Texto cedido y publicado por Bread & Sex (@breadandsex) con el título de «El patito feo«
La semana pasada, una amiga que cría gallinas me contó que una había tenido pollitos, y que por lo visto era muy importante a la hora que rompían el cascarón, la temperatura ambiente que había, y el orden en que iban naciendo. De esta camada, el último en nacer fue un pollito negro. Me contó que al poco de romper el cascarón le desplazaron, y que esa noche fue picoteado y apartado del resto, al parecer por ser diferente.
Al escuchar la anécdota, recordé que en el mes de mayo estuve en Medialab Prado, en un laboratorio sobre “geografías queer», y estuvimos viendo este vídeo.
(El vídeo American RefleXXX es un cortometraje que documenta un experimento social que tuvo lugar en Myrtle Beach, Carolina del Sur y que tuvo un violento e imprevisible resultado. Se advierte de que contiene alguna escena violenta)
Por si no has llegado hasta el final, el vídeo se vuelve muy violento porque la gente empieza a atacar a esta persona por no tener claro su género.
Desde el amanecer de la civilización, vivimos en un constante equilibrio entre la tendencia a comportarnos dentro de la norma, imitando al resto del grupo como seña de identidad y búsqueda de aceptación, y la de integrar la diversidad y lo novedoso como herramienta de evolución y de progreso.
Parece ser que una de las cosas que más nos enriquece como civilización es nuestra capacidad para abrazar e integrar la diversidad. Gracias a ella, las sociedades obtienen distintos y novedosos prismas e ideas, y evolucionan en vez de quedarse atascadas y decaer frente al empuje de las que sí lo consiguen y las acaban superando.
Lo que podía ser válido para tribus nómadas en las que la norma y la uniformidad podían ser una ventaja para sobrevivir empezó a no serlo cuando las primeras ciudades alumbraron la civilización. La herencia cultural de miles de generaciones prehistóricas sigue provocando el rechazo a la diferencia de forma casi visceral, pero es un lastre en un mundo donde la diversidad es una ventaja y no un inconveniente.
Al final, sin aceptación es imposible dar cabida a la diversidad. Y sin diversidad, cualquier sociedad acabará decayendo hasta desaparecer.
Bueno, el paralelismo entre el pollito negro y la persona LGTB no me parece adecuado. Especialmente, porque el último en salir del cascarón siempre es repudiado por los hermanos no por ser diferente. Sino por la comida. Sucede en gran parte de las nidadas. Un hermano puede tirar abajo al otro del nido, matarlo a picotazos, sea negro o blanco, eso da igual. Es por comida.
El corto no me gustó. Esperaba ver algo realmente impactante, que bloquee mentalmente al espectador. En tu descripción hablas de «estereotipos» pero el corto se encarga de reforzarlos, desde mi punto de vista (vestido ceñido, zapatos horteras, contoneo ridículo y demás imágenes arquetípicas del transexual de «calle»).
Hace tiempo, hablando con María (no es su nombre real), chica transgénero (de hombre a mujer), lo único que le dije es: tienes que hacer que la gente se reeduque mediante las explicaciones que ustedes mism@s reciben de profesionales. ¿Qué, cómo, por qué? Preguntas que desarman la ignorancia. Respuestas que desplazan prejuicios antediluvianos.
Los «pollitos negros» a veces son los que más se encargan de reforzar una idea equivocada ante mentes que no entienden cómo se puede nacer de una manera pero sentirse de otra. Derribando estereotipos con la educación, información, ciencia y no con más estereotipos.
Por eso el corto me parece… corto🤔
08 agosto 2017 | 16:35
La verdad es que los SJW la estáis cagando a pasos agigantados.
La guerra abierta con Hazte Oír os está dejando como un trapo. Eran cuatro chalados indignados por un cartel. Ahora son unas personas con una queja razonable a los que se persigue por sus ideas y forma de ser.
¿Os suena?
La homosexualidad estaba bien llevada en España, pero desde que habéis metido la nariz en el tema niños, cuya libertad y educación depende de los padres, os estáis empantanado. Me jode por mis amigos gays, les estáis haciendo un daño salvaje.
Y cosas como este vídeo ridículo no ayudan.
10 agosto 2017 | 09:22