
El mejor refugio del flamenco enano en todo el África Oriental, el Lago Natron en Tanzania, está en peligro. Y con él sus maravillosas aves rosadas de enigmática sonrisa. Allí se concentran las tres cuartas partes de su población mundial, dos millones de aves, pues la comida es abundante y la tranquilidad mucha. Por supuesto, el lugar tiene todas las protecciones posibles. Pero puede no servirle para nada. En los últimos meses, el Gobierno tanzano y la empresa india Tata Chemicals han presentado propuestas conjuntas para construir en su orilla una gran planta de sosa. La factoría consumirá más de 100.000 litros de agua dulce y 550.000 litros de salmuera (agua salada) cada hora, para producir carbonato sódico, un material utilizado en la elaboración de vidrio y tintes. Además será preciso construir una central de carbón, urbanizar la zona y levantar viviendas para al menos los 1.200 trabajadores necesarios para la obra.
Todos los expertos coinciden en que si la megafábrica se pone en marcha, el daño al entorno natural será irreversible y los flamencos, junto a otras muchas especies amenazadas, desaparecerán. Paralelamente, el desarrollo industrial puede dañar gravemente el turismo ecológico de tres países muy necesitados de tan importante fuente de recursos económicos, Tanzania, Kenia y Etiopía.
Ante el peligro inminente, BirdLife International puso en marcha una campaña mundial denominada “Think Pink”, piensa en rosa, diseñada para remover conciencias y evitar el desastre. El pasado viernes estaba previsto que el Consejo Nacional de Ordenación del Medio Ambiente de Tanzania tomase una decisión sobre la conveniencia o no de instalar tan destructiva fábrica. Por suerte, la presión internacional ha ganado la primera batalla y “de momento” la factoría no se hará junto al lago. Sus promotores aceptan buscar un lugar alternativo. Es una estupenda noticia, aunque los flamencos no están todavía a salvo. Uno ya no sabe si las alternativas pueden ser todavía peores, si la sensibilidad medioambiental ha llegado efectivamente a esos remotos lares o si al final acabarán poniendo la fábrica en el lago. Por si acaso, seguiré cruzando los dedos.
