Por Diego Rey (@DdD_Rey), vocal Jurídico de Arcópoli
“… Os digo esto porque ya no aguanto más ir al colegio y no hay otra manera para no ir. Por favor, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos”.
Estas fueron las palabras que dejó escritas Diego González, un niño de 11 años de Madrid, antes de saltar por la ventana del quinto piso de su vivienda.
Comenzar recordando este hecho (que yo calificaría de crimen) es algo que conmueve el alma, y que sin duda todo padre o madre que esté leyendo estas líneas, sentirá escalofríos al pensar que algo así pudiera pasarle a sus pequeños. Acto seguido, les invadirán las preguntas inevitables: ¿Cómo es posible que algo tan horrible pueda suceder? ¿Qué se le pasó a Diego por la cabeza? ¿Hasta dónde llegó su sufrimiento para hacer algo así?.
Pues bien, la respuesta es sencilla: nuestra sociedad tiene carencias en valores de igualdad, de tolerancia, de respeto a la diversidad, y estas carencias se muestran desde muy temprana edad, con sigilo y bajo el amparo del “son cosas de críos”. Pero créanme cuando les digo que estas “cosas de críos”, ni son de críos, ni son tonterías, sino que pueden acabar resultando absolutamente asfixiantes.
Según un estudio de FELGTB y COGAM en 2014, el 71% de alumnos no heterosexuales declararon haber sido objeto de insultos por su orientación sexual, y al 36% les habían dado golpes o lanzado cosas por ello. Además, el 42% de las víctimas afirman que nunca les ayudó nadie en el aula y un 43% de los menores encuestados había pensado alguna vez en suicidarse. Siguiendo esta línea, según el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia, en 2016 se han producido al menos 241 agresiones por motivo de orientación sexual o identidad de género en la Comunidad de Madrid.
Ante la estremecedora realidad, una ley como la aprobada en julio del año pasado (la Ley madrileña contra la LGTBfobia) permite que dotarnos de medios con los que educar en valores constitucionales de igualdad, de tolerancia y de respeto a la diversidad en los centros escolares, además de luchar en muchos otros campos contra la discriminación del colectivo LGTB.
Tenemos datos que nos alertan, historias estremecedoras e información suficiente para saber que algo grave está sucediendo en las aulas y que debemos actuar sin demora. No obstante, todavía hay quienes se atreven a cuestionar que una educación plural basada en el respeto a la diversidad es “adoctrinar”, arrojando datos sin contrastar, confundiendo a los ciudadanos mediante la manipulación, y terminando sus discursos de odio con mensajes condescendientes para con los homosexuales.
Desde ARCOPOLI no podemos mantenernos callados ante esta situación y es por ello que hemos lanzado la guía “¡Que no te mientan! ¿Sabes lo que no quieren que aprendan tus hij@s en el colegio?”, un documento que busca concienciar sobre la realidad histórica de discriminación hacia las personas LGTB, explicando la necesidad de contar con una ley específica contra la LGTBfobia. Para ello, aportamos datos contrastados sobre la situación real en los colegios, así como las medidas que debemos tomar entre todos para acabar con la discriminación en las aulas, y todo ello amparado por las Recomendaciones y Normativa internacionales que nos llegan desde la ONU, el Consejo de Europa o la Comisión y el Parlamento Europeo.
Hemos llegado tarde para Diego, pero aun estamos a tiempo de ayudar a otros tantos que se encuentran en situaciones similares por culpa de la intolerancia y la incomprensión. Lamentablemente vendrán más, pero tenemos en nuestras manos un instrumento, una ley, que ayudará a educar en valores constitucionales de respeto al diferente, de igualdad, de tolerancia, para que llegue el día en el que no haya más lágrimas en las escuelas que las propias de un mal examen o del timbre que anuncia el final del recreo.
Utilicemos esta Ley. Defendámosla. Por Diego. Por tantos otros Diegos. Por la libertad de ser.