(h)amor 9 amigas

«[La amistad] Consiste en amar a un ser humano como se querría amar a
toda la humanidad».

De la amistad, Simone Weil

 

Nosotras y las autoras que participan en este volumen, (h)amor 9 amigas, reivindicamos y practicamos la amistad en múltiples y diversas formas. Que las amigas nos pueden salvar la vida lo gritan desde siempre los feminismos, y lo llevamos como bandera las minorías, migrantes, racializadas y el colectivo LGTBQIA+.

Como bibolleras también sabemos que las amigas pueden ser amantes, o sujetos de deseo, y esta forma de amistad-amorosa puede ser vivida desde la idealización, el rechazo o la identificación absoluta.

Y además nos hemos dado cuenta de que la amistad en ocasiones necesita distancia, de que hay amigas que se separan, temporalmente o para siempre, de que el duelo es también un dolor que puede llegar a formar parte de este tipo en apariencia tan universal y sin embargo absolutamente particular de relaciones.

La amistad, por último, debería ser crítica y no convertirse en otro concepto susceptible de ser transformado en producto de consumo por el neoliberalismo.

Como bien dice Nerea Pérez de las Heras: En momentos críticos, la verdadera tragedia es no tener amigas, y añadimos: y en momentos de gozo, también: amigas es la novena entrega de la colección (h)amor de la editorial Continta me tienes, con textos de Elisa Coll, Alicia Valdés y Rubén Serrano entre otras.

 

Raras

Por Sara Levesque

 

Soy rara. Mi musa también. Era tan rara como yo. Dos extrañas en un mundo a la par que nosotras.

Llovía y era la excusa perfecta para acordarme de ella. En realidad, no precisaba motivos.
Me hechizaba la lluvia casi tanto como me hechizaba ella. Las nubes maquillaban de gris el día. Y ese sigue siendo mi color favorito. Porque se sale de lo común. Porque no le agrada a todo el mundo. Como la lluvia. Como ella. Como yo. Y la hora de la siesta, en la que mejor me encuentro. Aunque no para dormir.

Me encantaba que, cuando coincidía que tocaba reposar la comida y chispeaba, nosotras aprovechemos esa pausa de relax para repartir nuestras huellas por la ciudad mientras los de los demás dormían.

Ese peculiar halo era el lienzo perfecto para dibujar mi cuerpo enredado con el suyo. Cualquier día me servía para dar un paso y atreverme a besar su cuello infinito, esnifando el aroma de sus cabellos. Cogerle de la mano, irnos juntas a casa, trazar una ruta en nuestras pieles y amarnos con música de chaparrón de fondo. Después de hacer el amor, lo desharíamos para volverlo a hacer. Solo para que la rutina no se nos comiera. Devorarnos entre nosotras sería más que suficiente. Casi como sucumbir al sadismo. Porque todo es soñado por mi enamorada mente con forma de su corazón. La luz que iluminó mi oscuridad es que ella fuera tan rara como yo.

Cualquier día me servía para estar con ella, excepto los viernes. Los viernes procuraba no verla. Procuraba estar a solas con su recuerdo. El viernes era mi día. Pienso que primero debes aprender a estar contigo mismo para saber convivir con los demás. Como la mayoría de escritores, me gusta estar sola. Sé estar sola. Pero los viernes necesitaba estar sola.
Quería llegar a casa anocheciendo, apenas cenar, fumarme un cigarro, escribir sobre ella, beberme una copa, asomarme a la ventana, odiar el amor que le tenía, soñarla un poquito, meterme en la cama, follarla un muchito, echarla de menos y dormirme sin más. Le dije que los viernes procuraría no verla. Prefería imaginarla. Tan firme fui con ese planteamiento que me concedió encantada todos los viernes del calendario y los seis días restantes, por si me eran necesarios. Fue la generosidad más cruel que alguien me ha entregado en la vida.

A pesar de ello, lucía preciosa en todo su esplendor. Lucía preciosa con su vestido de rayas. Adoré su cuerpo y su pelo así, estrambótico, libre, sin atusar, como incoherente. Era su estilo. Me encantaba que nos mintiéramos al oído sobre cómo el tiempo no nos había rozado, ni mucho menos cambiado. Lucía preciosa bajo la luz del atardecer que, como iba a diluviar, era peculiar. Se me antojaba dulce y plena. Y cuando le cotilleaba el perfil, entendía que su silueta era mejor que cualquier escultura de un gran artista. Lucía preciosa en el escenario cuando me buscaba desde sus ojos, tan expresivos como la luna, y en esa mirada distinguía el brillo de su calor. Porque a su lado, hasta por las noches sonreía el sol. Lucía preciosa en esta vida. ¿Y sabes por qué, Lector? Porque su curva más provocadora, la que más me excitaba, de la que siempre quería averiguar su sabor no era la de su delantera, ni la de sus posaderas, ni siquiera la más cóncava de su cuerpo. No. Era su sonrisa. Un día le pedí que aprendiera a cuidarla para que siguiera siendo curva, no fuera que se le olvidase hasta acabar perdiéndose en una recta infinita. No se le olvidó. Tampoco recordó lo hermosa que era la vida para mí cuando ella le sonreía a los días.

© Sara Levesque

 

Te estoy amando locamente

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Esta película española estrenada 2023 y dirigida por Alejandro Marín, nos sitúa en Sevilla, año 1977, con la ley de peligrosidad y rehabilitación social vigente. Miguel (Omar Banana), un adolescente gay de diecisiete años quiere ser artista y dejar a un lado la carrera de derecho que Reme, su madre (Ana Wagener) quiere para él. En ese contexto el joven se involucra en la lucha por los derechos de las personas LGTBI.

Alejandro Marín en una entrevista concedida a El cine de la Ser comentó que para hacer la película realizaron un proceso de documentación que les permitió tener un escáner de la situación de la época. Hablaron con personas que vivieron esos momentos, incluso con la familia y de ese proceso surgieron unas conversaciones muy interesantes. El realizador apuntó que quiso hacer un homenaje, desde el cariño, a las personas que enarbolaron la lucha por los derechos LGTBI en esa etapa histórica. Sobre la implicación de los sindicatos y los curas obreros en esta lucha, Marín afirmaba: Queríamos trasladar al presente como la lucha era tan transversal, era totalmente a una y lo que importaba era la causa por la que se luchaba y no tanto desde donde se hacía. Los movimientos feministas estaban mano a mano con el movimiento LGTBI, las luchas sindicales… Comisiones Obreras dejó el lugar para hacer el mitin previo a la manifestación. la participación de los curas obreros, era todos a una . Desde el principio fue esa idea: Esa lucha tan transversal, ¡qué bonita!, hay que recordarla. Decía el cineasta que era importante la lucha sindical porque la Ley de Peligrosidad Social era súper clasista. Había como el informe de buena conducta en el que iba un policía fiscal a tu casa a hablar con los vecinos, en tu puesto de trabajo y si eras de buena familia esos expedientes se perdían, pero si eras de una clase más desfavorecida decían: Uy no este es un peligroso. Y al final es normal que quienes empezaron estas luchas fueran personas de las clases más desfavorecidas. Sobre las escenas de baile y de cante de la película Alejandro Marín contó que él todo lo piensa entorno a la música que es de donde le vienen las ideas. El título le vino porque la intro de Te estoy amando locamente le parecía muy cinematográfica, además pretendía reivindicar la cultura underground sevillana.

Por su parte, la actriz Ana Wagener, también en El cine de la Ser, comentaba que su personaje le parecía muy atractivo: Quería mostrar a una mujer de aquella época sola, viuda, con un hijo de diecisiete años. Que ve pero no quiere ver. Que tiene ya estipulado para su hijo el camino de un buen porvenir: abogado, y de pronto, se le sale de la melodía el niño pero ella no quiere ver. Con Alejandro hablamos que Reme querían que fuera como un elefante en una cacharrería. Una mujer que no sabe lo que le está pasando a su hijo, entonces tira para acá, tira para allá y al final lo que realmente le queda es el amor. Tiene una mirada que finalmente termina reconociendo a su hijo y viendo que la gente le quiere, porque lo que yo creo es que ella tiene miedo de que le dejen de querer, le hagan daño y al final termina abriendo su mirada y haciendo un viaje maravilloso. La verdad es que era una gozada. Ha sido meterme en la piel de una mujer del 77 pero que realmente tiene una fuerza como la que podía tener ahora. Creo que es una película también muy actual, que habla de cosas que deben de escuchar la gente. Que la gente de hoy sepa los derechos que se han conseguido. Los derechos que se pueden perder. En la película me doy cuenta de la sensación de colectivismo que había, porque ahora el individualismo del ser humano es tremendo. En aquella época, yo creo que se vivía mucho más el colectivo.

Omar Banana decía sobre su rol en la cinta: Ha sido muy bonito, por dar voz a un personaje que representa a tantas personas que han pasado por tantas cosas, en el 77 y 78 y que siguen pasando. Es un poco el arquetipo de la persona abusada por la sociedad antilgtb o la sociedad fascista. Era dar voz a algo bastante necesario. Y meterme en el Miguel de diecisiete años del 77 y no en el Miguel de diecisiete años de 2022. En cuanto a la música y el baile, el actor decía que cuando Miguel decía que quiere ser cantante, no es que quiere ser cantante como tal. Vaya o no vaya a Gente Joven, lo importante para él es la liberación. El cante y el baile es un medio de liberarse, de ser quien quiere ser, cortar las ataduras que en su entorno familiar tiene. Entonces hemos usado el cante y el baile para transmitir a la gente una idea de liberación y de poder ser tú mismo.

El deseo de libertad, de ser sin miedo está presente también en Yo solo quiero amor, de Rigoberta Bandini, la canción de la película:

(…)Tengo ganas de no explicar por qué.
Yo te quiero querer sin miedo a que puedan
volver. Tengo ganas de saltar a tus pies,
levantar el parqué. Contarle a Dios, quién
quiero ser.

8M

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Desteñido

Por Sara Levesque

 

Mi teléfono es negro. El ordenador también. Hasta la atmósfera está apagada hoy. Veo que todos los aparatos que me rodean son de color oscuro y pienso que debería aportar un rayo de luz a mi vida. Con esa mezcla de emociones taciturnas no puedo evitar preguntarme si vivo mi vida como realmente quiero. Si no estaré caminando hacia un futuro, también negro.

Hoy amaneció lloviendo y prometí no recordarla. Me acerqué hasta la ventana y decidí que sobreviviría sin salir a por el pan. Contemplé el cielo pensando en el sabroso café que tenía intención de tomar. Las nubes gris perla se superponían a otras blanquecinas. Todas ellas formaban una enorme esponja color pizarra. Las legañas grisáceas eclipsaban por completo el tapiz azulón del firmamento. Me sentía tranquila, el gris es mi color favorito. Y los días lluviosos, los más inspiradores, a mi entender. Me seducen todas las tonalidades de la ceniza.

Lástima que ya casi no fume. El gris es un color bonito, distinto. Es especial, pero no como para prometer nada bajo su borrosa claridad. Así que los días cenicientos me limito a mirar al cielo y alegrarme de que solo sea un color más mientras evocaba sus pupilas. Mejor hacer promesas cuando luce el sol.

Sin sentido ninguno, pienso que es muy buena idea hacerme un tatuaje. Se supone que es algo representativo, importante para uno. Quiero grabarme algo sobre mi musa. Algo que, al mirarlo, me recuerde que una vez mi sonrisa tenía color y era de su propiedad.

Para ello necesitaría dos cuerpos. Con el mío no me basta para tintar todo lo que significa para mí. Debería arrancarme la piel por completo y garabatearla por los dos lados. Aun así, no sería suficiente, y entones tendría que pasar a tatuarme los órganos por dentro y por fuera. Porque es tan profundo lo que sufro por ella que, igual si me tatúo hasta el alma, podría acercarme a la idea que tengo en mente.

Cambio de idea y creo me quedaré como estoy hasta que se me ocurra algo mejor.

Un buen rato después, despejó. Con la vista puesta en el punto donde el horizonte se confunde con la ciudad, empecé a sentirme un poquito mejor, a pesar de la nostalgia. Salí a caminar. El sol, con su enérgica claridad, ayudaba, aunque yo me empeñase en vivir en su cara oculta.

Desde el banco del parque contemplé los arbustos, que ya dejaban entrever las tonalidades otoñales. Un chiquillo subido a una bicicleta amarilla pasó muy cerca de donde yo la soñaba.

Recordé cuando recorríamos El Retiro rodeadas de ciclistas despreocupados, años atrás. Una pelota de fútbol fosforescente era pateada sin piedad cerca de mí. El día y sus elementos parecían acorralarme con su claridad, como si notasen mi pena y me abrazaran. Todo ello me reconfortaba. Meditando que en aquellos instantes todo parecía sospechosamente amarillo caí en la cuenta de algo: no sé cuál es su color favorito. Espero que me lo diga si nos volvemos a ver algún día.

© Sara Levesque

 

 

Biopolítica del armario

Hoy recomendamos Biopolítica del armario, de Javier Sáez, publicado por Bellaterra.

 

El objetivo de este libro es desarrollar un análisis de eso que llamamos «el armario», desde una perspectiva política, no solo individual. Se ha escrito mucho sobre la salida del armario: sobre cómo hacerlo, sobre los beneficios para la persona que sale de él, sobre el acompañamiento, sobre las dificultades para llevarlo a cabo, etcétera. Pero se ha escrito muy poco sobre cómo se construye ese dispositivo: ¿de qué está hecho, cómo funciona, cuándo aparece, qué mecanismos, discursos y prácticas lo configuran, cómo se «entra» en él?; ¿cuáles son sus implicaciones en las políticas que regulan la sexualidad y el género, y los efectos individuales y colectivos sobre las personas que viven en él, o que salen de él?

Veremos que el armario se puede entender de muchas formas, con diversas dimensiones políticas: como un espacio, como una relación social, como un sistema de opresión, como un régimen político, como una temporalidad, como una epistemología, como un dispositivo disciplinario, como una tecnología del género, como un trauma, como una forma de violencia, como una violación de los derechos humanos, como un productor de identidades, como un concepto colonial, como una prótesis, como un acto performativo, como una forma cibernética, como una corporalidad, como una utopía, como un ataúd, como una metáfora, como una institución, como un duelo, como una arquitectura, como un sistema termodinámico.

Puedes consultar el índice de Biopolítica del armario en este enlace.

Sobre el autor: Javier Sáez del Álamo (Burgos, 1965) es un sociólogo, traductor y activista gay español, especialista en teoría queer y en psicoanálisis. Ha participado en los últimos 30 años en diversas asociaciones LGTB y queer (La Radical Gai, Grupo de Trabajo Queer GTQ, Col·lectiu Gai de Barcelona), y ha publicado varios libros sobre teoría queer. Ha traducido al castellano numerosos libros de figuras clave del movimiento feminista y queer como Judith Butler, Monique Wittig, Jack Halberstam, bell hooks o Sara Ahmed.

 

El día de la marmota

Por Sara Levesque

 

¿Sabes una cosa, Lector? Al momento de escribir esto tengo treinta y tantos años. Casi. A estas alturas, debería estar promocionando mis novelas, relatos, poemas y todos los escritos que andan cogiendo polvo en mis estanterías. Progresando, avanzando, en lugar de seguir atascada en la salida.

En cambio, vivo acurrucada en un déjà vu. Casi como una penosa repetición del Día de la Marmota. En vez de coger al animal por los testículos y afeitárselos, sigo permitiendo que se burle de mí.

Suspiro ante un cuaderno roñoso lleno de garabatos ilegibles, con un bolígrafo mordisqueado en una mano, y una taza de café solo que acabo bebiéndome helado en la otra.
¿Dónde está el empuje? ¿Dónde está la decisión de avanzar? Yo me lo digo. Es la pregunta equivocada. No es una competición. Lo que he aprendido en este puñado de décadas es que puede que el teléfono susurre una plegaria que me arregle el día; si no lo hace, debo ir yo a buscarla. Aunque tenga que llevarme de la mano a la marmota, a hacer juntas pedorretas a la vida.

Decir «te quiero» es como un duelo. Sé que, si disparas primero, mejor que no sea al suelo. Sé que escondida en el ropero es difícil hallar consuelo. Sé que bastó su impacto certero para que picara el anzuelo.

Mientras recapitulo sobre todo esto sigo escribiendo descalza. Es una de mis manías. Escribo sin nada en los pies, ni siquiera unos calcetines raídos, aunque haga mucho frío. La verdad es que no lo noto. Cuando escribo, solo una parte de mí puede sentir algo, ya sea frío, calor o excitación. No, no está tan abajo, hablo de mi corazón. Entretanto, subo el volumen de la música, la radio o lo que toque a cada momento, como si así pudiese hacer callar el silencio que dejó.

Si me mirase de cerca, si prestase más atención, y no digamos ya si se molestase en volver, entendería que no aprieto los labios porque esté tensa o enfadada. La quise tanto que soy incapaz de enfadarme con ella; sentirme dolida sí, pero por muchos desplantes que tenga conmigo, por muchos silencios que me grite, por mucho que me hable desde su parte más cínica, soy incapaz de enfadarme con ella. Más bien los aprieto porque, como los deje a sus anchas, la matarían con sus gritos de dolor. Y le gastarían el nombre, de todas las veces que se lo han callado. Tanto lo han silenciado que considero que he desperdiciado vida en ese camino.

Tanto, que me vuelven poeta de versos ahogados en vino.

Unión de olores es la ilusión de esta solitaria con daño, para caminar taciturna por su senda tejida. Dispuesta a recorrer distintos rumbos todo el año y subir la misma montaña toda la vida. Soy pura paradoja. Harapienta me hallaba recién aseada, desierta en mi época de filántropa. Muy furiosa mi naturaleza calmada, eterna infelicidad de experiencias pasadas más afortunadas. Suena absurdo, pero es así.

Algo que también me suena descabellado es cuando mi familia me pregunta «¿te pasa algo?». Yo niego con la cabeza y la mejor de mis sonrisas. No quiero dar explicaciones ni andar justificándome. No quiero que vean que sigo siendo la misma que, cuando sueña con ella, es muy heroica, adornándola con piropos y miradas entregadas; pero cuando la tiene delante, sonríe un milisegundo, incapaz de dejar de temblar, antes de esconder los ojos. La misma boba que le hace la zancadilla a sus propios pasos. La misma que no ha aprendido nada de la mayor hostia sentimental que se ha dado en su vida, por semejante actitud. La misma que teme ser valiente y se acomoda entre el pedernal para no sufrir. La misma que, cuando se enamora, apaga la vista con la esperanza de que la caída no duela mucho. La misma, al fin y al cabo, que termina perdiendo el amor, lamiendo una esperanza que no se merece. La misma que aspira a soportar una vida entre rocas grises.

© Sara Levesque

 

Bulos vs Realidad

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Orlando, mi biografía política

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

En 2023 el filósofo trans Paul B. Preciado dirige y guioniza este ensayo filmado producido en Francia. Preciado escribe una carta a Virginia Woolf para contarle que su Orlando ha salido de la ficción y lleva una vida que jamás habría imaginado. Utiliza el cine como herramienta para reflexionar sobre la transexualidad.

Alguien me preguntó: ¿Por qué no escribes tu biografía? Porque la capulla de Virginia Woolf la escribió por mi en 1928, comentó Preciado en una entrevista concedida a El cine de la Ser. Según el filósofo burgalés, la película surgió de la idea de enviarle una carta a Virginia Woolf para decirle que, contra toda expectativa, su Orlando ha sobrevivido, está vivo, ha salido de su ficción y no solamente ha salido de su ficción sino que hay miles y millones de Orlandos. Para el filósofo, estamos viviendo un momento orlandesco y que ese momento no es como hubiéramos podido imaginar, como una historia de ciencia ficción como la gente pensaba que lo era en 1928 sino que es un momento de transformación política increíble. Preciado quiso añadir al título biografía política porque dijo que en parte la vida de las personas como yo ha sido siempre puesta en cuestión, amenazada y si estamos vivos estamos vivos gracias a una reivindicación política, por tanto, quería añadir esa pequeña “política” ahí, aunque luego es verdad que la forma de política que defiende la película es una política poética, es una política de cambiarle el nombre a las cosas, de cambiar la manera en la que deseamos, en la que sentimos.

Cuando le ofrecieron la posibilidad de hacer una película sobre su vida pero que no la iba a hacer él sino que la iba a hacer otro director, la idea le espantó. Entonces pensó: Esto es horrible, porque además harán una biografía, es decir si imaginamos una biografía casi ya tenemos el relato hecho. Si es un hombre, ya sabemos cómo va a acabar la historia, si es una mujer más o menos también. Y luego está como el relato ese tan normativo de lo trans, antes y después. Y yo tenía claro que no quería que mi vida fuera representada de ese modo, digamos con esa mirada binarie. Por eso al final acabé yo haciendo la película. Pero desde el principio supe que yo no estaría en frente de la cámara . Yo soy muy tímido, yo odio todo lo que tiene que ver con las fotos que para mí es como un sufrimiento constante. Entonces yo sabía que sería mi vida pero que mi vida, en parte, está tejida de millones de otras vidas. Aparte es una cosa que yo aprendí con Virginia Woolf realmente: que la vida siempre empieza y acaba mucho antes de que nacemos y mucho después de que morimos y eso realmente es fascinante. Como que vives la vida de otras personas y empiezas a vivir la vida de otros que seguirán viviendo y por eso, al final la película es casi como un taller micro político colectivo. Yo la he hecho de una manera muy punk, una forma muy háztelo en casa. Yo tenía muy poco presupuesto y hubo que inventar recursos. Pero al final está hecha con la generosidad y la valen toda la gente que ha participado.

La idea de Preciado no es convencer a nadie con su película sobre cómo es lo trans sino también a invitar a mirar su propia vida como una vida mutante, como una vida en un momento de cambio global. Se plantó hacer una adaptación documental del Orlando de Virginia igual que un libro, como un proyecto filosófico. Empezó a hacer pruebas distintas con los Orlandos que vinieron al casting y se dio como una consigna de libertad absoluta en la experimentación visual. Pensó que utilizando el leguaje de Virginia Woolf podía dejar a un lado los lenguajes de la patología médica, como los lenguajes ultra legalistas, todos esos lenguajes quedaban fuera.

El filósofo/director afirmó que la película lo que dice a las personas binarias es en un momento de cambio epistémica es posible que no tengáis nuestra experiencia pero es posible que tengáis otra; es posible que estéis desplazados, es posible que estéis divorciados y que estéis en un litigio para recuperar a vuestros hijos incluso para recuperar vuestras casas. Todo el mundo, incluso con la experiencia del Covid, la gente ha tenido la experiencia de como su cuerpo ha sido regulado de forma casi totalitaria por el estado. Entonces yo creo que compartimos muchas experiencias. No se trata de decir “todo el mundo es trans”. Se trata de decir todo el mundo vive una vida orlandesca. La experiencia de confrontarse a la mutación es también válida para las personas binarias. No es una película pedagógica, no se trata de convencer a nadie sino de invitar a las personas a ver su propia vida como una vida mutante.

La sociedad no binaria

«Les autores te guían en un viaje a través y más allá del género, utilizando un riguroso rango de textos académicos y testimonios personales para ampliar nuestros horizontes… Enriquecedor para casi cualquier persona».

Dr. Vincent, profesor asociado en Sociología, Universidad de York.

 

Hoy recomendamos La sociedad no binaria. Vivir en ambos géneros, más allá y en el medio, un ensayo de Alex Iantaffi y Meg-John Barker, publicado por Egales.

Gran parte del pensamiento de la sociedad opera de una manera muy rígida y binaria: algo es bueno o malo, correcto o incorrecto, un éxito o un fracaso, etc. Desafiando esta limitada forma de pensar, este innovador libro analiza cómo los métodos de pensamiento no binarios pueden aplicarse a todos los aspectos de la vida y ofrecer nuevas y mejores formas de entendernos a nosotres mismes y de relacionarnos con les demás.

Utilizando experiencias de género bisexuales y no binarias como punto de partida, este título aborda las cuestiones clave del pensamiento binario acerca de nuestras relaciones, cuerpos, emociones, bienestar y nuestro sentido de la identidad, y establece una selección de prácticas que pueden ayudarnos a pensar de forma no binaria.

Esta original y reveladora guía fomenta la reflexión sobre cómo vemos y entendemos el mundo en el que vivimos y cómo doblamos, desdibujamos o rompemos los códigos binarios de la sociedad.