Por Lucía Rodríguez Sampayo (@rs_lucia)

Foto: Molly Adams
El debate comenzó con la publicación de un post de la Plataforma Antipatriarcado que generó una gran polémica y severas acusaciones de transfobia. A este post le siguió un Comunicado en el que se trataba de aclarar la publicación anterior y explicar el posicionamiento de la Plataforma sobre feminismo y personas trans.
Yo no leí el post de la discordia ya no estaba en la red cuando empecé a informarme sobre el tema. Pero sí leí la respuesta, que en mi opinión sigue teniendo como base algunos prejuicios y desconocimiento sobre el colectivo trans, y leí este artículo donde Beatriz Gimeno expone, en mi opinión, muchas cuestiones fundamentales, algunas de las cuales quiero resaltar y retomar.
Comparto la crítica del prejuicio sobre el que parece asentarse todo el comunicado: “pensar que las mujeres trans tienen una determinada opinión común; es decir, convertir a todas ellas en lo mismo”. Si logramos reconocer las diversidades que también (como ocurre entre las mujeres, y entre las feministas) existen dentro del colectivo trans y trabajar conjuntamente habiéndonos despojado de ideas preconcebidas, habremos dado un paso fundamental para consolidar alianzas necesarias en la erradicación de las violencias contra las mujeres. Del mismo modo que asumimos la necesidad de erradicar esas violencias no sólo para las mujeres cis feministas, sino también para las mujeres cis que no han asumido un análisis y un posicionamiento político contra el heteropatriarcado como un sistema de opresión que nos limita y nos violenta a todas, debemos escuchar e incluir también a las mujeres trans, con sus contradicciones y diversidades.
También coincido en la crítica sobre la cuestión del género, en que “no podemos exigir a las personas que desafíen el género de una manera en la que nosotras mismas no lo hacemos”, y que “desafiar el género es una elección, no puede ser una obligación para nadie” . Sin embargo, yo identifico un elemento más: si se rechaza el atributo “cis”, por considerarlo tremendamente opresivo hacia la mayor parte de las mujeres, y por entender que reconocerse como mujeres cis implica identificarse y aceptar la posición social y política subordinada a la que nos relega el patriarcado; ¿por qué sí se considera válido el atributo “trans”? ¿Cómo debemos leer la diferenciación que se hace entre “las mujeres” (en el que incluyen a las que otras denominamos cis) y “las mujeres trans”?
Por último, es fundamental retomar el hecho de que hay muchas mujeres trans que son feministas, y que “una parte de esa lucha trans está muy relacionada con el feminismo en cuanto que tiene que ver con cosas que nos afectan especialmente, como la construcción del género, del sexo , del cuerpo, la violencia patriarcal, la prostitución, etc.” Y en este ámbito, creo que necesitamos revisar nuestro enfoque para evitar en el futuro un análisis sobre las violencias contra las mujeres que privilegie un factor de discriminación y violencia sobre todos los demás, que es en mi opinión lo que se revela en el Comunicado.
Analizar desde la interseccionalidad nos permitirá construir estrategias que aborden las múltiples estructuras de opresión, empobrecimiento y violencia que han condicionado el desarrollo individual y colectivo de todas las mujeres y que las ha relegado a una posición subordinada. Nos permitirá incluir a las mujeres cis y a las mujeres trans, y contemplar también otros factores de discriminación que les afectan a todas ellas, incluyendo a las niñas y a las mujeres adultas mayores, a las mujeres trabajadoras y a las trabajadoras sexuales, a las mujeres lesbianas y bisexuales, a las afrodescendientes, a las mujeres pertenecientes a pueblos originarios y un largo etcétera.