Mis compañeras de la FELGTB

      Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

 

 

Hace cuatro años que pisé por primera vez las dependencias de la  FELGTB para hacerme cargo de las políticas de familias que la federación tendría que desarrollar en los próximos años. Y ahora dejo la que ha sido mi casa y la que estoy ya añorando.

Aquel primer día pasé a la sala de reuniones y me encontré con una enorme foto de Pedro Zerolo sonriendo. Si no hubiera tenido problemas con los meniscos me habría plantado de hinojos ante quien representó el mayor triunfo de los últimos años en la igualdad de derechos de las personas LGTB. Gracias a él y a otras y otros como él yo estaba casado y era padre. Era feliz.

Llegué a la FELGTB vacío, con mucha fuerza y tesón, pero con poco recorrido en el activismo. Sabía que había que hacer valer la voz de quienes éramos madres y padres y sobre todo hacer entender que nuestras hijas, hijos e hijes eran ciudadanía y que el primero de sus derechos era poder ser escuchados por el resto de la sociedad.

Han sido unos años plenos en los que he reído y he llorado, en los que hubiera comido a besos o lanzado una bofetada a mi interlocutor, pero, sobre todo, han sido años de aprendizaje, y no solo de teorías, que esas están en los libros y en las publicaciones, sino de personas, de asimilar tras el contacto de piel con piel de lo que significa ser una mujer lesbiana, ser una persona trans, ser no binaria, ser bisexual, ser portador de VIH.

Este no es un artículo para mostrar los sacrificios de restar el preciado tiempo a  tu propia familia, de hurtarle el beso de buenas noches a tu hijo por estar en una reunión por skype, de atender el teléfono en la mitad de la cena, de alejarte varios centenares de kilómetros durante un fin de semana, de recibir los buenos días de un niño de 5 años a través de un audio o un video, de tantos momentos perdidos y tantas soluciones que ha tenido que aportar tu marido en la distancia.

Estas palabras tienen que servir para dar a conocer el incansable movimiento de tantas personas que han puesto el activismo LGTBI como prioridad en sus vida, que han sufrido en primera persona la violencia de la LGTBIfobia y que dedican su existencia a evitar que otras sientan el dolor que agrieta la piel de la espalda, que amarga el paladar y que llena de torrentes salados las cuencas oculares.

Para ser activista hay que reunir sangre, estómago, corazón y cerebro en una sola vida. La sangre que brota de los latigazos del odio tiene que haber brotado y salpicado tu cuerpo, tiene que haber sido digerida en el estómago de la resiliencia, tiene que haber fluido hasta el corazón de la empatía y tiene que terminar en el cerebro de la acción directa inteligente.

Ahora, en esta imperfecta democracia en la que la extrema derecha ha levantado el vuelo y muestra su odio de fascismo enmascarado con argucias democráticas en ayuntamientos, autonomías y en 52 escaños del Congreso de los diputados. Ahora, que un supuesto feminismo expulsa de su paraguas  reivindicativo a las mujeres trans o a las familias homoparentales por el origen de sus criaturas. Ahora, más que nunca, es necesario conocer, poner nombres y caras a quienes lo dan todo a cambio de nada, a quienes sólo hacen que luchar por los derechos humanos, por la dignidad, muchas veces pisoteada, de mujeres lesbianas, bisexuales y trans, de hombres gais, bisexuales y trans, de personas no binarias…. y de sus hijas, hijos e hijes.

Personas que no son perfectas (ni creo que lo pretendan), personas que no son semidiosas de un olimpo arcoíris, personas que yerran…pero que son verdad.

Ahora es el momento de saber que Boti García Rodrigo ya forma parte, por derecho propio, de la historia de este país. Una mujer menuda y de fuertes convicciones que inocula pasión a quien roza su activismo.

Ahora es el momento de saber de Jesús Generelo, uno de los impulsores de la Ley de Igualdad LGTBI estatal, que ha de colocar de nuevo a España en la vanguardia internacional; de su serenidad, de su saber, de sus abrazos y su compromiso.

Ahora es el momento de saber de Uge Sangil, la maga la palabra, de la política de cuidados, de la sororidad del colectivo LGTBI; la hacedora de milagros a través de la sensatez y la escucha activa.

Ahora es el momento de saber de Mané Fernández, que tuvo que huir de su país siendo aún demasiado joven para que su vida no se diluyera; de un hombre que se ha hecho mayor luchando y que con su voz afectuosa y bronca te traslada al futuro posible.

Ahora es el momento de saber de Txipi LaFuente, incansable mago de las finanzas, amable, discreto, empático por encima de ideas y colores, y seguro futuro padre con un corazón tan grande como sus bellos ojos.

Ahora es el momento de saber de Loren González, la rabia maña del activismo, el trabajador incansable, la fuerza y el futuro del activismo LGTBI de este país.

Ahora es el momento de saber de Juan Diego Ramos, quien ha traducido el estigma en coraje, el del corazón inmenso y la ternura vestida con coraza, quien siempre escucha y siempre defiende a quien está sufriendo y está más abajo.

Ahora es el momento de conocer a Cris Pérez, la mujer lesbiana de discurso feminista e integrador que sueña haciendo más libre a la infancia a través de la historia y la imaginación.

Ahora es el tiempo de conocer a Visi González la maestra que se sube a un escenario y multiplica los peces y los panes, la defensora de la educación integral.

Ahora es el tiempo de ellas y de otras muchas compañeras que han encontrado en la FELGTB el paraguas para seguir avanzando.

Pero como bien me ha enseñado una de mis maestras “hay vida fuera de la FELGTB”, y es tanta la que hay que se ha traducido en un inmenso mar de activismo sigue peleando incansablemente para hacer posible un mundo mujer y mejor. Un mar que es capaz de unirse en los momentos de mayor oleaje y que afronta el maremoto de la LGTBIfobia a sabiendas de que sólo sumando lo podremos conseguir. Sumando, como nos recordó, antes de partir, Pedro Zerolo.

Y en ese maremágnum de activismo también es necesario reconocer a mujeres como Violeta Assiego, madre política de todas las infancias, de las LGTBI y de las otras, de las que sufren y de las que ríen;  Gema Garrido de Apoyo Positivo, la sensatez del activismo en el sur; Marta Márquez y Jesús Santos, progenitores coraje de Galehi; o la maravillosa figura de Lipe de Lima, que, desde Transhuellas se está forjando como valedora imprescindible de las personas trans y las no binaras.

Cuando la bestia está rugiendo, cuando hablan de chiringuitos y de subvenciones, de adoctrinamiento, de pin parental, de terapias de conversión, de negar las infancias LGTBI… cuando la marea llega salpicando plástico y fuel… cuando se blanquean los discursos de odio para asegurar sillones, hay que poner en valor a quienes salen a calle a cara descubierta, dejando atrás a sus familias y sus amigos, a sus tiempos de ocio, a sus horas de sueño, a los besos su amor, a las caricias de su deseo. A quienes, sin esperar nada a cambio, creen que todas juntas, podremos conseguir un mundo libre de LGTBIfobia.

Compañeras de la FELGTB, muchas gracias.

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