Preferimos un hijo muerto antes que maricón

Por Charo Alises (@viborillapicara)

Foto: Luci Correia

 “Le preferimos muerto”.

Un Juzgado de Vitoria ha retirado la custodia de su hijo de 16 años a unos padres que propinaron una brutal paliza al menor por ser gay. Presuntamente el padre pegó al hijo con un palo y la madre le amenazó con clavarle un cuchillo. Ambos progenitores han pasado a disposición judicial. El padre está acusado de un delito de maltrato en el ámbito familiar mientras que a la madre se le imputa un delito de amenazas. Sobre ambos pesa una orden de alejamiento . El menor ha pasado a estar bajo la tutela de la Diputación de Álava.

Si ya de por sí es terrible sufrir un delito de odio, el trauma aumenta cuando la víctima es menor y la violencia proviene de su padre y de su madre, las personas que –se supone- han de cuidarle y protegerle de las agresiones del mundo.

Lo acontecido en Vitoria es una dolorosa muestra de la indefensión en la que se encuentran  la infancia y la adolescencia LGTBI ante la homofobia y la  transfobia. Si no fuese bastante con soportar el bullying y el rechazo social, los niños, niñas y adolescentes LGTBI, se exponen a sufrir violencia física y psicológica en su propio hogar, que ya no les resulta el refugio acogedor y amable que debería ser.

En este sentido, los estudios realizados acreditan que la falta de apoyo familiar es una de las causas por las que los intentos de suicidio entre la juventud LGTBI son de tres a cinco veces más numerosos que la juventud en  general.

Las terapias que pretenden revertir la orientación o la identidad sexual, son también una forma de agresión que sufren los menores LGTBI  y que les pueden ocasionar daños psicológicos permanentes. Precisamente por su carácter lesivo, el Consejo de Psicología de España, ha proscrito esas terapias, al ser innecesarias, inútiles  y ocasionar graves perjuicios a la salud física y mental de las personas. La prohibición legal de estos métodos curativos, resulta imprescindible para proteger a la infancia y adolescencia con una orientación o identidad de género no normativa.

Es apremiante la aprobación de la Ley de Igualdad LGTBI, que recoge medidas específicas para garantizar el bienestar de niños, niñas y jóvenes lesbianas, gais, bisexuales y trans.

La formación a todos los niveles en el respeto a la diversidad sexual y de género es fundamental para abordar el problema de la homofobia y la  transfobia que sufren muchas personas desde edades tempranas  en sus  propios hogares. Las familias tienen que superar sus prejuicios porque el apoyo y la comprensión son fundamentales para el bienestar de sus hijos e hijas LGTBI .

En  esta cuestión los poderes públicos tienen un papel fundamental. No  se debe olvidar que la Convención  de los Derechos del Niño –ratificada por España– en su artículo 2 establece:

Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares.

En el mismo sentido, la Ley de Infancia y Adolescencia, establece en su artículo 11.3:

Los poderes públicos desarrollarán actuaciones encaminadas a la sensibilización, prevención, detección, notificación, asistencia y protección de cualquier forma de violencia contra la infancia y la adolescencia mediante procedimientos que aseguren la coordinación y la colaboración entre las distintas Administraciones, entidades colaboradoras y servicios competentes, tanto públicos como privados, para garantizar una actuación integral.

Los niños y niñas LGTBI están indefensos frente  al odio, la intolerancia y la discriminación, protegerlos es urgente, sus vidas están en juego.

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