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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

El anticiclón eterno se lleva la nieve de las montañas en tiempo récord

Los mayores del mundo rural, nuestros sabios y sabias de la tierra, están espantados. No recuerdan un invierno como éste, tan primaveral e incluso veraniego.

En realidad no hemos tenido invierno. Desde la segunda mitad de diciembre, en lugar de heladas hemos sufrido un eterno anticiclón que algunos ya han moteado como «monstruo meteorológico«.

Ha llovido poco, ha nevado menos, y los calores se han llevado esa escasa nieve caída a la alta velocidad en que el calor es capaz de fundir el hielo.

El cambio climático ha llegado y todo apunta a que viene para quedarse. 

Finalizado el invierno climatológico, que por definición abarca los meses de diciembre, enero y febrero, las reservas nacionales de nieve no han alcanzado las cifras habituales quedándose muy por debajo de lo esperable.

Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), a día 1 de marzo de 2019 dichas reservas (de 1.500 Hm3) tan solo han supuesto la mitad de la media nacional de los últimos 5 años (3.000 Hm3) y no alcanzaron el 40% de la reserva nacional registrada el año pasado al finalizar el mes de febrero (3.900 Hm3).  

Y eso que habíamos empezado bien. La nieve apareció este invierno un poco más pronto de lo habitual. Se adelantó una semana (la última semana de octubre) respecto de la media nacional de los últimos 5 años, que indica que las primeras nevadas suelen darse la primera semana de noviembre. 

Pese a su prontitud, lo cierto es que no se registraron grandes nevadas hasta la segunda quincena del mes de enero. El mes de febrero, calificado como el más seco del siglo XXI, no ha ayudado a remontar las reservas. 

El episodio cálido ocurrido del 21 al 28 de febrero, en el que se batieron 18 marcas locales vinculadas a temperaturas máximas, ha sido responsable de que el ya bajo volumen de agua en forma de nieve disponible se redujese significativamente en tan solo una semana. Como media, la Aemet cifra esta reducción en una pérdida del 19,72% del volumen de agua disponible en forma de nieve.

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