La política de familia en Andalucía es en singular

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Foto: EFE/José Manuel Vidal

Andalucía tiene el extraño privilegio de ser el primer territorio del estado en el que se ha experimentado el tripartito de las derechas para desarrollar una labor conjunta de gobierno. El Partido Popular y Ciudadanos formaban gobierno gracias al acuerdo de legislatura con Vox, que imponía una serie de condicionantes para posibilitar un gobierno de coalición entre las que destacan el punto 13, que avanzaba la posibilidad de implantación del pin parental en educación y que después ha sido ratificado por los tres partidos en el acuerdo presupuestario de este año, y el punto 18 que pedía la creación de una Consejería de Familia. Ambos se están cumpliendo.

Cuando se forma el Gobierno Andaluz y el Partido Popular y Ciudadanos se reparten las consejerías hubo un movimiento que alertó a la ciudadanía sobre las intenciones que se estaban urdiendo desde Génova. La Consejería de Asuntos Sociales quedaba en manos de Ciudadanos, pero el Partido Popular le arrebataba las políticas de familias, que pasó a ser de su competencia, incluyéndose en la Consejería de Sanidad, que pasó a denominarse de Sanidad y Familias. De este modo, los populares podían atender la exigencias que sobre esta materia les venía imponiendo la extrema derecha y que resultan letales para el concepto de diversidad familiar.

Hay que recordar que en aquel momento Ciudadanos mantenía, a través de las declaraciones del que era su líder, Albert Ribera, un discurso totalmente inclusivo sobre la heterogeneidad familiar y que lo distinguía del resto de formaciones políticas. Era evidente que había que impedir que este discurso aterrizara en Andalucía y pudiera poner en peligro el pacto escrito que negociaron y firmaron en Madrid Teodoro Garcia Ejea y Javier Ortega Smith y que pronto se extendería por el resto de la península.

La política de familias que el Partido Popular desarrolla en Andalucía, muy alejada de la estrategia de lo social y muy próxima a lo político, se materializa en la web en la que se supone que se dirige a todas las familias andaluzas y se ofrecen los recursos que para ellas tiene articulada la administración autonómica.

El logotipo de la web ya adelanta el contenido que ofrece: aparecen dos familias heteroparentales y una familia monoparental. A lo largo de sus diferentes pestañas se habla de familias numerosas, familias adoptivas, familias acogedoras, familias colaboradoras, familias con necesidades especiales, familias reconstituidas, familias retornadas y familias diversas. Pero hay dos términos que no aparecen en toda la web: homoparental y LGTBI.

La invisibilidad que esta web hace de las familias LGTB es absoluta. Al ignorar su existencia no hacen más que posibilitar la negación de cualquier tipo de ayuda por parte de la administración autonómica a quienes necesiten de ella.

Y esto ocurre en una comunidad autónoma que fue pionera con un ley LGTBI en el tratamiento de las familias LGTBI y que incluye la primera definición de familia homoparental. Ley que, por otro lado, fue aprobada por unanimidad en la anterior legislatura, y que, por tanto contó con el apoyo explícito del Partido Popular.

¿Qué ha ocurrido entonces entre la aprobación de aquella ley y la publicación de esta web? Lo único novedoso es la irrupción de Vox en el Parlamento Andaluz y la necesidad que tiene el gobierno autonómico de sus votos para poder aprobar sus presupuestos. Esta deriva conlleva necesariamente una merma de derechos. Se transmite a los lectores de esta página, en contra de lo que la realidad demuestra, que la única forma de ser feliz es casarse con una persona del sexo opuesto, tener uno o dos hijos biológicos y perpetuar esa  felicidad a lo largo de toda la vida. Por tanto, quien se salga de esta norma no legal, aunque si explicitada en mensajes escritos, encuentra que su realidad familiar no existe, si no existe no se respeta, si no se respeta puede socavarse su dignidad y si esto ocurre la exclusión social es el siguiente paso.

¿Cuál es la trampa de esta página web? Porque la trampa existe. Dentro del apartado de Familias Diversas hay una pestaña denominada Nuevos Modelos de Familias en la que, sin explicación alguna, parecen dos enlaces a sendas páginas correspondientes la Consejería de Educación. En ellos se recogen recursos educativos para abordar la diversidad familias en las aulas, uno correspondiente de la página de Igualdad de la consejería y otro del Centro de Formación del Profesorado de Almería. Estas publicaciones corresponden en su mayor parte a acciones desarrolladas en la legislatura anterior en algunas de las cuales tuve el privilegio de participar.

Y es una trampa porque en estos dos enlaces pueden escudarse para afirmar que tienen en encuentra a las familias LGTBI, pero no se han dignado (o no se han atrevido) desde la Consejería de Salud y Familias a escribir una sola palabra sobre ellas, no sea que alguien esté vigilante y lo considere un agravante y se pueda perder una votación. Además, demuestra cierta impericia al utilizar el término de diversidad familiar, ya que solo incluye dentro de esta definición a las familias de acogida, a las adoptivas, a las colaboradoras, a las que tienen necesidades familiares y a ese concepto tan peligroso de nuevos modelos familiares.

Señoras y señores de la Secretaría General de Familias de la Consejería de Salud y Familias, el término de diversidad familiar se aplica a todas las unidades familiares existentes, estén o no respaldadas por la ley, a todas, y no solo a aquellas que no están constituidas por un hombre y una mujer heterosexuales y que tienen hijas o hijos genéticos. La esencia de la diversidad familiar es reconocer la heterogeneidad familiar que existe en la sociedad española y en la que la sociedad andaluza es un claro y maravilloso ejemplo.

Y el remate del cinismo es considerar que las familias LGTBI y homoparentales tenemos que ser catalogadas, aunque sea sin nombrarnos, dentro del catálogo de nuevos modelos familiares. Nuevos serían en la década de los 80 del siglo pasado. Pero habiendo ya sido elegida presidenta de un país europeo una mujer hija de dos lesbianas, el término de nuevo ya ha quedado antiguo. Si tuviera que incluirse en esta web una pestaña de nuevos modelos familiares podrían catalogarse como tales las familias poliamorosas o las queer, y no tanto porque sea reciente su aparición en la sociedad española, sino por el poco conocimiento que se tiene sobre ellas.

Estando como están registradas varias decenas de entidades LGTBI en la Consejería de Asuntos de Sociales de la Junta de Andalucía, bien podrían haber consultado a alguna de estas entidades sobre cómo abordar el tema de la diversidad familiar o como nombrar a aquellas familias en las que alguno de sus integrantes son lesbianas, gais, bisexuales o personas trans.

El panorama de esta Consejería de Familia, que no es nada más que una de las demandas que hizo Vox ante Teodoro Garcia Egea y Juan Manuel Moreno Bonilla, no es nada prometedor. Por el contrario, genera inquietud, desconfianza y temor. Y lo hace por parte de un tipo de familias que aún tiene que luchar diariamente contra la LGTBIfobia y el machismo en el que viven progenitores y descendientes y no encuentran en la administración autonómica un organismo donde puedan sentirse seguras, escuchadas y que desarrolle una ley andaluza LGTBI que se está pudriendo en las colecciones del BOE que están almacenadas en los archivos de la Junta de Andalucía.

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