Archivo de noviembre, 2021

El bulo del contagio según Miguel Ángel

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Noviembre de 2021, el mes más “queer” de Sevilla.

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

Ahora que finaliza noviembre, podemos considerar que, a nivel LGTBI, ha sido uno de los meses más brillantes que recordamos.
Festivales de cine, exposiciones, presentaciones de libros, etc. han confluido este otoño, fuera de junio, considerado mes el de la diversidad por antonomasia.

Comenzó con una de las mejores ediciones del Festival de Cine Europeo de Sevilla, que este año cumplía su 18 edición.

Una cinta de temática homosexual se alzó con el Giraldillo de Oro. Nos referimos a la cinta Great Freedom, del austriaco Sebastian Meise, el cual narra la insólita historia de amor de un preso encarcelado homosexual por el artículo 175 del Código Penal alemán, y que sirve para denunciar la persecución a los hombres gais y bisexuales en las Alemanias. Además, el protagonista, Franz Rogwski, fue elegido como el Mejor actor del Festival.

Además, la cinta danesa de animación Flee, que dibuja con su sincera paleta de colores animados un rayo de luz y esperanza sobre la oscura existencia de los gais en Afganistán, consiguió el VIII Premio Ocaña a la mejor película de temática LGTBI, concedido por la entidad Cultura con Orgullo.

Y en cuanto a cine, noviembre finaliza con la 13 edición de LaPECCA, Pequeño Certamen de Cine de Ambiente, en el Teatro Alameda. A este Festival, gestionado por la entidad DeFrente LGTBI, se han presentado un total de 121 cortos de temática LGTBI, de 16 países de Europa, Asia y América, lo que le convierte en uno de los más relevantes en su género del continente europeo.

En el campo del teatro, del 18 al 29 de noviembre, disfrutamos del Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla – feSt 2021, en el que se incluyeron dos obras de clara temática LGTBI, como fueron ¡Ave, osos! de la compañía vasca El Mono Habitado, en la Sala Cero, y Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas con un genial Piermario Salerno, en el Teatro Viento Sur.

También a lo largo del mes de noviembre (y hasta el 28 de febrero de 2022) pudimos disfrutar de la fantástica retrospectiva que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha dedicado este otoño al sevillano Nazario, uno de los tres autores de comic gay más importante, junto a Tom of Finland y Ralf Koening, y que estará expuesta en el Monasterio de Santa María de las Cuevas hasta el 28 de febrero de 2022. Autor underground, su Anarcoma ha pasado a la historia del cómic como uno de los personajes más sorprendente y audaces de su época.

En el corazón de la Alameda, durante el mes de noviembre (y que permanecerá hasta el 12 de diciembre) pudimos visitar Diferentes, la primera exposición celebrada en España sobre la historia de la cultura queer (LGTBIQ+) española de las últimas cinco décadas, desde la clausura del Pasaje Begoña (Torremolinos, Málaga) en 1971 hasta 2021.Una propuesta a medio camino entre la gran instalación y la exposición que reúne alrededor de 1.500 objetos que hablan sobre lo queer procedentes de la literatura, la música, el cine, el teatro, la danza, la moda, los medios de comunicación, las artes plásticas y el cómic.

También este mes de noviembre se ha incorporado el Espacio LGTBI #Relator6 (gestionado por las entidades Adriano Antinoo y RETOS Municipios Orgullosos) a la vida cultural de la ciudad, con la micro-exposición Under the Influence of Artemisia Gentileschi – Arte contra las violencias de género de Víctor Gracia, con ocasión del 25 de Noviembre, Día de lucha contra las violencias machistas. Una fotografía que revisa la conocida obra barroca Susana y los viejos de la pintora italiana, y que sirve al autor para reflexionar sobre las violencias machistas, y para denunciar que cientos de mujeres artistas fueron ocultadas por la historia oficial del arte, lo que supone una violencia laboral.

Y no hay que olvidar las letras, con la presentación por parte de Nazario de la tercera parte de su auto-biografía Un pacto con el placer, dentro del ciclo Diálogos.com de Adriano Antinoo, en el Espacio Santa Clara el día 5 de noviembre, y del último libro del terapeuta, escritor y activista Gabriel J Martín titulado Gaynteligencia emocional, el 19 de noviembre, de la última obra en el Espacio Caotica.

Por último, en materia de Memoria Histórica, pudimos conocer más afondo la persecución de homosexuales (gais y lesbianas), bisexuales y trans por parte de la dictadura franquista durante las jornadas promovida por la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla los días 17 y 18 de noviembre, en el Palacio Marqueses de la Algaba.

Lo dicho. Es difícil recordar un mes tan intenso de propuestas LGTBI, fuera del tradicional mes de la Diversidad, desde ámbitos tan diversos de la iniciativa pública (Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla) como privada (asociaciones y empresas), que nos muestra una ciudad con músculo y con una clara apuesta por la diversidad, también de la orientación, la identidad y la corporalidad.

Un retrato de la realidad trans

Por Alba Laguna 

 

Lena, Saya, Cristina, Alicia, Yolanda y Tina. Al igual que la Tierra, nuestro interior está formado por distintas capas y estratos, que van forjando nuestra identidad y relatan nuestra historia de vida. ¿Quiénes somos y cómo hemos llegado hasta ahí?

En Sedimentos, seis mujeres trans, compañeras del proyecto I-vaginarium, viajan a un pequeño pueblo leonés donde explorarán insólitos paisajes, así como los entresijos de su propia personalidad. Como si de una familia se tratara, las protagonistas comparten momentos de confesiones, risas, llantos, enfados y reconciliaciones. La vida en estado puro. Buscando respuestas sobre aquello que las une como grupo, aprenderán a lidiar con sus diferencias. El director valenciano Adrián Silvestre ha construido un documental tierno, honesto, lleno de empatía y humor, donde se profundiza en temas como la individualidad y la necesidad de pertenencia. Sin duda, Sedimentos es una de las mejores obras de no ficción del año y confirma a Silvestre como una de las voces más interesantes e innovadoras del panorama cinematográfico. Sus obras anteriores, entre las que destaca Los objetos amorosos -una historia de homosexualidad femenina e inmigración- así lo anunciaban.

La gran naturalidad que consigue Silvestre es fruto de un trabajo minucioso y constante con sus protagonistas, una relación de confianza forjada poco a poco. El resultado es una película fascinante y conmovedora, que removerá más de una conciencia huyendo de clichés y tópicos. Yolanda Terol, Lena Brasas, Tina Recio, Cristina Millán, Alicia Benito y Saya Solana son como son, seis mujeres trans de diferentes generaciones que se expresan con sinceridad a lo largo de todo el metraje y que comparten sus historias y su intimidad. Siempre acompañadas, a través del sorprendente paisaje leonés, por la impecable fotografía de Laura Herrero. Sedimentos podría considerarse una actualización natural de Vestida de azul, el documental de Antonio Giménez Rico de 1983. Una nueva visión de la realidad transexual cuarenta años después.

Sedimentos es una producción de Adrián Silvestre Films y Testamento PCT que se presentó en la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga y ha ganado recientemente la Espiga Arco Iris de la Seminci de Valladolid y los premios al mejor largometraje documental, mejor dirección y premio del público en el Festival LesGaiCineMad. Además de numerosos premios en festivales internacionales, encandilando al público y a la crítica allá donde va. El documental ha sido preseleccionado para los Premios Goya 2022, una ocasión inmejorable de dar visibilidad a la realidad trans y de reivindicar los derechos del colectivo.

La has liado parda

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

FELGTBI+ anuncia los Plumas y Látigo más culturales y reivindicativos

FELGTB (@felgtb)

 

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), vuelve, como cada año, a entregar sus Premios Plumas y Látigo, premios que reconocen el activismo y el compromiso de personas, organizaciones y proyectos.

En este año, que la gala vuelve a ser presencial, las plumas son las siguientes:

La periodista Noemí López Trujillo, de Newtral, porque desde  su labor profesional ha desmentido bulos y desinformaciones, especialmente sobre las personas Trans.

Abril Zamora. Actriz, guionista y directora de cine que hizo visible su identidad de género a través de sus redes sociales, y desde entonces ha demandado una mayor diversidad y más oportunidades para el colectivo trans en los medios.

Estirando el Chicle. Un podcast de comedia que surge de la necesidad de Victoria y Carolina de “salsear” sobre todas las cosas que les indignan, hablando de la realidad del colectivo LGTBI+ desde un punto de vista feminista y crítico.

A la compañía teatral A Panadaría, por su incansable trabajo desde el activismo cultural lésbico.

Las menciones especiales son para Casal Lambda, Camino Baró, Mila Martinez y Verónica Ruíz. A título póstumo, la recibirá Joana Barrafont.

En esta ocasión, el látigo se concede a los gobiernos de Polonia y Hungría. Y es que hay lugares en la propia Unión Europea que están sirviendo de entrada de discursos contra el colectivo LGTBI+. Acciones que se traducen en retrocesos legales, como la prohibición del aborto en Polonia, de hablar de diversidad sexual en los colegios en Hungría con su ley contra el colectivo LGTBI o con la creación de “zonas libres de LGTBI+” en Polonia.

 

Las personas con VIH nos queremos vivas

Por Daniel Cortez Abreu (@doctokind)

 

Recientemente la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid publicó en su página web el nuevo procedimiento para la solicitud del “Documento de Asistencia Sanitaria para Ciudadanos Extranjeros sin residencia legal en España (DASE)” que ahora elimina la posibilidad de que los hospitales madrileños puedan directamente aprobar y garantizar el acceso a la atención sanitaria a las personas inmigrantes. De esta manera se pierde una vía importantísima para garantizar el tratamiento sanitario a las personas con VIH, que ahora deben pasar por un procedimiento centralizado en el que se exigen ciertos requisitos, en la mejor de las situaciones, retrasaría el acceso al tratamiento antirretroviral (TAR) durante meses, lo que constituye un grave peligro para las personas que vivimos con VIH.

Esta medida aparece luego de que, durante varios meses, compañeres de las ONG y redes de apoyo psicosocial, relacionadas a la respuesta comunitaria del VIH y del sida, se estén enfrentado a las dramáticas situaciones de personas inmigrantes con VIH a quienes se les ha negado la entrada al sistema de salud madrileño o a quienes, ya una vez dentro del sistema, han sido excluidas de la prestación del servicio, sin poder si quiera retirar su TAR, un elemento fundamental para poder preservar nuestra calidad de vida y bienestar. Una medida como esta no solo consideraría que todas las personas en vías de regularización o sin residencia legal tienen las mismas necesidades –hecho alejado de la compleja realidad social que vivimos – sino que establece otro obstáculo institucional para la garantía de los derechos fundamentales y aumenta la inequidad social.

A un par de semanas del 1 de diciembre, el día mundial del sida, esta escandalosa situación no hace más que empeorar y los casos de personas inmigrantes con VIH a los que se les niega o excluye de la atención sanitaria madrileña aumenta y se acumula, a pesar de que la infección sea de declaración obligatoria y por tanto necesite una atención sanitaria especializada y urgente, tal como reconocen organismos supranacionales e internacionales como ONUSIDA, la OMS y la Unión Europea. Pero más allá de la grave vulneración que supone para los derechos fundamentales, la ausencia o la interrupción del TAR significa una verdadera tragedia para las personas que vivimos con VIH. Es sinónimo de poner en peligro nuestra relativa calidad de vida, el control virológico alcanzado, el nuestro bienestar físico y social, haciéndonos también más vulnerables a nivel psicológico, social, económico y laboral. Así, este protocolo deja a un lado a muchos cuerpos que no pueden soportar, ni esperar, que el aparato burocrático estatal decida aprobar quienes y cuando precisan de atención sanitaria.

Sin embargo, esto no surge de la nada, ni aparece a última hora: también es consecuencia del aumento de los discursos de odio hacia la otredad como valor negativo en el terreno político. Se ha restado importancia a las consecuencias de legitimar o dar espacio a narrativas que buscan la eliminación de quienes han sido catalogades como enemigos. En otras muchas situaciones se alude a la equidistancia como si no fuese una decisión y posición política que no hace sino legitimar estos discursos. Hace cuatro años, cuando recibí mi diagnóstico, la discusión política parecía ser diferente, aunque empezaba a notarse el peso de los agentes y las narrativas de la ultraderecha. Cuando estos discursos cobraron mayor relevancia en el debate político, con todo lo que podían suponer, se ignoraban sus consecuencias, porque parecía – y aún parece – que lo simbólico es algo abstracto e inerte que no se traduce en la realidad material y social, como ahora justamente pasa en este tipo de políticas de salud pública que se convierte en medidas que específicamente afectan a quienes somos considerados un peligro para la integridad de la nación como proyecto político.

Es necesario recordar que estas medidas son una expresión del racismo y la xenofobia institucional, y por lo tanto estructural, así como de una Ley de extranjería mantiene y promueve la precariedad, la discriminación y la vulnerabilidad social a cientos de miles de personas.

Es incluso una falacia aceptar que este nuevo procedimiento afecta solamente a las personas inmigrantes sin residencia legal, puesto que también excluye a aquellas personas con un estatus migratorio regular, como en el caso de los estudiantes con estancias de estudios de larga duración, cuyos seguros privados no cubren el acceso al tratamiento antirretroviral en el país, que específicamente en el Reino de España es exclusivamente distribuido a través de la red hospitalaria pública. El personal médico tampoco puede recetar la medicación para ser adquirida o comprada en las farmacias comunitaria – esas a las que vamos cuando queremos comprar un medicamento como el paracetamol –, por lo que deja sin opciones incluso a quienes supuestamente podrían tener los recursos para acceder al mismo. No obstante, tampoco es una opción viable: el coste de los esquemas antirretrovirales de última generación supera las cifras de unos cuantos miles de euros y para muchas es un gasto imposible de asumir. Nuestra adherencia crónica al tratamiento – el grado de cumplimiento – es fundamental para garantizar la supresión de la replicación del virus en sangre y otros líquidos biológicos, mejorando la calidad de vida asociada a la salud, y sobre todo, permitiendo llegar a niveles de indetectabilidad, situación en la que no es posible la transmisión del virus durante las prácticas sexuales – incluso cuando no se utilizan otros métodos de prevención como el condón – y reduciendo también la posibilidad de transmisión del VIH de la gestante al feto y al compartir material para inyección intravenosa. Así vemos que la garantía del acceso al TAR, no solo tiene beneficios individuales, sino también colectivos: es una estrategia de prevención que permite disminuir la transmisión del virus dentro de una población.

La situación que se nos presenta es realmente grave, tiene consecuencias nefastas no solo para la salud y la integridad individual, sino también para el bienestar colectivo. Es una clara consecuencia de los discursos políticos que siempre han buscado borrar, eliminar o matar al “otro”. Es un atentado contra los esfuerzos y la historia de los movimientos sociales, contra la memoria de aquellas personas que han dado incluso su vida por hacer posible que muchas sigamos vivas ahora.

Parece que a las autoridades – y muchas personas fuera de los órganos de poder – se les olvida la dimensión social del virus, que incluso aparece explicita en sus siglas: la “H” en VIH es de humana, como decía mi querido Lucas “Fauno” Gutiérrez, activista argentino. Pero nos abocaremos a rescatar nuestra humanidad con el fuerte sentimiento comunitario que tanto nos caracteriza, y en el que plenamente confío, para salir vivas y juntas de nuevo.

 

Represión política de gais, lesbianas y trans durante el Franquismo: la memoria necesaria

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

La cinta triunfadora de este año en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y que ha recibido el Giraldillo de Oro, Great Freedom, cuenta una historia carcelaria de amor homosexual entre dos presos alemanes y, sobre todo, desvela un hecho histórico insoportable.

Cuando las tropas norteamericanas llegaron a los campos de concentración nazi, mientras a los presos judíos, gitanos, discapacitados y militantes de izquierda fueron liberados, los homosexuales fueron llevados de inmediato a prisiones donde continuaron encarcelados. Es decir, sufrieron en los campos de exterminios con el régimen nazi, y siguieron sufriendo en las prisiones de los regímenes de las Repúblicas Federal Alemana (capitalista) y Democrática Alemana (comunista).

Seguro que muchas personas en nuestro país se sentirán conmovidas por la película y escandalizadas por ese ignominioso trato dispensado por los liberadores del nazismo a gais, lesbianas y trans. ¿Imaginarán que en España se vivió una situación similar durante los larguísimos años oscuros del franquismo?

Y es que, en nuestro país, el triunfo del ejército franquista en 1939, y tras la sistemática eliminación de la oposición política de socialistas, anarquistas y comunistas, supuso que el régimen totalitario fijara su mirada en la otra disidencia, la sexual.

El hecho diferencial del franquismo hacia la homosexualidad respecto a tiempos anteriores, fue su conversión de un pecado en una amenaza política al régimen. Esta transformación alcanza su máxima explicitación en Mauricio Karl, un prolífico escritor e instructor de la academia donde se formaron generaciones de policía de la Dictadura, quien afirmó: “la sodomía tiene una función comunista a través de los siglos pues ambas aberraciones, aun siendo de distinto tipo son contrarias a la familia, a la propiedad privada y al orden tradicional”.

Es decir, la homosexualidad ya no era un vicio que afectaba a la religión, si no un elemento corrosivo en el seno de la nueva España nacida del 18 de julio, que era necesario eliminar.

Este hecho es el que convierte la persecución del régimen franquista de gais, lesbianas y trans en represión política, similar a la sufrida por militantes de partidos y sindicatos, como recoge la Ley 2/2017, de 28 de marzo, de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía.

Pero esta realidad, que a nuestros ojos de 2021 está meridianamente clara, no lo estuvo en 1977 para las fuerzas políticas de la Transición y en muchos casos, ni siquiera para las propias personas homosexuales y trans. Por eso, mientras las otras víctimas de la represión política del franquismo fueron liberadas por la Ley de Amnistía, y posteriormente reparadas, homosexuales y trans tuvieron que esperar hasta después de aprobada la Constitución, para ser “liberadas” en 1979, tras la aprobación del Real Decreto que excluyó la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social en diciembre de 1978, y apenas reparadas durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.

A todo ello hay que unir dos hechos terribles, insuficientemente investigados.

Por un lado, las víctimas directas de la Ley de Vagos y Maleantes primero y de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social después (leyes que por otra parte se aplicaban de forma clasista, afectando principalmente a jóvenes de extracción obrera, de baja cualificación y en muchas ocasiones analfabetas) eran obligadas al destierro. Cualquiera se puede imaginar como podía afectar a una persona joven, de baja cualificación y sin red social ni familiar en una ciudad extraña. En muchos casos terminaban en la prostitución, que en los años 70 venía acompañada con el consumo de heroína y en los 80, del VIH-Sida. Es decir, en muchas ocasiones, ser víctima de las leyes represivas de la homosexualidad suponía una condena a muerte en diferido. Además, el SIDA afectó sobre todo a la población homosexual, lo que hace que, por desgracia, sean pocos los supervivientes que han podido dejar constancia pública de la persecución política que sufrieron.

Pero es que, además (y a diferencia de las víctimas de la persecución por la militancia política, sindical o de derechos humanos), gais, lesbianas y trans no tienen descendientes que se sientan orgullos de sus padres, tíos o abuelos, y que reivindiquen su memoria.

Gais, lesbianas y trans, víctimas políticas del régimen franquista por su orientación sexual y/o su identidad de género, esperan una reparación que apenas llega a cuenta gotas. Y debemos ser las entidades LGTBI las depositarias de esta memoria la que reivindiquemos su sufrimiento y opresión, en estudios, propuestas políticas, y jornadas como la que este 17 y 18 de noviembre de 2021 se celebrarán en el Palacio Marqueses de la Algaba de Sevilla, organizadas por la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla, en colaboración con la asociación Adriano Antinoo.

Por Pablo Morterero, presidente de Adriano Antinoo y coautor de “Lo personal es político. Historia del Movimiento Homosexual en Andalucía”.

 

Derechos Humanos

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

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Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Porcentaje de personas LGTBIQ+

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)