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El escupitajo con sabor a feminismo

Dichoso feminismo. Cómo me ha cambiado la vida. Es que ya no hay manera de disfrutar tranquilamente de los piropos callejeros.

DIANINA XL/MARA MARIÑO

Ya no puedo perderme en las licencias poéticas de aquellos que me espetan públicamente lo que harían con mi culo o con mis tetas. No.

Ahora por culpa del feminismo me tengo que valorar no solo por mi físico, sino por mi persona en su totalidad. Qué locura lo de ser mujer y ser más que un cuerpo, ¿eh?

Con lo bien que estaba yo recibiendo manos anónimas sin mi permiso en zonas de mi cuerpo y en sitios como la discoteca, el autobús el metro, la calle o un festival… Y ahora nada, ahora como soy feminista no puedo disfrutar de aquellos que se creen con el derecho de usar mi cuerpo a su antojo.

Ahora resulta que yo me tengo que hacer responsable de mí misma.

Por ejemplo, como lo que me pasó el otro día sin ir más lejos.

Iba yo tranquilamente por la calle con un pantalón corto y un chico que iba en bici empezó a decir comentarios de lo que haría entre mis piernas.

Como iba hablando con mi madre y no podía darle la respuesta que empleo desde que soy feminista (un simple «¿y quién te ha preguntado?»), le saqué el dedo corazón para demostrarle mi opinión respecto a sus insinuaciones.

Había cumplido con mi reivindicación feminista del día y ya podría dormir tranquila.

Lo que no esperaba era que el susodicho se diera la vuelta con la bici circulando en dirección contraria y al pasar por mi lado me escupiera de lleno en la cara.

La saliva cayó sobre mí con todo el peso del feminismo. Un gapo que llevaba grabado en cada molécula de H2O «Por aquí me paso yo que no te guste que te trate como a un cacho de filete de la carnicería del Mercadona».

¿Podéis imaginar lo triste de la situación? No, no hablo de mí parada en la calle con el cuello, la cara y la coleta empapadas de secreciones (¿pero cuánta saliva produce la boca de ese hombre?)

Sino del hecho de que se considerara con derecho de emitir comentarios de índole sexual no deseados limitándose a juzgar mi cuerpo y, en segundo lugar, por escupirme después de que yo mostrara mi desagrado a que un desconocido se me insinuara a voces por la calle, cuando, a su entender imagino, debería sentirme agradecida de que un total desconocido apreciara mi físico.

Así que el feminismo me costó un gapo y una ducha extra ese día. Fijaos si ha sido terrible la experiencia que me he dado cuenta de lo importante que es que lo siga practicando aunque me espere un camino bañándome en gargajos ajenos.

Mi yo feminista tendrá que aprender a nadar entre esputos ya que se acabó el tiempo de quedarse calladas, bajar la cabeza y seguir caminando como si nada por miedo a lo que pueda pasar si contestamos.

(Os dejo el hilo de Twitter donde relaté la «refrescante» experiencia)

«Te hago fotos gratis si dejas que te toque», el follógrafo de Madrid

Con esa frase es como debería anunciarse el fotógrafo Danilson Gomes (@longshoots_ en Instagram) si viviéramos en un mundo sincero.

PIXABAY

Sería un anuncio indignante, vejatorio y asqueroso, sí, pero honesto. Si la oferta te convence y estás dispuesta a dejarte tocar, al menos sabrías a lo que ibas, eso ya es decisión personal, pero no vivimos en un mundo sincero. Todavía.

Aunque afortunadamente cada vez estamos más dispuestas (si seguís leyendo entenderéis por qué hablo en femenino) a abrir la boca, porque por mucho que nos lo hayan dicho activa y pasivamente, calladitas NO estamos más guapas.

Pero pongamos el ojo sobre el objetivo, que es a lo que se dedicaba Gomes entre muchas otras cosas no relacionadas con su profesión de fotógrafo freelance o modelo.

«Yo lo viví en primera persona» declara Margalida María en su Instagram (@margalidamariax), que se hizo una sesión de fotos para una tienda con Gomes en la que ambos modelaban.

A lo largo de la sesión notó como él aprovechaba para tocarla o se acercaba a «colocarle la ropa» mientras se cambiaba. «Sé vestirme sola» aclara en la red social. «Ya sé cómo colocarme un tanga» declaraba también @chleopawtra, que también sufrió de los abusos del fotógrafo.

La declaración de Margalida María tuvo un alcance exponencial. Lo que ella pensaba que fue un caso aislado de abuso tuvo una respuesta de decenas de mujeres que afirmaban haber vivido experiencias del estilo con el fotógrafo.

Una cascada de mensajes que ella ha publicado en sus stories guardando el anonimato, documentando las vivencias de otras víctimas que hablaban de situaciones semejantes.

«Yo tenia 3000 seguidores y conté esto como he subido otras historias y nadie me ha hecho caso. Esta vez ha tenido una repercusión y Time is up. Se os acabó el chollo a ti y a todos los que os habéis aprovechado u os queréis aprovechar de mujeres» declaraba sin tapujos en el directo del lunes.

@MARGALIDAMARIAX

Conversaciones e incluso notas de audio en las que el fotógrafo se insinuaba sexualmente, pedía fotos desnudas a sus «clientes», exigía cobrar las sesiones si las modelos no se desnudaban o si acudían al estudio con pareja entre muchas otras maniobras de abuso, manipulación, acoso e intimidación que ha realizado impunemente en estos últimos 4 años.

El miedo, la vergüenza o el simple hecho de no caer en que se había vivido una situación de abuso ha hecho que se desencadenara hace dos días la reacción viral cuando Margalida María compartió la historia. Para otras está más que claro el motivo: “Tenemos el acoso tan normalizado que cuando nos sucede no nos damos cuenta” relata Adriana (@afrofucsia2.0) otra de las víctimas del fotógrafo.

INSTAGRAM @AFROFUCSIA2.0

«Si no sabes tratar a las tías, hasta que aprendas a trabajar con mujeres haz fotos a las paredes» declaró Margalida ayer en el directo.

¿Su objetivo alzando la voz contra esta experiencia tan nefasta? «Que ninguna tía quiera hacerse fotos contigo. Quiero que dejes de trabajar de fotógrafo con mujeres, que ninguna marca te pague ni te esponsorice. Aquí estamos y si nos tocan a una nos tocan a todas«.

«Ahora has sido tú pero que se preparen los que lo han hecho. Yo quiero que las mujeres puedan ir a sesiones de fotos, puedan hacerse fotos desnudas y que lo hagan cómodas, que no tengan miedo, que ninguna tenga que fingir que se pone malas para poder irse«.

Y es que las protagonistas de las historias son únicamente mujeres ya que en palabras de @magalimariax «no ha salido ninguna historia de ningún hombre en las que el se sentara a verle cómo se cambiaba o que les tocaras más de la cuenta. Por algo será» reflexionaba. «Como con los tíos sabes comportarte hazle fotos a ellos, a nosotras déjanos en paz».

El aluvión ha hecho que incluso la marca de ropa deportiva Kappa, que realizó una colaboración con el modelo/fotógrafo lanzara una declaración este lunes:

INSTAGRAM @IDENTITYDISTRIBUTION

Así como la artista Moderna de Pueblo:

Me ha indignado mucho ver lo que revelaba @margalidamariax sobre el acoso que han sentido muchas mujeres al trabajar con el fotógrafo @longshoots_ (podéis verlo en su stories) Ya le están cayendo mil insultos A ELLA. Desde el clásico "qué vas a ser modelo con lo fea que eres" hasta "no sabes cómo llamar la atención". Pero somos más las que te apoyamos, desde aquí te doy las gracias porque la única manera de que otras no pasen por experiencias asquerosas es que las que ya hemos pasado por ellas hablemos. Antes no era consciente de qué era un "abuso de poder" y ahora lo veo más claro que nunca. A los 20 años, cuando buscaba prácticas en el mundo de la publi, por ejemplo, me citó para una entrevista Mr.JefazoImportante y me hizo sentir que si le "bailaba el agua" conseguiría el puesto. "Eres muy guapa, como todas las que trabajan aquí.", me soltó a 10 cm de mi cara mientras me tenía en su despacho a oscuras cuando todo el mundo se había ido a casa. Salí de ahí y antes de llegar a mi casa vomité en la calle por el asco de lo vivido. Pero nunca pensé en que eso había sido un "abuso de poder". Me eché la culpa por ser tan inocente y tontita y simplemente pensé que era un baboso más. No son babosos, son acosadores. No somos tontitas y hemos empezado a hablar. Estés en la profesión que estés, #cuéntalo

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Mientras tanto, Gomes se ha limitado a negar las acusaciones tachándolas de mentiras y a bloquear su cuenta de Instagram (después de eliminar casi todas las fotografías que él mismo había realizado).

Os dejo algunas de las conversaciones que compartieron en Instagram para que sirvan como alerta para todas aquellas que no identifiquen este tipo de situaciones y que sean conscientes de lo que es un abuso (independientemente del nombre inocente que le pongan luego los tribunales del país):

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

INSTAGRAM @MARGALIDAMARIAX/@CHLEOPAWTRA/@AFROFUCSIA2.0

Y quizás os preguntéis qué hago hablando de esto cuando anoche fue la Gala MET y religiosamente escribo sobre la alfombra roja cada año.

Porque se ha acabado el tiempo de mirar hacia otro lado. Porque me he cansado de que haya elementos que se piensen que pueden hacer lo que les dé la gana con las mujeres y salirse de rositas. Porque no conozco a ninguna de ellas pero no me hace falta, porque yo las creo. Porque no están solas. Porque a lo mejor pueden conseguir que una o dos guarden silencio, pero no van a callarnos a todas. Y porque, desde ya, pienso encargarme de sacar el nombre de esta persona en toda conversación que tenga con alguien que trabaje en el mundo de la moda para que no se olvide el daño que le ha hecho a tantas mujeres que acudieron a él con una idea tan inocente como el sueño de ser modelo, sueño del que se aprovechó mujer tras mujer, sesión tras sesión, hasta hoy.

Los Globos de Oro más sororidarios de la historia

La alfombra de la 75ª edición de los premios Globos de Oro de 2018 sería, según ABC un funeral, sí, pero no ya por el color, un funeral del respeto que ha muerto en manos de aquellos que abusaron de su posición para obligar a mujeres a doblegarse a sus deseos.

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La protesta sororidaria a través del color de la vestimenta contra los abusos sexuales de «depredadores» como Harvey Weinstein, Bill Cosby y otros tantos anónimos, hicieron del #WhyWeWearBlack (Por qué llevamos negro) una causa extensible a todas las mujeres a través del escaparate de los premios. Fue, en definitiva, un acto de hermandad y solidaridad entre las mujeres cuyo objetivo es crear redes de apoyo que empujen cambios sociales para lograr la igualdad.

La sugerencia, declaraba BBC, es una iniciativa de la coalición de mujeres -actrices, agentes, abogadas y otras- conocida como Time´s Up («Se acabó el tiempo»), que se conformó en octubre del año pasado para denunciar el acoso sexual en Hollywood.

Muchas actrices aprovecharon la sencillez del color para llevarlo al extremo absoluto, al minimalismo. El vestido de Samira Wiley llevaba un cuello transparente con apliques tipo pluma en dorado, mientras que Zoe Kravitz aprovechó los pendientes para añadirle color. La actriz Meryl Streep posó con su acompañante Ai-jeen Poo, la activista americana.

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Gal Gadot, Reese Witherspoon y Emilia Clarke también optaron por llevar diseños sencillos para unirse a la causa solidaria.

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Yo ya comenté en Twitter que, pese a lo mucho que me gusta Sarah Jessica Parker, el diseño que eligió, que parece hecho con un corsé interior remendado a un delantal de peluquería, me lo pone muy difícil. En cambio Sadie Sink y Millie Bobby Brown supieron jugar con los volúmenes, así como Kendall Jenner y su vestido de princesa versión Tim Burton.

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Entre faldas vaporosas estuvo la cosa respecto a las actrices Nicole Kidman, Angelina Jolie, Michelle Pfeiffer y Diane Kruger.

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En toda gala que se precie, si no sucede no es una gala, están las típicas que acuden con el vestido lencero y van más anchas que largas. Porque oye, tan a gusto que se va sin el sujetador por la vida y lo monísimo que queda todo con unos tacones. Catherine Zeta-Jones, Halle Berry y Kate Hudson fueron las tres actrices que se animaron a llevar los negros más transparentes.

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El toque vintage lo pusieron con sus diseños Alicia Vikander, que eligió un vestido de inspiración romántica, Jessica Biel y Mandy Moore que bien podrían haber funcionado en la alfombra de la misma gala en 1950.

 

 

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Las reinas del glamour que más me llamaron la atención fueron Heidi Klum (Heidi, mi reino por tu vestido), Alison Williams, Keala Seatle y Dakota Johnson.

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Los vestidos con cola o brillos de Octavia Spencer, Jessica Chastain Penélope Cruz  y Margot Robbie entran también en mi lista de vestidos que pedirle a los Reyes Magos (pero para 2019).

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También muchos de los actores nominados o que presentaban los premios llevaron el pin de la coalición.

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