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Masculinidad femenina frente al deseo en tiempos de Covid19

Por Beatriz Ramírez Saveedra

La Sociedad lésbica Butch/Femme Society marchando en Nueva York durante el Día del Orgullo LGBT.

Una vez me dijo una butch a la que entrevisté y con la que tuve el enorme placer de tener una conversación muy interesante, que existe una masculinidad real (la femenina) y otra, la construida, que en este caso, desde la teoría de género queer, concebimos como la cis. Y es que, frente a los imperativos sociales, los binders y las pollas de plástico nos recuerdan la maleabilidad del sexo/género en épocas de una globalización más capi y anticapitalista, momento histórico de pandemias fronterizas, virus varios ultraderechistas e ideologías precontroladas por intereses que pululan por todas partes de forma invisible, como quizá apuntaría Foucault.

Entre PCR, sensaciones de desmayo y locura mundial, el género/sexo ha dejado de resultar importante, sencillamente, ya no es una prioridad…¿o si? La figura de la butch interesa y mucho en este punto porque se alza como ese monstruo aberrante que es capaz de transgredir cualquier límite y que se niega a adecuarse, ni tan si quiera, a la lógica trans. Butch, entonces, como cuerpo disidente donde los haya, como grito de guerra; butch como resistencia, como objeto/sujeto anhelante de deseo, butch siempre con su puño en alto, con o sin el pelo largo. Así…, si algo tiene la butch que tanto cabrea, es, precisamente, su firme decisión de no moverse de “la tierra de nadie”. Lee el resto de la entrada »

1-D marginalizado: a por las voces que pocas veces se oyen

Por Alfredo Pazmiño (@alfredo_pazmino), activista LGTB, vih positivo y migrante.

Foto: byourself_4

 

 

Hoy, 1 de Diciembre, Día Mundial de Lucha contra el Sida, se han escrito millones de ‘bits’ y estoy seguro de que todos sumamos en una idea muy clara: el vih ya no es una condena de muerte. Afirmación no del todo cierta a nivel social, ya que son el estigma y la serofobia una de las causantes del ostracismo que viven las personas «marginalizadas» de todo este avance científico y social. La norma nos marca un camino donde los que hemos tenido privilegios lo tenemos más fácil, pero para buena parte de la sociedad, ésta se convierte en una condena ya que jamás estarán representadas en ella y, por tanto, tristemente expulsadas y marginalizadas.

Desde que se le puso nombre a aquella enfermedad terrible que ponía el foco en la población gay y drogodependienta, se viene dignificando la vida de quienes vivimos con el vih, pero, repito, no todas las personas pueden hablar en libertad del vih, en muchos casos ha significado una causa tácita para despedir a personas por el simple hecho de indicarlo en su estado serológico, sin que estuviera en detrimento de su capacidad laboral. También me gustaría hablar de las personas migrantes seropositivas que emprenden este viaje porque tener vih en muchos países del mundo, sí que es una condena de muerte. Lee el resto de la entrada »