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¿Y el feminismo pa cuando?

Querida Jennifer López,

Nosotras moviendo cielo y tierra por la igualdad, saliendo a la calle para que se nos reconozcan derechos, para romper la imagen social que se nos ha impuesto y tú quieres que nos preguntemos «¿y el anillo pa cuando?»

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¿Esto qué es? ¿Una especie de maniobra para que estemos distraídas con tus ritmos pegadizos mientras se siguen cometiendo injusticias en contra de nosotras? ¿Es como cuando se decía que las mujeres no deberían poder votar debido a supuestas deficiencias psicológicas y fisiológicas?

«Ya lo tengo todo, pero ¿Y el anillo pa’ cuando?» dices. Como mujer trabajadora que te escucha si quiero un anillo, unos zapatos, un bolso o una colección de libros, me los compro. Y en el caso de que sea el que tú reclamas, el de pedida, te confieso, no nos corre mucha prisa.

Te diré algo, no querer el anillo no me convierte en «mujer regala». Pero ya que usas la expresión ¿qué haces en 2018 utilizando un término sinónimo de «Mujer ofrecida» o «mujer fácil»?

¿Qué haces echándonos la libertad sexual de esa manera a la cara? ¿Es que las que se acuestan con los hombres que quieren no son material de esposa? No me juntes churras con merinas que de eso ya lleva encargándose el heteropatriarcado toda la vida y mujeres independientes (como tú), tienen que echar una mano para levantarnos, no para mantenernos discriminadas.

Así que te propongo unos versos nuevos más acordes a la realidad social actual que pueden encajar en tu canción y hacer que la letra no sea tan machista:

¿Que terminen las mujeres asesinadas por violencia machista pa cuando?
¿Garantizar la protección de las víctimas de violencia pa cuando?
¿Que ninguna mujer tenga miedo de que le violen pa cuando?
¿Educación sexual integral en todos los niveles educativos para formar en la igualdad pa cuando?
¿El voto femenino universal pa cuando?
¿El fin de los matrimonios infantiles concertados que obligan a niñas menores de edad a casarse pa cuando?
¿La prohibición de la mutilación genital femenina pa cuando?
¿El derecho a la escolarización para todas las mujeres pa cuando?

Dime Jennifer, estas cosas ¿pa cuando? Porque, créeme, me pregunto a menudo cualquiera de ellas porque me producen mucha más ansiedad que si me voy a casar o no con mi pareja. Y son preguntas de las que necesitamos una respuesta urgente.

#SiMeMatan

Si me matan de día dirán que llevaba pantalones cortos o que salía a correr a menudo por el parque que estaba cerca de mi casa. Si me matan de noche dirán que iba muy maquillada.

GTRES

Si me matan por la calle dirán que no debería estar volviendo sola a esas horas. Si me matan en el portal dirán que debería haber sido más prudente y que no debería fiarme de nadie. Ni de un vecino, ni tan siquiera del portero.

Si me matan a mí o a cualquiera de mis amigas dirán que salíamos de fiesta y que habíamos tomado unas copas. Dirán que vivíamos nuestra sexualidad libremente o que no teníamos un novio que nos ‘protegiera’. Dirán que trabajábamos de imagen o que bailábamos reggaeton, que no deberíamos haber sido tan amables con ese compañero de la oficina o de la universidad.

Si me matan en España dirán que dejé a mi ex novio con el corazón roto. Si me matan en Italia dirán que no debería haberme fiado de la gente que acababa de conocer y que vivía sola a casi dos mil kilómetros de mi familia.

Dirán que iba por la calle con las mallas del gimnasio, esas que marcan hasta los pelos de las piernas. Dirán que tenía la lengua muy larga y no me callaba ante una situación de acoso callejero, porque siempre digo lo que pienso. Dirán que fue por defenderme en vez de no ofrecer resistencia.

Si me matan, también es posible que mencionen que más de uno ya había dejado caer en el blog que escribía, que esto se volvería en mi contra, que de feminista esto pasaría. Porque claro, una mujer viva se queja, una que no lo está solo puede guardar silencio. Al menos si me matan quiero pensar que morí diciendo la verdad.

Si me matan dirán todo lo que haga falta para que tú, que lees la noticia de mi muerte, no te asustes. Que no es que haya asesinos sueltos por la calle, no te preocupes, que no te quite el sueño, es por todos los motivos anteriores.

Porque si nos matan, es más fácil buscar hasta debajo de las piedras «motivos» que expliquen que lo hayan hecho. Asumir que vivimos en una sociedad aún machista que entiende que la mujer está a merced del hombre es más doloroso, de hecho, da incluso miedo. Porque claro, es más tranquilizador pensar que porque tu hija salga con una falda larga no va a pasarle nada. Porque darte cuenta de que a ella, a tu hermana, a tu prima pequeña, a tu sobrina, a tu ahijada o a tu novia, solo por haber nacido mujer ya tiene posibilidades de ser asesinada, es más jodido.

En España fueron asesinadas en 2016 (no murieron o perdieron la vida, sino que fueron asesinadas) 44 mujeres. Solo llevamos 5 meses de 2017 y han matado a 23. Mataron a 60 en 2015, 54 en 2014, 54 en 2013, 52 en 2012, 61 en 2011, 73 en 2010, 56 en 2009, 76 en 2008 y 71 en 2007 (no me lo he inventado, podéis ver las estadísticas en la web del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad). Un total de 623 mujeres en casi 10 años. ¿Cuántas más tienen que morir? ¿Cuánto más tiempo vamos los medios a seguir indagando en la víctima y mirando hacia el otro lado?

Pero sigamos en el mundo al revés. Quizás en la próxima película de Sherlock Holmes, el detective, en vez de investigar se dedique a elaborar una lista de excusas absurdas que argumenten que la víctima al final es la responsable de su muerte. A ver si nos acordamos de que en un asesinato el culpable es el que comete el acto de asesinar.

Yves Saint Laurent nos quiere sumisas y violadas según su última campaña

Sé que las chicas del anuncio no están diciendo «Viólame». Es algo que no aparece escrito en ninguna parte. Pero quiero que vayamos mas allá y pensemos en la imagen de la mujer que se está transmitiendo.

Para empezar es una mujer sexualizada por la ropa que utiliza: tacones altos, medias de rejilla, lencería… Ves el anuncio y no piensas en la última colección de la marca, esa con cuellos altos y cazadoras de cuero, piensas en sexo.

En segundo lugar, las modelos del anuncio, aparecen colocadas en posturas sumisas. Transmiten debilidad, como si no tuvieran ningún tipo de fuerza ni voluntad. Están ahí. Simplemente estando, pero tiradas

Se ve una mujer frágil a disposición de cualquiera, algo que continúa con los estereotipos que son los que alimentan el ideal de una sociedad machista que considera a la mujer un objeto de consumo. Es esa creencia la que puede llevar a una violación o a cualquier otro tipo de abuso, por lo que, de una manera o de otra, la campaña en mi opinión, fomenta la violencia de género (recordemos que la violencia no es solo poner una mano encima).

Como consumidora no me gustaría comprarle a una marca que basa su publicidad en una imagen de desigualdad del tipo que sea. Como mujer, ver que transmitan esta idea de mi género, me resulta algo inaceptable.

Siendo sincera, y que quede entre nosotros ahora que Anthony Vaccarello no está leyendo, esta campaña no me parece otra cosa que la búsqueda constante de polémica. Al igual que en los 90 se sacaba por primera vez a una mujer vendiendo vaqueros sin bragas, en el 2015 fue una modelo que rozaba la anorexia y en 2017 toca la imagen de la mujer sometida. Ese es todo el objetivo de Yves Saint Laurent, dar de qué hablar. Y es que, si no hablan de ti, es como si no existieras. Aunque si este es el discurso que la marca quiere darnos, habrían hecho mejor guardando silencio.

#YSLretiretapubdegradante

 

Resiliencia. Capítulo 21: Lo contrario al amor

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre
Capítulo 14: Madrid me mata
Capítulo 15: Tú tienes la culpa
Capítulo 16: Hemos terminado
Capítulo 17: No me gusta para ti
Capítulo 18: Yo jamás te haría daño
Capítulo 19: La guarida del lobo
Capítulo 20: Fue un error

Capítulo 21: Lo contrario al amor

-Mia, ¿puedo pasar?

El silencio al otro lado de la puerta animó a Carol a entrar en la habitación de su hija. Con las persianas bajadas sin apenas luz, Mia se encontraba en la cama enredada sobre sí misma. Su madre, angustiada por ver a su hija así, se sentó al lado de la chica.

-Cariño, llevas dos días aquí metida sin comer casi nada. Esto no es bueno para ti. Necesitas salir, hablar con alguien…

Mia farfulló pidiendo quedarse sola. Carol dejó el cuenco de sopa junto al cabecero de la chica esperando que al menos comiera un poco y se marchó. En cuanto recuperó la intimidad, Mia pulsó el botón de reproducción de su iPod y Ultraviolence volvió a salir por los altavoces. Había escuchado esa canción durante dos días enteros en bucle y en cada ocasión había llorado. Era la forma que tenía de dejar salir lo que había pasado. Su impotencia, su falta de caracter y decisión… todo aquello que había justificado «en el nombre del amor».

Ahora se daba cuenta de lo equivocada que había estado. Aquello no había sido amor, aquello había sido todo lo contrario.

Cuando Mia entró a la cocina unas horas más tarde a despedirse para ir al trabajo, Carol se sorprendió al verla de nuevo en pie. Llevaba el uniforme del bufete y el pelo recogido en un apretado moño. La chica dio dos besos a su madre y emprendió el camino a la oficina sin mirar a nada ni a nadie. Solo quería pasar desapercibida, volverse invisible. Tenía la sensación de que estaba siendo observada, una sensación que le acompañaría siempre, pero acabaría por acostumbrarse a ella.

Cuando llegó al bufete, pasó corriendo al baño a repasar su maquillaje. Aunque las marcas del cuello apenas eran imperceptibles, les puso un poco más de base por encima. Sabía que en poco menos de un día desaparecerían, pero otras, las heridas que no eran visibles, pasarían a formar parte de ella. Sus jefes se alegraron de verla de vuelta y le preguntaron por la intoxicación alimentaria que había sufrido, una excusa perfecta para faltar dos días sin levantar sospechas y que después no la insistieran en la mala cara que traía. Al poco de llegar a su sitio se tuvo que soltar el pelo de lo que le apretaba el coletero. Viéndose reflejada en las ventanas, se sintió lejana a sí misma. No reconocía a esa chica que le devolvía la mirada vacía. Se sentía ínfima. Como si Andrés hubiera sido un ciclón y se hubiera llevado todo. Lo único que quedaba era una carcasa hueca que se movía por inercia y no por convicción. Ella, que siempre había hecho gala de ser una mujer fuerte e independiente, que se consideraba espabilada e incluso algo pícara… ¿Cómo podía haber dejado que aquello sucediera?

¿Cómo podía haber hecho caso omiso de todos aquellos que la querían y le decían que Andrés no era bueno para ella? No fue hasta que se vio en el borde del precipicio que supo que podía caer. Y daba gracias cada día de haber salido a tiempo. Sin ganas ni fuerzas se enfrentaba a cada día con una única idea en su cabeza, la de seguir adelante, porque «La vida es de los que viven» se repetía.

Una de las últimas tardes de verano tomó por fin la decisión de ir a la peluquería. Era algo que pensó que le vendría bien a modo de terapia junto a las sesiones con una psicóloga especializada que estaba ayudándola a recomponerse.»Necesitas tiempo. Ahora mismo eres como un animal herido, te costará confiar plenamente, pero volverás a hacerlo y yo te voy a ayudar».

Un par de chicos habían intentado quedar con ella, pero Mia todavía no se sentía preparada. Era como si internamente aún estuviera recomponiéndose y cada frase de la psicóloga era como una pieza más que formaba parte de su reconstrucción.

-Te sorprendería la cantidad de mujeres que se encuentran inmersas en una situación así y no consiguen salir de ella por miedo o por vergüenza. Tendemos a echarnos la culpa a nosotras mismas en vez de a la persona que nos hiere. Los cuentos y las películas nos enseñan desde pequeñas a aguantar cualquier cosa pensando que la otra persona va a cambiar. Nadie cambia, Mia. Cada uno tiene su forma de ser y puede que ocultara una personalidad violenta detrás de detalles románticos, pero un maltratador siempre es un maltratador y han aprendido a utilizar las nuevas tecnologías como una herramienta para ampliar el maltrato.

Al principio le había costado horrores confesarse con la psicóloga. Admitir no solo ante ella sino ante sí misma en alto todo lo que había sucedido fue como volver a vivirlo. Sin embargo, una vez expuesto, se sentía mucho mejor. Como si el enorme peso lo cargaran ahora entre los dos.

-Eso es lo que ocurre cuando te abres y compartes tu pena, no tiene que ir cargada solo sobre tus hombros.

Después de cada sesión, Mia se sentía un poco más ella. Sumado a que se había negado a detenerse y que la única dirección que consideraba era hacia delante, lograba avanzar sintiéndose más completa. Aunque Inés y el resto del grupo no habían querido tener más trato con ella una vez supieron lo que había pasado realmente tras el accidente de Fer, se apoyaba más que nunca en sí misma.Había reencontrado su poder y se negaba a dejarlo marchar, se negaba a volver a pasarlo mal una sola vez más por nadie que no mereciera realmente la pena. Su etapa de llorar por quién no la quería bien había terminado.

Fue por eso por lo que no dudó en entrar a la peluquería decidida a darle un cambio radical a su estilismo. Cuando la peluquera empezó a cortarle los más de 30 centímetros de melena le preguntó si estaba segura, ya que era un gran cambio.

-Segurísima.- respondió Mia con aplomo. Se moría de ganas por liberarse de aquella melena negra.

-Una vez oí en una película que cuando una mujer se cambia radicalmente el peinado es porque hay alguien nuevo en su vida. ¿Has conocido a alguien?

La chica asintió.

-A mí.

Gracias a todos los que habéis seguido Resiliencia desde el principio y a los que os enganchásteis una vez empezada. Empecé esta novela en enero aunque algunas cosas del comienzo llevaban años en un cuaderno y se me hace increíble que haya conseguido llegar a tanta gente. Ojalá haya servido de ayuda si alguien leyendo esto se ha sentido identificado. Gracias por acompañarme cumpliendo otro de mis sueños.