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“La rebelión de las hienas” de Mer Gómez, apasionante acercamiento a la realidad de las personas con intersexualidades

Por KRISOL. Adriano Antinoo.

 

El pasado 21 de septiembre, miembros de Krisol Pro Derechos Humanos Intersex de Adriano Antinoo tuvimos la suerte de compartir con Mer Gómez la presentación de su libro “La rebelión de las hienas” en la librería La Fuga, de Sevilla. Gómez se define a sí misma así: “Bicha Rara. Escribo desde el cruce, soy una hiena”.

Mer Gómez es autora y activista intersex. Graduada en Periodismo y Doctora en Estudios Feministas y de Género por la Universidad del País Vasco, colabora con la revista vasca Pikara Magazine y ha escrito y protagonizado los monólogos para microteatro “La revolución de Lola” y “Solo apto para Bichas Raras”, así como el corto documental “Se receta silencio”.

Desde 2020, coordina el colectivo “i de intersex” junto a la activista Laura Vila Kremer. Un espacio de sensibilización desde el que forman e informan sobre intersexualidades y diversidad corporal.

Por todo ello no podíamos dejar escapar la oportunidad de entrevistarla.

¿Cómo empezó a gestarse la intención de hacer ese viaje por el territorio en busca de referentes intersex?

Este viaje comienza en 2016. En aquel momento, por primera vez y gracias al feminismo y a los estudios de género, empiezo a tener herramientas para entender las intersexualidades como posibilidades y/o variaciones corporales. Yo no conocía a otras personas intersex, tampoco la intersexualidad como identidad política. Pero resulta que, igual que yo, había muchas más personas que nunca habían hablado de ello, que no conocían a otras, que vivían sus experiencias corporales desde lo patológico. Así que, desde entonces y hasta hoy, no he parado de buscar referencias y referentes. Primero, a lo largo de todo el Estado Español. Después, por todo el mundo. El libro es mi propio viaje, desde 2016 y hasta 2020 que empiezo a escribirlo. Y las personas que salen en él son precisamente las que me habían ido acompañando durante esos primeros años. Hoy, afortunadamente, serían muchas más.

¿Cuál es el objetivo del libro “La rebelión de las hienas” y de las personas que lo habitan?

Uno de los objetivos principales es la visibilidad. Visibilizar que existen personas con características sexuales –hormonas, genitales, cromosomas, gónadas– que rompen la norma sexual binaria. Y que, precisamente por romperla o por no encajar en esos arquetipos estéticos sobre dos tipos de cuerpos, han sido medicalizadas y han sufrido una serie de violencias, unos protocolos de “normalización”, de manera obligatoria. Romper ese silencio que nos había sido recetado desde las instituciones de salud y unirnos para trabajar por la despatologización es el principal grito de este libro y de todo el clan de hienas. También, otro objetivo fundamental es generar narrativas sobre la intersexualidad en primera persona y como sujetos protagonistas.

¿Qué dificultades has encontrado, cómo te ha resultado redactar las vivencias de otras personas intersex?

Para mí ha sido un aprendizaje continuo. Todo el rato. A veces, difícil de gestionar. Hay mucho dolor en cada historia de vida. Mucha culpa, rabia, soledad. Cuando recopilas testimonios y analizas, una a una, las discriminaciones sufridas, no es nada fácil. Es injusto. Por eso, teníamos que ponerlo sobre la mesa. Y lo teníamos que hacer como sujetos con agencia, no como objetos de estudio. Era necesario conseguir ese empoderamiento. Compartir experiencias desde la escucha, la empatía, los cuidados. Sentirnos a gusto con cada cosa que queríamos contar y decidir cómo queríamos hacerlo. Al final, también ha sido un proceso sanador. Si hoy pienso en aquellos días, cuando nos reuníamos a través de videollamadas en mitad de una pandemia mundial, lloro. Con todas las emociones que vivíamos y que florecían en cada encuentro. Yo he aprendido mucho de cada una de las rebeliones íntimas de todas esas hienas, de su increíble generosidad. Las admiro mucho.

¿Qué te impactó más a lo largo de ese viaje?

La absoluta necesidad que teníamos de hablar y de empezar a construir una identidad colectiva intersex para luchar por nuestros derechos. Y esto también ha sido posible gracias al trabajo previo que ha ido haciéndose desde asociaciones intersex como Grapsia, grupos LGTBI+ como Adriano Antinoo en Andalucía y colectivos feministas.

¿Por qué has elegido las hienas?

Cuando creces sin referentes, los buscas en cualquier parte. En este caso, también en el mundo animal. La hiena, encima, es un mamífero. Y, de la misma forma que las personas intersex, presenta una serie de características en su anatomía sexual y reproductiva que no son las normativas. Por otro lado, la representación en el imaginario colectivo sobre la figura de la hiena por la película de “El rey león” es muy interesante. El rey es un león, los demás animales están en una posición inferior. Y la hiena, además, vive literalmente escondida y relegada a los márgenes. Es mala y peligrosa. No interesa que tome el poder del reino. Algún paralelismo había ahí, ¿no?

¿Este libro ha supuesto para ti un efecto terapéutico?

Yo diría que el libro es el resultado de un proceso terapéutico personal previo. Es decir, era necesario vivir un proceso íntimo de despatologización sobre mi propio cuerpo para sacar adelante este proyecto de la manera que lo he hecho.

Te hemos visto en la Mesa Redonda de la Jornada sobre Intersexualidad del Ministerio de Igualdad el pasado 26 de octubre, ¿cómo fue tu experiencia y qué ha supuesto para la comunidad intersex algo así?

Tenemos que celebrar estos avances a nivel político, a nivel social. Por primera vez, las personas intersex hemos estado ahí, visibles, y hemos utilizado nuestra voz para hablar de las reivindicaciones y las necesidades que tenemos como colectivo. Es un hito que tenemos que celebrar desde el activismo. Pero, ojo, la intersexualidad no solo existe el 26 de octubre. Las personas intersex existimos todos los días del año. Necesitamos ser nombradas, reconocidas y sentir que se está trabajando por nuestros derechos. Cada día, en los hospitales de referencia de nuestro país, se están dando diagnósticos y realizando modificaciones corporales a menores, sin su consentimiento expreso e informado, y por una cuestión estética normativa. Como dice Clara Montesdeoca, de la asociación canaria “Caminar intersex”: «si no hacemos nada, estamos siendo cómplices como sociedad». Y ninguna persona, en ninguna casa, está exenta de sufrir estas violencias.

Este año también has hecho otra incursión por el territorio intersex pero más amplio, más internacional: te hemos visto que has acudido en mayo a un congreso organizado por la Organización Intersex Internacional en Europa (OII), que se ha celebrado en Paris. ¿Qué ha supuesto para ti esta aventura?

Un paso más como activista. Me ha servido, sobre todo, para analizar qué se está haciendo en otros países del mundo. De qué forma se está trabajando, cómo se está incidiendo políticamente, qué pasos se están dando, hacia dónde vamos, cómo tenemos qué actuar desde lo local. Observar todo ese trabajo en red, aprender unos colectivos de otros, es admirable y necesario. A esto tenemos que aspirar, a luchar colectivamente desde cualquier parte del mundo por unos mismos derechos.

¿Se está gestando un nuevo libro de relatos corporales amplificado por nuevos testimonios, nuevos contactos o nuevas hienas?

De momento, acabo de defender una tesis doctoral en la que llevo inmersa más de cinco años y en la que también he trabajado junto a una decena de mujeres intersex. Espero que pronto pueda ver la luz porque, efectivamente, mi propósito es seguir generando referencias. Las necesitamos, como colectivo y como sociedad. Necesitamos narrativas desde otros lugares, que vengan de grupos que hemos sido relegados a los márgenes. Tenemos que ampliar los imaginarios culturales que hablen de cuerpos que cuestionan el binarismo, de identidades, de formas de desear que rompen la cis-heteronorma, de diversidad. Las personas trans, las bolleras, los maricas, las discas, les no binaries, las asexuales, las personas racializadas… Siempre hemos estado ahí, la diferencia es que ahora, por fin, tenemos voz.

¿Por qué crees que las personas deben leer “La rebelión de las hienas”?

Creo que las intersexualidades nos pueden enseñar –a todas las personas independientemente de si están atravesadas o no por esta realidad– a comprender las vivencias corporales, las categorías sexo-género y la sexualidad desde un punto de vista más flexible, de una forma más sana y más libre. Siempre digo lo mismo, ¿quién no ha sentido alguna vez presión por no adecuarse a los cánones estéticos sobre dos tipos de cuerpos muy concretos?, ¿por tener más o menos vello?, ¿por el tamaño de sus genitales?, ¿por la forma de sus pechos? No existe un binarismo estricto, eres esto o eres lo otro. La cuestión intersex debería ser una responsabilidad social. Todas las personas deberíamos tener derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, derecho a la información, derecho a la integridad corporal. La cuestión intersex es una cuestión de derechos humanos.

¿Qué ha sido lo más importante del libro para ti?

Que, por fin, las personas intersex nos hemos atrevido y hemos roto el silencio recetado. Y que sí, que ya estamos haciendo la rebelión intersex.

¡Muchas gracias!

 

Hay que hablar de Chemsex

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ante el anuncio de una charla titulada “Chemsex: algo más que sexo y drogas” organizada por ONG Stop y Adriano Antinoo para el próximo 9 de marzo en Sevilla, un usuario de Instagram expresó lo siguiente:

Pienso que este tipo de charlas lo que hacen es estigmatizar al colectivo, creo que cuando ponéis # tendríais que poner #hetero, x que??? Pues porque el #chemsex los heteros también lo practican … Dejemos de estigmatizar al colectivo lgtb.

Cuando en el seno de la asociación Adriano Antinoo hemos hablado del chemsex hemos sido conscientes de lo “delicado” del tema, y como la unión de sexo gay y drogas puede generar un sin fin de reacciones negativas: desde servir de argumentos a grupos homófobos hasta que los usuarios de esta fórmula de ocio se sientan juzgados y discriminados.

Personalmente no tengo un juicio moral sobre el chemsex. Las personas somos seres sexuales, y a través del sexo no solo aseguramos la continuidad de la especie sino que obtenemos placer más allá de lo puramente sexual. Y que cualquier práctica libremente consensuada entre adultos, nos atraiga más o menos (o nada), merece todo nuestro respeto.

Pero ¿de qué se trata cuando hablamos de chemsex?

Según la definición de David Stuart, el fundador de la clínica de salud sexual para hombres gais de Londres, “55 Dean Street”, Chemsex es el uso de cualquier combinación de medicamentos, incluyendo cristal metanfetamina, mefedrona (y otras catenonas) y/o GHB/GBL, exclusivamente con la finalidad de tener sexo gay.

Es decir, nuestro usuario de Instagram yerra al opinar que los heteros también practica la chemsex, ya que un requisito para su definición es que se trate de sexo entre hombres.

Pero es que además, como escribe con mucho humor el psicólogo, escritor y activista Gabriel J. Martín en su obra “Gay Sex”, si estás follando con tres gintonics encima, una raya de coca y compartís un porro, eso no es chemsex, eso es una “fiesta de toda la vida” en la que acabáis echando un polvo.

Estas drogas, además. continúa diciendo Martín, no se consumen en cualquier sitio sino en espacios privados a los que acuden otros hombres gais y en los que se oye música, los llamados “chills”. La forma de contactar, al menos inicialmente, suele ser a través de apps de cruising aunque, cuando ya os conocéis, puedes estar en un grupo de Whatsapp donde te vayan informando de los próximos encuentros.

Chemsex y chills son, por lo tanto, formas distintas de conocer a gente, consumir drogas con fines recreativos y tener sexo en grupo.

Pero es cierto que según se va extendiendo este tipo de prácticas, vamos descubriendo efectos colaterales no deseados. Como afirma Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo, lo que hay debajo [del chemsex] es un fenómeno estructural que viene derivado de cómo se ha configurado nuestro modelo de ocio y que está, además, muy relacionado con aspectos emocionales como la soledad.

No se trata de estigmatizar al colectivo lgtbi (bueno, solo al colectivo de hombres que tienen sexo con hombres), pero usuarios de las chemsex terminan buscando ayuda, pero no con un problema de drogas o un problema de «adicción»; en su mayoría buscan solución a las consecuencias para la salud sexual de su uso de las drogas […] para estos hombres, no es un problema de drogas, sino un problema de sexo gay.

Y la respuesta que da el terapeuta británico es que la mejor manera de reducir los daños de chemsex es desarrollar una comprensión sólida de cómo queremos que sea nuestra vida sexual y romántica, tener algunas metas y límites en torno a ello, y tener la capacidad de concienciación y de comunicación para alcanzar estas metas/proteger esos límites.

Por eso es tan importante la afirmación de Gabriel J. Martín: Cuando la sexualidad viene a cubrir vacíos de tu vida (al estilo de la bulimia, siguiendo nuestra analogía con la “buena relación con la alimentación”), no hay droga suficiente para tapar ese hueco porque, mientras sigas con la herida abierta o con la carencia sin satisfacer, todo lo que hagas para enmascarar vacíos, ausencias o daños, no servirá más que para crearte nuevos problemas. Por eso, la primera consideración que deberíamos hacer sobre el chemsex es “-¿Estoy enmascarando algo con este consumo?

Es decir, el problema del chemsex no proviene de su uso, sino de las razones que nos llevan a ello, en un ciclo definido como soledad y vacío, búsqueda de conexión, conexión sexual, conexión por medio del chemsex, problemas con el chemsex y impacto grave en la salud.

Por eso es tan importante hablar del chemsex, a despecho de que sea utilizado por los homófobos para reafirmar sus ataques, y de provoque el enfado de los hombres que tienen sexo con hombres al sentirse señalados. Porque solo hablando, debatiendo y sabiendo sobre el chemsex podemos conseguir que una forma más de ocio no se convierta en una trampa mortal para los nuestros. 

Noviembre de 2021, el mes más “queer” de Sevilla.

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ahora que finaliza noviembre, podemos considerar que, a nivel LGTBI, ha sido uno de los meses más brillantes que recordamos.
Festivales de cine, exposiciones, presentaciones de libros, etc. han confluido este otoño, fuera de junio, considerado mes el de la diversidad por antonomasia.

Comenzó con una de las mejores ediciones del Festival de Cine Europeo de Sevilla, que este año cumplía su 18 edición.

Una cinta de temática homosexual se alzó con el Giraldillo de Oro. Nos referimos a la cinta Great Freedom, del austriaco Sebastian Meise, el cual narra la insólita historia de amor de un preso encarcelado homosexual por el artículo 175 del Código Penal alemán, y que sirve para denunciar la persecución a los hombres gais y bisexuales en las Alemanias. Además, el protagonista, Franz Rogwski, fue elegido como el Mejor actor del Festival.

Además, la cinta danesa de animación Flee, que dibuja con su sincera paleta de colores animados un rayo de luz y esperanza sobre la oscura existencia de los gais en Afganistán, consiguió el VIII Premio Ocaña a la mejor película de temática LGTBI, concedido por la entidad Cultura con Orgullo.

Y en cuanto a cine, noviembre finaliza con la 13 edición de LaPECCA, Pequeño Certamen de Cine de Ambiente, en el Teatro Alameda. A este Festival, gestionado por la entidad DeFrente LGTBI, se han presentado un total de 121 cortos de temática LGTBI, de 16 países de Europa, Asia y América, lo que le convierte en uno de los más relevantes en su género del continente europeo.

En el campo del teatro, del 18 al 29 de noviembre, disfrutamos del Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla – feSt 2021, en el que se incluyeron dos obras de clara temática LGTBI, como fueron ¡Ave, osos! de la compañía vasca El Mono Habitado, en la Sala Cero, y Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas con un genial Piermario Salerno, en el Teatro Viento Sur.

También a lo largo del mes de noviembre (y hasta el 28 de febrero de 2022) pudimos disfrutar de la fantástica retrospectiva que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha dedicado este otoño al sevillano Nazario, uno de los tres autores de comic gay más importante, junto a Tom of Finland y Ralf Koening, y que estará expuesta en el Monasterio de Santa María de las Cuevas hasta el 28 de febrero de 2022. Autor underground, su Anarcoma ha pasado a la historia del cómic como uno de los personajes más sorprendente y audaces de su época.

En el corazón de la Alameda, durante el mes de noviembre (y que permanecerá hasta el 12 de diciembre) pudimos visitar Diferentes, la primera exposición celebrada en España sobre la historia de la cultura queer (LGTBIQ+) española de las últimas cinco décadas, desde la clausura del Pasaje Begoña (Torremolinos, Málaga) en 1971 hasta 2021.Una propuesta a medio camino entre la gran instalación y la exposición que reúne alrededor de 1.500 objetos que hablan sobre lo queer procedentes de la literatura, la música, el cine, el teatro, la danza, la moda, los medios de comunicación, las artes plásticas y el cómic.

También este mes de noviembre se ha incorporado el Espacio LGTBI #Relator6 (gestionado por las entidades Adriano Antinoo y RETOS Municipios Orgullosos) a la vida cultural de la ciudad, con la micro-exposición Under the Influence of Artemisia Gentileschi – Arte contra las violencias de género de Víctor Gracia, con ocasión del 25 de Noviembre, Día de lucha contra las violencias machistas. Una fotografía que revisa la conocida obra barroca Susana y los viejos de la pintora italiana, y que sirve al autor para reflexionar sobre las violencias machistas, y para denunciar que cientos de mujeres artistas fueron ocultadas por la historia oficial del arte, lo que supone una violencia laboral.

Y no hay que olvidar las letras, con la presentación por parte de Nazario de la tercera parte de su auto-biografía Un pacto con el placer, dentro del ciclo Diálogos.com de Adriano Antinoo, en el Espacio Santa Clara el día 5 de noviembre, y del último libro del terapeuta, escritor y activista Gabriel J Martín titulado Gaynteligencia emocional, el 19 de noviembre, de la última obra en el Espacio Caotica.

Por último, en materia de Memoria Histórica, pudimos conocer más afondo la persecución de homosexuales (gais y lesbianas), bisexuales y trans por parte de la dictadura franquista durante las jornadas promovida por la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla los días 17 y 18 de noviembre, en el Palacio Marqueses de la Algaba.

Lo dicho. Es difícil recordar un mes tan intenso de propuestas LGTBI, fuera del tradicional mes de la Diversidad, desde ámbitos tan diversos de la iniciativa pública (Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla) como privada (asociaciones y empresas), que nos muestra una ciudad con músculo y con una clara apuesta por la diversidad, también de la orientación, la identidad y la corporalidad.

Represión política de gais, lesbianas y trans durante el Franquismo: la memoria necesaria

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

La cinta triunfadora de este año en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y que ha recibido el Giraldillo de Oro, Great Freedom, cuenta una historia carcelaria de amor homosexual entre dos presos alemanes y, sobre todo, desvela un hecho histórico insoportable.

Cuando las tropas norteamericanas llegaron a los campos de concentración nazi, mientras a los presos judíos, gitanos, discapacitados y militantes de izquierda fueron liberados, los homosexuales fueron llevados de inmediato a prisiones donde continuaron encarcelados. Es decir, sufrieron en los campos de exterminios con el régimen nazi, y siguieron sufriendo en las prisiones de los regímenes de las Repúblicas Federal Alemana (capitalista) y Democrática Alemana (comunista).

Seguro que muchas personas en nuestro país se sentirán conmovidas por la película y escandalizadas por ese ignominioso trato dispensado por los liberadores del nazismo a gais, lesbianas y trans. ¿Imaginarán que en España se vivió una situación similar durante los larguísimos años oscuros del franquismo?

Y es que, en nuestro país, el triunfo del ejército franquista en 1939, y tras la sistemática eliminación de la oposición política de socialistas, anarquistas y comunistas, supuso que el régimen totalitario fijara su mirada en la otra disidencia, la sexual.

El hecho diferencial del franquismo hacia la homosexualidad respecto a tiempos anteriores, fue su conversión de un pecado en una amenaza política al régimen. Esta transformación alcanza su máxima explicitación en Mauricio Karl, un prolífico escritor e instructor de la academia donde se formaron generaciones de policía de la Dictadura, quien afirmó: “la sodomía tiene una función comunista a través de los siglos pues ambas aberraciones, aun siendo de distinto tipo son contrarias a la familia, a la propiedad privada y al orden tradicional”.

Es decir, la homosexualidad ya no era un vicio que afectaba a la religión, si no un elemento corrosivo en el seno de la nueva España nacida del 18 de julio, que era necesario eliminar.

Este hecho es el que convierte la persecución del régimen franquista de gais, lesbianas y trans en represión política, similar a la sufrida por militantes de partidos y sindicatos, como recoge la Ley 2/2017, de 28 de marzo, de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía.

Pero esta realidad, que a nuestros ojos de 2021 está meridianamente clara, no lo estuvo en 1977 para las fuerzas políticas de la Transición y en muchos casos, ni siquiera para las propias personas homosexuales y trans. Por eso, mientras las otras víctimas de la represión política del franquismo fueron liberadas por la Ley de Amnistía, y posteriormente reparadas, homosexuales y trans tuvieron que esperar hasta después de aprobada la Constitución, para ser “liberadas” en 1979, tras la aprobación del Real Decreto que excluyó la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social en diciembre de 1978, y apenas reparadas durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.

A todo ello hay que unir dos hechos terribles, insuficientemente investigados.

Por un lado, las víctimas directas de la Ley de Vagos y Maleantes primero y de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social después (leyes que por otra parte se aplicaban de forma clasista, afectando principalmente a jóvenes de extracción obrera, de baja cualificación y en muchas ocasiones analfabetas) eran obligadas al destierro. Cualquiera se puede imaginar como podía afectar a una persona joven, de baja cualificación y sin red social ni familiar en una ciudad extraña. En muchos casos terminaban en la prostitución, que en los años 70 venía acompañada con el consumo de heroína y en los 80, del VIH-Sida. Es decir, en muchas ocasiones, ser víctima de las leyes represivas de la homosexualidad suponía una condena a muerte en diferido. Además, el SIDA afectó sobre todo a la población homosexual, lo que hace que, por desgracia, sean pocos los supervivientes que han podido dejar constancia pública de la persecución política que sufrieron.

Pero es que, además (y a diferencia de las víctimas de la persecución por la militancia política, sindical o de derechos humanos), gais, lesbianas y trans no tienen descendientes que se sientan orgullos de sus padres, tíos o abuelos, y que reivindiquen su memoria.

Gais, lesbianas y trans, víctimas políticas del régimen franquista por su orientación sexual y/o su identidad de género, esperan una reparación que apenas llega a cuenta gotas. Y debemos ser las entidades LGTBI las depositarias de esta memoria la que reivindiquemos su sufrimiento y opresión, en estudios, propuestas políticas, y jornadas como la que este 17 y 18 de noviembre de 2021 se celebrarán en el Palacio Marqueses de la Algaba de Sevilla, organizadas por la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla, en colaboración con la asociación Adriano Antinoo.

Por Pablo Morterero, presidente de Adriano Antinoo y coautor de “Lo personal es político. Historia del Movimiento Homosexual en Andalucía”.

 

La visibilidad de las personas intersex también es importante

Por Krisol Pro Derechos Humanos Intersex de Adriano Antinoo

 

Este 26 de octubre volvemos a conmemorar el Día de la Visibilidad Intersex. Para Krisol Pro Derechos Humanos Intersex de la Asociación Adriano Antinoo se trata de una fecha importante, porque si algo agrava la terrible situación por la que han pasado las personas intersex a lo largo de la historia es su invisibilidad, provocada, entre otras cosas, por una mal entendida protección por parte de los profesionales de la salud así como de los familiares.

Las personas intersex suponen alrededor del 1,7% de la población, que en España se traduce en que al menos 800.000 personas presentan una corporalidad con rasgos intersex; o que en un centro educativo de 200 personas, puedan existir alrededor de 3 personas.

Si existen tantas personas intersex ¿cómo es posible que la gran mayoría de la población no conozca ni un solo caso en su entorno social, vecinal, familiar o laboral?

Un asfixiante silencio rodea la vida diaria de las personas intersex, que impide que su realidad corporal sea considerada jurídica, clínica y socialmente de forma adecuada.

En España son importante las medidas que hay que implementar para que la atención a la realidad intersex de los sistemas administrativos, médicos, educativos y sociales sea correcta.

Pero sin duda, ello será mucho más difícil si las propias personas intersex y sus familias no asumen el reto de la visibilidad. Como en otros casos, y que ha afectado históricamente a las personas homosexuales, bisexuales y trans, se trata de un proceso complejo, que requiere un gran respeto por parte de todas y de todos.

Pero para Krisol Pro Derechos Humanos Intersex de la Asociación Adriano Antinoo se trata de un proceso esencial para poder avanzar en la defensa de los derechos de las personas intersex a su pleno desarrollo corporal y social, sin mutilaciones genitales, y sin procesos clínicos y administrativos que vulneran sus derechos fundamentales.

Y por ello, es fundamental promover espacios seguros para las personas intersex y sus familiares, grupos de iguales que con el apoyo de las personas aliadas, puedan trabajar en un proceso de empoderamiento que conduzca finalmente a una mayor visibilidad.

Uno de esos espacios es el propio Grupo Krisol, con base en la ciudad de Sevilla pero que se extiende a lo largo de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Un espacio de personas intersex, familiares y aliados a disposición de toda la comunidad intersex.

 

Para más información en intersex.adrianoantioo@gmail.com