Hay que hablar de Chemsex

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ante el anuncio de una charla titulada “Chemsex: algo más que sexo y drogas” organizada por ONG Stop y Adriano Antinoo para el próximo 9 de marzo en Sevilla, un usuario de Instagram expresó lo siguiente:

Pienso que este tipo de charlas lo que hacen es estigmatizar al colectivo, creo que cuando ponéis # tendríais que poner #hetero, x que??? Pues porque el #chemsex los heteros también lo practican … Dejemos de estigmatizar al colectivo lgtb.

Cuando en el seno de la asociación Adriano Antinoo hemos hablado del chemsex hemos sido conscientes de lo “delicado” del tema, y como la unión de sexo gay y drogas puede generar un sin fin de reacciones negativas: desde servir de argumentos a grupos homófobos hasta que los usuarios de esta fórmula de ocio se sientan juzgados y discriminados.

Personalmente no tengo un juicio moral sobre el chemsex. Las personas somos seres sexuales, y a través del sexo no solo aseguramos la continuidad de la especie sino que obtenemos placer más allá de lo puramente sexual. Y que cualquier práctica libremente consensuada entre adultos, nos atraiga más o menos (o nada), merece todo nuestro respeto.

Pero ¿de qué se trata cuando hablamos de chemsex?

Según la definición de David Stuart, el fundador de la clínica de salud sexual para hombres gais de Londres, “55 Dean Street”, Chemsex es el uso de cualquier combinación de medicamentos, incluyendo cristal metanfetamina, mefedrona (y otras catenonas) y/o GHB/GBL, exclusivamente con la finalidad de tener sexo gay.

Es decir, nuestro usuario de Instagram yerra al opinar que los heteros también practica la chemsex, ya que un requisito para su definición es que se trate de sexo entre hombres.

Pero es que además, como escribe con mucho humor el psicólogo, escritor y activista Gabriel J. Martín en su obra “Gay Sex”, si estás follando con tres gintonics encima, una raya de coca y compartís un porro, eso no es chemsex, eso es una “fiesta de toda la vida” en la que acabáis echando un polvo.

Estas drogas, además. continúa diciendo Martín, no se consumen en cualquier sitio sino en espacios privados a los que acuden otros hombres gais y en los que se oye música, los llamados “chills”. La forma de contactar, al menos inicialmente, suele ser a través de apps de cruising aunque, cuando ya os conocéis, puedes estar en un grupo de Whatsapp donde te vayan informando de los próximos encuentros.

Chemsex y chills son, por lo tanto, formas distintas de conocer a gente, consumir drogas con fines recreativos y tener sexo en grupo.

Pero es cierto que según se va extendiendo este tipo de prácticas, vamos descubriendo efectos colaterales no deseados. Como afirma Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo, lo que hay debajo [del chemsex] es un fenómeno estructural que viene derivado de cómo se ha configurado nuestro modelo de ocio y que está, además, muy relacionado con aspectos emocionales como la soledad.

No se trata de estigmatizar al colectivo lgtbi (bueno, solo al colectivo de hombres que tienen sexo con hombres), pero usuarios de las chemsex terminan buscando ayuda, pero no con un problema de drogas o un problema de «adicción»; en su mayoría buscan solución a las consecuencias para la salud sexual de su uso de las drogas […] para estos hombres, no es un problema de drogas, sino un problema de sexo gay.

Y la respuesta que da el terapeuta británico es que la mejor manera de reducir los daños de chemsex es desarrollar una comprensión sólida de cómo queremos que sea nuestra vida sexual y romántica, tener algunas metas y límites en torno a ello, y tener la capacidad de concienciación y de comunicación para alcanzar estas metas/proteger esos límites.

Por eso es tan importante la afirmación de Gabriel J. Martín: Cuando la sexualidad viene a cubrir vacíos de tu vida (al estilo de la bulimia, siguiendo nuestra analogía con la “buena relación con la alimentación”), no hay droga suficiente para tapar ese hueco porque, mientras sigas con la herida abierta o con la carencia sin satisfacer, todo lo que hagas para enmascarar vacíos, ausencias o daños, no servirá más que para crearte nuevos problemas. Por eso, la primera consideración que deberíamos hacer sobre el chemsex es “-¿Estoy enmascarando algo con este consumo?

Es decir, el problema del chemsex no proviene de su uso, sino de las razones que nos llevan a ello, en un ciclo definido como soledad y vacío, búsqueda de conexión, conexión sexual, conexión por medio del chemsex, problemas con el chemsex y impacto grave en la salud.

Por eso es tan importante hablar del chemsex, a despecho de que sea utilizado por los homófobos para reafirmar sus ataques, y de provoque el enfado de los hombres que tienen sexo con hombres al sentirse señalados. Porque solo hablando, debatiendo y sabiendo sobre el chemsex podemos conseguir que una forma más de ocio no se convierta en una trampa mortal para los nuestros. 

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