado en forma de serie ha convertido a Defred en la heroína del año. No os hablo del intento cubre que sacaron del disfraz versión sexy sino de uno que realmente esté a la altura de las reivindicaciones de la protagonista.

  • Black Panther: porque ni Vengadores ni Antman ni mucho menos Venom. El superhéroe del año es T’Challa y el país, Wakanda.

  • Los Increíbles: para quienes se compraron el disfraz hace 14 años, 2018 es un buen momento para sacarlo del armario ya que la segunda parte de la película solo ha conseguido dejarnos con ganas de una tercera.

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Kim Kardashian también apuesta por los cuerpos reales

Da igual lo que sea que Kim Kardashian publicite. Puede ser una sombra de ojos, un pintalabios, una base de maquillaje o incluso un perfume que el reclamo siempre será el mismo: su cuerpo. De hecho estoy convencida de que sería capaz de vender hasta una escobilla para limpiar el váter con una sesión de fotos decente.

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Ha convertido la desnudez en una herramienta de ventas que solo necesita Instagram como escaparate para llegar a todo el mundo, un poder que no todos los influencers tienen. Sin embargo es un poder con doble filo ya que cabe preguntarse, ¿qué tipo de imagen estamos recibiendo?

Estamos en un momento de la historia en el que el desnudo, más que escandalizar, se ha convertido en algo tan habitual que no nos impacta tanto. Es más, lo asumimos como algo «normal».

Las facciones de estatua egipcia de la más famosa de las hermanas Kardashian así como su cuerpo voluptuoso están tan integradas dentro de la cultura popular actual como los emoticonos de Whatsapp.

Es por eso que resulta tan llamativo que, para anunciar su último perfume, la empresaria haya tirado por otra dirección. La nueva colonia de quien ha sacado con anterioridad un frasco con forma de cereza o corazón ha apostado por la fórmula de Jean Paul Gaultier creando un frasco con sus curvas.

Podría parecer lógico que, para publicitarlo, se escogiera de modelo, como en otras ocasiones, pero ha preferido cederle el espacio a mujeres con diferentes cuerpos.

Aprovechando el movimiento que lucha por la aceptación, el body positive, ha recurrido a formas más delgadas o más anchas que la suya mostrando diferentes tonos de piel así como estrías en lo que podría definirse como una oda a la diversidad física.

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11.02.18 #KKWBODY

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¿Mi única pega? El pelo. Kim Kardashian ha querido crear una campaña en la que todas las mujeres podamos sentirnos identificadas, se ha marcado un Dove en toda regla promoviendo los cuerpos reales. Pero lo ha hecho a su manera, como siempre.

Y si antes os hablaba de las facciones egipcias es como si se hubiera inspirado en la misma civilización milenaria que consideraba el pelo algo vergonzoso e impuro. Y eso, solo eso, es lo único que me rechina.

Porque Kim, querida, por mucho que me sienta identificada con las estrías o los pliegues que pueda hacer mi piel al igual que las de tus modelos, a las mujeres nos sale pelo y muchas nos lo dejamos.

¿Por qué criticamos a las mujeres que se someten a operaciones de cirugía estética?

Hay un tipo de body shaming que últimamente está en pleno apogeo. No hablo del acoso a las modelos XL como Tess Holliday o de aquel que se le hace a muchas madres con el tema de los kilos ganados durante el embarazo.

Ni siquiera hablo del bodyshaming que se le hace a Gigi Hadid por el peso que ha perdido por su enfermedad del tiroides o del que señala la celulitis o los pelos en cuanto a una mujer le da por enseñarlos (en redes sociales, claro).

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Hablo del acoso que realizamos (me incluyo) cuando sabemos que alguien se ha operado. Quien esté libre de pensar “Sí, está muy guapa pero se ha puesto labios/tetas/culo/introducir implantes aquí” que tire la primera piedra.

Aquí hay dos cosas sobre las que me gustaría reflexionar. Para empezar, todos somos libres de hacer lo que queramos con nuestro cuerpo y por tanto de someterlo a las intervenciones que nos dé la gana (si nos da). Es una cuestión personal que no nos atañe ya que no es sobre nosotros mismos.

Quizás me dé un poco de miedo el hecho de que desde el florecimiento de las redes sociales, y en concreto de la comunicación a través de la imagen, ha aumentado el número de operaciones estéticas hasta llegar al punto de que pacientes jóvenes han pedido a cirujanos que emulen con el bisturí su imagen tras un filtro de Instagram, lo que significa que es probable que una relación negativa con la tecnología conduzca a las agujas.

Y puede que no lo comparta, que me dé miedo o que me preocupe el hecho de que las próximas generaciones se agranden cada vez más y más los labios o los ojos para parecerse a una imagen que no es real, pero ¿quién soy yo para decir nada?

Y cuando digo yo, digo tú o digo Antonia Dell’Atte, que es otra que debería tener un título profesional en hacer body shaming, ya que desde que empezó el programa de MasterChef Celebrity no ha parado de hacer comentarios peyorativos sobre las operaciones estéticas a las que podría haberse sometido Carmen Lomana.

Antes de abrir la boca o de pulsar una tecla debemos pensar en que las personas tienen sensibilidad. Lo que estamos haciendo es promover que los cuerpos sigan sujetos al escrutinio, que fue quizás una inseguridad el mismo motivo que llevó a la persona a retocarse en primer lugar, como el caso de los labios de Kylie Jenner.

Por supuesto que tenemos la libertad de escoger qué hacemos, pero, ¿no sería mejor empezar desde pequeños con la (alocada) idea de que todas las formas son maravillosas? ¿De que un labio fino es bonito? ¿De que el tabique es atractivo? ¿De que todos valemos la pena?

Quizás es el momento de cambiar el paradigma y empezar a valorar a una persona por lo que suelta por la boca en vez de la forma de esta, independientemente de cómo la haya conseguido.

Las venas del pecho de Candice Swanepoel y su lección de belleza

De un tiempo a esta parte, la moda está intentando ser muy revolucionaria, o al menos de puertas para fuera.

Que si modelos embarazadas, un desfile con maniquís que tienen tres tetas, Winnie Harlow y su cruzada para hacer visible el vitíligo en la pasarela… Y aunque todas las propuestas me parecen fantásticas, ya que por supuesto, estoy a favor de todo, me pasa lo mismo que cuando mi madre hace lasaña, que quiero más. Mucho más.

YOUTUBE VOGUE

Una de las últimas modelos que ha conseguido sorprenderme en ese aspecto ha sido Candice Swanepoel.

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Ángel de Victoria’s Secret, varias veces elegida portada de algunas de las revistas más reconocidas y durante años, una de las profesionales mejor pagadas del sector son algunos logros que le convierten en uno de los rostros de la industria de esta década.

La modelo, que por lo que os he contado podéis imaginaros que sale hasta en la sopa, hizo un vídeo para Vogue mostrando su rutina rápida para maquillarse (si no habéis visto ninguno, os los recomiendo, sobre todo de Victoria Beckham).

En uno de los momentos de la grabación, Candice se señala el pecho mostrando las venas que se le marcan en el escote.

Eso de tener al otro lado de la pantalla a un ángel de la firma lencera más famosa del mundo, enseñando unos capilares que, más que venas se asemejaban a las vistas de Doñana desde el cielo, me pareció una maravilla.

«Las tengo así desde la lactancia» dice la supermodelo con toda la tranquilidad del mundo mientras se sigue maquillando sin retocar su escote.

Que una revista como Vogue saque el vídeo tal cual, sin editar las líneas azuladas, sin cortar ese trozo del vídeo, sin hacer otra cosa más que darle voz al asunto, es un mensaje con mucha fuerza.

Porque aunque no sabía que se te podía poner así el escote (la maternidad y yo no nos hemos encontrado en el camino todavía), el mensaje de la sudafricana es claro: puedes tener el busto lleno de líneas moradas y no pasa nada, sigues siendo estupenda.

Y no solo en el escote queda la cosa: «Tengo manchas de sol de mi embarazo» dice mientras se aplica el corrector para matizar las ojeras. «Es una cosa normal que sucede» afirma.

Normalizar algunas de las circunstancias que le suceden a nuestro cuerpo en diferentes momentos de nuestra vida y, sobre todo, seguir celebrándonos por encima de todo, es otro mensaje corporal positivo que necesitamos integrar en nuestra mente para escapar de la idea de perfección que se nos impone y disfrutar de todos nuestros estados, como hace la supermodelo.

El dilema de las medias: el retorno

Han pasado ya tres años desde que las expertas más reconocidas de la industria de la moda pusieron las medias en la lista negra. Justo entre los leggings finos que dejan que se vean las bragas y los tirantes transparentes de silicona para sujetadores. Ahí, entre las dos prendas, se encontraban las medias.

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Pero claro, nosotras no somos la clase de mujeres que saltan de un taxi a otro por las boutiques más selectas de la Gran Manzana subidas a unos stilettos de 12 centímetros con un vaso de Starbucks en la mano sin despeinarnos el perfectamente alisado Bob (y si lo eres, ¿podemos ser amigas?).

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Nosotras somos más del tipo de mujer que coge el autobús, va con mil ojos por la acera por si se le engancha el tacón en la rejilla de ventilación del metro y se recorre el centro de arriba a abajo porque el jersey que ha visto en la web lo tienen en el Zara de Carretas y no en el de Gran Vía.

Lo más lógico sería que, teniendo en cuenta nuestro estilo de vida, las medias fueran una parte natural del armario como los pañuelos o los calcetines que no se resbalan y terminan tragados por el zapato (que no tenemos tantos).

Ya que la pierna ha perdido el poco (y sufrido) moreno que tanto nos costó conseguir en verano y que ya empieza a hacer fresco, las opciones parecen dirigirse de manera irremediable al cajón de las medias. Y, entre nosotras, ¿cómo no llevarlas?

Son calentitas, abrigan la tripa que da gusto, nos sujetan la camiseta por dentro de la falda para que no se remangue y favorecen un montón haciéndonos unas piernas de vedette de 1960.

Ya no es mera cuestión de necesidad, sino de que realmente las queremos. Son bienvenidas en el armario todas ellas.

Desde las semitransparentes que dan un look noventero a tus estilismos de esta temporada hasta las de plumeti que quedan bien con todo, pasando por las tupidas como un pasamontañas que evitan que nos congelemos mientras seguimos usando vestidazos (porque, ¿qué sería de nuestra relación con los vestidos en invierno sin las medias?).

Otro motivo a favor es que Moschino las ha incluido en su nueva colección para la Primavera/verano 2019. Y aunque lo primero que se me viene a la cabeza es «Jeremy, ¿por qué esperar? Yo quiero las medias ahora», estamos ante la prueba de que, poco a poco, las medias vuelven a estar en el punto de mira de las tendencias.

Cinco cosméticos básicos para cuidar tu piel este otoño

Al igual que cuando termina el verano nos ponemos especialmente cuidadosas con nuestro pelo (hemos aprendido a golpe de tijeretazo que la sal y el sol nos han costado varios centímetros), es el momento perfecto para empezar con una nueva rutina que se adapte a tu nuevo ritmo de vida durante los meses del entretiempo.

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Que sí, que esta rutina te va a gustar. No como la que te han puesto en el gimnasio que no sabes muy bien si son indicaciones de ejercicios o instrucciones para montar un mueble de Ikea.

Como buena mujer adulta comprometida con la salud de mi cuerpo, he escuchado la llamada de emergencia que estaba haciendo mi piel (imaginad de fondo SOS de ABBA). Así que a modo de resumen, estos son los cinco cosméticos imprescindibles que deberíais usar en las próximas semanas.

Pueden ser muchos más, claro, pero esta selección es lo que realmente NO puede faltar en vuestro cajón del baño:

  • Cacao: el elemento básico durante todo el año, pero todavía más en otoño. Entre que vas en el metro con todo el calor humano y luego te enfrentas al aire frío de la calle que sopla a las 8 de la mañana, lo mejor que puedes hacer es tenerlos protegidos constantemente. Sé previsora y déjate un bote pequeño en la oficina o llévalo siempre junto a la cartera para que no se te olvide.
  • Mascarilla para limpiar los poros: hola, otoño y hola, puntos negros. Lejos quedó el verano donde la máxima contaminación a la que te enfrentabas era el humo de los food trucks de los festivales de música electrónica. La vuelta a la rutina, a las clases o al trabajo significa que tu piel vuelve a estar rodeada de radicales libres, contaminantes y demás sustancias que hacen que se te ponga la nariz como la cara visible de la luna.
  • Crema corporal: ¿cómo? ¿Que hay que seguir usando crema hidratante aunque ya se me haya ido todo el moreno y vuelva a estar del color de la miga de pan? Una piel elástica e hidratada es una piel sana, así que aprovecha para hidratarte de la cabeza a los pies. Masajea especialmente la zona de las piernas porque ambas sabemos que pasas muchas horas sentada (y así activas la circulación).
  • Spray con protección solar: a la mayoría de nosotras nos da mucha pereza lo de ponernos crema con protección solar. En verano que daba el sol todavía, ¿pero ahora? «Anda hombre, si está nublado y el otro día llovió. Que más querría yo que un poco de sol». Da igual, la radiación ultravioleta está ahí, así que hay que seguir protegiéndose. Si te parecen demasiado densas, puedes usar una bruma con protección solar, que es muy ligera y protege tu piel igualmente.
  • Crema de manos: ya que has vuelto a incorporar a tu vida el jabón de los baños la facultad, ese que parece Fairy descolorido, es importante que, ante los químicos o el frío, te centres en cuidar la piel de las manos, ya que es una de las zonas más expuestas del cuerpo. Además ahora tienes la opción de las cremas hidratantes de manos y de uñas para darles a las tuyas un respiro después de todas las veces que les has hecho la manicura blanca este verano.

Marián Ávila, una modelo con síndrome de Down que desafía el canon de belleza

La moda es una industria complicada, maravillosa pero complicada. Aunque es la primera en sacar las novedades resulta tan anticuada en algunos aspectos que parece mentira que, a la vez que sale en la pasarela un vestido hecho con plexiglás, encuentres tan solo un 32% de modelos de diferentes etnias desfilando.

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Marián Ávila

Con una franja de edad que empieza en los 16 años (Kaia Gerber es de las más jóvenes del sector y acaba de cumplir 17) y termina tan solo una década más tarde para la mayoría, unas medidas rígidas y una altura que si no naces con ella, no puedes alcanzar, entrar a la industria del modelaje, una de las más herméticas, es bastante complicado.

Sin embargo, hay algo de lo que quienes dirigen los castings no entienden, y es de sueños. Así que hoy quiero hablaros de uno y de cómo se encontró con la moda por el camino.

Hace unos días tuve la suerte de conocer a Marián Ávila, de 21 años, la primera modelo con síndrome de Down en desfilar en Nueva York.

La maniquí se escapa de todas las medidas e ideas preconcebidas que se nos pueden venir a la cabeza cuando pensamos en la palabra «modelo» y eso es lo que le convierte precisamente, no solo en un ejemplo maravilloso por su historia sino en un ejemplo necesario de lo que, no como periodista sino como consumidora de moda, quiero ver en la pasarela.

Marián me habla de lo que ha sido tener la oportunidad de desfilar fuera del país después de que, por casualidad, la hija de la coordinadora de modelos de la Semana de la Moda neoyorquina se pusiera en contacto con ella, algo que define como «una experiencia increíble».

Y es que desde que hizo la Primera Comunión supo que quería dedicarse a ello, por lo que el modelaje es una auténtica vocación.

Si debe quedarse con algo, lo tiene claro: «Desfilar y hacerme fotos, pero sobre todo que me maquillen y me peinen«, dice revelando que la preparación es su momento favorito.

No resulta sorprendente cuando comparte conmigo una de las anécdotas de su infancia. En una ocasión se pintó la cara con acuarelas pensando que eran pinturas de maquillaje.

Ahora que Nueva York está conquistada (ciudad que nos da cien vueltas en cuanto a diversidad en los desfiles, como Londres), una vez que ha cumplido el sueño, ¿qué es lo siguiente? Marián Ávila lo tiene claro: «Ser actriz pero seguir siendo modelo». Y, si puede elegir, «me veo más en el cine», confiesa.

A la hora de mencionarme algunas mujeres que le sirven como fuente de inspiración me habla de Vanesa Romero, Cristina Pedroche o Paula Echevarría, que dentro de la industria del modelaje, y además de su profesión, «hacen cosas interesantes».

Aunque si por ella fuera, preferiría desarrollarse fuera de España, es una gran aficionada a la moda del país: «Hannibal Laguna, Custo Barcelona, Jorge Vázquez, Francis Montesinos, María Escoté o Maya Hansen» son algunos de sus diseñadores preferidos.

Puesta a romper estereotipos de cualquier categoría, uno de los sueños de la modelo sería convertirse en la primera mujer en desfilar para García Madrid, el diseñador de moda masculina especializado en sastrería.

Marián Ávila

Para trabajar, su preparación es diaria: «Todos los días practico en mi casa, pero lo hago porque me gusta», aclara. Además de desfilar, entrena la voz, da clases de interpretación, hace ejercicio… «Todo se aprende en la vida» dice a modo de resumen. Y si es cierto eso de que el secreto está en las ganas, estas son, junto a su formación, algo de lo que no está escasa.

Pese a ello, me dice que «es muy duro», no ya solo para las modelos consagradas que viven únicamente de esto como Kendall Jenner o Gigi Hadid, que ya han denunciado lo estresante que puede llegar a ser este tipo de trabajo, sino más para ella que difiere del patrón común que caracteriza a las maniquís.

Por ello, con más razón, eso es lo que quiero que la industria entienda y cambie. Que hemos entrado en una nueva era en lo que a belleza respecta, que ahora queremos que se potencie la individualidad. Nos hemos cansado de ver siempre las mismas figuras como ideales mostrando un único concepto de belleza exclusivo que parece despreciar todos los demás.

Que la pasarela, la moda y la sociedad sean conscientes de que la belleza es algo universal, pero no solo que sepan, y por tanto sepamos, que existe, sino visibilizar y dar empleo a profesionales que abran las miras del sector y lo conviertan en una industria inclusiva donde lo diferente, que también es hermoso, tenga cabida.

Soy feminista y me maquillo

Soy feminista y me maquillo. Aunque conozco también feministas que no lo hacen. También hay mujeres machistas que llevan la cara lavada diariamente y mujeres machistas que, como yo, pasan por chapa y pintura cuando les apetece.

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¿Por qué os cuento esto?

Porque me he encontrado en varias ocasiones que los cosméticos se utilizan como una manera de desacreditar. «¿Y si eres tan feminista por qué te maquillas?», me han llegado a preguntar.

Me han llegado incluso a decir que el maquillaje es una cosa que las mujeres utilizamos para atraer más a los hombres, pero hay algo que parece que nadie les ha contado.

Y es que las mujeres nos maquillamos para gustarnos a nosotras mismas. Yo no digo que no se dé el caso de que alguna vez me haya arreglado más por tener una cita, pero quitando un porcentaje ínfimo, el resto de las ocasiones en las que lo hago son por y para mí.

Me gusta maquillarme, es así de sencillo. No puedo salir de casa sin el tapaojeras y una pizca de colorete porque sin ellos me veo con cara de extra de The Walking Dead (y seamos realistas, hay dos cosas que no le gustan a nadie independientemente de su género: cambiar pañales y verse con cara de orco de Mordor en el espejo).

Me maquillo porque me apetece y si no me apetece no me maquillo. Pero vamos, todavía no he oído a ninguna mujer en una tienda de cosméticos pidiendo la barra de labios infalible para conquistar a un hombre, pero sí una barra que poder llevar diariamente.

Es tan respetable una decisión como otra, porque ya os garantizo que de todos los libros feministas que he leído (y ya van unos cuantos) en ninguno he encontrado el capítulo en el que desarrollan la incompatibilidad del maquillaje con el feminismo.

Hay un caso que me encanta contar. Tengo una compañera periodista de belleza que siempre viene maquillada al trabajo estupendamente.

Un día hablando sobre el tema me comentó que no podía salir a la calle sin maquillar, que ni en el caso de que no fuera a cruzarse con nadie dejaría de hacerlo, ¿y por qué? Porque maquillarse le divertía.

Porque para ella es un placer jugar con las brochas, colores y lápices de ojos, porque se lo pasa bien.

Supongo que el resumen es que maquillada soy igual de feminista. Por supuesto que quiero tener igualdad, pero ¿qué daño hace llevar, al mismo tiempo, mi barra de labios Cherry Pink de Bobbi Brown en el bolso?

Lo mejor del feminismo es precisamente que nosotras tenemos total libertad a la hora de tomar las decisiones, sean del tipo que sean independientemente del nivel de trascendencia.

Los consejos que debes seguir si quieres que tu tatuaje envejezca bien

El furor por un diseño concreto cuyo resultado puede ser diferente en la piel, un mal sanado del tatuaje o la exposición al sol del mismo son algunos factores que pueden modificar el aspecto de la obra que llevamos en la piel. Para resolver las dudas que nos puedan surgir respecto al cuidado que hay que darle a las zonas tatuadas, Sonia Muñoz, tatuadora de Acme Tattoo Studio (Madrid), me resuelve alguna de las dudas más comunes que podemos tener sobre el tema.

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Según la artista, a la hora de escoger una zona cuanto «menos te dé el sol mejor, el sol se come el color y al final hay que repasar». Pero si queremos que quede a la vista no es un problema ya que «todas las zonas son buenas si te echas crema protectora -de alto factor de protección- y no te quemas» dice la tatuadora que desaconseja las zonas de las articulaciones como el codo o la rodilla.

Un tatuaje en el costado si coincide en la zona en la que abrochamos el sujetador, ¿podría dañar al diseño? «Solo cuando está curándose, luego no afecta», explica Muñoz, por lo que confirma que el cuidado posterior al tatuaje, la etapa en la que se sana, es una de las más importantes a la hora de definir su resultado final.

Para quienes piensen que hidratarse el dibujo con regularidad después de la ducha ayuda a mantenerlo ‘vivo’ se encuentran en lo cierto a medias. «A la molécula de pigmento le da igual la crema que uses pero a la piel no. Es mejor si tienes la piel tersa, ya que es el soporte del tatuaje. El lienzo hay que cuidarlo, no solo la obra«, recuerda la tatuadora.

Sonia Muñoz desmiente también el mito de las alergias: «La piel tatuada una vez cicatrizada es igual que el resto de piel. Herida y cortes pueden estropear un tatuaje, pero una pequeña erupción una reacción no van a cambiar el tatuaje«.

Es quizás uno de los diseños que más acusan el paso del tiempo las palabras o frases, ya que como confirma la artista «No es recomendable hacerse letras gruesas y pequeñas, ya que una vez cicatrizan se emborronan. La piel no es como un folio, mantiene el pigmento donde lo has puesto pero siempre recrece un poco hasta que se coloca, no queda fijo donde se puso. Si las líneas están muy juntas acaban por unirse«, dice Sonia Muñoz aclarando que el problema suele ser de aquellos clientes que quieren diseños pequeños. «En tatuajes, menos es más, un línea simple y fina tiene mejor trayectoria».

El sanado correcto del diseño después del tatuaje, el cuidado de la piel año tras año con cremas y protección solar son, en definitiva, junto a escuchar cualquier indicación del tatuador, los pasos a seguir, ya que en el caso de los diseños en la piel, es mejor prevenir que curar.

Como nos recuerda la tatuadora lo único que puede mejorar el aspecto de un tatuaje envejecido es «un repaso puede ser la solución, aunque no siempre se puede meter más tinta», ya que depende de cada caso.

¿Cómo debemos limpiar el interior del bolso sin estropearlo?

Ah, pero ¿hay que limpiarlo?

Al igual que las brochas que usamos de maquillaje tienen que pasar por un ‘servicio de lavado’ cada cierto tiempo, el bolso, nuestro accesorio más idolatrado también necesita ciertos cuidados.

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El bolso es un elemento de nuestra vida que va evolucionando con nosotras y, como nosotras, se mancha y coge gérmenes (con la diferencia de que no lo puedes arreglar con una ducha).

Entre que lo usamos para llevar una versión reducida de nuestra casa a cuestas y que lo utilizamos como contenedor, termina siendo una especie de criatura con vida propia que puede llegar incluso a arañarte cuando metes la mano a buscar un pañuelo de papel (historia real, tenía un imperdible abierto).

Es por eso que de vez en cuando, en serio, de vez en cuando, hay que sacar un ratito para hacer una limpieza a fondo y así evitar sorpresas desagradables, como cuando guardaste la chaqueta blanca porque te asabas de calor en el metro y salió medio azul porque te habías olvidado un bolígrafo abierto.

En primer lugar, vacía todo lo que lleves dentro. No hagas la de darle la vuelta que caiga el contenido en la cama (más que nada porque a todas se nos ha roto alguna vez una sombra de ojos/colorete/polvos de sol dejando todo el forro pringado).

Mucho mejor si, poniéndolo sobre una mesa, sacas las cosas una por una. Después retira el forro (si se pie) y acláralo con una esponja humedecida en agua con jabón.

Ojo si el bolso es de cuero que si humedeces demasiado la tela puede ser perjudicial. Para bolsos de cuero tienes sprays de limpieza específicos.

Si hay algún producto que haya explotado dentro, intenta quitar todo lo que puedas con papel de cocina. Repito, PAPEL DE COCINA, no pienses que humedeciéndolo saldrá porque es un grave error.

Después usa toallitas húmedas para terminar de quitar los restos (ojalá haber sabido esto cuando tuve que tirar un bolso porque se me abrió un gloss).

Para terminar, dale una pasada al interior con un paño del polvo (limpio), de esos que dan como grima por la textura.

Una vez consigas que te quede el interior inmaculado, deja que el forro se seque poniéndolo cerca del radiador o, si tienes mucha prisa porque solo querías quitar los restos de frutos secos (también me ha pasado) puedes darle con el secador.

Y hala, ya puedes seguir utilizando tu bolso. Aunque esta vez procura llevar los cosméticos dentro de un neceser para evitar disgustos.