Por Nieves Gascón (@nigasniluznina)
Me gustan todo tipo de manzanas menos las verdes. Soy una experta en manzanas. Aquel primer día mi madre se equivocó y me metió en la mochila una Granny…Pero no podía perder la ocasión de compartirla contigo, así que cuando la mordimos juntas, no sentí esa acidez que me daba escalofríos, sino todo lo contrario, algo muy muy dulce. (91,92, J.L. Mira Candel, 2012)
Marzo es el mes de las mujeres, para el que escogemos Beca y Eva dicen que se quieren, una obra de teatro y un libro de Juan Luis Mira Candel, ganadora del V Certamen Teatral Leopoldo Alas Mínguez – Festival Visible, editado por la Fundación Autor en primera edición en 2012.
Esta obra llega a nuestra estantería de diversidad de forma casual e imprescindible. Tan sólo dos personajes en escena, Beca y Eva, de diecisiete años, una pareja con una historia de amor y de relación con su entorno que trasladan al escenario, evocando diferentes momentos, tanto de su propia relación de pareja, como de la reacción de otros personajes sobre el amor entre ellas.
El inicio del relato parte en la habitación 302 de un hospital en la que están ambas protagonistas hablando de sí mismas y su futuro, con hijos o hijas, en un contexto económico y laboral poco alentador, en el que apenas aspiran a ser mileuristas o cieneuristas.
Continúa con una conversación de Beca y su padre, un hombre que ha crecido en democracia y criado por una madre de las que vivieron reivindicativamente el mayo del 68 francés, en un ambiente de lucha por la libertad, pero que no termina de entender que su hija sea lesbiana.
En otra parte del relato la Jefa de Estudios del Instituto tiene una conversación con Eva en la que reprocha las manifestaciones públicas de afecto de las protagonistas, justificándose en la falta de comprensión del profesorado y del resto de las compañeras y compañeros, para pedirle a Eva una, a todas luces, injustificable discreción.
A modo de flash back, en la cuarta parte nos trasladamos al momento en que Eva y Beca se conocen y se hablan por primera vez en el patio del Instituto, durante el recreo y comparten una manzana ácida, en un bonito juego de bocados y seducción. Beca de Madrid, es nueva en el Instituto de Eva, en Alicante.
Pablo, un compañero, está pillado con Beca y a través de la interpretación de esta podemos ser testigos de una conversación entre Pablo y un amigo ideando una estrategia de acercamiento a la chica. Ambos no entienden que Beca sea lesbiana y frivolizan sobre su identidad sexual, que incluso llegan a poner en tela de juicio.
La historia pasa por momentos muy significativos y especiales como cuando Eva expone en clase de Biología sobre la sexualidad de los albatros y los pingüinos, animales en los que hay parejas del mismo sexo. Otro momento dulce, es cuando la abuela de Beca le confiesa que estuvo enamorada de otra chica cuando era joven, haciendo una confesión, e incluso concesión de un episodio en su vida muy íntimo, personal y clandestino.
La madre de Eva acaba de romper con su pareja, Berta y ésta se despide de la chica tomando algo con ella, poniendo un fin razonable a la relación y ante los ojos de Eva.
Momentos de ambas protagonistas como el de compartir la moto scooter de Eva, llegar tarde a clase y hacerlo de la mano para no ocultar su relación de pareja, o cuando Eva la arma en un pub irlandés con ayuda de Beca y su diccionario, porque las echan del establecimiento por rechazo homófobo, durante un viaje de estudios. Son escenas cruciales en el desarrollo de la historia, llenas de amor y contradicciones. El autor nos sitúa en el seno de la sociedad actual y sutilmente hostil, en la que todos y todas conocemos la diversidad afectiva y sexual, pero aún llama poderosamente la atención e incluso, en ocasiones, incomoda.
El autor utiliza un lenguaje directo cotidiano, juvenil y muy actual en los diálogos, muy dinámicos, que nos trasladan perfectamente al mundo familiar, escolar e intimo de la pareja.
Beca y Eva son más que amantes, son dos jóvenes valientes que nos devuelven la fe en las nuevas generaciones y su prometedora aportación a la construcción de un mundo mucho mejor. Pero el cambio no está en sus manos únicamente, también está en nuestro esfuerzo como familias y educadores, en la prueba de fuego que supone mirarnos a nosotras y nosotros mismos, a nuestra realidad. Se trata de vivir en armonía y coherencia con lo que somos, sin mayor aspiración. El mirar para otro lado es pura hipocresía, incluso la base del rechazo, la intolerancia y la violencia.
No voy a contar el final del relato, merece leer y disfrutarlo. He de decir que tuve que releer el desenlace atentamente porque me resultó tajante poniendo un fin repentino a las ilusiones de Beca y Eva, dos jóvenes con ideas valiosas, realistas, un alentador proyecto de vida en común y con ganas de luchar por el cambio. Hubiera preferido que el autor premiara su persistencia, porque no hay amores imposibles sin son como el de Beca y Eva.
Sin lugar a dudas una gran obra de teatro y una hermosa historia. No se la pierdan y disfrútenla en cuanto puedan.
¡Hasta pronto!