¿Y después de las elecciones que nos queda?

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Foto: EFE

Es difícil hacer un análisis del resultado de los cuatro procesos electorales que ha vivido este país en el último mes desde una perspectiva LGTBI y más aún si se aplica la variante de la diversidad familiar, de la homoparentalidad.

Es evidente que se está viviendo un giro hacia la izquierda, hacia una izquierda capitalizada por el PSOE, que supuestamente podría desarrollar políticas de diversidad en los gobiernos estatales, autonómicos y locales donde ejercerá como voz cantante en los próximos cuatro años.

Pero este PSOE no es el PSOE de Zapatero y Zerolo. Bajo la batuta de Pedro Sánchez, aquellas personas que históricamente habían trabajado codo con codo con el activismo y en defensa de políticas públicas a favor de las personas LGTBI y sus familias fueron convenientemente exiladas de los centros de poder, fundamentalmente por haber cometido el error de haber apoyado la opción que venían del sur de mano de Susana Díaz.

Este PSOE, sin duda triunfador, de los las Elecciones Generales, Autonómicas, Municipales y Europeas no ha sido capaz generar líderes que afronten las necesidades que como colectivo tiene las lesbianas, gais, bisexuales y trans. Se trata de recién llegados a este margen de la vida de quienes aún no tenemos la igualdad legal como el resto de la ciudadanía. Se tiene la impresión que nos miran de reojo, con recelo. La herencia recibida del partido de Pablo Iglesias no sólo no se ha sabido aprovechar, sino que cuestionan realidades tan fundamentales en nuestro colectivo como la situación precaria de las personas trans y no binarias o la realidad de familias que son apedreadas socialmente por el origen de sus hijas o hijos.

De todas es sabida la tibia acogida que el grupo parlamentario socialista hizo de la Ley de Igualdad LGTBI y las trabas que pusieron para su aprobación en la anterior legislatura fundamentalmente por las actitudes tránsfobas de quienes integraban la Comisión de Igualdad del Congreso.

También es conocida la beligerancia pertinaz de un sector el PSOE en el poder, con la señora Carmen Calvo a la cabeza, ante el hecho de familias homoparentales con hijos e hijas nacidos por gestación subrogada. Es evidente, que democráticamente es concebible que un partido se posicione en contra de esta realidad. Lo que no puede justificarse ni ética ni moralmente en una sociedad sana es el terrorífico lenguaje que utilizan para ello, comparando la gestación subrogada con el tráfico de personas o de órganos. Estas niñas y niñas y niños, algunas de ellas ya adolescentes, están recibiendo en sus entornos más cercanos mensajes de odio hacia sus familias que sólo pueden provocar situaciones de violencia. No todo vale en política para conseguir un fin, y este maquiavelismo político acabará pasando factura a costa de la integridad psicológica y física de menores que no son responsables de la decisión que hayan podido adoptar sus progenitores para que formen parte de sus familias. Sería conveniente que junto a las Indias, Ucranias y Bielorrusias de sus argumentos incorporarán a Estados Unidos y Canadá, si les deja su venda ideológica, claro está.

Son muchas las personas dentro del PSOE que saben y aplican políticas a favor del colectivo, pero están en los gulags que se desde Madrid se ha creado en toda la geografía peninsular. La posible caída de Susana Díaz hará que las plazas en estos “palacios de invierno” se incrementan hasta alcanzar el lleno total.

Ciudadanos está viviendo una situación irregular que no ha cumplido sus aspiraciones de convertirse en la alternativa al socialismo de Ferraz. Este partido, cuyo líder mantiene el discurso ante la diversidad familiar mejor armado de todo el panorama nacional, pierde credibilidad a raudales cuando mira hacia otro lado y permite que la ultraderecha entre en las instituciones de este país.

La situación del Partido Popular se mantiene bajo mínimos, incluso con los ajustados éxitos de Madrid y la estrategia sibilina para alcanzar el Palacio de San Telmo el pasado de mes diciembre. Este partido no ha sido precisamente un abanderado de los derechos de las personas LGTB, pero se ha ido incorporando a unos mínimos de dignidad y de no cuestionar logros tan básicos como el matrimonio igualitario. Pero la agonía de Casado de conseguir un bastón de mando a costa de cualquier cosa, les permite sentarse con la ultraderecha y negociar con los derechos humanos de las personas LGTBI. Sin pudor: lo mismo consienten que la ultraderecha publique un listado de los centros educativos andaluces que trabajan la diversidad afectivo sexual, familiar y de género, que envían al Orgullo Estatal a la Casa de Campo por no ser un espectáculo que deban ver las familias.

Los últimos comicios han señalado que Podemos y las confluencias han perdido demasiado fuelle. Los guiños hacia la diversidad que han realizado en las plazas donde han detentado el poder los últimos cuatro años van a ir diluyéndose poco a poco con la conformación de los nuevos equipos de gobierno. Es evidente que una izquierda multi dividida se convierte en riachuelos cuya agua acaba colándose en el alcantarillado público.

Y, por último, están esos señores que vienen a salvar el país desde la LGTBIfobia, el machismo y el racismo. Parece que ya han tocado su techo, pero van a resultar muy dañinos en aquellos lugares donde se conviertan en llave necesaria para conformar una mayoría, sobre todo porque el PP no tiene empacho en invitarles a su mesa, en un festín en el que son devorados los derechos de las personas LGTBI y sus familias.

Esa España que se colocó en la vanguardia de la defensa de los derechos humanos de las personas LGTBI, cada día está más lejana en el horizonte. El último informe de ILGA nos sitúa en el 11 puesto en Europa, muy lejos de aquella medalla de plata que se consiguió en el periodo dorado “Zapatero-Zerolo”.

Es gris y huele a humo en la clase política española. Frente a esta inacción, sólo resta la respuesta individual y colectiva que las personas LGTB tienen en sus manos para poder colocar de nuevo en el cielo carpetovetónico la bandera arcoíris.

Sólo queda un mes para que los Orgullos tiñan de color los no muy halagüeños resultados electorales, sólo queda un mes para dejar fuera de nuestras manifestaciones a quienes nos hayan negado leyes, identidades y familias, a quienes negocian con nuestra dignidad.

Sólo un mes.

Seria es necesario que en las manifestaciones del 28 de junio juguemos con ventaja y recordemos a todas aquellas personas que han sido y son parte de nuestra historia, el motivo de nuestro coraje, nuestra lucha y nuestra alegría de ser.

  • Propongo el rojo para recordar a las víctimas del SIDA, héroes de un tiempo de felicidad y muerte estigmatizada
  • Propongo el naranja por las personas mayores que murieron en campos de concentración, que fueron recluidas en cárceles o silenciadas sus hogares y que, a pesar de todo, tuvieron el arrojo de lanzarse a las calles hace ahora medio siglo
  • Propongo el amarillo por quienes son más vulnerables en el colectivo: las personas trans y no binarias, que aún son excluidas y asesinadas.
  • Propongo el verde para acabar con la invisibilidad y la negación de las identidades bisexuales
  • Propongo el azul, por ser un color de esperanza, por las familias que han sido en la clandestinidad, por las que ahora tienen casi todos sus derechos conseguidos y por las que siguen siendo amordazadas por la ideología consentida de algunos partidos políticos. Un azul que exprese el futuro en paz que se necesitan nuestras hijas, hijos e hijes; porque ya es urgente que este país que deje atrás el adultocentrismo y priorice el interior superior del menor.
  • Propongo el morado por las mujeres lesbianas, por las mujeres bisexuales, por las mujeres trans, que siguen arrasando el estigma de su orientación e identidad en unas calles donde todavía se respira un machismo incapacitante.

Y partir de aquí el papel protagonista debe asumirlo el activismo LGTBI. Hay que procurar generar músculo y levantar la voz en memoria de quienes no pudieron ser, por la realidad de quienes están consiguiendo con mucho esfuerzo y lágrimas y por el futuro de las nuevas generaciones para que por conozcan un cielo teñido con los seis colores del arcoiris de la diversidad.

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