Resiliencia. Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión

Hace años me instaron a escribir esta historia. Aunque, cuando me lo dijeron, esa historia no era esta historia. Así que supongo que, aunque no he elegido que sea de esta manera, he elegido compartirla tal cual es ahora. No es una historia personal aunque algunas vivencias son propias. Si he decidido escribirla es porque, si a mi me sirve de terapia, quizás a ti te pueda servir de ayuda.

Resiliencia te puede haber pasado a ti, a tu madre, a tu compañera del trabajo, a tu prima pequeña, a tu mejor amiga. Puede sucederle a tu hija. Es la historia de superación del mayor trauma de una vida. El maltrato puede adoptar muchas formas, pero, sobre todo, puede adoptar muchas caras.

 

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión

-¡Me han cogido!- gritó ella emocionada al otro lado del auricular.

-¿En serio? Me alegro mucho baby, ¿cómo lo conseguiste?

-Fue sencillo-dijo ella quitándose importancia – Dije que sabía italiano y se lo creyó, no me hicieron ninguna pregunta ni nada así que este viernes cubro a una chica que solo puede ir por la mañana.

-¿Dónde es? A lo mejor puedo acompañarte.

-Es en el pabellón 6 de Ifema, lo malo es que tengo que estar a las dos, y tú a esa hora tienes Redacción Periodística.

-Si quieres voy contigo, ya sabes que a mí la carrera me da igual.

-Aún así prefiero que no te la saltes si no es necesario, que para tu madre sí es importante que la hagas.

-¡Que le jodan!

-¡Hugo!- recriminó ella- No digas eso que es mi suegra.

-¿Por dónde vas? ¿Te falta mucho?

-Aún me quedan unas paradas, voy por Ciudad Lineal.

-Avísame cuando vayas por Moncloa, ¿vale?

-Ok, nos vemos en nada. ¡Te quiero!

-Te quiero, Mia

Tras colgar, guardó el móvil y recolocó encima de ella el traje de azafata que le habían dado en la agencia. Por fin iba a trabajar. Solo de pensar en ganar algo de dinero por su cuenta, se emocionaba. Iba a poder hacer todos esos viajes que soñaba, comprarse todos esos libros que quería y, por supuesto, toda la ropa que le gustaba. Pero lo más importante, por fin, a sus 20 años, no tendría que estar pidiéndoles a sus padres dinero, sino que podría mantenerse a sí misma. Quince minutos después, el altavoz del vagón indicó que llegaba a Ciudad Universitaria. Levantándose de un salto, miró por las ventanillas a ver si conseguía vislumbrar a su novio. Allí estaba, el único de todo el andén que parecía salido de un partido de béisbol con su gorra americana y su cazadora de pitcher, que le hacía el doble de grande de lo que ya era. El vagón paró un poco después, así que ella bajó de un salto y fue corriendo hacia donde la esperaban. Para darle una sorpresa le puso las manos por delante de los ojos mientras le besaba en el cuello. El chico se volvió rápidamente y la besó con ganas.

-Cuanto has tardado, baby.

-Si cada vez que tarde en llegar me vas a recibir así empezaré a ser impuntual más a menudo- dijo ella sonriendo.

Sin decir nada, el chico le cogió el bolso y el uniforme a la vez que empezaba a examinarlo con interés.

-¿Esto es lo que vas a llevar?

-Lo sé, es todo lo contrario a sexy.

-En ti todo queda sexy-dijo él mientras aprovechaba el tumulto del metro para tocarle el culo.

El viernes llegó en lo que le pareció a Mia un suspiro. Como de costumbre, se preparó como si fuera un día normal de universidad. La única diferencia era que en su bolso, en vez de carpetas y libros de la carrera, llevaba el uniforme y los tacones. Su madre no podía saber que la sustitución era en horas de clase, por lo que le había dicho que la tenía por la tarde. Se despidió de ella y tomó rumbo al metro en dirección a su facultad.

Al llegar, era la hora punta de entrar a clase. Esquivando a los estudiantes se encerró en el baño de minusválidos del primer piso, necesitaba espacio para cambiarse. Al acabar se miró en el espejo. Un rígido vestido negro le cubría de los hombros a las rodillas. Aquella ropa le hacía sentir, más que mayor, vieja. Las azafatas siempre le parecían atractivas y elegantes mientras que ella se asemejaba más a la directora de un colegio de monjas de los años sesenta. Sus zapatillas Converse azules remataban su regio conjunto. Aún tenía un largo camino en metro hasta Ifema y si algo tenía claro, era que no iba a hacer el transbordo de la línea 6 a la 8 subida a unos tacones. Tras mirarse por última vez en el espejo y ahuecarse la melena negra salió del baño, ya se haría el moño al llegar.

Now is the start de A Fine Frenzy, sonaba por sus cascos mientras recorría las últimas paradas  de metro. La gente del vagón, la mayor parte de traje y la otra gran parte con maletas, le miraba con disimulo. Posiblemente por las zapatillas, el revelador indiscutible de su edad. Nada más bajar, se sentó en el banco del andén y se puso los altos tacones. Ahora sí, ya era una adulta trabajadora más. Más adelante se arrepintió de su decisión, pues el pabellón 6 estaba del metro a lo que en tacones parecían kilómetros. Cuando por fin llegó a las puertas, no le pidieron identificación, su traje hablaba por sí solo. Siguiendo las indicaciones que le dieron en la entrevista encontró sin problemas su stand, que con tanta fruta expuesta, parecía el puesto de un mercado, solo que con sofás y un mostrador en su interior. Tras él, se encontraban sus otras tres compañeras.

-¿Eres la sustituta?

-Sí, me llamo Mia.

-Encantada, yo soy Nagore y ellas son Salma y Naomi. Patri, la chica que está en la mesa, es la azafata VIP, no la verás mucho por aquí.

-¿Y ella qué tiene que hacer?- preguntó Mia curiosa mientras se preguntaba si en España todas las azafatas tenían nombres tan exóticos o era solo en esa feria.

-Básicamente ser más guapa que nosotras- respondió Salma.

-Ella se sienta en el sofá con los directivos mientras nosotras partimos el tomate y la mozzarella que hay que servirles a ellos y a los clientes que vengan a visitar el stand-aclaró Naomi.

Imitando a sus compañeras, Mia cogió un cuchillo y siguió partiendo una bola de mozarella que estaba a medio cortar. Fruit Attraction le parecía, a sus ojos, más que un congreso como tal, un mercado gigante de frutas y verduras de todo el mundo. Es por eso que, al acabar la jornada y bolsas en mano, las cuatro azafatas se echaron a los pasillos de la feria a ver que podían conseguir gratis.

-Tres pimientos, cuatro tomates, una botella de aceite siciliano, una caja de grosellas, un bote de aceitunas, manzanas rojas de Florencia y una bolsa con ocho húmedas bolas de queso mozzarella, todo amablemente cedido por el stand de frutas y verduras de Italia- Mia enumeraba los productos ante su familia mientras los iba sacando de las bolsas.

-Pero hija, si llego a saber que os iban a dar las cosas expuestas, ¡habría mandado a tu padre con el coche para que trajeras más bolsas!

Una vez llegó a su habitación, cerró la puerta y puso música suave. Lana del Rey siempre le relajaba cuando tenía días intensos. Con calma, se situó frente a su espejo y se soltó el apretado moño. Su pelo negro rodó libre hasta quedarse quieto a ambos lados de su cara. A continuación bajó la cremallera que se deslizaba a lo largo de su espalda, y, como una stripper improvisada, salió del vestido dejándolo arrugado a sus pies. Dio un par de vueltas sobre sí misma mientras se dejaba envolver por la música. Se sentía bien, tenía la absurda sensación de que acababa de empezar una nueva etapa de su vida, la etapa de la estudiante azafata a tiempo parcial, y esa idea le gustaba. De pronto, para sacarla de su ensimismamiento, su móvil empezó a repiquetear.

-Hola, Mia, soy Aarón, de la agencia. ¿Qué tal el día?

-Hola Aarón, la feria genial. Las otras chicas me pusieron al día enseguida y no tuve ningún problema en integrarme.

-Perfecto, la próxima semana hay una feria de manualidades en el pabellón de Juan Carlos I en la Casa de Campo y me gustaría contar contigo. ¿Qué me dices?

-¡Por supuesto! Muchas gracias, Aarón.

-A ti, en una hora te mando el mail con los detalles del trabajo. Un saludo

Sin darle tiempo a contestar, él ya había colgado. Así era su nuevo jefe, rápido y conciso, siguiendo la máxima de ir al grano, como si las palabras tuvieran un precio y él fuera demasiado cuidadoso como para gastarlas. Mia soltó el teléfono aún incrédula, su nueva etapa, no solo había empezado, sino que parecía que el rumbo que empezaba a tomar iba a ser fijo.

Zapatos de tacón. GTRES

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9 comentarios

  1. Menuda basura de historia? Quién ha escrito esto, una niña de 8 años que sueña con un príncipe azul?
    Lo mejor es esto: «-Fue sencillo-dijo ella quitándose importancia – Dije que sabía italiano y se lo creyó»…de nuevo la ética de las mujeres se reduce a «hago lo que sea para conseguir lo que quiero»…y cuando haya que hablar de italiano ya hablaré de machismo y de patriarcado.

    23 enero 2016 | 11:04

  2. Dice ser morlaco

    Una pena, una chica inteligente, guapa y maja pero tiene una pareja que es lo peor

    23 enero 2016 | 11:05

  3. Dice ser Yomisma

    Qué interés crees que tiene la historia… es mediocre…

    23 enero 2016 | 11:44

  4. Dice ser Luis

    Lo que tiene un montón de caras es el victimismo de las mujeres. A los hombres también se los escoge por ser guapos y musculados y no se ponen a llorar por todas las esquinas que van pasando o no ves lo anuncios de ropa y calzoncillos con cristiano y beckham. Que victimismo de las mujeres y que poca autocrítica haceis de vosotras… Sois falsas, manipuladoras y egocéntricas… Que mala compañía!!! Normal que sólo piensen en vosotras para el sexo y para cuidar niños, a lo mejor es porque vosotras os lo habeis ganado… Ah no que la autocrítica en la mujer es algo que no se aplica.

    23 enero 2016 | 11:44

  5. Dice ser Moni

    La historia de Mia me recuerda a la mía y a otras tantas que , todavía jóvenes y estudiantes universitarias, empiezan a sentir la necesidad de llegar un poco más lejos pero sin renunciar a nada de lo que has conseguido a lo largo de esos 20 años, y prácticamente sin comerlo ni beberlo y con un poco de suerte pulverizada ( siempre ayuda) se meten en un mundo laboral , muy distinto al universitario y en el que la supervivencia , que hasta ahora sólo pasaba por delante de ellas a modo de película, comienza a ser parte importante en sus vidas, en sus nuevas vidas…

    Espero el capítulo segundo…

    23 enero 2016 | 12:18

  6. Dice ser "Risalacia"

    Esta mini-historia iria bien si el titulo «Trabajos basura»,pero al tema de Risiliencia para hacer una historia con capitulos sacado del canal Disney basandote en el maltrato machista pues pierde gas,y no la seguiré;deberás currartelo más bloguera,lees demasiados blogs azucarados y se te nota la copia.

    23 enero 2016 | 13:58

  7. Dice ser Pecas y lunares

    Pues yo SI seguiré leyéndote, Mara
    Quizá porque me parece de valientes tratar temas que están latentes en todos los ámbitos de la sociedad y de los que ninguno/a estamos libres…así que, creo, que Resiliencia merece ser leído simplemente por el intento que va a realizar como aviso a posibles mujeres que pueden estar iniciando una relación tormentosa y que , hoy por hoy, no lo vean , porque, ojo, el maltrato no avisa y el que lo hace no lleva un cartel diciendo cuando va a empezar la humillación

    Suerte!!!

    23 enero 2016 | 14:22

  8. Dice ser Olga

    «Normal que sólo piensen en vosotras para el sexo y para cuidar niños». Comentarios de éste tipo son los que justifican, la necesidad de escribir una historia como la que hoy inicias. Me parece valiente y espero el siguiente capítulo. Mucha suerte con RESILIENCIA!

    23 enero 2016 | 15:13

  9. Dice ser FEMEN

    Otra historia Feminista. Bravo…. mas basura a internet

    24 enero 2016 | 19:03

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