Por Joan Carrión Soriano (@joancarrions), graduado de Publicidad y Relaciones Públicas

Foto: EFE / Hombre presuntamente homosexual azotado en público (Mayo 2017)
Mientras en Australia, tras la larga votación de un mes y medio, se da el SÍ al matrimonio homosexual, en Indonesia el colectivo padece día tras día homofobia, sin que el Gobierno haga nada y, en algunos casos, participe. Con cada detención y ataque al colectivo, en las calles del país asiático, la bandera arcoíris desaparece tras la ofensiva de la moralidad. Pero esta situación no es nueva, viene de más de 18 meses atrás.
El 24 de enero de 2016, Muhammad Nasir, el Ministro Indonesio de Tecnología, Investigación y Alta Educación, declaró:
La comunidad LGBT no tendría que poder desarrollarse o tener espacio para sus actividades. Y, en el caso de los miembros del colectivo LGBT que estudian ciencia en la universidad o llevan grupos de discusión, menos aún. Hay estándares de valores y moral a mantener, y la universidad es una guardia de la moral.
Eso proporcionó a la población no partidaria del colectivo la excusa perfecta para empezar su redada.
Tras estas declaraciones del ministro Nasir, portavoz de la Cámara Alta del gobierno de Indonesia, puso su granito de arena declarando:
Se debía estar en contra del colectivo LGBT cómo movimiento y limitar su espacio, aunque como individuales tenían que estar protegidos por ser ciudadanos.
Evidentemente, bastaron las declaraciones de Nasir y del portavoz del Gobierno, para que el periódico Republika, de conocida tendencia islamista conservadora, abriera edición con el titular: El colectivo LGBT supone una amenaza seria contra el gobierno. A raíz de este titular la alarma social se instaló en las calles, así que el efecto “bola de nieve” empezó.
En las siguientes semanas, políticos y oficiales del Gobierno siguieron alentando la hostilidad hacia la comunidad LGBT, con gestiones tan absurdas como prohibir los emoticonos gais, o gestionas más duras como considerar la homosexualidad una enfermedad mental o prohibir la presencia de personajes gay en la televisión.
Mientras el cerco al colectivo LGBT se iba haciendo más pequeño, la policía del país se iba erigiendo como el protector de la moralidad, así:
- el 30 de abril, se arrestaron 14 hombres en Surabaya a los que se les hicieron las pruebas del VIH, publicando también sus resultados;
- el 21 de mayo de 2017, en Jakarta, la policía arrestó 141 hombres que estaban celebrando una fiesta gay;
- el 23 de mayo en Banda Aceh, provincia islámica, una pareja de 20 y 23 años sufrió públicamente 83 azotes cada uno tras ser denunciados a la policía religiosa dos meses atrás por homosexualidad;
- el 8 de junio, en Medan, la policía arrestó a cinco mujeres presuntamente lesbianas;
- el día 2 de setiembre en la provincia de Java Oeste la policía entró en la casa de otras 12 mujeres acusadas de los mismos cargos, echandolas de la ciudad acto seguido;
- la última acción, y por lo tanto la más reciente, se produjo el 6 de octubre en Jakarta, dónde 51 hombres fueron detenidos por ser gais.
Cierto es que las palabras no sirven para frenar los ataques a aquellos que aman sin prejuicios, y aún menos si la policía usa la ley a su antojo con el silencio cómplice del gobierno. A pesar de esto Amnistía Internacional y Human Rights Watch se han hecho eco de lo que pasa en el país asiático, así que colguemos piedras de estas palabras y luchemos para que, en vez de llevárselas el viento, adoquinen las calles de Indonesia.