Mientras Egipto tortura a homosexuales, ¿dónde están nuestros gobiernos?

Por Enrique Anarte (@enriqueanarte)

El grupo musical Mashrou Leila

El pasado 20 de septiembre, la banda libanesa  tocó en El Cairo. Para quienes no la conozcan, sepan dos cosas. La primera de ellas: su música, que empezó por conquistar el corazón de los jóvenes de Oriente Medio, suena ya en locales y reproductores de todo el mundo. La segunda: más allá de sus éxitos musicales, el grupo indie se ha convertido en un referente cultural del proceso social y político que fueron las primaveras árabes, en una voz incómoda que canta sobre derechos, libertad o censura, entre otras cosas. Y, más recientemente, gracias en parte a que su cantante es abiertamente homosexual, en una bandera de los derechos de las minorías sexuales en aquellos países de la región donde estas sufren mayor discriminación, desigualdad o violencia.

Hay países donde ondear una bandera es puede ser delito. Eso mismo ocurrió en el concierto de Mashrou’ Leila del pasado 20 de septiembre, en El Cairo. Algunos asistentes sacaron durante el concierto la bandera arcoíris, símbolo internacional de la diversidad sexual y de género. El contestado régimen del general Abdelfatah al Sisi aprovechó aquel aparentemente insignificante detalle para ir todavía más lejos en la represión contra las personas lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales (LGTBI).

Según datos de la ONG Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales publicados por Reuters el lunes 23 de octubre, desde el incidente del concierto han sido detenidas alrededor de 70 personas. En un mes.

Las relaciones entre personas del mismo sexo no están criminalizadas en Egipto, pero la discriminación hacia el colectivo LGTBI es generalizada. A menudo la policía detiene a hombres gais, que son acusados de perversión, inmoralidad o blasfemia.

Pero más preocupante aún es la actitud de las autoridades egipcias y de gran parte de esta sociedad. Al contrario que en otros países donde se ejercen diferentes formas de violencia o represión contra las minorías sexuales, en Egipto las autoridades no niegan esta persecución. La policía, los medios de comunicación oficialistas y el establishment religioso cree tener una misión: combatir la propagación de la homosexualidad. Según las organizaciones que monitorean el país, la cobertura mediática es mayoritariamente contraria a los derechos humanos de este colectivo. En esta cruzada, el régimen de al Sisi tiene al cuarto poder de su parte.

Hace ya casi un mes, el pasado 13 de octubre, la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas se mostró «profundamente preocupada» por la persecución contra este colectivo en Egipto, además de en Azerbaiyán e Indonesia, países donde se están viviendo episodios similares. Además, la empresa egipcia también se ha trasladado a la propia dinámica política de la organización internacional, donde también ha intentado socavar la protección de los derechos fundamentales de las personas LGTBI.

Las historias que llegan desde Egipto son aterradoras. Numerosos detenidos han sido víctimas de exámenes anales para tratar de «determinar» su homosexualidad. Tras el cierre de los principales puntos de encuentro físicos (cafeterías, negocios, etc.) para intelectuales, activistas y ciudadanos LGTBI, la policía lleva tiempo tendiendo trampas a través de aplicaciones de citas como Grindr, hasta el punto que esta y otras empresas han tomado medidas de seguridad para intentar proteger a sus usuarios. El miedo se extiende a las redes sociales, donde muchos extreman las precauciones intentando esconder su orientación sexual.

Esta cacería, que comenzó justo después del derrocamiento de Mohamed Morsi en 2013, tiene lugar en un contexto político y social más amplio y complejo. Hay quien lo interpreta como un intento, por parte de la policía, de recuperar la autoridad que perdió antes y durante la revolución de 2011 y promocionarse como defensora de la religión y los «valores tradicionales» de Egipto. El régimen estaría así intentando demostrar ser un guardián de la moralidad aún más feroz que los Hermanos Musulmanes. También hay quien añade que esta brutal campaña es un medio de gran eficacia para distraer la atención de la crisis económica y de la sensación de incertidumbre que siguió al desalojo del poder de Hosni Mubarak.

¿Dónde está en todo esto ese mundo occidental que se vanagloria de ser pionero en materia de derechos LGTBI? Era de esperar (sin por ello estar justificado) que Donald Trump no liderase un frente diplomático para tratar de poner fin a esta barbarie. Pero tampoco los líderes europeos se han ofrecido candidatos. Ni siquiera el aventurado Emmanuel Macron, quien promete defender los derechos humanos «como valores universales» pero rechaza «dar lecciones» a al Sisi. No se nos escapa que Egipto no solo es una importante pieza geopolítica, sino también un excelente socio comercial de muchos países europeos. Detalles sin importancia.

Una vez más, resulta evidente que los países que dicen defender la diversidad sexual y de género deben dar un paso más. No basta con enarbolar la bandera arcoíris y acto seguido cerrar las puertas de una fortaleza que asfixia al concepto mismo de derechos humanos.

Mientras siga habiendo persecuciones, torturas y asesinatos de personas LGTBI, ya sea en Egipto o en otras partes del mundo, el silencio será cómplice de estas mordazas. Y, aunque cada mes de junio parezca más fácil para estos líderes escribir un tuit de apoyo, ponerse tras una pancarta o subirse a una carroza, la respuesta de quienes no cedemos a tan burdo lavado de imagen debería ser contundente. Son ellos los que callan cuando allí se violan los derechos que aquí dicen defender.

En relación a estos hechos, Amnistía Internacional tiene abierta una Acción Urgente para el envío de cartas al Gobierno egipcio. Podéis ser parte de esta acción pinchando AQUÍ

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser pe

    En sus casas, contando billetes….

    13 noviembre 2017 | 11:32

  2. Dice ser Toni

    Llevan siglos persiguiendo a los Homosexuales, ya va siendo hora de que se den cuenta de que son parte de la Naturaleza.

    13 noviembre 2017 | 12:31

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