El temido momento: la vuelta al cole o al instituto

Por Violeta Herrero (@VioletaHerrero3), vocal de COGAM y madre orgullosa de chica trans.

Foto: violetaferrero (vía Flickr)

Otra vez, como cada año, llega el temido momento: LA VUELTA AL COLE o al instituto. Como activista, ya sé lo que esto supone para las personas trans: problemas burocráticos para que se respete el nombre y la identidad del peque o adolescente trans; llamadas de las familias por las trabas que reciben por parte de las Administraciones, las secretarías, las direcciones y las AMPAS; avisos del profesorado sobre la situación del alumnado en riesgo por rechazo de las propias familias a aceptar la identidad de sus hijos e hijas… Un auténtico caos.

Lo más característico de esta época es la desinformación por parte de las Administraciones, la ausencia de implantación de protocolos, la escasa formación y las pocas ganas que se percibe en ocasiones por parte del profesorado y de las AMPAS a abordar este tema o la nula empatía de muchos actores educativos (incluyendo la política educativa) con respecto a la situación de desamparo en la que viven los menores trans.

Es una época de mucho trabajo para las personas activistas, ya que es el momento de volver a dar formaciones a colegios e institutos que desean ser referentes de respeto y diversidad enfrentándose, en ocasiones, al radicalismo fascista que se ampara en la religión. Todo esto, refleja parte de mi vivencia como activista. Luego está la otra parte, mi visión como madre de una persona trans y esto, lo describo desde la emoción, no me sale hacerlo de forma objetiva.

El comienzo de las clases está marcado por el miedo, miedo a lo que vaya a pasar. ¿La nombrarán en masculino o femenino?, ¿utilizarán su nombre sentido?, ¿habrá alguien del profesorado, el alumnado o el AMPA que rechace a las personas trans?

Mi hija tiene 15 años y ha tenido muchísima suerte. Su familia la escuchó, su profesorado se informó (la mayoría) y los compañeros y compañeras aceptaron su identidad. Aun así, no ha sido un camino fácil, recuerdo cada curso con terror.

Cuando comenzó infantil y solo intuíamos lo que era, me daba miedo que expresara su feminidad, que quisiera ir de hada en carnaval o de gnoma (creo que no existe esta palabra, pero la reivindicó) en vez de gnomo. Yo siempre le decía, “ten cuidado, lo mismo se meten contigo” y, la verdad, es que esto le daba un poco igual porque mientras pudiera expresarse como era ella, era totalmente feliz. Sin embargo, las familias siempre vamos más allá y pensamos en lo que pueda pasar. En esa época, la pelea era la ropa porque ella quería llevar vestidos y faldas y yo intentaba que se contentaba con camisetas de sus personajes favoritos o de ropa más ambigua. Lo femenino lo dejábamos para casa.

Cuando decidió hacer su tránsito (vivir como la chica que es), surgió otra vez el miedo a la hora de dar explicaciones al profesorado, a la dirección, a las familias. Sentía presión sobre lo que pudieran pensar de mí, de mi evaluación como madre. Al final, a pesar de los temores, todo fue fácil, con los peques suele ser así.

Después, la preocupación vino por la visibilización. ¿Debe saberlo todo el profesorado o solo quien le da clases?, ¿y si le toca alguien de los ultras radicales que se recrean haciendo daño a las personas trans negando su existencia? Decidimos optar por la visibilización, participar en documentales, entrevistas y reportajes, colaborar en colectivos como COGAM. Realmente, considero que la visibilización es un buen método de selección de aliados: aleja a los indeseables y hace callar a los radicales.

Otra época difícil fue el comienzo del instituto ya que vino acompañada de nuevas explicaciones a la dirección y al profesorado. Nuevos miedos a que fuera insultada o rechazada. Miedo a que no estuviera protegida por ese sistema educativo que habitualmente mira a otro lado cuando son las personas trans las que sufren acoso o agresiones. Pero, de nuevo, fue un miedo infundado porque volvimos a tener suerte.

Suerte, claro, suerte con el profesorado, con el alumnado, suerte con la dirección del instituto. ¿Mi hija es feliz?, yo creo que sí porque en el fondo hemos tenido suerte.  Pero, ¿realmente es lo que necesitan las personas trans? ¿Realmente la suerte es lo que necesitamos las familias con menores trans? NO, no es suerte, ni tolerancia, ni palmaditas en la espalda, ni que nos llamen valientes. Lo que necesitamos son leyes, leyes que protejan a nuestros hijos e hijas. Necesitamos respeto, respeto a las diferencias y a todo tipo de diversidad. Necesitamos visibilidad a través de la formación, puesto que de lo que no se habla no existe. Y necesitamos apoyos desde todos los estamentos.

¿Qué le digo a mi hija mientras solo contamos con la suerte? Que es perfecta como es y que los malos son siempre los mismos pero que las personas aliadas son cada vez más y que llegará un momento en el que tenga exactamente los mismos derechos que cualquier chica de su edad, que esto es imparable porque estamos TRANS-FORMANDO la sociedad.

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