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Mar de fondo

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

Hola

Por Sara Levesque

 

Hola, Lector, ¿qué tal estás?
¿Sabes una cosa? He conocido a una persona increíble. Ya lo daba por perdido.
Sin darme cuenta, me buscó. PORQUE ME BUSCÓ ELLA. Yo no hice nada salvo dejarme encontrar.
Es un maldito desastre, es cierto. Su caos en un desorden constante donde me encanta perder el control, los papeles y la cordura.
A veces, es un poco fría, pero también es dulce sin ser empalagosa.
Sabe lo que es el espacio vital. Para mí, era vital que lo supiera.
Es inteligente sin sentirse superior, y soy feliz por sus cervicales.
Es independiente sin hacer bombas de humo. Esto es raro de encontrar…
Tiene la personalidad suficiente como para haberse atrevido a cortar los hilos del títere y querer seguir siendo buena persona, orgullos aparte.
Es luchadora, aunque se haya dejado las rodillas desolladas cada vez que cayó a los fosos a los que ha intentado hacer frente. Luchadora o cabezota, vete a saber.
Tiene carácter, pero sin rozar los brotes psicóticos, lo cual es complejo de encontrar y algo precioso.
Es tranquila sin llegar a la desidia.
Descalza es muchísimo más alta y ya no tiene nada pendiente con sus orejas de soplillo.
Tiene sus mierdas y sabe cómo cuidar a los que le importan para que las moscas no les hagan daño.
Es buena sin ser estúpida; en realidad, un poco idiota sí es, aunque puede ser parte del encanto torpón que conserva por algún lado. ¿He dicho ya que es un desastre?
Es esa chica tímida que parece una oveja rodeada de lobos y dice con una mirada lo que no se atreve con palabras.
Recula sin que se note cuando conoce a alguien porque es de natural reservado y se hace la tonta para jugar al despiste.
Es de blues suave en cualquier idioma o sin letra. Le encantan los temas poco comunes, como las expediciones polares o los deportes extremos.
Se sale de los esquemas porque quiere estar en todos y en ninguno a la vez. Le fascinan los colores y su favorito es el gris. ¡Como el mío! ¿A que resulta entrañable?
Dice que se enamora de mujeres imposibles y hace todo lo posible para que dejen de serlo.
Me confesó que era de sonreír y callarse los «te quiero» por miedo a las consecuencias.
Era.
Tiene la costumbre de mirarse en el reflejo de cualquier cristal para colocar su pelo desordenado.
Es de bajar las medias enteras y, a veces, es tan bruta que se caga hasta en la puta.
No te figuras lo cabezota, parsimoniosa y taciturna que puede llegar a ser. Una persona solitaria, pero no antisocial, que ama su desorden, meterse en cualquier «fregao» y que la gente respete sus rarezas igual que hace ella.
Es más de invierno que de verano, de sabores de otoño que de recoger flores entre las manos. De decirme que estoy más guapa despeinada recién levantada que con maquillaje enmascarada.
Le encanta sorprenderme en mitad de abril que cuando lo hace todo el mundo en San Valentín.
Es de café solo con mucho azúcar, asqueando a los supuestos auténticos cafeteros. ¡Y de no mojar en él la magdalena! A mí siempre me ha dado mucho asco comerme los bollos blandurrios…
¡Y no le gusta bailar! ¡Eso sí que es un puntazo!
Es muchas cosas y lo que queda por descubrir, siempre con calma.
Y resulta que la quiero. ¡La quiero, Lector!

Se hace llamar Sara Levesque.

Yo me quiero.
¿Y tú a ti?

 

La isla mínima

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Girl

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Película Belga dirigida por Lukas Dhont en 2018. Narra la historia de Lara, una chica trans de 15 años que aspira a ser bailarina profesional de ballet. Para alcanzar su objetivo, la joven se traslada a Holanda con su padre y su hermano para asistir a una prestigiosa academia. Lara está en proceso de transición pero se siente frustrada por la lentitud del tratamiento hormonal previo a la cirugía de reasignación. En la escuela disimula su pene con cinta adhesiva y sufre el acoso de sus compañeras de clase. La infección que le provocó el encintado obligó a retrasar la operación hasta su total recuperación. Durante su curación se le prohíbe bailar y esto aumenta el rechazo de la joven hacia su cuerpo.

La protagonista se enfrenta a su realidad en una situación económica y con un entorno cercano que le permiten afrontar su situación en unas condiciones aceptables. Su círculo más próximo tiene una mentalidad abierta y cuenta con el apoyo de su familia, que posee el dinero suficiente como para permitirle afrontar los gastos médicos que conllevan sus tratamientos, terapias y cirugías. No todas las personas trans tienen esas circunstancias a su favor. Sin embargo, la vida de Lara es complicada; sufre los juicios ajenos y tiene conflictos con su padre y hermano.

Esta cinta logró el 19º Premio Sebastiane y el Premio del Público Ciudad Donostia a Mejor Película Europea en el Festival de Cine de San Sebastián. Girl participó en Un Certain Regard en la selección oficial del Festival de Cannes de 2018. Fue ganadora Caméra d’Or y obtuvo un premio especial de interpretación para el actor Victor Polster. Obtuvo una nominación a los Globos de oro y fue candidata a la mejor película europea en los premios Goya. Bélgica la seleccionó para optar al Óscar a la Mejor Película en Idioma Extranjero en la 91.ª edición de los premios de la academia de Hollywood , aunque no se incluyó en la lista de finalistas . Recibió nueve nominaciones en los Premios Magritte, incluyendo Mejor Guion y Mejor Actor para Polster.

Girl se basa en la vida de Nora Monsecour, bailarina profesional y mujer trans Belga En 2009, cuando Dhont tenía 18 años y empezaba a estudiar cine, leyó un artículo sobre Monsecour y se interesó por su historia. El director sugirió a Nora la idea de hacer un documental pero la joven rechazó el proyecto. Después Dhont propuso a Monsecour realizar una cinta de ficción con ella. Esta vez Nora aceptó pero no quiso aparecer en los créditos.

«Lo que admiré de ella es que era alguien capaz de autoexcluirse de las reacciones adversas de los demás y que tenía aspiraciones muy ambiciosas. Estaba decidida a mantenerse firme con quién quería ser y me parecía un tema muy urgente sobre el que hablar. Sus padres son muy buenas personas, tienen una asociación que comparten con otros padres de jóvenes trans. Conocí muy de cerca su mundo, así como las experiencias de otras personas transgénero y también conseguí mucha ayuda del equipo médico del Hospital Universitario de Gante. Para mí era muy importante hacer una película con un protagonista trans que no fuera una víctima. Su entorno la acepta como es. Quería un personaje que no tuviera que estar peleando con el mundo exterior, para poder enfocarme totalmente en ella y en su lucha consigo misma. Pensé que eso ofrecía una perspectiva que quizá nunca se había visto antes. Es una manera de hacerla más humana» , afirmó Dhont.

La selección del papel principal se realizó sin tener en cuenta el género de los actores. Después de no encontrar a nadie que pudiera bailar y actuar a su entera satisfacción entre las 500 personas de entre 14 y 17 años que audicionaron (siete de ellas eran mujeres trans), los cineastas comenzaron a elegir al resto de los bailarines que aparecerían en la película. Fue en este proceso de casting grupal donde encontraron a Polster. En el rodaje se incluyeron escenas de desnudos de Polster por lo que se recabó el consentimiento de sus padres. El equipo de filmación fue especialmente cuidadoso para no mostrar su rostro y la parte inferior del cuerpo de Víctor durante la filmación.

Esta película muestra de forma sobresaliente el gran conflicto de una persona que trabaja observando su reflejo en un espejo pero que no soporta mirarlo. La protagonista se ve obligada a expresarse a través de un cuerpo que le resulta ajeno.

Abiertamente humana

Por Sara Levesque

 

Recordé una entrevista que me hicieron para una importante radio de mi ciudad, años atrás. Éramos cuatro participantes en el estudio. Uno para hablar de su obra de teatro, otra para presentar su disco de música de violín, y otra chica y yo para hablar de nuestros respectivos libros publicados, su libro de autoayuda y mi novela del estilo que sea el mío. Todo fluyó con normalidad hasta que llegó mi turno. Fui la tercera en ser entrevistada. ¿Hace falta remarcar que estábamos en directo? La simpática entrevistadora convertía el tiempo en momentos muy amenos, lo cual contribuía a relajar mis nervios. Me lanzó una pregunta que me sorprendió, dado que di por hecho que íbamos a hablar de arte y nada más, como había ocurrido con el resto de mis compañeros. Se me cayó toda la imagen que empezaba a diseñar sobre ella.

—Tú eres una mujer abiertamente lesbiana, ¿verdad? ¿De qué trata tu libro?

—Del asesino de los bocazas —quise responder. Para empezar, no era «abiertamente lesbiana». Era lesbiana y punto, pero no abiertamente. Si alguien me preguntaba, respondía. Si no me preguntaban, no alardeaba porque mi carácter es así, saliera con una mujer, un hombre o un pato.

Enmudecí unos segundos pensando que sobraba por completo lo de mi orientación sexual. ¿Qué pasaba? ¿Le ponía cachondo pensar en dos mujeres en actitud erótica? No me hizo ninguna gracia. En décimas de segundo tuve que decidir si exteriorizar con sinceridad lo que quería responderle, con el riesgo de que se sintiera ridiculizado en directo; o contestar lo que él quería escuchar, aunque se saliera de lo que mis labios deseaban expresar. Mi respuesta fue una mezcla de ambas opciones que, creo, le agradó y me permitió salir del paso con elegancia.

—Si se me tiene que ahorcar con una etiqueta, prefiero que sea la de «escritora», no la de «homosexual», porque hoy he venido a presentaros mi novela, no a ligar contigo —dije entre risas para no crear tensión en el ambiente. Creo que nunca he sujetado una mirada con tanta seguridad en mí misma.

Todos se echaron a reír. Yo también, a pesar de todo. Me dio la sensación de que el resto de mi entrevista perdió fuelle. Ante ella se desperdigaban los papeles con las preguntas que quería hacerme. No los miró en ningún momento. ¿Tenía más balas en su recámara? No me importaba. Yo vestía un chaleco negro para cada uno de sus dardos con el que le impediría dar en el blanco que buscaba. Al día siguiente, nos enviaron la entrevista por email. Nunca me apeteció verla.

Volviendo a casa pensé que, quizá, mis palabras sobre aquel acontecimiento habrían podido significar que me avergonzaba ser lesbiana o que daba más prioridad a mi trabajo que a mi corazón. Lo primero era mentira. Lo segundo era verdad. Simple.

Quizá todo este asunto fuera una lucha; no por ello teníamos que convertirlo en una guerra… Somos el único animal capaz de usar los labios para besar y, en vez de eso, los malgastamos en insultar y en dejar en evidencia a los demás.

Desconozco cuándo se suponía que salí del armario ni con cuántas etiquetas cargaba. La única conclusión a la que había llegado, lo único sobre lo que no albergaba ninguna duda, era que me sentía feliz porque saber quién era. Sin excusas y sin disculpas. Sin presumir ni mentir. Me sentía tan libre que podría volar. Convivía con ciertos miedos que, en ocasiones, me hacían llorar. Me miraba en el espejo y, a veces, lograba reír sin parar. Solo sabía que, si alguna vez hubo un armario, bloqueé sus puertas con mi etiqueta para no volver a entrar.

Los márgenes

Por Iren Ibisate
Persona transmasculina. Miembro de anitzak y el observatorio vasco LGTBI

 

Ayer en el debate final previo a las elecciones del 23J las personas trans estuvimos presentes. Más concretamente las mujeres trans, ya que las personas transmasculinas siempre somos oportunamente borradas, entre otras cosas porque nuestra existencia desmonta gran parte de los bulos contra nuestras compañeras. En eso se ha convertido nuestra vidas estos últimos años, en un golpe de efecto de la extrema derecha y no tan derecha ( o por lo menos no se denominan así).

Desmontar el sistema sexo-genero es una de las mayores afrentas que pueden realizarse en esta sociedad. La razón es que desmontamos la base misma de muchas cuestiones que vemos como “naturales” y que simplemente tenemos interiorizadas o aprendidas. Les guste o no a muchas personas esas cuestiones que he mencionado sustentan estructuras de poder vigentes.

Somos personas incómodas por el simple hecho de ser y nuestra existencia en sí misma es una ruptura inasumible. Ayer el silencio ante los bulos del personaje dejaron claro que no somos personas dignas de defensa o que nuestra defensa sale demasiado cara.

 

Lo que puede llegar a caer

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Piedras

Por Sara Levesque

 

Querida Mujer:
Tú demuestras que, al llorar, no eres débil ni una cobarde que solo se quiere esconder. Que tu joya más hermosa es tu corazón de oro, que nunca tiene nada que temer. Que siempre estás dispuesta a agacharte junto a quien ves caer. Que no te aterroriza envejecer. Que te miras al espejo y te burlas del reflejo hasta desfallecer. Que te muestras firme en tus decisiones y no das tu brazo a torcer. Que nos regalas la vida, nos ayudas a nacer. Que nunca pierdes la esperanza de ver a los demás florecer. Que verte sonreír siempre es un placer. Que fuiste valiente para dejar de ser niña y convertirte en Mujer.

Querido Hombre:
Tú también demuestras que llorar es sano y no te vulnera ni dejas de ser un «superhombre». Que las cosas bonitas te emocionan y permites que te asombren. Que quieres excluirte de la masa y no te avergüenzas de pasearte en algún momento por la incertidumbre. Que rompes los esquemas, friegas los platos y cambias las costumbres. Que eres capaz de tragarte el orgullo y, cuando algo te molesta, no echas más leña a la lumbre. Que, si alguien comete un error a tu juicio, eres capaz de ayudarle en vez de silenciarle hundiéndole entre la herrumbre. Que te es fácil arrancarte la máscara y no dejas hablar a tu doble. Que cuando no temes mostrar tus sentimientos te conviertes en la persona más noble. Que también fuiste valiente para dejar de ser niño y convertirte en Hombre.

Querido ser humano:
Te escribo con humildad y, por qué no decirlo, con el corazón en la mano. No hay mejor sonido en el mundo que el de tu risa de tono humano. Sin sarcasmos, libre de pullitas, desprovista de maldad, vacía de burla contra Fulano y Mengano. Cuando te comportas como un ser humano parece que, en el mundo, por un segundo, no se muere nadie y me dan ganas de recorrerlo de tu mano.

La discriminación es la piedra más problemática que podemos encontrarnos en la travesía de la vida. Existen un sinfín de piedras en nuestro camino diario. En el tuyo. En el mío. En el de todos. Las piedras no tienen sentimientos, pero tienen el poder de apoderarse de los tuyos y transformar los latidos de tu corazón en puñetazos sin control. El tamaño de estas piedras es diverso. Pueden ser tan pequeñas que ni nos enteramos de que las hemos pisado. Medianas y fáciles de alejar de una patada. O tan imponentes que triplican nuestra estatura.

La inmensidad de una piedra que se convierte en roca nos puede enloquecer tanto que no nos atrevemos a acercarnos a ella, o la tanteamos cabizbajos, como si le ofreciéramos la victoria en una batalla que ni siquiera ha comenzado. Surgen en mitad de nuestros pasos para hacernos tropezar. Entorpecen nuestro pensamiento y acabamos creyendo que solo podremos avanzar si nos colocamos detrás de ellas y las empujamos, permaneciendo a su sombra. Echándolas a rodar hasta la muerte. Hasta tu muerte.

He aquí la solución que yo encontré para la piedra con silueta de discriminación. Detrás de su mole continúa tu trayecto. Igual no puedes quitarla, pero sí rodearla, escalarla… No olvides que ninguna piedra tiene sentimientos, pero sí el poder de apoderarse de los tuyos. Si te sientes perdido o cansado, recuerda que es natural. Echa un vistazo detrás de ti y descubre cuántas piedras has superado con final feliz.
Quizá mis palabras para intentar hacer del mundo un lugar mejor suenen soñadoras o utópicas. Pero a mí ninguna piedra, por muy robusta y espeluznante que sea, me atasca los pasos. No permitas que te suceda a ti.

Querido Lector de este artículo:
Ya lo expresé en una ocasión. Dime qué sueño no has cumplido y diseñaré un camino con las piedras que te lo han impedido. Da lo mismo el sexo y la orientación de cada uno. Si la muerte no tiene discriminación, ¿por qué debería tenerla la vida? No olvides que la persona a la que marginas es lo mismo que tú: otro ser humano que aprende de sus caídas.

Orgullo

Por Sara Levesque

 

Se dice que el orgullo es un pecado. El pecado suele ir de la mano de la violencia.
Solo unidos conseguiríamos que nuestros pasos y su acción buscasen la misma dirección para avanzar juntos sin coacción ni presión. Y si alguna vez tuvimos que recular ante un posible resbalón, siempre fue sin orgullo ni sumisión. Nuestra mejor decisión fue afrontar cualquier tropezón mientras nos levantábamos al compás de la unión entre tu alma y mi corazón. El resultado es la sanación de la censura que nos estrujó durante mucho tiempo la liberación.

De todas formas, querido Lector, si alguna vez sufres una pesadilla, construiré un atrapasueños multicolor para que desmenuce todo recuerdo que te duela. En el momento en que sientas que empieza tu lucha interior te abrazaré muy fuerte, sujetándote para que no recules, volviéndote irrompible. Cuando tengas miedo, a caricias y sin dejar de mirarte a los ojos te desharé el temor para que cada día de tu vida esté repleto de sonrisas cuando toque aprender una lección; para que este Orgullo 2023 esté cargado de firmeza en el siguiente paso si sufriste un pisotón; valentía para resucitar al niño interior y echar los deseos escritos al buzón; fortuna para que toque la lotería de los abrazos y el premio sea de un billón; cordura para que ni hombres ni mujeres fallezcan por agresión; bondad para que el mayor delito de un ladrón sea el de robar un corazón; equilibrio para saber alimentar al pobre y al ricachón; sabiduría para erradicar del planeta el insulto «maricón»; paciencia para no dejarse llevar por el abatimiento y la depresión; coraje a la hora de caminar en dirección a tu vocación; paz en la guerra de las armas y el dinero para que declaren su rendición…

Es verdad que, en ocasiones, la existencia resulta tan dura como sobrevivir con el corazón negro. Pensamientos brunos. Ideas oscuras. Hollín en las aceras. Espesa niebla entre tinieblas. Sucias miradas cargadas de ironía airada. Sombríos pasillos donde luce todo menos el brillo. Tristes comentarios orgullosos sobre otro para sentirse poderoso. Sombras a las que perseguir sin dejar de sufrir. Tinieblas perpetuas donde una vez existió la luz, y ahora solo sabemos cargar con una pesada cruz. Cambiar la cama por un ataúd, enterrándonos bajo blancas sábanas como si fueran un alud. Desafortunados pasos en tu camino donde tropiezas una y otra vez con tu lado más mezquino. Alma atezada por el terror a cometer un nuevo error.

A veces, hasta la luz del sol parece tener un tinte opaco. Pero no hay que olvidar que siempre existe alguien dispuesto a entregarte un arrumaco. Porque tú eres la única persona que robó con éxito tu corazón en su propio atraco. Vivir envuelto en una espesa negrura puede ejecutarte la cordura; permite que te abrace por la cintura con dulzura y podrás comprobar que la negrura, en realidad, no dura.

Tú, que te miras al espejo y sabes quién eres.
Tú, que te miras y te cuesta reconocerte.
Tú, que cargas con tantas etiquetas que podrías confeccionarte la manta más colorida.
Tú, que no permites que se te pegue ningún rótulo.
Tú, que sientes miedo y, aun así, eres muy valiente.
Tú, que aborreces la violencia…
Yo me siento orgullosa de ti, no solo hoy sino todo el año porque tú y solo tú, querido Lector, haces un Orgullo precioso.

Día del orgullo hetero

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)