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La moda de las deportivas horrorosas (que debería pasar muy rápido)

Chiara Ferragni es mi ídolo. No ya solo que me encante su estilo, sino que me parece un ejemplo estupendo a seguir que cualquier mujer puede ver como inspiración. Emprendedora, icono de estilo, dueña del imperio del ojo azul… Es tal mi admiración por ella que si me dieran la opción de cenar con cualquier persona viva o muerta, Chiara sería la tercera (mis abuelos y Caitlyn Moran ocupan los dos primeros puestos).

YEEZY, GUCCI

Y con todo lo que la admiro, una parte de mi alma se marchitó a la velocidad del rayo cuando la vi en unas fotos de Instagram con unas deportivas tamaño tráiler-de-carreras-Monster-Truck-de-Cepsa.

Pero lo peor es que no fue el único zapato dantesco (siempre había querido usar ese adjetivo en el blog. Me siento muy realizada como periodista) estilo Familia Addams si la conocida cuadrilla televisiva tuviera una línea de calzado. Otros estaban por llegar a su cuenta y a los de otras instagrammers que sigo con el mismo interés con el que veo Fariña.

INSTAGRAM DE LA FERRAGNI

No me gusta echar las culpas pero… Balenciaga, I BLAME YOU! La firma empezó a sacar estas zapatillas en la pasarela y, como es natural, terminó llegando a las calles.

¿Os parecen normales esas barcazas de yayo que se va a dar un paseo por el parque después de ver cómo avanza la obra del barrio? (Todo mi amor a los yayos y yayas que van cómodos pero ajenos a las tendencias)

Es que me pongo de mala uva, de verdad. Casi me parece ver a Steve Martin en Vuelve el padre de la novia, y la imagen, para esa pequeña amante de la moda que vive en mi ser, no es agradable.

Otras marcas también están dándolo todo sacando sus diseños más horrendos como el caso de Nike 97, Gucci o el modelo Yeezy de Adidas diseñado por Kanye West.

Lo mejor es que en las redes sociales encuentras comentarios de «Jo, son demasiado bonitas». Vale que para gustos los colores, de hecho puedes definirlas como «inmensas», «cómodas», «chillonas», «llamativas», «alternativas»… Pero ¿»bonitas»? Lo siento, pero por ahí no paso. Y podéis estar seguros de que por las zapatillas tampoco.

Dolce & Gabbana y las escandalosas zapatillas ‘bodyshaming’

Amo la firma italiana. Me encanta que una marca profundice en la cultura de un país, en este caso el suyo propio, y la proyecte internacionalmente colección a colección. Dolce & Gabbana, formada por la ex pareja Stefano Dolce y Domenico Gabbana son una firma de referencia mundial cuando se habla del mercado italiano (por mucho que entre sus compatriotas no sean tan estimados).

«Soy delgada y guapa», la declaración en las nuevas zapatillas de D&G. INSTAGRAM

Cualquiera podría pensar que el hecho de que hayan sido la marca elegida por Madonna o Kylie Minogue les permite poder tomarse ciertas licencias en el plano artístico. No olvidemos que estamos hablando también de los primeros en lanzar una colección de hiyabs para el mercado árabe, algo que fue conflictivo el año pasado poniendo de relieve cuál es la postura de los diseñadores si crean una línea que precisamente constriñe a la mujer. Os lo diré en bajito, que mi IP es milanesa y no quiero desatar la furia de ambos titanes: vender.

Sí, vender. «Poderoso caballero es Don Dinero», decía Quevedo antes de que tan siquiera existiera la industria de la moda, pero es algo que han querido hacer desde Coco Chanel, liberando a la mujer del corsé, hasta Dolce & Gabbana poniéndole un velo que la cubriera.

Pero como hay muchas formas de vender, no todas pueden parecernos igual de apropiadas. Y parece que el denominador común de estos dos últimos años es el escándalo. El hilo del tanga a la vista de Versace, campañas protagonizadas por modelos sumisas de Yves Saint Laurent y, el nuevo grito en el cielo 2.0: las zapatillas «Soy delgada y guapa» de D&G.

Resulta curioso que hace un mes, en la Semana de la Moda de Milán, la marca presentara su colección con un desfile protagonizado por modelos de diversas edades, alturas y tallas, algo que podría parecer novedoso y de una apertura de miras nunca vista en la pasarela y, un mes después, vuelva a 1940 con este mensaje.

Lo más irónico de todo el asunto es que ya son varios los medios que se han hecho eco de la burrada lo poco apropiado que puede resultar este mensaje en unas zapatillas teniendo en cuenta la de movimientos bodypositive que animan a las personas a aceptarse independientemente de sus tallas.

De esta manera, Stefano Gabbana, que prácticamente vive en las redes sociales, se ha dedicado a compartir en su Instagram todos los artículos en referencia a las zapatillas y a meterse con aquellos que los han escrito afirmando que «con esa estúpida información solo estáis haciendo a nuestra marca más fuerte y famosa«.

Famosa sí, desde luego, pero ¿es esta la fama que quieren? Quiero pensar que no estará tan orgulloso como se muestra en su Instagram teniendo en cuenta que, después de que empezara a insultar y a llamar «gordos» a los que comentaban la fotografía de su zapatilla, esta ha desaparecido misteriosamente.

 

Los calcetines de Adidas para llevar sin zapatos

Nuestro amor por la comodidad está haciendo negocio en el mundo de la moda: botas para salir a la calle que parecen zapatillas de andar por casa, pijamas que son en realidad vestidos de fiesta…

ADIDAS

Y el último invento de Adidas para romper nuestra relación con los calcetines: el modelo NMD city sock que por muy guay que suene (la magia de poner las cosas en inglés) viene a ser un calcetín rígido con la suela pegada.

Los fanáticos de Adidas (o de los calcetines) se encontrarán ahora mismo más ilusionados que la noche de Navidad esperando el 4 de febrero, el día en el que la firma deportiva ha fijado la venta al público del modelo.

Pequeños inconvenientes que, como amante de las sneakers que soy, le veo a este diseño: ausencia de cordones, lo que significa que o el calcetín es lo suficientemente rígido como para compensar esa falta de sujeción o te va a bailar el pie más que una guiri en la Feria de Sevilla; el misterio de la limpieza de las ‘calzapatillas’ ya que no los puedes meter en la lavadora (¿o sí?) y la gran incógnita de la transpiración, o en otras palabras, ¿olerá el pie cuando nos descalcemos?.

Para todos los demás que o no vamos a gastarnos los casi doscientos dólares en el diseño o que, sencillamente, nos parecen feas, seguiremos con nuestra relación de amor-odio con los calcetines cuando se nos pierde algún par en la lavadora o cuando los ‘traga’ el zapato al caminar porque son demasiado cortos.