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En nuestras familias, los papeles no cambian

Por Carmen López

 manejando la locura y el estres
Foto de luuzzy

 

– ¿Nombre de la madre?
– Carmen
– ¿Nombre del padre?
– No hay padre, hay otra madre.
– ¿Cómo? Pues vaya. Pues eso no lo puedo poner aquí.
– Pues esto es lo que hay.
– Pues no sé cómo lo voy a hacer.

Esta conversación la mantuve no hace demasiado tiempo en mi centro de salud con un pediatra suplente. La conversación se dio en el marco del Programa del Niño Sano, algo que no me parece extraño por tener un hijo, aunque deduzco que las niñas madrileñas deben ser atendidas en un programa paralelo. Y el tono, como habéis podido observar, fue al más puro Little Britain, y sus sketchs donde “Computer says no”. Y el ordenador decía: no hay cabida para dos madres o dos padres. Lee el resto de la entrada »

¿Quién dice que por ser gay no es posible tener una familia?

El amor ocurre, no solo entre dos personas sino también con los hijos e hijas que se desean tener.

¿Acaso importa la forma cómo se construye una familia? ¿Acaso importa que la pareja esté formada por dos personas del mismo sexo o por una sola persona cuya orientación sexual o identidad de genero no coincide con la socialmente aceptada?

Países como Rusia dicen que sí, y por eso imponen condiciones discriminatorias a los países que quieran tramitar adopciones internacionales con ellos. Pero no es el único país que impide a las personas LGBTI formar una familia por los prejuicios y problemas que unos pocos tienen en aceptar la diversidad de la sociedad. Más allá de la posibilidad de contraer matrimonio está el derecho a formar una familia.

Tras ver este vídeo, ¿tú te atreverías a decir que esta pareja de hombres no son los mejores padres que esta pequeña puede llegar a tener? En ocasiones la publicidad resulta a ser la mejor manera de mostrar la realidad.

 

Los derechos están siempre en movimiento

Por Alexander Schuster

Puede que se trate de un mundo pequeño pero con qué rapidez se mueve. Todo está en movimiento, nosotros como seres humanos, nuestros derechos, nuestra dignidad y también, y no menos importante, nuestras familias. ¿Cómo reacciona la ley al movimiento? ¿Es posible que puede llegar a estar al día de todos esos cambios sociales?

La Universidad de Trento en Italia decidió desarrollar un proyecto denominado Derechos en movimiento’ (‘Rights on the Move’)  cuyo subtítulo lo dice claramente, lo que se está moviendo rápido son los derechos de las familias.

De todos es sabido que cada país tiene su propia regulación y también todos sabemos demasiado bien cuáles son las dificultades que la diversidad de cada país implica entre las legislaciones de otros Estados. Un nuevo patrón de familia surge todos los días y es en eso en lo que queremos enfocar nuestro proyecto. Para ello, hemos tratado de entender las situaciones que se plantean y ver qué soluciones se pueden dar. Precisamente, los resultados de nuestro proyecto que ha durado dos años, los hemos presentado este fin de semana que acaba de concluir en una Conferencia Internacional que se ha celebrado en Trento.

No se trata solo de que las leyes reconozcan a una pareja, se trata de mucho más. No debemos olvidar que hoy en día, y cada vez en más ocasiones, hay un niño involucrado en esta relaciones. Y los niños son vulnerables y deben ser protegidos más que los adultos. Por esta razón es por la que es necesario adoptar un enfoque orientado a los niños, también en el caso de las ‘familias arcoiris’.

¿Qué significa esto desde un punto de vista jurídico? Significa que las normas internacionales y constitucionales que protegen el bienestar de los niños y de las niñas velando por su interés superior deben estar por encima de otras ‘objeciones morales’. Por ejemplo, nunca podría justificarse una discriminación que tenga un impacto negativo en un niño o una niña.

Un menor de edad no puede sufrir por las acciones por las que no tiene responsabilidad y así lo afirmó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con total claridad en relación a los niños y niñas que nacen fuera del matrimonio. El estigma con el que se les calificaba y por el que no tenían derechos era porque eran ‘niños ilegítimos’. Afortunadamente, esto ya no es así. Ahora los problemas son otros: ¿cómo se puede permitir que a los niños y niñas se les niegue un segundo padre o madre por el sólo hecho de que un Estado tiene un problema moral con esto?

Las ‘familias arco-iris’ son una expresión plural porque son mucho más que dos papás o dos mamás. Por ejemplo, nosotros en ‘Rainbow on the Move’ reflexionamos sobre la ‘transpaternidad’ y decimos que la ley por sí sola puede resolver eficazmente el que una persona con género masculino se quedé embaraza. Cuando esto sucede, es la protección al embarazo lo que debe aplicarse, cualquiera que sea el género legal de la persona embarazada, porque de lo que se trata es de proteger una situación biológica que es crucial para la vida humana. Cuando analizamos la ‘intersexualidad’ nos preguntamos si la ley realmente necesita clasificar a las personas al nacer en un esquema binario del género. Nosotros investigamos hasta qué punto una organización religiosa puede inmiscuirse en la vida privada de una familia y despedir a una trabajadora por su vida familiar ‘homosexual’.

Estas son sólo algunas preguntas que nos hacemos en el proyecto ‘Rights n the Move’. España ha dado pasos de gigante aunque la discriminación aún abunda en la sociedad y en menor medida en la ley. Pero su situación legal no es la misma a la vuelta de la esquina y muchos ciudadanos europeos dejan de ser una familia una vez que cruzan ciertas fronteras. Europa se construye no solo en la diversidad sino también materia de derechos humanos comunes y tenemos que luchar para encontrar el equilibrio adecuado. Y de ello hablaremos en la entradas que os escriba desde Italia.

Happy Family - Foto de Bob Jagendorf
Happy Family – Foto de Bob Jagendorf

 

 

Familias con marca trans

Ante la diversidad no hay vivencias únicas ni recetas magistrales, no existe una única forma de actuar ni de interpretar las cosas. Sin embargo tenemos una oportunidad única de conocer a personas marcadas por esa diversidad, familias en las que crecen menores transexuales y que nos abren las puertas de sus casas y nos invitan a entrar. Os invitamos a cruzar el umbral de «El Sexo Sentido» con ganas de sentir.

Y si os habéis quedado con ganas de conocer más, podéis escuchar la conversación que tuvo el director del programa Wisteria Lane de RNE, Paco Tomás, con la guionista del documental, Concha Iza, el joven Leo Mulió y Violeta Herrero, madre de una menor trans.

Lesbiana, madre pero no esposa

Por Nayra Marrero Jaén

Desde hace seis meses Maribel es madre en el papel, un papel que no habría hecho falta en una situación idílica donde ella y su pareja hubieran seguido siendo felices criando juntas el hijo que nació para agrandar la familia.

Maribel habría seguido llevando al niño al colegio, acompañándolo a los cumples de sus amigos, alternando con otras madres que sí estuvieron embarazadas una vez, viendo pasar los cursos y los años junto a su novia.

Pero el idilio se rompió sin matrimonio ni coadopción, sin papeles que certificaran lo que estaba claro para su hijo y para todo el pueblo, y en las riñas de pareja mucha veces el odio es ciego al dolor que se infringe.

Maribel se quedó sin hijo en casa pero no sin fuerza, y luchó, sin descanso aunque muy cansada, por seguir viendo crecer a quien era su familia, por contar y por constar. Primero consiguió un régimen de visitas como allegada, tras un informe psicológico que desprendía que el único que no entendía nada era el niño: ¿por qué no lo dejaban estar con su madre? Fue un suplicio conseguir que se cumpliera, una ruina en detectives que descubrieran dónde se lo había llevado la familia de su ex, y un montón incontable de llantinas.

Hace seis meses volvieron las lágrimas al otro lado del teléfono cuando Maribel me llamó para decirme que ya había sentencia del Supremo, que su hijo era su hijo también en el papel, que la Justicia tras más de siete años de pelea, había visto lo que sólo hacía falta abrir los ojos para ver: Maribel era madre, la otra madre del chaval.

Ella es un nombre, una historia, pero hay muchas otras: algunas sin esperanza y otras armadas de razón para pelear por sus derechos y los de sus hijos e hijas. Una contienda que las sitúa solas ante un tribunal, mientras el resto celebramos la “igualdad legal”, una panacea hermosa por fuera, un tanto hueca por dentro y que, si miramos bien, tiene hasta en la carcasa agujeros desgarradores como la lucha de Maribel.

La desigualdad es fácil de explicar:

–  Si una mujer va a inscribir al hijo que ha parido acompañada de un hombre, el registro de la madre y del padre es automático, sin papeles de unión civil, prueba de paternidad ni certificado de idoneidad.

–  Si una mujer va a inscribir al hijo que ha parido acompañada de una mujer, es necesario que certifique su matrimonio, que presente papeles de la clínica de inseminación para que no haya dudas de que fue con un donante anónimo el que puso la semillita y la comparecencia en el registro previa al nacimiento en la que afirmaron que las dos querían inscribir al bebé en el libro de familia común.

Un mundo de diferencias que desmigaja la ensoñación de la igualdad. Un abismo que, si hace 20 años parecía insuperable, hoy supone un espacio a recorrer cuando haya voluntad política para ello. Un camino que incorporará a las otras madres de hecho a la senda del derecho, o al menos dejará de escupirlas fuera. Para ello ha emprendido una campaña de recogida de firmas exigiendo al Ministerio de Justicia que ponga fin a esta discriminación.

La pelea de Maribel no ha terminado porque el Supremo aceptó un recurso contra la sentencia que hace que la tinta del papel que la reconoce como madre siga húmedo, siga sin fijarse. Su lucha es costosa y es cara, y por eso junto a algunos colectivos anda recogiendo fondos que la ayuden a llegar a la meta, y nos ayuden al resto a celebrar con gusto la igualdad.

Maribel Blanco, en el centro de la pancarta

Maribel Blanco, en el centro de la pancarta

Cuando “eso” es tu familia

Por Carmen López

Había una vez un mundo en el que los animales se subían unos en otros para comerse la luna, en el que un ratón, que anduvo, anduvo y anduvo, tuvo que comprar unos pies nuevos porque se le habían desgastado, o en el que Max viajó durante semanas, meses y años para convertirse en el rey de los monstruos.

Mi hijo y sus compis tienen acceso en el cole a todas estas historias, pero no lo tienen a cuentos en los que no pasa nada por ser diferente y por tener dos papás y dos mamás. Tampoco a libros en los que la mamá y la mami de Manu le recuerdan que subirse en una silla alta puede ser peligroso. O en los que Monstruo Rosa, que nació en un país lleno de pájaros blancos, tras muchos intentos de parecerse a ellos, tomó la decisión de viajar a un país donde cabían todos los colores y fue feliz.

Estos libros hablan de diversidad, de diferencias, de otras realidades, e incluso de otras familias. Libros a los que se puede acceder gratuitamente a través del proyecto Biblioteca de Colores, para poder trabajarlos dentro del aula.

La oferta que hice al cole de mi hijo (público, por si alguien tenía curiosidad) quedó rechazada con un: “Creo que es mejor no trabajarlo, porque en el cole no tenemos ningún problema con eso”.

En dos nanosegundos se esfumó el ruido de fondo de los fuegos artificiales lanzados por contar con dos mamás tan simpáticas y tan implicadas, la envidia de cualquier cole enrollado que se precie. No importó ser parte del consejo escolar, del AMPA, que te conocieran todos los padres y madres, ni que los niños y niñas de la clase desde el primer año de infantil distinguieran sin problema entre mamá y mami. Lo político era: de eso mejor no hablar, salvo conflicto. Lee el resto de la entrada »