La ‘inutilidad pública’ de Hazte Oír

Por Charo Alises (@viborillapicara)

Hazte Oír ha dejado de ser una organización de utilidad pública al entender el Ministerio del Interior, órgano competente para decidir sobre esta materia, que sus mensajes se alejan del respeto a los derechos fundamentales a la igualdad y no discriminación. No hay que olvidar que la declaración de utilidad pública tiene como objetivo primordial incentivar la participación de las asociaciones en actividades de interés general. Tal declaración lleva implícitas exenciones fiscales y  el  beneficio de justicia gratuita, entre otras prebendas.

Las actividades de Hazte Oír, lejos de promover un clima de concordia social, se han centrado en campañas que atacaban de manera visceral la diversidad sexual y de género. Las personas LGTBI se convirtieron en el blanco de su obsesión furibunda contra la diferencia. Primero, distribuyeron folletos homófobos en 16.000 centros educativos. Estos panfletos  contenían toda una serie de mentiras sobre las leyes de igualdad LGTBI que se habían aprobado en diferentes comunidades autónomas, tergiversando el contenido de esos textos legales para inducir a error a la ciudadanía e intentar crear una alarma social innecesaria. El objetivo de esta acción, era demonizar cualquier iniciativa destinada a fomentar el respeto a la diversidad sexual y de género entre el alumnado.

Como esto no fue suficiente, la organización ultracatólica, se lanzó a una persecución por tierra y aire contra quienes no encajamos en sus esquemas morales. Su autobús recorrió diversas ciudades de España en el que se podía leer: “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”, negando de esta forma la existencia de las personas trans. Más tarde, pusieron en marcha otro autobús bajo el lema: “Van a por tus hijos”, contra la Ley de Igualdad LGTBI que se tramita actualmente en el Congreso de los Diputados. Con ese mismo mensaje, continuaron su persecución peliculera con una avioneta que surcó los cielos esparciendo intolerancia. Todo esto podría resultar cómico si detrás no hubiese una historia de sufrimiento, dolor y muerte.  Viene al caso recordar que este verano, Eli, una mujer trans, falleció como consecuencia de la paliza que le propinó un menor de quince años solo por el hecho de ser distinta, hace unos días el Centro LGTBI recién inaugurado en Barcelona sufrió destrozos con amenazas de muerte incluidas y, recientemente, dos chicas fueron agredidas en Cádiz por besarse en público. A todo esto, hay que añadir el sufrimiento del alumnado LGTBI que padece constantemente bullying en los centros educativos.

Si bien un juzgado de Madrid consideró que los mensajes de Hazte Oír pueden incardinarse dentro de la libertad ideológica y de expresión, lo cierto es que su discurso atenta contra el honor y la dignidad de las personas LGTBI que somos parte de la ciudadanía y, como tales, nos amparan todos los derechos del ordenamiento jurídico español, le guste o no a esa organización.

La retirada de la declaración de utilidad pública a Hazte Oír no es una represalia hacia esta entidad por ser católica, es una consecuencia de las acciones que ha venido realizando contra la diversidad, manifestando una intolerancia extrema contra las personas LGTBI. No es una cuestión de creencias sino de respeto a la diferencia.

Los comentarios están cerrados.