LGTBifobia en tiempos de la Covid19: de la escuela a las redes sociales

Por José Luis Ferrándiz, coordinador del Grupo de Educación de FELGTB; y Sergio Siverio, co-coordinador del Grupo Joven de FELGTB.

Foto: Andrés Nieto Porras

En estas largas semanas de confinamiento, en las que se ha paralizado la actividad académica presencial como consecuencia del coronavirus, el acoso escolar por LGTBIfobia no ha descansado. Han sustituido el patio por las redes sociales para seguir atemorizando a las personas adolescentes y jóvenes LGTBI, con actitudes de odio y rechazo hacia su orientación sexual o identidad de género.

Las nuevas tecnologías desempeñan un papel fundamental en la comunicación, más aún en la situación de confinamiento que nos obliga a estar todo el día en casa. Las redes sociales son un instrumento esencial en el desarrollo y socialización de la comunidad joven LGTBI que necesita romper su aislamiento y buscar personas que les entiendan, les acompañen y en quien puedan confiar. Pero también se está constatando que las redes son utilizadas para ejercer ciberacoso hacia las personas lesbianas, gais, trans, bisexuales y, en general, hacia cualquiera que no cumpla con los roles de género establecidos.

Este ciberacoso puede ser de muchos tipos y expresarse en multitud de formas, como burlas, insultos, suplantación de identidades, amenazas, persecuciones, etc. El ciberacosador, en primer lugar, se aprovecha de la percepción subjetiva de la víctima, de su miedo, presente en muchos casos en adolescentes que están viviendo procesos complejos de aceptación personal y familiar. También utiliza el efecto multiplicador en el tiempo y en el espacio de las redes sociales. Y, finalmente, hace uso del anonimato en las aplicaciones para incrementar el desequilibrio de poder frente a las personas adolescentes y jóvenes LGTBI.

De esta forma, las personas jóvenes víctimas del ciberacoso por LGTBIfobia tienen que saltar un triple muro de incomprensión sobre lo que están vivenciando, consigo mismas, con su entorno de amistades y en sus familias, hasta que por fin consiguen pedir ayuda y denunciar. Pero en ese camino pagan un alto precio, tanto en su salud emocional presente y futura, como en su rendimiento académico por el impacto del ciberacoso en sus vidas.

Los adolescentes y jóvenes LGTBI tienen derecho a crecer sin miedo, ni en las aulas, ni en las redes sociales. No tienen porqué sentirse culpables y deben ser libres para hablar con sus amistades, sus familias y el profesorado para compartir la situación de acoso LGTBIfóbico que están sufriendo, reuniendo las pruebas necesarias para iniciar la denuncia correspondiente. No merecen sufrir ningún comportamiento de ciberacoso del tipo y la magnitud que sean.

En este sentido, el entorno de las personas jóvenes LGTBI también es esencial, teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, quienes son testigos de estos comportamientos de odio se niegan a ayudar a sus compañeras y compañeros víctimas de acoso, por miedo a que la mancha de aceite del estigma les alcance. Pero no pueden seguir siendo cómplices con el silencio ante la violencia y la discriminación, no deben aceptar, ni por activa, ni por pasiva, el ciberacoso por LGTBIfobia.

Si la integración de la diversidad afectivo-sexual y de género en nuestros centros educativos es una obligación democrática para que las escuelas sean espacios de libertad, diversidad y seguridad para todas, es igualmente imprescindible que los ámbitos de socialización de la juventud, que conectan la interacción física con la virtual por medio de las redes sociales estén libres de odio.

No podemos mirar para otro lado. No podemos aceptar como algo sin importancia que las personas jóvenes LGTBI sigan sufriendo día a día la violencia y la discriminación, ya sea en el aula o a través de las redes sociales. Toda la comunidad educativa ha de estar atenta para no normalizar comportamientos acosadores por LGTBIfobia, han de observar y escuchar, para denunciar desde el primer momento, respetando siempre los procesos individuales de cada persona.

Es cierto que algunos centros educativos no saben reaccionar correctamente ante las situaciones de acoso o no tienen protocolos establecidos. Sin embargo, es responsabilidad del centro asegurar la convivencia pacífica del alumnado y hay un sinfín de recursos en internet para trabajar el acoso escolar LGTBIfóbico que se produzca en el aula o en las redes. En este sentido, recomendamos la web STOP Acoso Escolar, de FELGTB, que recopila recursos de información y ayuda para combatir el acoso escolar por LGTBIfobia.

Como sociedad, tenemos un importante reto por delante: que nunca más una persona adolescente o joven LGTBI sufra discriminación por ser quien es o por amar a quien quiera, por tener una expresión de género no normativa, en definitiva, por ser lesbiana, gay, trans o bisexual. Que una adolescente lesbiana o gay no vuelva a despertarse cada mañana con miedo a ir a clase, porque sabe que ahí recibirá los insultos y las agresiones de quienes deberían respetarle. Que una persona trans jamás se vuelva a plantear el suicidio, por el acoso escolar constante por transfobia que ha sufrido y sufre, día a día, en la escuela en la que estudia y que tampoco tenga que abandonarla de forma precoz por el odio. Que la mayoría de notificaciones del móvil de un chico bisexual no sean insultos, humillaciones, amenazas y agresiones a su orientación sexual.

Para plantar cara al ciberacoso escolar, todos los sectores de la comunidad educativa debemos estar implicados en este importante reto para la protección de la diversidad en las aulas y en las redes. Todas las personas LGTBI tenemos derecho a una vida libre de violencia, libre de discriminación, en definitiva, libre de LGTBIfobia.

 

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