Por Irene Aterido (@ireneaml) socióloga experta en sexualidad, salud y género
(Artículo basado en la ponencia de 11 de noviembre para Extremadura Entiende, asociación de Cáceres)

Foto: Edwin Lee
Cada individua sufre opresión u ostenta privilegios en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales (Kimberlé Crenshaw)
Para entender la sexualidad lésbica o bisexual y su puesta en acción en las redes virtuales online tenemos que tener en cuenta un poco de historia de las sexualidades disidentes o fuera de la norma y los conceptos de “sexo”, “género”, “identidad de género”, “expresión o performance de género”, «identidades binarias y no binarias», «orientación del deseo (afectivo-sexual)» e «identidades queer», etc.
Algunas mujeres que se sienten atraídas por mujeres ni siquiera se definen como lesbianas ni bisexuales sino que, desde la estrategia política queer, pretenden deconstruir las identidades binarias que solo otorgan dos valores (femenino o masculino, femme o butch, por ejemplo) a las variables “género” o “expresión de género”. A esta “confusión” estratégico o pseudo-instintiva (pues la fuerza de los mandatos de género es similar a la de un instinto –más tarde examinamos la monogamia-) se unen los prejuicios sostenidos por la sociedad mayoritaria y el propio grupo social de mujeres que se relacionan afectiva o sexualmente con mujeres.
Los prejuicios de la sociedad heterosexista son absorbidos por las mujeres bisexuales y lesbianas y eso revierte en la manera de afectarse, apegarse y relacionarse con sus grupos de pares. Hablamos de los autoprejuicios, que inundan las secciones amorosas de las revistas lésbicas online: si a mediados de los años 90 del siglo pasado las revistas lésbicas eran reivindicativas, ahora son asimilacionistas. Las identidades lésbicas se construyen a duras penas en los intersticios del sistema de sexo-género-producción capitalista: la lesbiana con gato (versión contemporánea de la solterona), la lesbiana intensa (se muda al día siguiente de conocer a la que supone la mujer de su vida), la promiscua (casi siembre bisexual)…
En la otra cara de la moneda, “La invisibilidad se presenta a veces como una elección cuando en realidad es un marcador de una salud social deficiente” (Isla Ignorada, 2017) y de la acomodación, aculturación, pérdida de la “cultura lesbiana” que, con muchas dificultades, había logrado constituirse después de los años 70 en España. En el contexto del “gaypitalismo” (Shangay Lili), capitalismo rosa y gentrificación de los barrios-gueto homosexuales, las lesbianas y las bisexuales continúan siendo muy poco visibles, muy poco rentables para el sistema patriarcal y gozando de una escasa autoestima como colectivo. Así, el tercer sexo y el lesbianismo político son categorías que en la actualidad apenas son reivindicados en el Estado español (no así en Latinoamérica) habiendo sufrido las identidades lésbicas y bisexuales un proceso de asimilación a la norma de género y de despolitización.
A la camionera y “marimacho” Ellen De Generes se contrapone ahora la “más femenina” o estilo skater Ellen Page, y a nivel mediático algunas otras figuras genderqueer como Cara Delevigne o Ruby Rose. Sin embargo, en el imaginario español siguen faltando figuras relevantes que funcionen como referentes positivos de afirmación lésbica y bisexual, saliendo la mayoría de actrices y presentadoras que parecen femme casi forzadamente del armario (tarde y mal); y las mujeres butches o “masculinas” continúan siendo casi desconocidas para el público general.
Con la falta de referentes, no sabemos cómo comportarnos en las relaciones cuerpo a cuerpo. De hecho, no sabemos qué es follar entre dos mujeres. Circula el chiste de que la vida sexual de las mujeres entre ellas difiere de la de las mujeres que se acuestan con hombres en la iteración de orgasmos, el “continuo lesbiano” parece que se refería, como decía Kaplan en su teoría de la respuesta sexual femenina, a la continuidad ad libitum y ad infinitum de uno y otro acto sexual cuando hay dos mujeres involucradas. La identidad sexual lésbica se sigue considerando suave, sin penetración… esto no refleja la diversidad de la sexualidad de lesbianas ni bisexuales.
Las apps, lejos de ser “espacios seguros”, son un espacio que reproduce las mismas dinámicas de exclusión de las diferentes. Por ejemplo, las genderqueers, las raritas, racializadas (si no son fetichizadas)… a la vez los prejuicios sobre el propio colectivo nos llevan a despreciar a nuestras propias con-géneres co-deseantes: la erotofobia y el amor romántico se ceban en las lesbianas y bisexuales como reflejo de los estereotipos sociales. Un mandato de género de pasividad sexual, falta de asertividad (“no sé qué hago aquí”), falta de interés libidinoso (¿entonces para qué crear un perfil en una red para conocer gente que desea mantener relaciones afectivo-sexuales?) y de doble moral (son las otras las que “están peor que yo”, “más necesitadas” de sexo o afecto, más demandantes o aburridas) en sus descripciones de perfil.
Tenemos poca compasión hacia nuestras compañeras, poca empatía y poca conciencia grupal. Nos creemos las únicas, como la sociedad neoliberal quiere, pero somos troqueladas y, muchas veces, nos convertimos en un calco de los prejuicios. Si creemos que otras lesbianas están “locas del coño”, probablemente filtraremos perfiles e información en base a esa creencia. La profecía que se cumple a sí misma está sobradamente demostrada.
Sin marcos de experiencia sentimental saludables, numerosos y positivos, las mujeres lesbianas y bisexuales seguirán con los marcos relacionales que les deja, como migajas, el patriarcado: la pareja monógama casada y la single con poca salud mental. ¿Nos vamos a conformar? Las profesionales y activistas bisexuales y lesbianas tenemos mucho por hacer en este sentido, desde una intervención psicosexual positiva y que refuerce positivamente las identidades femeninas diversas.
Eso pasa porque hay censura.
Si la gente viera a lesbianas disfrutando, a mujeres masturbándose, gozando del placer que les entrega su cuerpo, las cosas cambiarían, se crearía una visión más rica del sexo, del goce humano, se entendería mejor el universo erógeno y todo sería más brillante, entendible y menos huraño y represoramente rastrero.
Cuando la scosas no se conocen, se eleva un muro frente a ellas y se responde con bestialidad y violencia por miedo y prejuicio. Cuando las cosas se entienden, se concretan en el entendimiento, las barreras se superan.
La CENSURA es el mayor cáner ue ha poblado de siempr eel cerebro humano. En todos los órdenes; levanta muralla, alambrada, muro… contra lo que no se explica o se teme.
24 noviembre 2017 | 16:53
20minutos cambiad ya esta basura de web autorecargable, sin ánimo de ofender. Lo veis? los comentarios interesantes desaparecen y los usuarios ponemos tonterias, por favor, cambiadlo en serio…luego no os quejéis de las tonterias que dice la gente si tienes que escribir rápido y mal o.O.
25 noviembre 2017 | 13:25
Ahora en serio…dejaos de tonterias en esta sociedad del auto análisis. Amad si sentís y si no dejadlo correr. Que forma de intentar convencer a la gente de que las lesbianas tenemos problemas sexuales, por favor xD.
El ser humano siente y ama y si no a otra cosa, de verdad…ni más suave ni más salvaje, eso depende de cada uno.
De verdad, dejad de perder el tiempo.
Como dice Covadonga (con su permiso) si una tia te pone amala, te vas a morir igual :).
25 noviembre 2017 | 13:31
No os inventéis problemas que las lesbianas no tienen 🙂
25 noviembre 2017 | 13:38
Preocupaos de aprovechar el tiempo de vuestra vida
25 noviembre 2017 | 13:39
Y por cierto, el heteropatriarcado en tu intimidad te da básicamente igual.
25 noviembre 2017 | 13:41
Así que dejad de intentar convencer a las personas mediante estructurados análisis con aires críticos de que no tenemos deseo por el hecho de ser mujeres ^^
25 noviembre 2017 | 13:43
Este comentario es el número mil, viva la censura¡¡¡¡
Insisto, dejad de inventar tonterias, hacednos un favor anda 🙂
Y por cierto, si no os gustan las opiniones un consejito, ni habléis de mi colectivo ni pongais un blog de opinión.
Os lo digo porqué veo que la NODOración de comentarios no hace ni caso de las políticas de netiquete ni de sus propias autopolíticas.
Las lesbianas tenemos una sexualidad increible; de nada :).
25 noviembre 2017 | 13:52
Tu tampoco hables del heteropatriarcado y no ofendas a los demás.
Los heteros estamos un poquito hartos de tanta tontería.
25 noviembre 2017 | 22:34
El título es infumable: «La sexualidad de mujeres bisexuales y lesbianas bajo la influencia del heteropatriarcado»
27 noviembre 2017 | 00:45