La media veda de tórtola y codorniz se abre estos días en España con fuertes críticas de los ecologistas ante el declive generalizado de las especies objeto de caza, con el agravante añadido de su mala cría este año debido a la sequía.
¿Cuántas codornices has escuchado en el campo? Su machacón “aquí hay pan, aquí hay pan” apenas suena en los trigos y cebadas encañadas.
¿Cuántos arrullos de tórtolas? Más que oírlas se las echa de menos.
En mis paseos de este verano prácticamente no he visto ni oído codornices o tórtolas. Hasta que han llegado los primeros cazadores con sus cadáveres colgando de las perchas.
Protesta ambientalista
“Otro año más se autoriza esta práctica en una época delicada para estas especies, que además sufren una grave pérdida de hábitats y un declive alarmante. Y no sólo eso, ya que otras especies de reproducción tardía y que no son consideradas cinegéticas, pueden verse afectadas por las molestias de estas prácticas durante su época reproductora. Además en años especialmente secos como este o con una climatología adversa, las especies son más vulnerables, especialmente si tenemos en cuenta que el cereal se ha recogido antes y quedan menos lugares donde criar o refugiarse”, asegura el responsable del Programa de Conservación de Especies Amenazadas de SEO/BirdLife, Nicolás López.
Por otra parte, desde la década de los 90 la superficie agraria en España ha disminuido principalmente a causa del descenso de la superficie dedicada a los cereales de secano. Sin embargo, se ha producido un aumento de la superficie de cultivos leñosos en regadío, de los pastizales y de la superficie forestal, transformando los hábitats agrarios de los que dependen estas especies para criar, alimentarse y refugiarse.
Además de enfrentarse a una climatología adversa, y de sufrir una notable pérdida de hábitats, determinadas prácticas agrícolas intensivas están eliminando los insectos y semillas de los que se alimentan estas aves.
Otra de las causas que provoca un estado de conservación desfavorable para estas especies es la excesiva presión cinegética que soportan sus poblaciones, especialmente durante el periodo de caza de la media veda que se inicia durante la segunda quincena de agosto y que coincide con el final de la época reproductora de ambas especies.
Durante la temporada cinegética, y especialmente en la media veda, se pueden llegar a abatir cada temporada más individuos que los que las poblaciones naturales son capaces de producir en sus nidadas, sobre todo en el caso de la tórtola europea, en la que además, la estación reproductora comienza en el mes de abril y se prolonga hasta finales del mes de agosto, cuando aún pueden encontrarse nidos ocupados. Durante la época estival se están cazando en algunas zonas ejemplares jóvenes inexpertos que apenas acaban de aprender a volar y de emanciparse de los padres, adultos que todavía están criando y que por lo tanto no podrán terminar de hacerlos (las crías dependientes de ellos también morirán), y ejemplares que están en pleno periodo de migración en su paso desde otras zonas de Europa hacia África y que atraviesan la península durante su recorrido.
Declive de las poblaciones y aumento de las capturas
De acuerdo con los datos estadísticos sobre el número de capturas ofrecidos por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), la tendencia general es de un aumento anual de las capturas de tórtola europea y de codorniz desde 2005 a 2014. Mientras que según los datos poblacionales obtenidos del programa SACRE 2016 de SEO/BirdLife, en el caso de la codorniz, durante el periodo de 1998-2016 sus poblaciones han sufrido un grave declive de más del 66% a escala nacional, y para el mismo periodo, la tórtola europea sufrió también un declive de casi el 30% de su población.
“Aunque los datos de ejemplares abatidos son alarmantes teniendo en cuenta el delicado estado demográfico de las poblaciones silvestres, es más preocupante el hecho de que las administraciones autonómicas en sus órdenes anuales de vedas sigan permitiendo la caza de estas especies a pesar de reconocer el delicado estado de conservación de estas aves y su declive”, reconoce López.
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Imagen: Codorniz común ©Juan Bécares
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