Resacón tras los Goya más LGTBI

Por Marta Márquez (@marta_lakme) escritora y presidenta de Galehi, asociación de familias Lgtbi 

Susi Sánchez premiada con el Goya a mejor actriz protagonista/ Foto: José Manuel Vidal (EFE)

Aún resuenan en mis oídos los aplausos de los Goya. Podría decir que tengo resaca de Goya.

Los cabezones del cine español son como una tradición. Preparas la cena pronto o la pides hecha a lo loco; te sientas en el sofá sin que nadie te moleste (si no tienes hijos) y a ver pasar vestidos, tocados, trajes, parejas, cotilleos…que me creo yo mucho esto de ser moderna y pasar de los estereotipos, pero no. El día de la fiesta del Cine Español yo (y muchos de vosotros y vosotras) nos sentamos frente a la tele para ver los modelitos del famoseo. Mi favorita siempre es Silvia Abascal; qué delicadeza, qué elegancia de mujer, qué coraje, qué fuerza en el escenario (tenía que decirlo).

Aunque para ser sincera, eso es solo una parte de lo que me interesa de la Gala. Como fan del cine me gusta apostar y, a veces, quiero que ganen mis favoritos aunque sepa que no han sido los mejores. Pero es que este año ha sido muy especial, como un sueño hecho realidad. Porque creemos que España es un país moderno y cosmopolita, pero el cine no lo es. El gran cine comercial sigue anclado en el machismo, en el «tú no digas que eres gay o no tendrás fans», «mejor sé discreta», «que nadie lo sepa». Así funciona aún el cine.

No son pocas las actrices que viven en el fondo del armario. Debe de ser un armario muy grande y con mucha gente. Por suerte, cada vez nos sobreponemos más a estos convencionalismos y, de la mano del mundo del famoseo americano, nuestras actrices salen de ese incómodo armario. Y gracias a eso yo, este año, he sido muy feliz.

The party y Girl como nominadas a Mejor película europea, Carmen y Lola’ como Mejor película, Arantxa Echevarría como Mejor dirección novel, Anna Castillo como Mejor actriz de reparto y su novia Lara, Susi Sánchez y su nominación a Mejor actriz protagonista y su mujer desde hace más de treinta años, Consuelo Trujillo, Dulceida, que fue sin su mujer, y Sandra Barneda en el backstage han sido todo un lujo que no me podía perder. Y es que esta gala ha estado plagada de momentos lésbicos.

A Anna Castillo le preguntaron en la alfombra roja por su novia como si nada y ella respondió “sí, por ahí está” al igual que a la influencer, Susi Sánchez le dedicó su premio “a Consuelo Trujillo, que siempre está ahí para apoyarme”, Arantxa Echevarría, además de dedicar el premio a ese partido de ‘ideología fascista’ terminó diciendo que a ver si se ablandaban viendo una película de amor entre gitanas, lesbianas y mujeres.

Como bien dijo Jesús Vidal, se me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad y visibilidad. Y yo añadiría una cuarta: mujeres. Muchas mujeres, y algunos hombres, reivindicando el cine hecho por mujeres. Y es que llevan razón en que cuando a una mujer le das la opción de crear pone el alma en hacer algo bello, que sirva de algo, que cree conciencia. Porque somos valientes y decididas y cuando creemos en algo vamos a por todas.

Y aquí es donde me pregunto, ¿y los hombres gays?, ¿acaso en el mundo del cine no existen los hombres gays?

Por 25 pesetas, actores españoles gays fuera del armario: un, dos, tres, responda otra vez. Mmmmmmm, venga vale. Estaban Pedro Almodóvar, Alejandro Amenabar,  Maxim Huerta, ninguno de ellos actor, pero representantes LGTBI sin duda. Quiénes sí estuvieron presentes, fueron Edu Casanova y Brays Efe, nuestra adorada Paquita Salas. Se echó de menos ver, por ejemplo, a Fernando Tejero, Pepón Nieto o los Javis, que nos regalaron un rato magnífico el año pasado.

De cualquier forma, creo que el cine español avanza, que la homosexualidad parece estar dejando de ser un tema tabú que te obliga a vivir en el oscurantismo más retrógrado y que, por suerte, vamos viendo la luz y recibiendo premios por papeles de gays y lesbianas. Porque una cosa es lo que tú hagas en tu casa y otra muy distinta que lo plasmemos en una cinta y pretendamos que nos den premios por ello. Este año, y esto es a nivel global, se está demostrando que las historias son historias, y que más allá de la orientación y la identidad de género, si son buenas merecen ser premiadas. Pero que existimos y se debe hablar de nuestras vidas, de nuestras realidades, porque son distintas, no son mejores, pero tampoco son peores. Lo que sí son en muchas ocasiones es mucho más difíciles y tener referentes en algo tan global como el cine, hace que se normalice lo que ya debería serlo: amar.

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