La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El ecoturismo revoluciona Fitur y las formas de viajar

Fuerteventura

Abre tu mente. Sueña. Escapa. Aprovecha el viento para impulsar tus velas. Explora. Reconoce. Viaja, pero no te vayas demasiado lejos. La aventura te espera muy cerca, en pueblos maravillosos donde hablan tu mismo idioma, tienen tus mismos gustos, se ríen con las mismas tonterías y sufren con los mismos atontados. No quieras ser simple turista, aquel que nunca sabe dónde ha estado ni le importa. Hazte viajero, aquel que nunca sabe a dónde va pues persigue experiencias y no selfis de bodoque. Lee el resto de la entrada »

Visita Creta si quieres conocer la auténtica Grecia

Samaria

¿Cansado de viajar a los mismos sitios a los que va todo el mundo para ver lo que todos ven y no llegar más lejos que la extensión de tu palo de selfie?

El turismo se ha convertido en algo global, masificado, predecible, caro, aburrido. A no ser que vayas de coolhunter (cazador de tendencias) y entonces puede ser aún peor. Las guías turísticas son cada vez peores (e inútiles ¿alguien entra en los restaurantes recomendados?), los blogs de viajes están trufados de intereses comerciales, los gustos de la mayoría suelen ser mayoritariamente horrorosos. Y a mí siempre me ha gustado ir por libre para sentirme libre. Lee el resto de la entrada »

El increíble viaje de un vencejo pekinés supera a Marco Polo

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Durante siglos hemos estado fascinados por los vencejos, esas gritonas aves de nunca parar, capaces de comer, copular y hasta dormir en el cielo. Sin duda el ave más común y desconocida de nuestra fauna.

Gracias a las nuevas tecnologías, esa fascinación se está tornando en absoluto asombro científico. Como ya os conté en otro post,  Goyeneche, un joven vencejo común nacido en 2012 en Madrid, viajó hasta Uganda y Tanzania, cerca del lago Victoria, para meses después seguir hasta Kenia, cerca de la isla de Zanzíbar, a 6.000 kilómetros de su nido. La vuelta la hizo pasando por la República Democrática del Congo, la costa de Camerún e incluso una zona de alta mar cerca de la costa de Liberia. En menos de diez meses realizó un viaje de más de 20.000 kilómetros antes de regresar a Madrid… y todo ello sin detenerse a descansar o dormir.

Pero hasta en esto nos gana China. Un estudio ha revelado que los vencejos de Pekín (Apus apus pekinensis) que crían en su turístico Palacio de Verano viajan más de 13. 000 kilómetros, solo de ida, para pasar el invierno en el sur de África antes de retornar al país asiático la primavera siguiente, lo que sumaría alrededor de 26.000 kilómetros en su periplo migratorio anual. Visto así, Marco Polo queda como un aprendiz de viajero.

Según explica SEO/BirdLife a través de un comunicado, esto significa que, en su tiempo de vida, de media esta subespecie oriental del vencejo común  cubrirá una distancia migratoria mayor de 180.000 kilómetros, cerca de la mitad de distancia desde la Tierra a la Luna. La información ha sido publicada por el portal británico Rare Bird Alert, especializado en la divulgación de rarezas y otros aspectos fascinantes de las aves. Lee el resto de la entrada »

Estas vacaciones, conoce las reglas del turismo responsable

Elefante

Haga frío o calor, siga apretando la crisis o nos deje respirar algo, lo cierto es que esta Semana Santa que ya tenemos a la vuelta de la esquina nos va a permitir relajarnos durante unos merecidos días. Muchos optarán por el turismo rural, es lo clásico, otros por la playa o las siempre excitantes escapadas a grandes capitales del mundo. Cada vez nuestro turismo es más exigente, pero ¿es también más sensato?

La Fundación FADA por un turismo responsable ha editado un calendario donde nos da muchas claves para que nuestras vacaciones ayuden a promover el respeto por los animales allí donde nos los ofrezcan como un atractivo turístico más. Nos resultan muy atrayentes, nos encanta tocarlos, fotografiarnos con ellos, sin darnos cuenta del error de estos comportamientos.

Por eso hay zoológicos con loros caminando en bicicleta y otros tristes animales encarcelados, acuarios exhibiendo maltratados delfines equilibristas, serpientes y chimpancés lisiados con quienes fotografiarse en plan aguerridos Indiana Jones, circos con elefantes haciendo el payaso y payasos torturando a los leones.

Te enternece alimentar a un cachorro de tigre pero no te preguntas qué ha sido de su madre ni qué futuro tendrá. ¿Te crees que un oso baila porque le gusta la música? ¿Qué el toro prefiere morir torturado en una plaza para satisfacción de ese respetable que tan poco respeto da a la vida ajena?

Un turista responsable huye de todos esos bochornosos espectáculos, pero también rechaza comidas exóticas incalificables como las aletas de tiburón o la carne de perro. No compra abalorios de sangriento marfil, ni mariposas o caballitos de mar disecados. Disfruta de la naturaleza en su estado salvaje e imprevisible.

En realidad el turista responsable no es un turista. Es un viajero. Y eso se nota.

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No te puedes perder el desierto florido de Canarias

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Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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Cómo hacer montañismo en un país sin montañas

Escalada

Estos días los paso en Amsterdam, una ciudad que no deja de sorprenderme. En un país donde la mitad del territorio son tierras ganadas al mar, era previsible que un deporte como la escalada fuese algo imposible. Pero no. Para eso están los rocódromos. Y en el centro de la capital holandesa hay uno ciertamente asombroso. De interior, claro está, pues aquí la climatología es habitualmente horrible. Se llama De Klimmuur y ya sólo su edificio resulta arquitectónicamente sorprendente: un cubo semihundido entre canales, rodeado de edificios ultramodernos y otros históricos.

De lejos no sabes si es un museo de arte contemporáneo o un bareto de moda, así que cuando pasas a su interior te llevas una sorpresa morrocotuda.

Ayer por la tarde, nada más atravesar la puerta de entrada, casi se me cayó encima una chica que bajaba del techo colgada de una cuerda, muy cerca de donde sus amigos la esperaban bebiendo refrescos en la cafetería instalada justo en medio de la gran nave, mientras sonaba buena música y la gente charlaba animadamente. Había decenas como ella colgados de las paredes.

Acostumbrado a la escalada en las montañas del norte español, estos espacios cerrados y musicales donde el personal habla entre susurros me alucinan. Con gente escalando de todas las edades y niveles. Incluso te ofertan cursos de iniciación.

Pero como en esta ocasión he optado por practicar el turismo inactivo (fuera de moverme a todas partes en bicicleta), renuncié a acompañarles. Me senté en uno de los confortables sofás del lugar e hice de genuino mirón ibérico. Todo un espectáculo gratuito.

¿Conoces algún lugar parecido en España?

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