Por Uge Sangil (@USangil ), Presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (FELGTB)
Las elecciones del 28 de abril dejaron un mensaje muy claro a los partidos políticos de nuestro país: la sociedad española es progresista. Y lo es no solo en las grandes ciudades, como se tiende a pensar, sino a lo largo y ancho de nuestro territorio, porque el voto contra el odio se repartió de manera similar por toda la geografía española.
La ciudadanía hizo un ejercicio de responsabilidad al acudir a las urnas el pasado mes de abril para frenar el avance de quienes, aunque mantienen ser los máximos defensores de nuestro país, han demostrado que ni lo conocen, ni lo reconocen.
Al rozar el récord histórico de participación de 1982 (79%) se pone de manifiesto que cuando España vota mayoritariamente, lo hace a favor de opciones políticas que defienden la protección de los derechos humanos y el avance social.
Esto, como hemos visto, ya ha hecho reflexionar a algunos partidos sobre las consecuencias de acercarse a formaciones políticas que proclaman el odio y la discriminación, así como de incorporar estos mensajes a sus propios programas y discursos. Sin embargo, estas maniobras de última hora parecen más un insulto a la inteligencia de la ciudadanía que un ejercicio de auténtica autocrítica.
¿De verdad pretenden hacer creer a sus potenciales votantes que son un partido de centro cuando el mismo 28A ofrecieron formar una coalición con la ultraderecha? ¿Qué medidas sociales incluyen sus programas? ¿Con quiénes pactarán para la formación de gobiernos autonómicos?
A pesar del golpe en la mesa dado por la ciudadanía, la amenaza sigue estando ahí, las expectativas triunfalistas de la ultraderecha no se han visto cumplidas, pero sí ha conseguido entrar en el Congreso con 24 diputados, pasando de 47.182 votantes en las elecciones generales de junio de 2016 a 2.677.139 en las de este mes de abril (multiplicando por 55 su número de votos).
Los votos a los partidos conservadores se han mantenido prácticamente intactos con respecto a los de las elecciones de 2016: 11.169.796 votos para PP, Ciudadanos y Vox en 2019 y 11.076.735 en 2016. Por eso, es fundamental que los votantes progresistas que plantaron cara a los ecos del pasado con su voto el 28A, vuelvan a reivindicar sus derechos en las urnas en las próximas elecciones autonómicas y europeas. Y es que, desgraciadamente, el radicalismo conservador no solo amenaza desde casa.
“Ni un paso atrás”, ha dicho la ciudadanía, Sin embargo, sabemos bien que cuando las derechas avanzan, para no retroceder hay que seguir caminando. Por eso, en FELGTB consideramos que debemos blindar nuestros derechos.
No todo está conseguido con la victoria socialista, ahora es el momento de que el partido mayoritario esté a la altura de las demandas sociales, de que sea fiel a sus compromisos electorales. Por eso, desde FELGTB instamos al nuevo gobierno a que, durante la nueva legislatura, apruebe las medidas a las que se comprometió, entre ellas, la aprobación de una Ley de Igualdad LGTBI.
Asimismo, exigiremos al nuevo ejecutivo que garantice el derecho a la autodeterminación del género y modifique la Ley 3/2007 que sigue considerando a las personas trans enfermas e insistiremos para que se implemente el Pacto Social por la No Discriminación y la Igualdad de Trato Asociada al VIH y se trabaje para erradicar el estigma.
Igualmente, reivindicaremos el derecho de todas las personas con capacidad de gestar a las técnicas de reproducción asistida del SNS y pediremos que se garantice a las parejas de mujeres la posibilidad de filiar a sus bebés en igualdad de condiciones que las parejas de distinto género.
Entre otras medidas, demandaremos que se aprueben con carácter urgente protocolos específicos para los casos de acoso escolar por LGTBIfobia y exigiremos que las cirugías genitales para personas trans formen parte de la cartera básica de servicios del SNS.
La ciudadanía ha hablado en las urnas, ahora es el nuevo gobierno el que debe mover ficha en favor de la justicia social en esta partida contra el odio y la intransigencia.