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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El ecodiseño, la nueva arma de las grandes empresas para luchar contra el cambio climático

 

«Somos muy conscientes del impacto del cambio climático pues trabajamos en la montaña con productos para la montaña; lo vemos todos los días y estamos muy preocupados«. Quien así se expresa es Benoit Jeulin, director de desarrollo sostenible en deportes de montaña de la multinacional Decathlon.

Se lo confiesa a medio centenar de periodistas llegados de Europa y América (el periódico 20 Minutos entre ellos) a los que nos ha invitado para que conozcamos el centro de diseño y desarrollo de Decathlon para sus marcas montañeras Quechua, Wedze y Forclaz. Es un moderno edificio levantado cerca de la famosa estación invernal de Chamonix (Francia), a los pies de un no demasiado nevado pico Mont Blanc (4.800 metros). Porque también en los Alpes cada vez nieva menos.

Empujadas por la urgencia del actual desastre ambiental, las grandes multinacionales están reaccionando, empeñadas en reducir a mínimos su actuales huellas de carbono. Al tiempo intentan acallar dudas respecto a que este cambio de actitud sea poco más que marketing publicitario, puro greenwashing. También quieren adelantarse a las nuevas normas que prepara la Comisión Europea contra la moda rápida y el ecoblanqueo, a las que sin duda deberán adaptarse.

El momento es ahora

Decathlon presume de que su apuesta por la sostenibilidad es real, tiene efectos verificables beneficiosos para el medio ambiente y, lo más importante, es una decisión que no tiene marcha atrás e implica a toda la compañía, centros, trabajadores, suministradores y a todos sus miles de productos.

Como anunció en Chamonix el pasado 27 de marzo Raffaele Duby, director de Desarrollo Sostenible del grupo francés, se han marcado una fecha límite igualmente urgente: lograr para 2026 que el 100% de todos sus productos sean ecodiseñados. «¡Y es mañana!», se estremece el alto ejecutivo con solo recordarlo.

¿Pero qué es eso del ecodiseño? ¿De verdad puede salvarnos del desastre planetario?

Te lo explico con detalle en este artículo. Pero si tienes prisa, lo puedes ver resumido en este pequeño vídeo de mi canal en YouTube:

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¿Conoces las raquetas de nieve? Son la versión invernal de los paseos tranquilos por la montaña

Caminando con raquetas por los Alpes franceses. Foto: Andrés Rastrilla

Lo reconozco: me gusta la montaña y la nieve, pero no me gusta esquiar.

Lo he probada varias veces pero, en mi opinión, vas demasiado rápido.

Más de uno se estará riendo. Claro que va rápido, de eso se trata, de bajar a gran velocidad, zigzagueando, saltando, casi volando.

Ya lo sé, pero a mí no me va. Y mucho menos hacer esas colas interminables para subir con el telesilla, bajar y subir una y otra vez por la misma o parecida pista, demasiada gente, demasiado ruido, demasiado urbanizado todo.

Yo prefiero las raquetas. Te lo cuento en este pequeño vídeo que he subido a mi canal y donde resumo mi experiencia en los Alpes franceses. ¡Qué gozada!

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Cómo hacer montañismo en un país sin montañas

Escalada

Estos días los paso en Amsterdam, una ciudad que no deja de sorprenderme. En un país donde la mitad del territorio son tierras ganadas al mar, era previsible que un deporte como la escalada fuese algo imposible. Pero no. Para eso están los rocódromos. Y en el centro de la capital holandesa hay uno ciertamente asombroso. De interior, claro está, pues aquí la climatología es habitualmente horrible. Se llama De Klimmuur y ya sólo su edificio resulta arquitectónicamente sorprendente: un cubo semihundido entre canales, rodeado de edificios ultramodernos y otros históricos.

De lejos no sabes si es un museo de arte contemporáneo o un bareto de moda, así que cuando pasas a su interior te llevas una sorpresa morrocotuda.

Ayer por la tarde, nada más atravesar la puerta de entrada, casi se me cayó encima una chica que bajaba del techo colgada de una cuerda, muy cerca de donde sus amigos la esperaban bebiendo refrescos en la cafetería instalada justo en medio de la gran nave, mientras sonaba buena música y la gente charlaba animadamente. Había decenas como ella colgados de las paredes.

Acostumbrado a la escalada en las montañas del norte español, estos espacios cerrados y musicales donde el personal habla entre susurros me alucinan. Con gente escalando de todas las edades y niveles. Incluso te ofertan cursos de iniciación.

Pero como en esta ocasión he optado por practicar el turismo inactivo (fuera de moverme a todas partes en bicicleta), renuncié a acompañarles. Me senté en uno de los confortables sofás del lugar e hice de genuino mirón ibérico. Todo un espectáculo gratuito.

¿Conoces algún lugar parecido en España?

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Cinco razones para no usar el ascensor

Razones

Una visita obligada en Londres es la iglesia de Saint Martin in the Fields. Localizada en la plaza de Trafalgar, junto a la National Gallery y la gran columnata dedicada a Nelson, ofrece maravillosos conciertos de música clásica, muchos de ellos gratuitos. Tras una costosísima restauración, desde 2009 se muestra espléndida. Tanto el templo como la sugerente cripta subterránea, reconvertida en café restaurante.

Un ascensor permite acceder a ella, aunque muy poca gente lo utiliza. El mérito lo tiene un sencillo cartel instalado junto a la puerta de entrada. Se titula «Cinco razones para usar las escaleras» y son las siguientes:

  • Sólo son 22 escalones.
  • Es un buen ejercicio.
  • Es más rápido.
  • Ahorras energía.
  • Aquellos que realmente necesiten usar el ascensor valorarán que lo hagas.

Impecable razonamiento. ¿No te parece?

Me encantaría poder ver este tipo de carteles en tantos y tantos edificios donde el ascensor se utiliza por rutina, muchas veces sin necesidad. Como ves, no se habla de ecología. Es puro sentido común.

Dicen los médicos que hacer el amor consume la misma energía que subir cuatro pisos de escaleras. Ésta podría ser la sexta razón. Desde Romeo y Julieta escaleras y amantes siempre se han llevado medianamente bien. Pero tampoco es como para contarlo en una iglesia.

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El esquí amenaza a las montañas

Pocas actividades pueden parecer más atrayentes para un amante de la alta montaña que practicar el esquí. Y sin embargo, pocas actividades tienen un impacto más terrible en esos mismos lugares a los que nos acercamos masivamente en estas fechas dispuestos a disfrutar de nuestro deporte favorito. Ahora no lo vemos, pero cuando la nieve se retire dentro de unos meses quedarán patentes todas esas grandes infraestructuras levantadas a mayor gloria nuestra, localizadas en lugares hasta hace poco prácticamente inaccesibles.

Y como este “oro blanco” es cada día más escaso frente a un interés creciente por disfrutar de él, todas las estaciones cuentan ahora con costosísimas instalaciones de producción de nieve artificial, despilfarradoras de una energía eléctrica cuya producción es en parte culpable de que ya no nieve, conducida a través de grandes tendidos que destrozan un paisaje único.

Por otro lado, las grandes aglomeraciones humanas concentradas en un espacio especialmente sensible como es el alpino provoca serios quebrantos al ecosistema. Y lo que es aún peor, estas estaciones vienen siempre acompañadas de impactantes proyectos urbanísticos surgidos a su alrededor.

En Pirineos, pero sobre todo en la Cordillera Cantábrica, los proyectos de construcción de nuevas pistas de muy dudosa rentabilidad amenazan los últimos lugares vírgenes de España. Paralelamente se están promoviendo locuras como la gran pista de “esquí seco” de Tordesillas (Valladolid), unas obras declaradas ilegales y donde ya se han enterrado más de 12 millones de euros.

¿Es que ni esquiar vamos a poder hacer sin recibir las críticas ecologistas? En absoluto, pero tampoco podemos querer convertir hasta la última de nuestras montañas más o menos nevadas en un remedo de Chamonix. Además existen otras modalidades mucho menos agresivas y más próximas a la idea del disfrute pleno de la naturaleza, como el esquí de travesía o el esquí nórdico. Claro que de esa manera es mucho más difícil lucir modelito.