Por Sara Levesque
Si empezáramos de nuevo, ¿sabes lo que haría? Te cantaría con mi voz desigual y algo apagada para que lloviera y tú empezaras a recitar tu más bello poema, empapándome con él, mojándote conmigo.
Si comenzáramos de cero, no me importaría calarme de los huesos al alma con cada uno de tus versos, los que detienen el corazón y los que lo aceleran en exceso.
Si volviéramos al inicio de aquel otoño por la tarde, yo te mostraría cómo puse fin a una timidez que no me condujo más que a perderme en el silencio de ninguna parte.
Si me dejara de tonterías, mataría encantada todas tus dudas y las mías con un beso interminable, aunque durase tan solo un segundo.
Si la distancia no supusiera un dilema, dejaría de emborronar mis cuadernos con palabras bonitas sobre ideas suicidas para iluminarlos con lo más hermoso del mundo, que empieza en tus ojos y nunca termina.
Si me volvieras a sonreír como hacías siempre, yo te querría más que nunca. Te escribiría en prosa o en verso palabras de esas que, según las vas leyendo arrancan la mordaza y vas sonriendo.
Si dejaras de oírme para escucharme, si abrieras los ojos para verme en vez de mirarme, entenderías que yo siempre he querido saberte feliz, y te acompañaría encantada en cada tropiezo que te haga sangrar cualquier cicatriz… aunque sea lejos de Madrid. Porque tu corazón es el mejor destino para mí.
Y que yo te quise causar de todo menos dolor, y quitarte cualquier cosa que te borrase la felicidad, alejarte de lo peor.
Tuve más miedo de mí que de lo que me hacías sentir.
Y que no te querré para siempre, porque mis palabras son guiones sin escribir, pero sí te amaré todo el rato que nos dure ese momento. Y de nosotras dependerá si lo queremos o no hacer eterno.
Si nos diéramos una oportunidad en condiciones, no volvería a enumerar las estrellas del cielo todas esas noches que no estuviste junto a mí, y pasaría a contar las veces que brilla la luna en tus pupilas cada vez que me miras. Dejaría de planear una guerra en el lado de los buenos autores o los malos soñadores para hacer el amor contigo en la misma cama y sanarnos los escozores. Revolvería todas las palabras del mundo hasta encontrar unas que rimen sin que nos timen.
Ahora que sé ser sincera, si empezáramos donde quisimos una vez, no volvería a dejarme arruinar por mi timidez.
Quizá sanaría las heridas que me he ido abriendo en este camino de años fingiendo, nadando a contracorriente en los recuerdos del ayer persiguiendo por doquier algo imposible de sostener.
Traficaría con los sentimientos, recorrería los lunares de tu espalda y de todo tu cuerpo, perdería mi norte por el sur de tus caderas y le aullaríamos al cielo nocturno como dos fieras. Te regalaría un sueño y mil estrellas más la luna, porque a ti te sigo amando como a ninguna.
Si me dices que sí, yo giro el mundo para que siempre te dé el sol y te acompaño en las tinieblas cuando sientas que has perdido el control.
Quiero regalarte una idea, dos relatos, tres palabras e infinidad de novelas y textos desde el foso de mi abismo. Tú fuiste el poema todo el tiempo. Tanto buscar las palabras adecuadas… Y no salían de tu boca sino de tus pupilas.
Busco un relato para antes de marcharme. Una novela que refleje lo que un día brilló en mí. Un verso desde el ventanal.
Un poema de la chica cobarde de Madrid que tropezó con el paso que debía dar una noche de abril. Quiero dar vida a la vida con una rima y que tú le otorgues la entonación que se te antoje.
Un relato capaz de cerrar a versos las cicatrices de cada duda fallecida. Un relato con el que lanzarnos a bailar y regalarnos el abrazo que nos alcanzamos a negar. Un abrazo que a ti se te ha llegado a olvidar y en el que yo no me paro de ahogar.
Si empezáramos de nuevo, te acariciaría con mi mirada y nunca más me mentiría. Te prometería una sonrisa cada día y jamás me escondería.
Pues sí, encanto, eso es lo que haría.
© Sara Levesque