Archivo de abril, 2018

Me duele ser mujer

Me duele ser mujer. Me duele más que nunca. Como si el peso de mi género me hubiera caído sobre los hombros de tal manera que no pudiera ni mover un solo dedo de la mano.

Me duele pensar que ahí fuera hay una hermana, amiga, hija, prima, vecina, clienta, socia, colega de cola de baño de discoteca, a la que han forzado, han vejado, han destrozado física y anímicamente, han reducido a la nada en contra de su voluntad y la juzgada ha sido ella.

Me duele ser mujer y me duele que mi valor haya estado dictado en una sentencia que ha transmitido un mensaje que ha llegado a todo país: viólame, fuérzame, méteme la polla por dónde, cómo y cuando quieras, que, a fin de cuentas, el precio te va a salir barato. No va a llegar a 9 años de tu vida, así de poco, así de sencillo. Que de hecho luego será menos, se te va a quedar en nada. Así que ahora que me veas por la calle ( a mí o a cualquiera de mis compañeras), si antes dudabas, ya no creo que te lo vayas ni a pensar dos veces

Me duele la vagina del peso que siento que ahora mismo acarrea haber desarrollado un par de tetas. Me duele que mi vida valga tan poco, que el aire sea más pesado que una sentencia que, de ligera, ha quedado en etérea.

Me duele que siga sintiéndome indefensa. No ya solo por las manadas y jaurías que hay ahí fuera, educadas en que la mujer es como su consola o una fiesta, algo para pasar un buen momento cuando apetezca, sino porque ahora ya sé que nadie va a hacer nada por detenerlas. Y que, aún si lo hacen, no pasará mucho hasta que vuelvan a estar fuera. Porque la justicia, esa que nos venden como una efigie de una mujer con una balanza, es en realidad un monstruo llamado machismo, y en sus manos, lo que empuña, es una desigualdad lacerante que está de parte de la justicia patriarcal.

Me duele que no he ido (ni iré) en mi vida a unos San Fermines pero da igual porque NUNCA VOY A ESTAR A SALVO. Nada garantiza mi integridad física, ni el lugar, ni el momento del día, ni estar sola ni estar acompañada. Porque esto le podría haber pasado a cualquiera.

Me duele llegar a casa y pensar que esa noche he tenido suerte porque he llegado entera. Me duele pensar que si me pongo una ropa u otra, si voy maquillada, serán atenuantes porque “está claro que lo iba pidiendo a gritos” y dirán que lo tengo merecido porque “iba buscando guerra”. Me duele también pensar que mejor no me pongo esos tacones por si tengo que correr.

Me duele que se desarrolle ropa interior «anti violaciones», un anillo especial para defenderme si me atacan mientras he salido a correr o unos pantalones para guardar un arma en vez de concienciar de que no necesitamos ser defendidas sino ser respetadas haciendo comprender que «NO» es «NO».

Me duele tener que estar preocupada por mis amigas, porque no me han mandado el mensaje de “Ya estoy en casa” y no saber si de camino, o en su propio portal, les puede haber pasado algo. Y creedme, es algo que me duele cada vez que salgo desde que tengo 16 años. No sé si alguna vez dejará de dolerme por mí o mis amigas, pero independientemente de ello, sé que empezarán dolores nuevos por una posible hija o sobrina.

Me duele que, desde el 26 de abril, si me violan, solo tengo dos opciones: o gritar, morder, arañar, rebelarme con todas mis fuerzas hasta que alguien, haciendo uso de su superioridad física (o numérica) me deje inconsciente o me mate, ya que la resistencia no es algo que vaya a detenerle. O bien mi otra opción: quedarme callada, asustada, recogerme a un rincón de mi cabeza y rezar a todas las deidades que se me ocurran para que pase rápido y pueda continuar un día más con vida, en cuyo caso, mi agresor, por mucho que me duela, será juzgado de otra manera.

Me duele pensar que no soy yo la que decide sobre mi cuerpo. Que dependo de que ningún hombre quiera hacerlo suyo por la fuerza. Me duele que ya no es una cuestión de sexo, dejó de serlo hace tiempo, sino de poder. De que realmente hay hombres que se creen en su derecho de hacer conmigo lo que quieran.

Me duele ser mujer, a mí y a tantas personas que se han manifestado en sus ciudades, a través de redes sociales, de whatsapps, de llamadas, de tuits… En definitiva, haciéndose eco de una situación que nos ha tocado cada fibra, que nos ha puesto la piel de gallina y nos ha dejado con la sensación de que, por mucho que nos lo vendan como un desenlace justo, no lo es.

Porque en los cuentos que nos leían de pequeños nunca nos habían contado que el malo vivía feliz por siempre jamás mientras era la princesa la perseguida, la hostigada, la culpable, la cuestionada.

Ellos 9 años (si llega) en la cárcel, ella, el resto de sus días recordando ese paso por el puto infierno.

Las tendencias en sandalias que amarán tus pies este verano

Has visto que ya viene el buen tiempo y estás como cuando las inglesas vienen de vacaciones a España: con ganas de sacar los dedillos de los pies a plena luz solar.

PIXABAY/ALMA EN PENA

De hecho yo lo hice (a medias el otro día) en mi Instagram (que digo yo que ya que estáis, podéis aprovechar para seguirme o simplemente cotillear mis stories a ver qué me cuezo).

Con estos calores, es el momento de hacer espeleología en tu armario hasta que des con las sandalias del año pasado.

Pero si las tienes destrozadas porque las usaste de festival en festival y andas tanto con ellas que su suela no tiene nada que envidiarle a las de los peregrinos del Camino De Santiago, estas son las tendencias que vienen de la pasarela directas a ponerse a tus pies:

  • Ugly shoes: el patito feo del armario, pero es tan cómodo que ahora por fin entiendes por qué tu padre no se las quiere quitar de los pies cuando hacéis turismo.

CROCS/STEVE MADDEN/CARMELA

 

  • Mules: Los zapatos semi abiertos ya nos sedujeron el año pasado. ¡Es tan tentador eso de que el calzado no te haga rozadura en el talón! Escógelos en colores vivos para darle (introducir voz de Samantha Vallejo-Nágera aquí) «saboooor» a tus estilismos.

AU REVOIR CINDERELLA/CARMELA

 

  • Sandalias joya: ¿Brilli brilli? Sí, gracias. ¿Quién dijo que las lentejuelas eran solo para Nochevieja? Perfectas para salir de noche cómoda a la par que elegante (y poder bailar sin el miedo de romperte la cadera por bailar con los tacones)

DESTROY/AZAREY/ALMA EN PENA

 

  • Chanclas modernas de inspiración retro: tiraste las tuyas de los 90, vale. No seas tan dura contigo misma ¿Cómo ibas a saber tú que volverían a estar de moda?

STEVE MADDEN/CROCS

 

  • Sandalias de guiri: No, no se me ha ocurrido otro nombre. Sí, tú también estás visualizando a guiris rubias con la piel blanca y los mofletes sonrosados llevando estas sandalias.

CARMELA/STEVE MADDEN

 

  • Estilo Hermes: el modelo de 480 euros que tienen todas las blogueras te lo puedes agenciar mucho más barato, pero igual de bonito, en otras tiendas. Eso sí, cuidado que huele a diseño estacional a kilómetros.

STEVE MADDEN/HERMES/GENUINS

Y ahora a darlo todo con faldas (o sandalias) y a lo loco.

Hablemos de los pintalabios líquidos mates, ¿realmente merecen la pena?

La obsesión por los labios mates fue la que me llevó a untarlos en talco antes de salir de casa. Pero claro, cuando sales a una fiesta/comida familiar/clase de modelado de jarrones de barro, acabas comiendo en algún momento y se pierde el color.

KYLIECOSMETICS

Como ninguna va con el bote de talco en el bolsillo, existen los pintalabios mates líquidos, que son la octava maravilla detrás de las pirámides de Keops y el chisme para cocinar en el microondas (nuestra segunda madre para los recién independizados).

La formula de estos cosméticos nos deja un color sin brillo que además suele durar bastante más que los de barra. Pero ¿cómo elegir? ¿Cómo decidirnos? ¿Cómo huir de los que te dejan la boca a rayas como el lomo de una cebra?

Para mí, un pintalabios mate se puede valorar en funcion de cuatro variables: su hidratación, cómo nos deja los labios al ponérnoslo, de si te quedan como si no llevaras nada o la sensación es parecida a cuando te has tomado un paquete de palomitas sin agua; duración, ya que todas nos preocupamos de que nos dure el maximo tiempo posible.

También valoro la saturación si el color es lo bastante intenso o necesitamos aplicarnos más capas que a un cuadro del Romanticismo y precio, porque nos gusta ir divinas pero nos gusta tener dinero en la tarjeta para irnos con la amiga a tomarnos algo a esa cafetería nueva que te hacen unicornios con la espuma.

Mi abanico de pinta labios líquidos no es muy amplio, pero estas son las tres marcas que he probado hasta hoy:

YO MISMA

-Wycon: lo que me gustaba el tapojeras de esta marca y lo malo que ha salido el labial. ¿Te acuerdas de los gloss de cuando eras pequeña? ¿La sensación de ‘pegajosidad’ (hola, me invento palabras)? Pues es algo parecido. Precio tirado, claro, pero no te compensa a como sale.

-Sephora: durar no es que dure mucho, además de que tienes que darte varios brochazos para conseguir el color que promete el bote y el pincel no pinta de manera precisa. Como vayas con la mano un poco temblorosa terminas como la boca del Joker de El caballero oscuro. A favor: huele de maravilla y tiene un activo hidratante que te deja los labios estupendos.

-KylieCosmetics: el color más conseguido. Es tan tan mate que podrías cubrir los desconchados de la pared y nadie se daría cuenta. Eso sí, para quitártelo terminas casi exfoliándote los labios, ya que te los tienes que dejar en carne viva. Ojo para que te llegue a casa desde las Américas que casi te cuesta sudor y sangre.

Elige el que más se adapte a tus necesidades (si solo lo quieres llevar un rato te da igual que termine desapareciendo, por ejemplo). A muy malas, puedes pasar de todo y seguir con la estrategia del talco.

El HIIT o cómo ponerte en forma entrenando 20 minutos

Déjame adivinar: quieres ponerte en forma este verano. Pero entre las ocho horas que pasas sentada en la oficina delante del ordenador, la cena, las lavadoras o el ir a hacer la compra porque te has quedado sin desodorante, y aquello huele a gato encerrado, no sacas ni un rato para salir a correr por el parque (con el buen tiempo que hace) y unirte a los que disfrutan del ejercicio al aire libre.

REEBOK

Si te sientes identificada con esta descripción, has vivido lo mismo que vivo yo. Cada día. Sin excepción. En el momento en el que empezaba a cansarme solo con subir los dos pisos de escaleras, me di cuenta de que tenía que ponerme en marcha y literalmente.

Pero claro, mi dilema existencial, y el de tantos, es que NO TENGO TIEMPO. Sin embargo, no desesperemos porque las cosas están cambiando en el fitness y el tiempo ya no es un impedimento, o al menos, eso me confirma Ángel Carmona, entrenador personal en el gimnasio Altafit de Cuatro Caminos y creador de Muscle Winner.

Y es que numerosos estudios han demostrado que lo de hacer una hora de ejercicio equivale en gasto calórico a hacer menos tiempo con intervalos de intensidad, pero ¿cómo ha cambiado esto a la hora de planificar los entrenamientos?

«Gracias a los entrenamientos HIIT (High Intensity Interval Training) hemos conseguido darle más importancia a la variable de la intensidad respecto al volumen y tiempo total de cada entrenamiento, ya que se ha probado que entrenamientos intensivos de corta duración traen consigo muchos más resultados que largas y tendidas horas de trabajo a media intensidad».

¿Es el fin entonces al sufrimiento de ocupar la cinta durante horas? «Se podría decir que sí, pero depende un poco de cada persona y el objetivo. En el gimnasio se ha notado mucho la inclusión de los HIIT» me dice él, que mejor que nadie sabe si los clientes se pelean o no por ocupar una máquina libre.

De manera sencilla, que podamos entender todos, los beneficios que aporta entrenar de esta manera al organismo según Carmona incluyen mayor oxidación de grasa (adiós celulitis, adiós) en el entrenamiento gracias al EPOC (exceso de consumo de oxígeno post ejercicio), mejora significativa en la capacidad cardio respiratoria (hola, resistencia) y mejoras en todos nuestros sistemas, como el hormonal, ya que el entrenamiento en HIIT estimula considerablemente la hormona de crecimiento.

Dicho así te suena tan bien, que lo quieres probar, ¿verdad? Pero ¿cómo podemos realizarlo si estamos fuera del mundo fitness y no sabemos ni por dónde abrocharnos la zapatilla?

«Hay tres puntos importantes a la hora de planificar HIITS: el tiempo de duración total, que no debe de sobrepasar los 20 minutos de duración, saber jugar con el número de repeticiones y tiempo de trabajo (a más repeticiones el tiempo de esfuerzo activo deberá de ser menor) y no olvidar el principio de la individualidad (si trabajamos a intensidades muy altas hay que saber medir bien los esfuerzos que podemos hacer).

Entonces, para que nos entendamos, ¿qué va mejor para la operación bikini? «¡HIIT sin duda! Sin olvidar combinarlo con sesiones de fuerza. Además podemos hacer HIITS en todos los ámbitos y de todas las maneras posibles».

Pero ojo, «no todos podemos entrenar de esta manera ya que existen contraindicaciones: personas con dietas muy hipocalóricas, con problemas en alguna articulación o personas con algún tipo de enfermedad cardíaca» deberían abstenerse.

¿Carmona cumple el «en casa del herrero cuchillo de palo»? Para nada. «Mis clientes entrenan de esta manera porque ganamos en tiempo y en resultados. Los entrenamientos más cortos y más eficientes siempre son la mejor opción» afirma.

Pero, ¿es algo con lo que tengamos «futuro»? ¿Podemos mejorar haciendo solo HIIT? «Sí, a medida que pase el tiempo tenemos que buscar entrenamientos en los que podamos seguir progresando y no estancarnos. Por ejemplo en una sesión HIIT con pesas, una buena variable para seguir mejorando es la sobrecarga progresiva o intentar subir el peso en los ejercicios a cada cierto tiempo».

«En una sesión de cardiovascular podríamos trabajar con la velocidad de carrera o el tiempo total de trabajo. Por ejemplo, si estoy corriendo a una velocidad durante intervalos de 20 segundos, dentro de una o dos semanas voy a intentar programar sesiones a la misma velocidad durante 30 segundos».

Ahora solo nos queda atrevernos a probarlo (¡o buscarnos otra excusa que no sea la del tiempo!)

Moda Coachella 2018: los 10 estilismos con los que te tienes que quedar del festival del año

«El party está caliente» dice Jake La Furia, pero con Coachella se quedó corto. Menuda edición. Ha sido más intensa que unas rebajas en las que vas justo después de cobrar. Hemos tenido de todo, polémicas con el organizador, Demi Lovato faltando a sus conciertos por irse al festival de fiesta, alguna borrachera épica…

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Pero aquí yo he venido a hablar de mi libro de los estilismos que más me han gustado (y que procuraré copiar a lo largo del verano) de las invitadas.

Valentina, la hermanísima de Chiara Ferragni, que este año acudió al #Momchella (acaba de tener a su pequeño Leone) en vez de al festival californiano, disfrutó de los conciertos haciendo gala del Italian style.

No ya solo porque atacara a algún que otro «trancio» de pizza, sino por sus estilismos. Del «brilli brilli» angelical pasó al boho punk (¿existe esta especie de primo del boho chic?).

Squad ❤ @lucavezil

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La instagrammer María Turiel hará que le robes la falda de flores a tu abuela y la combines con la camiseta rockera de tu hermano. El sombrero y los zapatos ponlos de tu cosecha, mujer, que estás dejando a la mitad de la familia con el armario temblando.

El conjunto de Kendall Jenner es perfecto tanto como para disfrutar los conciertos como para irte con Alicia Vikander al rodaje de la segunda parte de Lara Croft. ¿Has tomado nota de cómo ponerte ahora la riñonera? La cintura es tan 2017…

@kendalljenner here at #revolvefestival 💋

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Jessica Goicoechea demuestra que hasta una bolsa de basura junto a un cono es algo cool como photocall de fondo en Coachella. Claro que sí, festivaleros pero conscientes de la protección del medio ambiente.

Ojo con sus pantalones porque son los típicos que se los ves a ella en el estilismo y cuando intentas imitarlo en casa terminas hecha un cuadro (broma fácil para amenizaros el post, que aún me quedan outfits).

Round 2 🔥 #coachella @rimmellondones #rimmelgirlincoachella

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¿Os acordáis de la borrachera de la que os hablaba al principio? Pues fue la amiga Taylor la que tuvo que salir casi en carretilla del recinto.

Eh, no quiero oír ni una risita, que todas hemos tenido 22 años y hemos terminado por el suelo en la boda de esa prima poniéndonos finas a flautas. Tú te acuerdas (más o menos), tu familia se acuerda y las fotos del álbum dan fe de ello.

Vale que su estilismo sirena es estupendo, pero ¿qué me decís del maquillaje? Yo no sé vosotras, pero yo ya estoy rebuscando como loca en mi neceser de adolescente en busca de pegatinas.

💗💗💗 @daphnegroeneveld

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¿Que Kendall defiende la riñonera en el hombro? Pues llega Dulceida, que es la embajadora oficial de los bolsos a la cintura y te dice que no, que lo de llevarla a la altura del ombligo sigue siendo tendencia es 2018.

Es Dulceida, si se lo pone ella va a misa.

La veterana modelo de Victoria’s Secret, Alessandra Ambrosio, puso la nota de color (de todos los colores en realidad) con un short de ganchillo combinado con una cazadora vaquera con flecos de colores.

💙🌟💚🦄💛🌈🧡🌄❤️💫💜 #coachella

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Si te digo pantalón «cagado»+deportivas+Mantón de Manila+sujetador+sombrero pensáis que estoy peor que el que diseñó las ventanillas de los aviones, que nunca coinciden con los asientos.

Pero se lo ves puesto a Madame de Rosa y no solo te gusta, sino que te encanta, lo quieres y ya estás pensando en reciclar tus pantalones de yoga para un conjunto del estilo.

Coachella last day 🌴🎡

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Pero la ganadora, por diferencia, y sin duda alguna es… Adele, que no solo vio Coachella desde casa sino que lo disfrutó en chándal.

Porque seamos sinceras, ¿quién no disfruta de ver algo por la tele al abrigo del sofá un domingo por la noche? Adele somos todas.

Mood 1 #Beychella

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Modelos trans: hacer carrera en la moda independientemente del género

La moda abre, un poquito y a veces, sus miras. Vale que le lleva tiempo, pero tenemos que tener en cuenta que tiene muchos años, es como una viejecita, por lo que tenemos que ser pacientes con ella.

Vogue, que suele ser pionera, decidió en 2015 hacer historia y hacer una portada con Andrea Pejic, la modelo transgénero cuyo nombre nos suena más familiar (la hemos tenido hasta en alfombras rojaa españolas).

Multiple covers, multiple personalities #versayce

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La modelo oriunda de Bosnia con nacionalidad australiana desfiló tanto en pasarela masculina como femenina de diseñadores como Marc Jacobs, Jean-Paul Gaultier o John Galliano y, tras confirmar que haría una transición completa, se quedó con el futuro algo incierto, ya que su agencia tomó la decisión de romper el contrato.

Sin embargo, fue fichada por una de las agencias más famosas, Ford Models (si no te suena el nombre, creo que lo harán los de Naomi Campbell, Kim Bassinger o Jane Fonda).

«Estaba orgulloso de tener una carrera no definida por el género, pero mi mayor sueño siempre fue estar a gusto con mi propio cuerpo. Tenía que ser sincero conmigo mismo, mi carrera tendrá que adaptarse a ello», aseguró Pejic en una entrevista de la revista People.

Otros nombres que también se mueven por las aguas de la industria del trapo son Benjamín Melzer que fue imagen de Diesel, se desnudó para la campaña de PETA que buscaba concienciar a las personas sobre el uso de la piel animal como vestimenta y que también fue el primer trans en aparecer en Men´s Health como portada de la revista en su versión alemana.

Loiza Gamers, la primera trans en granar la edición holandesa de Next Top Model está especialmente relacionada con el modelo ya que compartió ambas campañas con Melzer.

Lea T, Helenia Melán o Laith de la Cruz también están sentando las bases de un sector que les gustaría que fuera más inclusivo, no solo por poder realizar el trabajo que les apasiona sino por lograr una mayor visibilidad de su situación.

Es quizás Andrea Pejic la que, haciendo uso de sus redes, manda los mensajes más contundentes de los que deberíamos tomar nota: «Me gustaría dirigirme a todos aquellos jóvenes ahí fuera que no están conformes con su sexo: Sé que es duro, sé que ha estado siempre ahí, pero recordad que tenéis derecho a ser aceptados tal y cómo os identificáis. Merecéis el mismo respeto que cualquier otro ser humano. Como mujer transgénero espero mostrar que, tras la transición, uno puede ser feliz y exitoso en su nuevo capítulo sin tener que apartarse de su pasado. Las diferencias no tienen que significar división, apoyemos juntos la unión«.

Mascarillas de tejido: Miin vs Garnier, la batalla de las pieles (hidratadas)

Cuando salieron las máscaras de tejido pensé que por supuesto quería unirme a la experiencia beauty de ayudar a mi piel pareciendo el asesino de La matanza de Texas, que es a quien te asemejas en cuanto las pruebas.

Mi spa casero.

(Nota mental: si la vuelvo a probar por la noche, hacerlo cuando esté sola para no provocarle un infarto a mis compañeros de piso)

La cosa es que llegaron a mis manos dos mascarillas hidratantes de tejido de celulosa, la Hidra Bomb de Garnier y la Deep Hydratating de Skin Lounge distribuida por Miin, por lo que decidí tomar nota mientras mi piel tomaba hidratación de los tratamientos para poder compartir mi opinión.

Ambas son para pieles secas que necesitan un «chute», además cuentan con ácido hialurónico, que nunca viene mal teniendo en cuenta que dejamos de producirlo según pasa el tiempo. Pero vamos a la chicha, que es lo que realmente os interesa.

Esta es la cara que se os va a quedar de guapxs.

La primera que probé fue la de Garnier, que tiene una de las caras con un plástico azul que tienes que dejar por fuera. Al sacarla del envoltorio aquello goteaba más que los sobaos cuando los mojas en el café del desayuno, de hecho dejé un poco del parqué en modo post ducha.

Tras colocarla sobre la piel tienes que quitar el plástico azul, lo que hace que se te vuelva a poner la apertura de la boca en Parla y la del ojo en la oreja, pero se pone todo en su sitio otra vez y fuera.

La de Miin, en cambio, se adapta más, o al menos me dio la sensación de que los recortes para los ojos y la boca iban mejor con la forma de mi rostro (y no es que yo sea de belleza «picassiana» precisamente). La única diferencia es que no sabía bien qué lado era para dentro y cuál para fuera, pero imagino que daría igual.

Lo suyo con cualquiera de ellas es usarla tres veces por semana (aunque va a ser difícil que saques tanto tiempo) y respecto a precio andan bastante igualadas (la diferencia es 1 euro más aproximadamente en el caso de Miin).

Tras quitarme las mascarillas, las dos dejaban la piel muy húmeda después del tratamiento, para lo que debes masajearte el producto hasta que reabsorba del todo (y ya no parezcas una rana recién salida de la charca). Sé inteligente, como los de Media Markt, y échate también el producto en el cuello, que más de una ya lo llevamos con más arrugas que una tortuga.

Siendo mi piel mixta, y aprovechando que puedo usar un poco de todo, mi conclusión es que este tipo de mascarillas te dejan la piel radiante, pero radiante en plan bien, a lo hidratada de manera natural, no como si hubieras estado vigilando el churrasco en la barbacoa y tuvieras la piel llena de grasa y sudor.

De todas formas, y como siempre, os invito a compartir vuestras experiencias (ya sean buenas o malas) con este tipo de máscaras para que todas lo tengamos en cuenta cuando vayamos de maratón de compras de belleza.

Mi último caso de abuso sexual en el transporte público

No consigo echarle una edad concreta, siempre se me dio mal este juego. Calculo que acumulará treinta y muchos y, en el caso de rebasarlos, los cuarenta se le quedarían cortos.

GTRES

Al poco de entrar al autobús veo que empieza a desplazarse hacia donde me encuentro yo. Algo lógico si su idea era buscar la salida, ya que me encontraba enfrente de la última puerta del autobús.

Mecánicamente, sin mirar, me hago a un lado para que salga, con la tranquilidad propia de los que nos gusta estar cerca de la salida y estamos acostumbrados a movernos las veces que haga falta para dejar pasar al resto de viajeros.

El hombre no se baja y siento que se coloca detrás de mí. Con el vaivén del autobús noto como su cuerpo se roza con el mío en numerosas ocasiones. Vale que el autobús está hasta arriba, pero nunca me he sentido cómoda cuando se trata de la invasión de mi espacio personal.

Sorteando pasajeros, y aprovechando que llegamos a una de las paradas, me desplazo unos metros hacia el interior del autobús alejándome de la puerta y de los roces inevitables del transporte público en hora punta.

El hombre, no sé si viendo el mismo espacio que estaba viendo, me sigue (tiendo a pecar de bien pensada). Pero en vez de colocarse a mi lado, enfrente de uno de los asientos, vuelve a colocarse detrás de mí. Con su cabeza casi pegada a la mía, y todo su cuerpo alrededor de mi espalda.

Suenan mis alarmas. «Mara, no te pongas paranoica» me digo tranquila. «Si quiere el móvil o la cartera, no se lo voy a poner fácil«, pienso mientras guardo el bolso entre mis piernas.

El vaivén continúa y sigo mi viaje tratando de apartarme de unos roces que según noto, se vuelven frecuentes de cintura para abajo. Y, lo que más me preocupa, no siguen el traqueteo del autobús, sino el de la persona que los ejecuta.

Respiro hondo. «Mara, no te pongas paranoica», me repito. Mi cadera me alerta de que se está chocando contra algo. Deseo fervientemente que sea el bolso de una señora que tenga al lado. La señora está lejos de mí. No es ella, es una mano.

La mano del mismo hombre que lleva todo el viaje rozándose contra mí. Respiro hondo. Muy hondo. Hondísimo. Seguro que ha sido sin querer, seguro que no se da cuenta. Pero él repite el manoseo una y otra vez. Dejo de montarme películas y asumo que lo está haciendo de manera muy consciente lo que hace que inmediatamente me enfrente a él.

Me siento vejada, expuesta, intimidada por aquel hombre de casi dos metros que, aprovechando el tumulto, va metiéndome mano un martes a las ocho de la mañana. Me giro, y le digo en alto que ya basta.

Mi italiano, imperfecto y tembloroso, le increpa que ya basta de tocarme el culo, que lleva todo el viaje haciéndolo. Que basta.

Me falta mucho vocabulario, pero esa palabra la conozco bien.

Me mira y se separa de mí diciendo que qué digo. Mi adrenalina corre, las lágrimas brotan ante semejante desfachatez. Le repito que ya basta de tocarme, que me da asco como persona, que las mujeres no estamos «a la sua disposizione». Que somos personas y no trozos de carne.

Ni siquiera sé si le hablo en italiano o en castellano. Mi voz, todavía temblorosa, ha sonado alta, bien alta. Tanto que medio autobús está mirando y el otro hace por no mirar. Y, tras mis palabras, aun memorizando su cara de estupefacción, oigo una mujer: «Brava». Otra más «brava». «Brava». Y dos más allá gritándole a él: «Escendi», «Escendi» (bájate).

El hombre, todavía incrédulo pero claramente avergonzado (una mujer gritándote que eres un cerdo y otras poniéndose de su parte diciéndote que te bajes, calan a cualquiera), se dirige a la puerta y, en cuanto llega el autobús a la parada, desaparece por la calle.

Me tiembla todo el cuerpo. Todas las mujeres que tengo alrededor se me acercan, me hablan, me dan consuelo, apoyo, me ofrecen asiento, un sorbo de agua… Agradecida cojo un pañuelo al vuelo y me seco las lágrimas. Sigo en shock, pero la piel de gallina es por otro motivo.

Podría haber estado todo el viaje diciéndole al hombre que dejara de tocarme que le habría dado lo mismo y habría continuado impertérrito, a mi lado. No fue hasta que otras mujeres se solidarizaron conmigo y le dijeron que se fuera, que se bajó del autobús.

Esta vez, la tercera que me meten mano sin mi permiso en el transporte público, no sentí asco de mí misma, sino de él, de la clase de educación que habría recibido que le hacía creerse en su derecho de tener un contacto íntimo por la fuerza, sin permiso, solo porque él era un hombre y yo una mujer. Eso era lo que realmente me daba ganas de vomitar.

Así que si, como a mí, os agreden, os tocan, os hacen u os dicen, no os calléis, no bajéis la cabeza con miedo. Alzad la voz, aunque sea entrecortada y con lágrimas de por medio, y decid en alto «NO. BASTA». Porque no estáis solas, ninguna lo está, y si yo, encontré aliadas en un país extranjero, vosotras también las vais a encontrar. Juntas podemos cambiar las cosas.

Luchad.

La moda de las deportivas horrorosas (que debería pasar muy rápido)

Chiara Ferragni es mi ídolo. No ya solo que me encante su estilo, sino que me parece un ejemplo estupendo a seguir que cualquier mujer puede ver como inspiración. Emprendedora, icono de estilo, dueña del imperio del ojo azul… Es tal mi admiración por ella que si me dieran la opción de cenar con cualquier persona viva o muerta, Chiara sería la tercera (mis abuelos y Caitlyn Moran ocupan los dos primeros puestos).

YEEZY, GUCCI

Y con todo lo que la admiro, una parte de mi alma se marchitó a la velocidad del rayo cuando la vi en unas fotos de Instagram con unas deportivas tamaño tráiler-de-carreras-Monster-Truck-de-Cepsa.

Pero lo peor es que no fue el único zapato dantesco (siempre había querido usar ese adjetivo en el blog. Me siento muy realizada como periodista) estilo Familia Addams si la conocida cuadrilla televisiva tuviera una línea de calzado. Otros estaban por llegar a su cuenta y a los de otras instagrammers que sigo con el mismo interés con el que veo Fariña.

INSTAGRAM DE LA FERRAGNI

No me gusta echar las culpas pero… Balenciaga, I BLAME YOU! La firma empezó a sacar estas zapatillas en la pasarela y, como es natural, terminó llegando a las calles.

¿Os parecen normales esas barcazas de yayo que se va a dar un paseo por el parque después de ver cómo avanza la obra del barrio? (Todo mi amor a los yayos y yayas que van cómodos pero ajenos a las tendencias)

Es que me pongo de mala uva, de verdad. Casi me parece ver a Steve Martin en Vuelve el padre de la novia, y la imagen, para esa pequeña amante de la moda que vive en mi ser, no es agradable.

Otras marcas también están dándolo todo sacando sus diseños más horrendos como el caso de Nike 97, Gucci o el modelo Yeezy de Adidas diseñado por Kanye West.

Lo mejor es que en las redes sociales encuentras comentarios de «Jo, son demasiado bonitas». Vale que para gustos los colores, de hecho puedes definirlas como «inmensas», «cómodas», «chillonas», «llamativas», «alternativas»… Pero ¿»bonitas»? Lo siento, pero por ahí no paso. Y podéis estar seguros de que por las zapatillas tampoco.

Un «like» a la celulitis de Demi Lovato

Si nosotras tenemos al típico seguidor de turno que hace un comentario hiriente de «en esa foto se te ve la celulitis/se te marca un pezón/has cogido peso», imaginad si multiplicáramos a esa persona por mil.

INSTAGRAM DEMI LOVATO

Las celebrities, esas con las que tanto nos gusta sentirnos identificadas en nuestras vidas, también se enfrentan a estos comentarios.

No hace falta cruzar el charco y llegar a Anne Hathaway y su publicación, cubriéndose las espaldas de los haters, de este viernes declarando que estaba ganando peso para un papel.

«A toda esa gente que va a intentar avergonzarme por mi peso en los próximos meses, no soy yo, sois vosotros».

Dulceida, Tania Llasera, Alexandra Pereira de Lovely Pepa o Laura Escanes son otras mujeres que han alzado la voz (vía internet, ya que es la que más parecemos atender ahora) para decir «¿Perdona? ¿Que vas a venir tú a hablar de mi cuerpo con esa cara cemento que me llevas?»

No así, obviamente (el contraataque es de mi cosecha) pero sí dejando claro que nadie está en la posición de juzgar el físico de otra persona porque una persona no debe ser valorada por su cuerpo (y porque no deberíamos sentirnos tan poco humildes como para hacerlo).

Este jueves (¿o miércoles? Me pierdo con las diferencias horarias) Demi Lovato hizo una poderosa declaración a través de sus historias de Instagram (la foto que os he puesto arriba):

«Estrías y grasa extra… Y aun así me quiero. Celulitis y aun así me quiero. No tengo thigh gap y aun así me quiero».

No ya solo que se animara a compartir públicamente con sus casi 67.000 seguidores lo que la sociedad le dice que es «incorrecto» en el cuerpo de una mujer desde que se levanta hasta que se acuesta, sino que terminó con este mensaje contundente que, si ya me caía bien, hace que quiera invitarla a mi casa a ponernos mascarillas mientras vemos una película de Marvel:

INSTAGRAM DEMI LOVATO

«El boomerang suavizó mis piernas. El caso es que tengo celulitis, justo como el otro 93% de mujeres. Lo que veis en Instagram no es siempre lo que parece. Aceptémonos a nosotros mismos. #Mequiero».

Querernos, aceptarnos, entender que el cuerpo es algo que cambia y respetarnos unos a otros en lugar de fomentar el odio y el sentirnos avergonzados parece algo tan poderoso como suena. Solo queda que los críticos capten el mensaje. Y, si no lo captan, que no cambie que nos queramos igualmente.