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370 alumnos y 20 vídeos por el respeto a la diversidad sexual

Esta semana tuvimos noticia de que El Corte Inglés salió del armario. En un gesto sin precedentes, la cadena de grandes almacenes –la misma que ha sido denunciada por vender libros para prevenir la homosexualidad– ha decidido colaborar, #PensandoEnSanValentín, con cinco cortos que narran historias de amor, entre los cuales hay uno de amor gay. Este se desarrolla en la sección de perfumería pero reconocemos que nos hubiera dado mucho más morbo si el encuentro entre varones hubiera tenido lugar en la de librería, mientras ojeaban los libros homófobos de Nicolosi.

Pero hoy desde el blog nos alejamos del formato comercial para recomendaros otro tipo de publicidad. La que hacen los vídeos que han realizado las diferentes tribus que participan en el concurso Culturas, organizado por el Instituto de la Juventud de Extremadura.

Un total de 20 vídeos que con la temática de la ‘Publicidad del Buen Amor’ han buscado lanzar los mejores mensajes a favor del derecho y el respeto a la identidad de género y la orientación sexual de cada persona. Todos ellos fantásticos aunque os dejamos con el vídeo de la tribu Colenix.

‘Same Love’ ha sido realizado por chicos y chicas de 4º de la  ESO del IESO «Colonos» de Gévora (Badajoz) y en menos de 5 minutos desmonta mitos, prejuicios y estereotipos populares y absurdos sobre la diversidad sexual. Desde aquí nuestro agradecimiento y más sincera felicitación.

Familias y otros animales

Por Carmen López (@lacarmenlolo)

Fotografía de EFE
Fotografía de EFE

No importa que hayas nacido en los 60, los 70, los 80, o cuando sea. No importa que la sociedad española haya evolucionado hasta el punto que hay una amplia visibilización y aceptación de parejas homosexuales. No importa que haya políticos, jueces, periodistas, presentadores, misses fuera del armario. No importa que tu familia haya sido la más progre, la más carca, de misa semanal o con un pasado hippy.

Sea como sea, la mayoría de una forma u otra, más tarde que pronto, hemos salido del armario frente a nuestra familia. Y el abanico de posibilidades que te ofrece el momentazo daría para una versión LGBTI de la novela de Gerald Durrell, Mi familia y otros animales, más de sesenta años después.

Sólo una cena de amigas, entre muchas risas, pudo dar para diálogos como los que siguen. Cualquier parecido con la realidad es completamente cierto.

«La culpa la tiene tu amiga»

– En mi casa era como una hija para mi madre, como una hermana más. Pero en el momento que se enteraron que yo tenía una relación con una mujer, todas las culpas recayeron sobre ella, por esa gente (gays, lesbianas, trans,…) con la que se relacionaba. Y no la pueden ni ver.

La amiga culpable entre risas: Lee el resto de la entrada »

Las historias con que nos nombramos

Por Ramón Martínez

Era 1999 y yo sólo tenía 17 años cuando entré por primera vez en Berkana, la librería madrileña de temática LGTB. Corriendo desde el metro de Chueca, para evitar ser visto -entonces las cosas no eran como ahora-, y casi sin saber cómo nombrarme, escogí La Homosexualidad, de Michael Ruse, con la excusa de un trabajo sobre García Lorca, que un año antes había celebrado su centenario y que era entonces, al menos para mí, el único referente posible.

"Marinero", Iván Pineros
«Marinero», Iván Pineros

Algunos libros más tarde empecé a estudiar Filología Hispánica, y quise buscar más historias que hablaran de quién era yo, por qué, y en quién podría convertirme. En segundo curso recuerdo tener que afrontar un trabajo sobre Literatura Española del siglo XVI y empeñarme en buscar referencias a la homosexualidad en los textos de aquella época. La profesora me advirtió de que no encontraría demasiado, pero ambos nos sorprendimos al descubrir las referencias veladas en el Lazarillo, la traducción que hizo Fray Luis de la segunda bucólica de Virgilio, e incluso reinterpretando los juegos con el género que hace Juan de la Cruz en su poesía presuntamente mística -¿por qué no amorosa y trans?-. La desconfianza primera se convirtió en no poco entusiasmo y una recomendación: seguir buscando.

Siguió el siglo XVII, con ese Lope ambiguo que en ocasiones parece activista, con ese Cervantes atrevido, con Villamediana insinuando cosas que son casi impensables; vino el escaso XVIII, el más o menos aburrido XIX… Y nuevamente la explosión del siglo XX. Por fin a mi Lorca primero se sumaban más y más camaradas: Benavente el premio Nobel, Aleixandre el incomprensible, Gil de Biedma el cómplice, Terenci Moix, casi como un confidente, Villena el dandy, el maestro Mendicutti, y Cernuda, siempre Cernuda, la piedra angular de ese amor que, por fin, se atrevía a decir su nombre.

Mi doctorado estaba claro: organizar todo aquello, pero era un trabajo demasiado atrevido para una España que aún no había aprobado el Matrimonio Igualitario. Así que seguí con mi búsqueda en paralelo -hoy lo habría hecho de otra manera-, y continué recopilando historias. Pronto llegó la gran duda del método: ¿existe o no una Cultura LGTB? Cultura, subcultura… con nuestra etiqueta, de manera esencial, o simplemente hablando de cultura cuya temática trata la diversidad sexual y de género -mucho más adecuado decirlo así-, todas las historias empezaban a enlazarse. Algunos motivos eran recurrentes, algunos temas se repetían, algunos autores recuperaban las ideas de otros anteriores… Estaba todo listo, sólo había que contarlo.

Y así aparecí en Cogam, en Fundación Triángulo, en Arcópoli, mis queridxs compañerxs, en las Jornadas de la FELGTB… Y en el Partido Socialista de Madrid, que es mi hogar para el activismo. Y en todas partes necesitaba contar las historias que me ayudaron a conocerme, porque están ahí esperando a ayudar a mucha más gente. «Predicar la palabra», suelo llamarlo haciendo bromas, pero nuestra palabra, nuestras historias, las que hemos ido contándonos unos a otros a lo largo de los siglos, más o menos perseguidos, más o menos libres… Las historias que nos han convertido en lo que hoy somos, que nos hacen pensar en lo que queremos ser, que nos recuerdan quiénes fuimos. Todas las historias que forman esa madeja enredada a la que llamamos Cultura, sea LGTB, de temática sobre la diversidad, subcultura o no, pero que es nuestro pequeño pedazo de realidad compartida. Nuestro único referente posible, el único país que podemos llamar nuestro: nuestras historias, que existen y conservamos para darnos nombre.

Cuando “eso” es tu familia

Por Carmen López

Había una vez un mundo en el que los animales se subían unos en otros para comerse la luna, en el que un ratón, que anduvo, anduvo y anduvo, tuvo que comprar unos pies nuevos porque se le habían desgastado, o en el que Max viajó durante semanas, meses y años para convertirse en el rey de los monstruos.

Mi hijo y sus compis tienen acceso en el cole a todas estas historias, pero no lo tienen a cuentos en los que no pasa nada por ser diferente y por tener dos papás y dos mamás. Tampoco a libros en los que la mamá y la mami de Manu le recuerdan que subirse en una silla alta puede ser peligroso. O en los que Monstruo Rosa, que nació en un país lleno de pájaros blancos, tras muchos intentos de parecerse a ellos, tomó la decisión de viajar a un país donde cabían todos los colores y fue feliz.

Estos libros hablan de diversidad, de diferencias, de otras realidades, e incluso de otras familias. Libros a los que se puede acceder gratuitamente a través del proyecto Biblioteca de Colores, para poder trabajarlos dentro del aula.

La oferta que hice al cole de mi hijo (público, por si alguien tenía curiosidad) quedó rechazada con un: “Creo que es mejor no trabajarlo, porque en el cole no tenemos ningún problema con eso”.

En dos nanosegundos se esfumó el ruido de fondo de los fuegos artificiales lanzados por contar con dos mamás tan simpáticas y tan implicadas, la envidia de cualquier cole enrollado que se precie. No importó ser parte del consejo escolar, del AMPA, que te conocieran todos los padres y madres, ni que los niños y niñas de la clase desde el primer año de infantil distinguieran sin problema entre mamá y mami. Lo político era: de eso mejor no hablar, salvo conflicto. Lee el resto de la entrada »