La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘encina’

Comprobado científicamente: las encinas necesitan ratones, águilas y zorros para prosperar

Encina en una dehesa ibérica. Foto: Pixabay

Una investigación liderada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC) ha demostrado que las dehesas más diversas, donde hay presencia de competidores y depredadores de los ratones (rapaces y zorros principalmente), funcionan mejor que las más simples.

¿La razón? La presión depredadora fuerza a los roedores a desarrollar una dispersión de semillas más eficaz, actuando en beneficio de la encina, el organismo que define la dehesa. Lee el resto de la entrada »

La encina más republicana está en Córdoba

Encina de la casa familiar de Niceto Alcalá-Zamora. Foto: C.J. Palacios

El secreto mejor guardado (y respetado) de Priego de Córdoba es una encina, pero no una encina cualquiera. Es una encina republicana.

Se conoce como la encina de Don Niceto. Según afirma una antigua tradición oral, fue plantada por Don Niceto Alcalá-Zamora en el patio de su casa natal cuando era niño. Dado que nació en Priego un 6 de julio de 1877, el árbol sin duda tiene más de 130 años.

Conócela en vivo y casi en directo en este nuevo vídeoblog grabado a su sombra [¿Te suscribes al canal?]

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Los hackers rusos no logran derribar a la abuela de las encinas españolas

Es tan vieja que incluso ha olvidado su nombre.

Carrasca le dicen sus vecinos, pues así es como llaman en Huesca a las encinas.

De Lecina, señalan los forasteros, para dejar bien claro dónde tiene clavadas bien profundas sus raíces, un pequeño pueblo del Alto Aragón de tan solo 13 habitantes tan recóndito como hermoso.

Milenaria, remarcan con admiración todos cuando la ven, aunque en realidad es imposible saber su edad exacta, tal es la coquetería que se gasta este árbol grandioso.

Coqueta y valiente, pues a su edad y con la que está cayendo, se ha lanzado a participar en un peculiar concurso internacional. Ni más ni menos que el Tree of the Year Europe, algo así como el Festival de Eurovisión de los árboles singulares europeos. Tiene incluso página web personal donde acoge a todos sus fans >>> Vota aquí por la Carrasca de Lecina Lee el resto de la entrada »

El cambio climático amenaza a los jamones ibéricos

Dehesa

Nos quedamos sin jamones. Sin los buenos, los auténticos patanegra de cerdo ibérico criados en las dehesas españolas a base de bellotas. Porque por culpa del cambio climático y el avance de una compleja enfermedad llamada «la seca» nos estamos quedando sin robles y encinas. Y sin estos árboles no hay comida verdadera ni monte auténtico para alimentar a las piaras de cochinos autóctonos; no hay jamón, lomos ni chorizos ibéricos de bellota. Lee el resto de la entrada »

La encina de Bigas Luna da sus primeros dividendos

 

Encina

Hoy se estrena «Segundo Origen«, película póstuma del cineasta Bigas Luna en la que trabajó como guionista antes de fallecer de leucemia en abril de 2013. Una visión apocalíptica de un planeta destrozado donde dos adolescentes son los únicos supervivientes de un holocausto que acaba con nuestra civilización. Su director, el leridano Carles Porta, la ha descrito como una suerte de «Lago Azul» en un entorno de «Mad Max».

Y es que Bigas Luna, entre historias impúdicas, jamones voluptuosos, huevos de oro y Juanis era, además de un amante de la buena vida, un comprometido amante de la naturaleza. Lee el resto de la entrada »

Un lugar que no puedes dejar de visitar

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No hay nada más fantástico que parecerse a los amigos. O al revés, que los amigos se parezcan a nosotros, tanto da. No por la proximidad del roce, cada día más complicada, sino por la afinidad de gustos y pasiones.

Es lo que me pasa con Elías Rubio. Sus ilusiones son las mías. Y viceversa. Así que a nadie puede extrañarle que este verano haya inaugurado en el pueblecito serrano de Jaramillo de la Fuente una exposición fotográfica dedicada a los árboles singulares de la provincia de Burgos. Yo habría hecho lo mismo. De hecho, tengo publicado un libro sobre este tema prologado precisamente por Elías, con dibujos del que fuera otro gran amigo, el siempre recordado José Luis Larrosa.IMG_20140802_114842

La visita era obligada. Y mereció la pena. Vaya si mereció. A la sombra de la impresionante iglesia románica, muy cerca de donde se levantara una centenaria olma “de concejo” bajo la que se reunía el pueblo desde tiempo inmemorial para discutir de los problemas del común, hoy tristemente desaparecida, allí estaban, en apretada formación gráfica, esos seres formidables supervivientes del pasado: el roble de los borrachos, el de la verruga, los morales de Santa Lucía y de Villoviado, castaños centenarios del Valle de Sotoscueva, la encina de Tordueles,… Árboles con tantas historias como hojas, que por sí mismos darían para pasar horas recordando su larga vida y hasta milagros, que alguno también hubo.

En realidad no. Decía que Elías y yo nos parecemos, pero qué va. Él me gana por goleada de entusiasmo. La prueba la tienes ahí mismo, en esas antiguas escuelas de Jaramillo de la Fuente donde se expone su obra más imposible: el mapa de las tierras de Burgos.

Ya os hablé hace tiempo de ello. Con la ayuda de cientos de voluntarios, un buen día Elías decidió recoger muestras de tierra de cada uno de los 1.233 pueblos de esa extensa provincia que él conoce tan bien como la palma de su mano. Introducidas en reducidos tubos de ensayo, las fue colocando en un mapa gigante. Y no paró hasta tenerlas todas. El primero fue Viérgol (Valle de Mena) el 22 de mayo de 2008 y el último Perros (Valle de Valdevezana) el 6 de marzo de 2009.

Pero el proyecto, producido por Espacio Tangente, tenía una segunda parte. Alimentar con todas esas tierras multicoloristas y multiculturales un árbol muy especial: el árbol de la provincia.

La idea entusiasmó a todos menos a los políticos burgaleses, lo que seguramente fue una buena señal. Tan sólo el alcalde de Jaramillo de la Fuente, Simón Bernabé, se interesó por el proyecto, y con la ayuda de un puñado de vecinos como Domingo, Servillano, Mateo y Julián, el 14 de marzo de 2009 plantaron una encina que ahora crece vigorosa alimentada con el suelo fértil de 1.233 pueblos. La encina de la provincia.

Árboles singulares, arte, historia, geografía, sensaciones, simbolismo. Jaramillo de la Fuente te lo ofrece todo, y gratis, a un tiro de piedra de la capital burgalesa, en medio de un paisaje único.

Es verano, tiempo de excursiones, de turismo. ¿Te vas a perder tanta maravilla?

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Los vecinos de un pueblo de León se encadenan para salvar sus encinas

Encina centenaria

Vecinos encadenados en una encina para impedir su tala. © Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

Robledo de la Guzpeña es un pequeño pueblo de León con apenas 22 habitantes, a las faldas de la colosal Peñacorada, en las estribaciones de los Picos de Europa. Allí, un puñado de valientes se han empeñado en parar la vergüenza de una tala sin sentido, la de decenas de viejas encinas centenarias. Aquellas que, debido a su gran tamaño e importancia ecológica, fueron respetadas cuando se hizo pasar por este venerable bosque una línea eléctrica de alta tensión La Robla – Velilla hace ahora más de 30 años. Las últimas supervivientes de un valioso encinar relicto de alta montaña cantábrica situado a 1.500 metros de altitud. Red Eléctrica Española (REE) está talando decenas de ellas.

La excusa para cometer tamaño arboricidio no puede ser más peregrina: tareas de mantenimiento, prevención de incendios forestales. Peregrina excusa, pues están talando viejos árboles situados a más de 200 metros por debajo del tendido eléctrico.

Este fin de semana, el alcalde pedáneo y algunos vecinos se han encadenado a las encinas. Acudieron acompañados por la Guardia Civil, que pidió la documentación a los operarios y al parecer tienen autorización de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.

Según un comunicado de prensa remitido por la Junta Vecinal, «las tareas de mantenimiento han excedido con muchísimo lo habitual, lo que viene siendo un clareo para evitar incendios». En esta ocasión se han exterminando “a matarrasa” centenares de encinas de incalculable valor ambiental, sin necesidad y sin que nadie dé una explicación al respecto. Algunos de estos árboles tenían más de tres metros de perímetro. 

Desde los despachos de Valladolid la realidad se ve diferente. El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Antonio Silván, ha defendido la tala de encinas asegurando que son labores habituales de prevención de incendios y se hacen “cumpliendo la normativa”. He incluso «duda» que algunos de los árboles cortados «puedan tener la edad que los vecinos le atribuyen». No hay más que ver las fotos para comprobar lo equivocado de su duda.

Una ciberacción en Change.org trata de impedir este destrozo. Hemos firmado 700 personas pero nos gustaría llegar al millar. ¿Nos ayudas?

© Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

© Junta Vecinal de Robledo de la Guzpeña

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La centenaria tumba del burrito Platero está en peligro

Fuentepiña

Ocurrió en un abril luminoso hace ahora exactamente un siglo:

«A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo».

La desolación de Juan Ramón Jiménez ante la desaparición de su fiel mascota fue total. Lo enterró, como se entierra a un ser querido. En el corazón de su paisaje más íntimo. En Fuentepiña, bajo un gigantesco pino «redondo y paternal» que todavía hoy da sombra a un lugar único. La solitaria casa de campo, a cuatro kilómetros de su Moguer natal (Huelva), donde el escritor pasó melancólicas temporadas de descanso e inspiración.PlateroMoguer

Hace casi 20 años visité ese lugar tan especial. Fue uno de los momentos más intensos de mi vida. El colosal pino, la recoleta villa, las encinas, alcornoques, palmitos y jaguarzos, las aves canoras, la primavera florida, esa soledad inmensa: todo recordaba al poeta.

Desgraciadamente, tan mágico hábitat está hoy amenazado. La finca, abandonada. La villa, arruinada; tapiadas sus ventanas en el penúltimo intento por expulsar de allí a los okupas. El entorno natural destruido ante el avance imparable del monocultivo de la fresa y la expansión urbanística del cercano polígono industrial. Ruina y ocaso.

Hoy todos celebramos con alegría los 100 años de Platero y yo. Que no es, como piensan algunos, un cuento para niños. Es la primera gran obra ecologista de nuestra literatura. Tenemos el libro, eterno, pero hemos olvidado el alma de su paisaje creador.

Un siglo después, repito la consulta que bajo el gran pino de Fuentepiña hizo Juan Ramón a la tumba de Platero. ¿Habremos desahuciado el espíritu de tan mágico rincón?

«Y, cual contestando a mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio».

Fotos: Casa de Fuentepiña (Ayuntamiento de Moguer) y Estatua de Platero en Casa Museo J.R.J. de Moguer. Obra de León Ortega (Wikimedia Commons)

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Atención a la lluvia primaveral de pollos y otros animales

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Me llama mi amiga Fernanda. Fue a visitar una fabulosa encina monumental de Toledo y al acercarse a su tronco se dio un buen susto. Bajo el árbol, dos grandes bolas de algodón se hinchaban y bufaban amenazantes. Entre el blanco inmaculado resaltaban dos pares de ojos amarillos que la miraban igualmente asustados. Eran dos pollos de búho real (Bubo bubo). Se habían caído del nido, precariamente instalado en una vieja plataforma de corneja, en lo más alto de la gigantesca y solitaria encina manchega.

¿Qué podía hacer? Desde luego no cogerlos, fue mi apresurado consejo telefónico. Tampoco llamar a Medio Ambiente, como hizo el año pasado cuando se encontró otro de estos pollos en situación parecida. Llevarlos a casa o a un centro de recuperación tiene poco futuro. Lo mejor es dejar que la naturaleza siga su curso. Muchas parejas de búho real crían en el suelo y su prole prospera sin problemas. Como las avutardas, las perdices o las ortegas y sisones.

Éstas y otras especies tienen pollos que casi podríamos llamar nidífugos; en cuanto son medianamente grandes saltan del nido y empiezan a moverse por la zona. No los vemos, pero los padres están siempre muy cerca. Les cuidan y alimentan sin problemas allá por donde éstos vayan.

Así que mi amiga hizo lo mejor. Agarró una escalera y dejó las dos bolas de plumón en la cruz de la gran encina, pollos que se mantenían engrifados como habitual método de defensa pues les hace parecer más grandes y peligrosos de lo que en realidad son. Y ahí siguen hoy, hermosos y seguros.

En estos días de espléndida primavera, en nuestras salidas al campo nos podremos encontrar crías de animales aparentemente desvalidas. Incluso corzos, como ya os he contado en otra ocasión. Cogiéndolas no les hacemos ningún favor. Todo lo contrario. Lo mejor es no tocarlas. La madre naturaleza es sabia y nosotros pelín torpes.

En la foto, los búhos una vez subidos de nuevo a la encina.  © Fernanda Serrano

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Se muere el símbolo vegetal de Extremadura

La Marquesa se muere. Sin remedio. Es ley de vida, pero cuando se trata del símbolo vegetal de Extremadura, de una maravillosa encina tenida como la más bonita y grandiosa del mundo, da mucha pena.

«No se va a morir mañana, porque son árboles que aguantan muchísimo, pero está en las últimas»,

me explicaba hace 10 años Chema Masón, profesor del Centro de Formación Agraria de Navalmoral de la Mata (Cáceres), en cuya dehesa se encuentra tan monumental árbol. Su compañero Ángel Hemández resumía entonces en tres las razones de esta muerte anunciada:

«Por un lado sufre un ataque de oruga muy grande, la sequía de estos últimos años la ha debilitado y, por si fuera poco, hace tres años le cayó un rayo».

Durante siglos, su belleza le había indultado del hacha en todos los sentidos, pues ni siquiera fue podada por expreso deseo de la marquesa de Comillas, señora de toda la finca hasta la llegada de la República. Y de este viejo capricho nobiliario adquirió el rimbombante título: Encina de la Marquesa.

Cada vez peor. Más vieja, con menos hojas. Las ramas partidas, secas. Atrás quedan los buenos tiempos de la encina, cuando a su sombra podían sestear casi un millar de ovejas con sus pastores. Hoy el terrible sol de agosto pasa libre por sus ramas desnudas, incapaces de ofrecer descanso. La «encina gorda», como también se le conoce, da sus últimas bocanadas de clorofila. Pero muere como lo hacen los árboles, de pie, orgullosa como lo que es, una gran señora, una marquesa.

Os dejo este precioso vídeo de Talayuela TV donde se homenajea a la moribunda encina.

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