La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘arboles’

El calor del final del verano adelanta la caída otoñal de las hojas

Otoño adelantado por la sequía estival en el Paseo de la Quinta (Burgos)

¿Te has dado cuenta? Los jardines y paseos, incluso las calles de las ciudades, empiezan a cubrirse con hojas secas. El otoño parece haberse adelantado. ¡Pero si acabamos de empezar el mes de septiembre!

«¿Será el cambio climático?», me pregunta preocupado mi padre en uno de nuestros diarios paseos por La Quinta y Fuentes Blancas, dos bellos pulmones verdes de Burgos. Lee el resto de la entrada »

Date un baño de relajante tila sin salir de la ciudad

Tilos del Jardín del Rastro, en Madrid.

Si estás nervioso, tómate una tila. Pero mejor aún que en infusión, disfrútala por narices. Quizá no te has dado cuenta, pero la mayor parte de los jardines y paseos de España están ahora mismo con sus tilos reventones de flores, olorosos hasta la locura, regalándonos los aromas más maravillosos que nadie nunca pudiera imaginar.

A mí me encanta buscarlos, pasear bajo ellos y, si cuadra, sentarme aunque solo sea un momento bajo su sombra embriagadora para disfrutar de tan relajante compañía mientras leo el periódico o un libro. Parar el reloj. Aquí huele a verano, a tranquilidad, a campo, a vida. «Nada te turbe, nada te espante«, que diría santa Teresa de Jesús. Bajo estos árboles germina la bondad, como sabiamente señala el refranero:

Flores de tila y naranjo, al más malo vuelve manso. Lee el resto de la entrada »

Planta y gestiona desde el móvil tu propio bosque

Nunca ayudar al planeta fue tan sencillo gracias a Reforestum, un original proyecto de reforestación con vocación internacional y ADN español.

A través desde una App ya es posible crear un bosque desde tu dispositivo favorito, un bosque de verdad. Con ella podrás medir la huella de carbono de tus actividades diarias y compararla con el carbono que estás capturando a través de los árboles cuya plantación has promovido. No sólo es eso. También podrás consultar el estado de tu bosque en todo momento, recibiendo imágenes por satélite, fotografías y hasta notificaciones con las últimas novedades de su evolución vital. Perfectamente geolocalizado, igualmente lo podrás visitar siempre que quieras e incluso regalárselo a un ser querido. Y todo a partir de tres euros. Lee el resto de la entrada »

No aguantamos a los vecinos que no reciclan

Reciclaje

Me estaré haciendo mayor, pero ya no lo aguanto. Cuando voy a tirar la basura, inconscientemente, y mira que me digo ¡no mires!, abro el contenedor y la vista se me va hacia la basura de los otros. Menudo cabreo. Hay decenas de botellas y tetrabrikes, papeles y cartones varios, todo revuelto, todo sin reciclar. Y claro, generalizo acordándome de esos cerdos de vecinos, egoístas, insolidarios, pero ante todo vagos redomados. Lee el resto de la entrada »

Un logo consigue proteger los bosques y hacerlos más rentables

FSC

En apenas 10.000 años, los de nuestra humanidad agrícola y ganadera, hemos destruido la mitad de los árboles del planeta. Según un reciente estudio científico nos quedan tres billones, 422 por persona. Si los cuidáramos serían suficientes. Pero los talamos a una velocidad endiablada.

La misma investigación asegura que a este ritmo los árboles desaparecerán de la Tierra en 300 años. No lo podremos comprobar pues antes habremos desaparecido nosotros.

«Hay que prohibir cortar árboles», dirá más de uno. Gracias por la buena intención pero está equivocado. Necesitamos talarlos para tener papel, fibras, madera, leña y hasta medicinas. Aunque necesitamos hacerlo con cabeza. Gestión sostenible, lo llamamos ahora. Lee el resto de la entrada »

Buscan en Teruel el árbol europeo del año

Chopo cabecero Teruel

Ni el más espectacular, ni el más grande, ni el más viejo. El concurso del Árbol Europeo del Año busca el ejemplar arbóreo más querido por la gente. Un curioso galardón al que por primera vez aspira un árbol español: un chopo cabecero que vive desde hace 250 años en Aguilar del Alfambra (Teruel), un pueblecito de 25 habitantes.

En el sur de Aragón, chopo cabecero es el nombre popular que recibe el álamo negro tras ser sometido a una potente poda periódica para obtener madera, combustible y forraje. En otros sitios se conocen como chopas o árboles trasmochos.

En el concurso participan miles de personas de catorce países y la votación concluye el próximo 28 de febrero. Hasta el momento nuestro representante aragonés ha logrado casi 10.000 firmas y se mantiene en el puesto tercero (aunque seguido de cerca por Chequia), pero todo está muy abierto pues en los próximos días puede pasar de todo. Tiene por delante al representante de Estonia (34.724 apoyos) y al de Hungría (36.593). ¿Logrará ganar? Claro que sí. Tan sólo hay que pinchar en este enlace de la página y votar por él. ¿A qué esperas?

En el Árbol Europeo del Año, a diferencia de otros concursos, no es importante la belleza, el tamaño o la edad, sino la historia y la conexión con las personas; se buscan árboles que se han convertido en una parte integrante de la comunidad en su sentido más amplio.

El territorio turolense posee las mayores concentraciones de Europa de este tipo de choperas, de las que sólo en Aguilar hay alrededor de 4.700. Aunque el chopo negro (Populus nigra) tiene una amplia distribución en Europa, en su forma de trasmocho no es nada de habitual. Solo se conoce la presencia de formaciones importantes de este tipo en Inglaterra, Hungría, Turquía y España.

El chopo cabecero es abundante en la zona centro y noroeste de la provincia de Teruel, especialmente en las cuenca alta del Martín, Guadalope, Alfambra, Aguasvivas, Huerva y Jiloca. Se extiende hacia el oeste de la provincia de Zaragoza por la extensa cuenca del río Jalón, en la de Gallocanta y el Mijares, aunque ya son masas discontinuas y localizadas.

Los impulsores de su candidatura son conscientes de que la competencia es enorme. No es el drago de Icod de los Vinos, en Tenerife, pero han querido apostar por lo pequeño y lo desconocido, aunque sean viejos ejemplares tradicionalmente terciados pero nunca cortados, pues su principal valor fueron siempre sus ramas.

Entre los ejemplares que se presentan de otros países figura el Árbol del Clavo (Voeren, Bélgica), un castaño al que se consideraba mágico en la Edad Media; el Árbol Solitario de Llanfyllin (Gales), un majestuoso pino albar, y el roble plantado en el centro del campo de fútbol de la localidad de Orissaare (Estonia). El «Viejo Olmo» de Sliven (Bulgaria) ganó en 2014, con 77.526 votos computados.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

Nos quedamos sin túneles de bosque

Olmeda del Maripinar

Olmeda de Maripinar. Cieza (Murcia)

Cuando era niño y salía de viaje con mis padres, las carreteras se me antojaban extraordinarios túneles de bosque. En esos tórridos caminos castellanos hacia la playa, apretujados los cinco en el Seiscientos, larguísimas alineaciones de árboles en las cunetas nos daban protección solar; también entretenimiento.

Recuerdo perfectamente esa gruesa línea blanca pintada en los troncos. En mi imaginación infantil pensaba cómo lo harían los pintores del arbolado. Seguramente, montados en un camión, sacando la mano por la ventana y sosteniendo en ella una gigantesca brocha que chocaría contra los troncos. Plaf, plaf, plaf. Kilómetros y kilómetros de chopos, castaños de Indias y acacias rayados en blanco. Kilómetros de verde frescor para nuestro recalentado automóvil.

¿Lo recuerdas? Quedamos pocos con ese recuerdo. Porque en los últimos 30 años nuestro país se ha empeñado en talar la mayor parte de los árboles de carretera. Dicen que es por seguridad vial. Los sustituyen por quitamiedos, jalones reflectantes, canales y puentes, vallas, gigantescas señales electrónicas, radares, postes SOS, carteles,… Según parece, acero y plástico son menos peligrosos que esos árboles viarios plantados desde el siglo XVI o, muy probablemente, desde la época de las calzadas romanas.

A pesar de su importancia natural, paisajística y cultural, las líneas de árboles en las cunetas de las carreteras están desapareciendo de forma masiva en España por ampliación de las calzadas o justificando razones de seguridad vial.

Pero lo normal no es cortarlos. De hecho, lo normal es protegerlos, como me han explicado en una reciente reunión para expertos en arbolado singular en la que he participado en la ciudad polaca de Breslavia.

Esas avenidas arboladas son estrechos bosques que actúan como excelentes corredores ecológicos entre zonas de gran importancia natural, pero al mismo tiempo forman parte de un paisaje tradicional que nos une con la naturaleza y nos hace mucho más agradable los viajes.

Incluso más. En países como Polonia, Alemania o Chequia se están haciendo nuevas plantaciones de este tipo entre sus fronteras para que las avenidas vegetales unan ecosistemas y personas en lugar de separar pueblos. ¿No te parece una maravilla?

Seguridad vial y naturaleza son compatibles. El manejo cuidadoso de esos árboles, recuperando la señalización de sus troncos con pinturas reflectantes, así como extremando los controles de velocidad, permitirían a los conductores poder seguir disfrutando del placer de circular bajo un dosel arbolado. Especialmente ahora en otoño.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

Garajonay abre sus selvas a las personas con problemas de movilidad

Silla Jöelette

Una turista francesa visita Garajonay gracias a la Jöelette.

Imagina que tu pasión es el campo, la limpia brisa azotándote la cara, pasear, ver y escuchar los pájaros, abrazar un gran árbol. Eres joven y tienes un prometedor futuro por delante. Hasta que la fatalidad hace añicos tu espalda de cristal. Un tropiezo, un resbalón tonto durante una de tantas caminatas, acaba de golpe con sueños e ilusiones anclándote a una silla de ruedas.

Pero estás viva y la naturaleza sigue allí, esperándote. Amorosa aunque incómoda. ¿Renegar de ella? Ni lo sueñes. Es una nueva etapa. Vuelves a nacer. Te reinventas. Regresas al campo y a las excursiones incluso con más alegría que antes. No le das importancia. Eres una heroína.

Esta semana he vuelto a la isla de La Gomera. Fue en estas misteriosas selvas de Garajonay donde conocí a mi querida chiqueta. He llegado pensando en ella, pues su mítico parque nacional es el primero que ofrece gratuitamente un servicio de sillas de ruedas adaptadas al senderismo de montaña.

La silla Joëlette fue inventada por un guía francés con el fin de poder transportar a su sobrino, enfermo de distrofia muscular. Y qué bien funcionan en la laurisilva canaria. Será una de las estrellas de la serie de documentales dedicados al arbolado singular que estamos produciendo en la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente para RTVE, gracias al proyecto LIFE+ dedicado a los grandes árboles para la vida.

Bosques para todos. Solidarios, pues es necesaria la ayuda de al menos dos personas para trasladar en esa peculiar silla a quien lo necesite por entre viñátigos y laureles centenarios. Respetuosos, al no ser necesario modificar el entorno. Accesibles, sin más barreras que el horizonte. Ejemplares.

Mi heroína acaba de enviarme un mensaje:

“Háblale a Garajonay de mí. Y dile que muy pronto rodaré por sus sendas”.

¡Hecho!

Los vecinos de un pueblo de León se encadenan para salvar sus encinas

Encina centenaria

Vecinos encadenados en una encina para impedir su tala. © Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

Robledo de la Guzpeña es un pequeño pueblo de León con apenas 22 habitantes, a las faldas de la colosal Peñacorada, en las estribaciones de los Picos de Europa. Allí, un puñado de valientes se han empeñado en parar la vergüenza de una tala sin sentido, la de decenas de viejas encinas centenarias. Aquellas que, debido a su gran tamaño e importancia ecológica, fueron respetadas cuando se hizo pasar por este venerable bosque una línea eléctrica de alta tensión La Robla – Velilla hace ahora más de 30 años. Las últimas supervivientes de un valioso encinar relicto de alta montaña cantábrica situado a 1.500 metros de altitud. Red Eléctrica Española (REE) está talando decenas de ellas.

La excusa para cometer tamaño arboricidio no puede ser más peregrina: tareas de mantenimiento, prevención de incendios forestales. Peregrina excusa, pues están talando viejos árboles situados a más de 200 metros por debajo del tendido eléctrico.

Este fin de semana, el alcalde pedáneo y algunos vecinos se han encadenado a las encinas. Acudieron acompañados por la Guardia Civil, que pidió la documentación a los operarios y al parecer tienen autorización de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.

Según un comunicado de prensa remitido por la Junta Vecinal, «las tareas de mantenimiento han excedido con muchísimo lo habitual, lo que viene siendo un clareo para evitar incendios». En esta ocasión se han exterminando “a matarrasa” centenares de encinas de incalculable valor ambiental, sin necesidad y sin que nadie dé una explicación al respecto. Algunos de estos árboles tenían más de tres metros de perímetro. 

Desde los despachos de Valladolid la realidad se ve diferente. El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Antonio Silván, ha defendido la tala de encinas asegurando que son labores habituales de prevención de incendios y se hacen “cumpliendo la normativa”. He incluso «duda» que algunos de los árboles cortados «puedan tener la edad que los vecinos le atribuyen». No hay más que ver las fotos para comprobar lo equivocado de su duda.

Una ciberacción en Change.org trata de impedir este destrozo. Hemos firmado 700 personas pero nos gustaría llegar al millar. ¿Nos ayudas?

© Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

© Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

¿Son capaces de sentir los árboles?

Ferdinand_Hodler_-_O_Lenhador,_1910

Son muchos quienes critican a las personas más sensibles con la naturaleza acusándonos de sensibleros, de ñoños, de tratar a los animales como si fueran personas, simplificando como un exceso de empatía nuestras posiciones vegetarianas, en contra de la caza o de las corridas de toros. Y concluyen quejándose: ¡Cuánto daño ha hecho Walt Disney!

Aunque sólo sea como historiador, me gustaría dejar claro que este sentimiento de amor por la naturaleza, supuestamente reciente y hasta progre, viene de lejos. Muy anterior al estreno de Bambi en 1942 e incluso a la publicación de la novela en que se basaba,  Bambi, una vida en el bosque escrita por Felix Salten y publicada en 1923. Y no sólo con animales. También con los vegetales.

Estos días ha caído en mis manos el libro Árboles, del periodista grancanario Francisco González Díez (1866-1945). Uno de los artículos se titula: ¿Sienten los árboles? Reproduzco aquí algunos hermosos extractos:

¿Será o no cierto que los árboles sienten y sufren, que hay en estos un principio oscuro de personalidad?

(…)

Los árboles para mí, soñador sempiterno, viven… Viven y padecen.

(…)

¿Por qué no han de llorar y plañir también los árboles? Cuando el invierno los desnuda envejeciéndolos, el frío los estremece; cuando la primavera los viste remozándolos, el júbilo los transporta. Cuando el salvajismo criminal del hombre los hiere y los derriba, se quejan.

No es el suyo un lirismo decimonónico. Conocido como «el apóstol del árbol«, Francisco González Díaz dedicó toda su vida a promover la plantación masiva de árboles en una España por entonces terriblemente deforestada, pero también de una cultura del árbol que reconociera la importancia de estos seres para nuestras vidas y haciendas. Sus escritos, un siglo después, siguen desgraciadamente de actualidad, como éste último que cualquiera de nosotros firmaría:

“Todos tenemos algo que plantar en esta tierra profanada por las luchas del odio; todos tenemos nuestro árbol que plantar y nuestros votos, nuestros cuidados, nuestros afanes paternales, nuestros deberes tutelares para ese árbol. Representantes del pueblo, plantad el árbol de la libertad, de la probidad y de la equidad, procurando que sus raíces ahonden hasta la última capa del alma popular, inmensamente fecundas; jueces y magistrados, afirmad el árbol de la justicia y esforzaos porque sus ramas abriguen por igual a los grandes y a los pequeños, a los ricos y a los pobres, a los fuertes y a los débiles; maestros y preceptores, plantad el árbol de la instrucción y acercad su fruto a los que están hambrientos y sedientos del pan y del licor de la vida; sacerdotes, fieles, hombres, plantad el árbol de la caridad que desarma el rayo de la cólera y florece con las flores del amor; ciudadanos, plantad el árbol del civismo que ennoblece y levanta los pueblos, que encumbra la santidad de la patria sobre todas las santidades de la tierra”.

Fragmento del discurso pronunciado con motivo de la Fiesta del Árbol, celebrada el 27-11-1910 en Las Palmas de Gran Canaria.
En El Apóstol, nº 1, 10-12-1910 [Recopilado en la revista Rincones del Atlántico]

Imagen: El leñador. Ferdinand Hodler, 1910. Wikimedia Commons.

Otras entradas relacionadas: