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‘¿Quién teme a lo queer?’

Reseña por Alberto Poza

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¿Quién Teme a lo Queer?
Victor Mora, Continta Me Tienes, 2021

 

¿Quién teme a lo queer? es un ensayo que hay que leer como si fuera una película de ciencia ficción. Una en la que les personajes han perdido la memoria y se enzarzan en batallas tribales por ocupar el lugar central de representación política en un futuro utópico (queer) que no termina de llegar. La historia transcurre en un mundo que ya no existe, en un lugar ordenado por categorías que cada vez son más incapaces de representar y hacer felices a los cuerpos que lo habitan.

Naturalmente —¿naturalmente?— estos cuerpos se rebelan contra las categorías que los oprimen mientras que, casi sin saberlo, declaran su amor a otras formas de opresión. En muy pocas páginas, Víctor Mora nos coloca a todes en escena, a quienes temen a lo queer y a quienes creíamos encarnarlo. Aparecemos todes al borde del precipicio, tal y como nos habían hecho imaginarnos, batallando en los márgenes del presente por el monopolio de la utopía queer: Los LGTBeros sobre las carrozas de sus patrocinadores, las feministas con el puño cerrado blandiendo rosas como espadas, y les queers de uñas afiladas amenazando con veneno pa’ tu piel. Y en mitad de este jaleo —perdonadme el spoiler— Víctor Mora nos abre el archivo.

Antes de la publicación de este ensayo ya podíamos intuir quién teme a lo queer. Nos habían hecho imaginarnos en bandos como si esto fuera una guerra y sabíamos que desde algunos sectores del feminismo y del movimiento LGTBI+ había reticencias hacia la teoría queer—o temores si queremos— precisamente porque lo queer propone desnaturalizar las categorías sobre las que estos movimientos se han construido. Unas categorías que aunque invisibilizan las realidades que no llegan a nombrar, evidentemente son muy queridas para aquellos colectivos a los que han acercado a su liberación. Lo que quizá no habíamos intuido con tanta facilidad —o habíamos preferido olvidar— es qué teme lo queer.

Afortunadamente, justo después del interludio —porque este ensayo tiene interludio y artistas invitadas— en la segunda mitad del texto, se abre el archivo de sentimientos de los movimientos disidentes y por la liberación sexual para ofrecernos respuestas y advertirnos de que lo queer no es inmune a la tendencia hacia la rigidez que hemos visto en otros movimientos sociales. Basta una mirada atrás para ver cómo lo queer va poco a poco solidificándose en formas que le impiden alcanzar todo su potencial subversivo, formas de las que el matrimonio igualitario o un orgullo/pride totalmente sometido al mandato del capital son sólo un par de ejemplos evidentes. Este ensayo nos viene a decir que, quienes creíamos encarnar lo queer parece que también hemos cultivado, sin querer ser del todo conscientes, una especie de amor hacia ciertas formas estables de ordenar nuestras vidas que, aunque son poco liberadoras, nos son muy apreciadas y nos sujetan a nuestros privilegios impidiendo que éstos se universalicen. Y es que, ¿quién no ha querido, después de una adolescencia gris, participar de la ficción del amor romántico, o incluso casarse? Que levante la mano quien nunca se ha querido imaginar amado dentro de la forma del amor romántico monógamo. Y si alguien ha levantado la mano, que la sostenga alzada sólo si ha concebido la posibilidad de una relación íntima y romántica que no requiera de encuentros sexuales. Efectivamente, todes nos equivocamos constantemente y encontramos la felicidad in hopeless places que diría Rihanna. Al final, lo que teme lo queer es lo mismo que teme cualquiera de quienes aparecemos en esa escena bélica con la que arranca este texto, porque ningune quiere caer por el precipicio, que caerse de boca en el futuro, y perder por completo las formas que organizan nuestra vida, da miedo.

El uso que hace Víctor Mora del archivo de sentimientos convierte este ensayo ya no en uno de los mejores repasos que se le han dado a la teoría queer en castellano: con profundidad teórica, asequible, pedagógico y con la mayoría de sus fuentes bibliográficas citadas en español y/o de autores nacionales, sino que también consigue hacer del texto un mapa utópico hacia un futuro posible para les que están por llegar. ¿Quién teme lo queer? alimenta un uso crítico de la memoria, nos recuerda que no estamos solos, nos hace conscientes de nuestra vulnerabilidad y nos permite seguir imaginándonos llenos de esperanza al borde de ese precipicio que hay a los márgenes del presente.

¿Quién teme a lo queer? – Escándalo.

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

 

El conformismo es la certeza obstinada de aquellos que son inseguros

Pasolini

Este río desbordado no se puede controlar

Willy Chirino/Raphael

 

En 1965, Pier Paolo Pasolini realizó el documental Comizi dAmore (traducido como Encuesta sobre el amor), con el que recorrió Italia haciendo preguntas a todo tipo de gente sobre las relaciones, el amor, el género, el sexo y los derechos civiles. Cientos de personas opinan en este film sobre, entre otras cosas, el matrimonio y una posible ley del divorcio. La cuestión flotante es el problema sexual, tesis que sobrevuela la película y que todo el mundo parece sobreentender sin más indagaciones. ¿El matrimonio/divorcio soluciona el problema sexual? Nunca se plantea cuál es, efectivamente, este problema, sin embargo la pregunta hace saltar como resortes de la misma maquinaria toda otra serie de amenazas adheridas. Parece que el problema sexual es un todo en el imaginario común que afecta a las cuestiones más íntimas y, por supuesto, a su deriva pública.

Pero, ¿cuál es el (o son los) problema(s) sexual(es)? En Comizi d’Amore se habla sobre la pareja y sus normas, la infidelidad, la prostitución y sus condiciones, las invertidas, la moral, la identidad, la perversión y sus implicaciones, los derechos, la crianza, el afecto, la segregación de espacios y, en suma, qué significa ser hombre o ser mujer. Todo el mundo entonces, como tú y yo ahora, como cualquiera, tenía una opinión sobre estos engranajes, sobre el problema sexual y sobre cómo debería estructurarse el mundo en función de esa opinión. Testimonios diversos por generación, clase social, orientación, identidad, procedencia, herencias e historias de vida producían, como resultado, un mapa heterogéneo de cuerpos y relatos que, de forma desigual, habitaban el problema sexual.

Como tú y yo, como entonces, ahora. Resulta sorprendente (o quizá no tanto) escuchar argumentos que casi 60 años después se reproducen en nuestro presente, y otros que, si bien han cambiado de contenido, utilizan la misma estrategia de enunciación: el escándalo. Y es que el problema sexual, convengamos, emerge cada tanto en el mapa social y siempre se encuentra con resistencias similares. Hoy por hoy, estamos de acuerdo en que cuestiones como el divorcio o incluso el matrimonio igualitario no suponen (salvo en los reductos más conservadores) ningún escándalo. Sin embargo hay que reconocer, como nos recordó Gayle Rubin, que si bien la sexualidad siempre es política, hay periodos en los que la vida erótica es ampliamente politizada, y esos periodos (los de renegociación) se engarzan entre argumentos progresistas y resistencias conservadoras. Lee el resto de la entrada »

¿Quién teme a lo queer? – Lo que somos: autobiografía, ficciones y dramas

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

Si quieres mandar preguntas o comentarios a Víctor Mora puedes escribir DM o de forma anónima a: https://curiouscat.me/Victor_Mora_G

 

 

Quizá el objetivo más importante de nuestros días es descubrir lo que somos,

pero para rechazarlo.

Michel Foucault.

 

No me atrevo a hablar en nombre de ninguna otra, lejos de perpetuar la idea de que las mujeres trans somos un bloque homogéneo de prácticas e ideas, defiendo nuestro derecho a la cobardía, a la alienación, a ser completas gilipollas, a equivocarnos, a ser unas bocazas y a dramatizar.

Alana Portero.

 

No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro.

Virginie Despentes.

 

¿Qué/quién soy? Cuerpo, nombre, memoria, proyección. Lo que somos. Expresión, performance, significante en mapa, cuerpo-texto, herida abierta, preconsciencia. Lo que somos. Ultraconscientes del autoengaño, exposición, venta y consumo. Titubeo, mentiras, verdades como puños, verdades con patas. Fracasos, errores, esperanzas. Lo que somos.

Soy Víctor Mora, y ahora mismo escribo desde un portátil en el salón de mi casa. Esto va cambiando, a veces escribo en bibliotecas o en bares, en cuadernos y libretas. Escribo todos los días y todos los días soy Víctor Mora, aunque ya he asumido que esa persona son varias personas como, creo, cualquiera. He aprendido a convivir con los fantasmas que me componen, a entender que el yo que escribe ahora no es más que uno de ellos y que no es desde luego más importante que el resto. He vivido en Madrid más de la mitad de mi vida. He trabajado la noche y los clubs. He sido imagen, DJ y cantante de una banda electrorock. Fui teleoperador erótico, camarero en saunas gays y dependiente en tiendas de moda gótica. Me maquillaba, tenía el pelo largo y estaba obsesionada con la delgadez. Performaba la feminidad sin considerarme mujer, es decir, sin serlo. Pero sí sabiendo que tenía que explorar lo femenino y expresarlo. Era mi espacio en el género. Era un lugar de emancipación. Fui por fin el putón que tanto ansiaba ser, el de Ziga, el que añora ser la niña que no se atrevió a pedir que la dejaran ir con boa de plumas y sombra azul al colegio. Quise ser Miss Guy de Toilet Boys. Tacones, medias de rejilla, labios rojos, eyeliner, pelo cardado y maquillaje hasta en el corazón, como cantábamos en nuestro primer single post-Naranjo. Lee el resto de la entrada »