La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘carreteras’

Abren túneles en carreteras de Doñana para evitar el atropello de linces

Hembra de lince ibérico (Junta de Andalucía).

La Junta de Andalucía ha construido un nuevo paso de fauna inferior en la carretera A-483, que une la localidad de Almonte con la aldea de El Rocío, en el entorno del Parque Natural de Doñana. La instalación se suma a las diversas actuaciones emprendidas en esta zona para reducir el riesgo de atropello de fauna silvestre, especialmente de lince ibérico.

La nueva infraestructura ha supuesto una inversión de algo más de 560.000 euros. Supone la construcción de un túnel de paso para los linces bajo la carretera, que permitirá la permeabilidad del territorio evitando que los animales crucen por la vía, según ha informado la Junta de Andalucía. Lee el resto de la entrada »

Nos quedamos sin túneles de bosque

Olmeda del Maripinar

Olmeda de Maripinar. Cieza (Murcia)

Cuando era niño y salía de viaje con mis padres, las carreteras se me antojaban extraordinarios túneles de bosque. En esos tórridos caminos castellanos hacia la playa, apretujados los cinco en el Seiscientos, larguísimas alineaciones de árboles en las cunetas nos daban protección solar; también entretenimiento.

Recuerdo perfectamente esa gruesa línea blanca pintada en los troncos. En mi imaginación infantil pensaba cómo lo harían los pintores del arbolado. Seguramente, montados en un camión, sacando la mano por la ventana y sosteniendo en ella una gigantesca brocha que chocaría contra los troncos. Plaf, plaf, plaf. Kilómetros y kilómetros de chopos, castaños de Indias y acacias rayados en blanco. Kilómetros de verde frescor para nuestro recalentado automóvil.

¿Lo recuerdas? Quedamos pocos con ese recuerdo. Porque en los últimos 30 años nuestro país se ha empeñado en talar la mayor parte de los árboles de carretera. Dicen que es por seguridad vial. Los sustituyen por quitamiedos, jalones reflectantes, canales y puentes, vallas, gigantescas señales electrónicas, radares, postes SOS, carteles,… Según parece, acero y plástico son menos peligrosos que esos árboles viarios plantados desde el siglo XVI o, muy probablemente, desde la época de las calzadas romanas.

A pesar de su importancia natural, paisajística y cultural, las líneas de árboles en las cunetas de las carreteras están desapareciendo de forma masiva en España por ampliación de las calzadas o justificando razones de seguridad vial.

Pero lo normal no es cortarlos. De hecho, lo normal es protegerlos, como me han explicado en una reciente reunión para expertos en arbolado singular en la que he participado en la ciudad polaca de Breslavia.

Esas avenidas arboladas son estrechos bosques que actúan como excelentes corredores ecológicos entre zonas de gran importancia natural, pero al mismo tiempo forman parte de un paisaje tradicional que nos une con la naturaleza y nos hace mucho más agradable los viajes.

Incluso más. En países como Polonia, Alemania o Chequia se están haciendo nuevas plantaciones de este tipo entre sus fronteras para que las avenidas vegetales unan ecosistemas y personas en lugar de separar pueblos. ¿No te parece una maravilla?

Seguridad vial y naturaleza son compatibles. El manejo cuidadoso de esos árboles, recuperando la señalización de sus troncos con pinturas reflectantes, así como extremando los controles de velocidad, permitirían a los conductores poder seguir disfrutando del placer de circular bajo un dosel arbolado. Especialmente ahora en otoño.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

10 millones de animales mueren atropellados en nuestras carreteras

Las carreteras unen a las personas pero separan a los animales. Nuestras grandes infraestructuras viarias cada vez son barreras más infranqueables para la fauna, tanto salvaje como doméstica.

Se calcula que al año mueren atropellados en las carreteras españolas más de 10 millones de vertebrados. Sólo con pasear por ellas descubrimos con horror la exactitud de esta escalofriante estadística en forma de decenas de cadáveres reventados en las cunetas, inocentes mártires de nuestro vertiginoso desarrollo.

El último ayer mismo, un joven lince en la demencial carretera que atraviesa Doñana entre Almonte y Matalascañas.

Perros y gatos, pero también jinetas, lobos, jabalíes, corzos, zorros, conejos, erizos, lechuzas, culebras, lagartos,… La lista de nuestras víctimas animales en el asfalto es prácticamente un catálogo completo de la fauna ibérica. De hecho, muchos científicos aprovechan esta sangría para completar con detalle la distribución en un territorio determinado de las especies más esquivas.

Pero muchas veces el peligro se vuelve contra nosotros, y de verdugos pasamos a víctimas.

Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) sólo durante el año 2006 se produjeron 10.000 accidentes de tráfico provocados por la invasión de animales sobre la calzada, con un resultado en daños personales de 1.000 heridos y 23 muertes.

Cada vez más carreteras españolas incluyen pasos específicos para la fauna, tanto por encima como por debajo de ella. Por suerte, muchos animales se están habituando (qué remedio les queda) a utilizar otras estructuras no pensadas para ellos, pero que igualmente permiten conectar la vida salvaje entre un lado y el otro de la vía, como puentes y desagües.

¿Podemos hacer algo para reducir esta matanza diaria?

Realmente, la única medida eficaz consistiría en reducir nuestra velocidad de crucero al volante, especialmente cuando vemos la señal de paso de fauna, y en esos momentos estar preparados para reaccionar ante la posible irrupción de un animal en el asfalto.

Pero como tenemos mucha prisa y nadie piensa que puede atropellar un ciervo o una vaca, seguimos sin levantar el freno del acelerador.

¿Vallar todas las carreteras como se hace con las autopistas? Imposible, pues el elevado número de accesos y de incorporaciones con que cuentan las carreteras convencionales hacen inviable la medida. Y aunque pudiéramos, convertiríamos nuestras carreteras en fronteras aún más infranqueables para la fauna.

Hacer pasos subterráneos específicos para los animales en aquellos lugares más peligrosos sería la solución pero, seamos sinceros. ¿De verdad a alguien le importan unas cuantas decenas de millones de animales muertos sobre el asfalto?

Todo resulta muy triste. Por eso prefiero concluir hoy con un curioso anuncio de las autopistas francesas, donde la posible solución al problema se presenta desde el lado más cómico. Al menos servirá para no deprimirnos.