Carolina Laferre (@TSM_es), Trans·socialmedia – Identidades 3.0, vuelve al blog para compartirnos su opinión sobre la película’ La Chica Danesa’. No le ha gustado, y a continuación nos cuenta por qué y nos descubre algún que otro término, que sin duda, dentro de un tiempo estará en boca de todo el mundo.
Además de mostrar la «transición» y el «género» como algo superficial, la película es (sobre todo) la expresión de un subconsciente sexual que está más allá de la realidad. Es una ‘descalificación’ extremadamente ofensiva, donde la recaudación de taquilla es el elemento principal de la trama. Todo esto en un momento en el que la aparente «emergencia» de la causa trans está en boca de todos. Supongo que lo que refleja ‘La Chica Danesa’ es lo que las personas CIS deben pensar acerca de lo que significa SER TRANS.
Reconozco que he desarrollado en las dos últimos semanas una «ternura» especial hacia todo lo relacionado con la transexualidad. Quizás porque la estoy comenzando a vivir con mayor intensidad. La sociedad ha pasado de juzgar «lo trans» como un trastorno grave a presentarla como condición que «amenaza la vida binaria». Estoy agradecida de saber cuál es mi posición: no-binaria, disconforme y, sí, algo desordenada.
Mi «identidad de género» no es ni el sexo que soy ni el sexo que creo que soy -o me cuestionan- sino más bien, es el género que me siento. Así que, mientras que la sexualidad es un estado de la mente con respecto a un estado del cuerpo/sexo, la transexualidad es un estado de la mente con respecto a un estado de mi mente/género. Y en el poder estar libre de lo que estipula ‘el sexo’ se encuentra esa libertad de género: la de transgredir ese binario marcado por un algún reprimido, no hace tanto tiempo.
En el corazón de «La Chica Danesa», estrenada hace unos días en las pantallas de cine de este país, se encuentra una fusión de lo trans (sexual) y el trans (género). Por mi parte, decir que me decepcionó bastante. No pude descubrir a tiempo: la segunda lectura del trailer. Si lo sé no hago cola para palomitas.
En fin; lo que sí nos podemos encontrar en esta película es un ejercicio de «gaslighting« -término acuñado en 1938- que identifica una de las formas más extremas, peligrosas y efectivas de abuso emocional y psicológico que, en su mayoría, se lleva a cabo intencionadamente. El gaslighting (la «transplotación») es un juego de control de la mente y la intimidación, que a menudo es utilizada por los narcisistas y sociópatas como una forma de controlar, confundiendo y debilitando a alguien a capricho, para beneficio propio. Toda la intención del gaslighting es mermar la autoestima y la confianza en uno mismo, por lo que se es incapaz de funcionar de forma no dependiente. La persona que lo sufre finalmente llegará a ser tan insegura, que dejará de confiar en su propio juicio y en su intuición (y se sentirá incapaz de tomar decisiones, además).
En la trama, Einar, Gerda y Lili forman un ménage a trois, complicado por el hecho de que, en realidad, sólo se trata de dos personas. Gerda y Lili intentan dejar a Einar, algo complicado por el hecho de que Lili es Einar. Y Lili, finalmente, muere de complicaciones (y con ella se fue Einar). Todo es seda y brillo en las imágenes, muy alejadas de la realidad de las transexuales de los callejones del Berlín actual, seguramente. La película se promueve como una historia real, a pesar de que se trata de un guión adaptado de una novela basada libremente en su vida. Complicado, sí.
Más allá de la representación de la propia historia cultural de género que supone un film de estas características, la película muestra un escenario en donde «Lili» es empujada a una feminización plena de fantasías forzadas, llevadas a cabo hasta las últimas consecuencias. Es lo que yo llamo «Transplotación» (gaslighting), y creo no equivocarme demasiado.
El problema es que vemos la historia a través de la lente del lenguaje y las ideas actuales. De hecho, la historia se fraguó cuando aún no se tenían conocimientos sobre ello. Einar no fue la primera persona en tener «cirugía de reasignación de sexo» ya que esta nomenclatura es mucho más posterior. Sí fue ese «híbrido» que antes mencioné, que consiste en la mente/género/cuerpo/cirugía. No necesitamos una cirugía para cambiar nuestra mente ¿verdad? Y sí, Lili murió de una infección después de aquella arriesgada y pionera cirugía, pero la película omite este detalle sobresaliente, ya que Lili murió en 1931 a los 48 años de edad, tras rechazar un transplante de útero. (¡¡Glamouriza eso, Hollywood!!)
Lili sufrió la transexualidad cuando la transexualidad aún no se había «inventado». Pero claro… una presentación más conveniente de los acontecimientos sucedidos nos habría transportado a una pesadilla gótica de locura, de celos y repleto de miserias humanas. «Sexo y bisturís», acuñando género, que diría yo.
¿Es ‘La Chica Danesa’ mundanamente increíble o increíblemente mundana? La transexualidad y ‘La Chica Danesa’ no son compatibles de ninguna de las maneras. Nada «sobre nosotras» sin «nosotras», sería mi punto de inflexión. Quizás por eso las personas trans son tan poco representadas dentro de las historias culturales que cambian la Historia.
El mensaje que se saca en conclusión es que parece que ésa, «su opresión de género» fue lo verdaderamente real, y que la transición, se conformó en un accidente meramente superficial, un fetichismo severo con el que podría hasta demostrarse que las mujeres son quienes realmente consiguen que sus hombres «se vistan» de mujer… y hasta cambien de sexo.
Si lo que se ve en la pantalla parece normal, necesito un martini. Creo que los pensamientos de Lili tienen que ver más con el sueño de sus propios sueños: «¿Este no es mi cuerpo?»; «¿Hubo un momento en que yo no era yo?»; «¿Soy una mujer?»… El hecho de que Lili tuviera una creencia, no significa que lo que ella creyó se constatara un hecho.
Por otra parte, se nos pide pensar en la película como una historia de amor pero… ¿cómo podemos mostrar amor por alguien tratando de ocultar la totalidad de nosotros mismos? La mentira central de la transexualidad es que no hay una sustancia llamada mujer/hombre. Macho y hembra constan de voluntad, no de carne.
Cuidaaaaaaooooo que lo ven en FEISBOOOOOOOOK y lo censuran porque les solivianta la neurona.
15 febrero 2016 | 10:59
Yo he visto la película y me ha parecido estupenda, tanto las interpretaciones como el drama.
Lo que ocurre es que la opinión del/a articulista es muy sesgada debido a su condición, nada más.
15 febrero 2016 | 12:11
Pues a mí sí me mereció la pena hacer cola para las palomitas. Yo encontré una película llena de ternura, y de una sensibilidad apabullante. Soberbia la fotografía, la dirección, la banda sonora, el vestuario … y, sobre todo, la interpretación de Alicia Vikander y Eddie Redmayne. Una cinta repleta de metáforas maravillosas.
Lo que ocurre, pienso yo, es que la película NO TIENE PRETENSIÓN DOCUMENTAL. Como bien se comenta, «todo es seda y brillo en las imágenes, muy alejadas de la realidad de las transexuales de los callejones del Berlín actual». Los datos que se omiten de la operación, y que se mencionan en el post, apuntan también en la misma dirección. Y muchos detalles más. Lo que mueve al director no es ajustarse a la realidad.
Otra cosa muy distinta es si hubiese sido deseable una proyección más realista.
15 febrero 2016 | 19:24
GRACIAS Carolina!!
Llevas toda la razón, no lo leía en ningún sitio y yo lo pensaba mientras veía la película!!
16 febrero 2016 | 00:59