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La braga de abuela es el nuevo ‘sexy’

Para los amantes de la moda, Vogue es la palabra sagrada y Anna Wintour nuestra deidad. Perdonad que me ponga un poco blasfema, pero es en el buen sentido.

Me tomo la palabra de la revista de moda como mi mejor amiga arquitecta las palabras de Stephen Hawking cada vez que sacaba un libro. Cada loca con su tema, vaya.

Pero volviendo a Vogue y a sus tablas de la ley hechas artículos, descubrí que, para la revista, la nueva lencería ‘sexy’ del verano no sería esa que tiene encajes, ni abalorios, ni bordados, ni transparencias, ni el tanga, ni el culotte, sino las «bragas de abuela».

Las «bragas de abuela» reciben ese nombre porque, como todos sabemos (en algún momento de nuestra vida, y aunque no nos guste reconocerlo, hemos visto a nuestra abuela en ropa interior), es la ropa interior que llevan nuestras amadas yayas.

Aquella ropa de algodón generalmente blanca y con pinta de cómoda, es, seguramente, de las últimas cosas que se nos pasan por la cabeza cuando sale la palabra «sexy» en la conversación. Entonces, ¿a qué se debe? ¿Por qué esta incongruencia que me quita más horas de sueño que los programas de Masterchef?

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Por las películas de los 2000, parte de las culpables de que lleváramos pantalones acampanados de colores impensables o gargantillas. ¿Te suenan de algo las tendencias mencionadas? Es porque seguramente estés llevando, o tengas en el armario, alguna ahora mismo.

Como ejemplo de esto, piensa en Algo pasa con Mary, en la escena de Cameron Díaz quitándose la ropa revelando un conjunto de bragazas blancas y camiseta de algodón de tirantes.

Yo entiendo lo de recuperar la moda de finales de 1990 o principios de los 2000, ya que es un sector que necesita de nuevas fuentes de inspiración sin embargo, ¿estamos renovando también el erotismo?

No sé si son «sexis» o no (mi concepto de «sexy» es un hombre mordiendo una manzana, llamadme loca) pero como cómodas son un rato, por supuesto que pulgar arriba si la ropa interior de algodón se convierte en tendencia.

Los hombres y su ropa interior, esa complicada relación

Llegado el momento clave, ese en el que nos pueden las prisas y la urgencia, no nos fijamos en la canción que suena, en el pelo del cuerpo o en la ropa interior. Al final todo acaba por el suelo (incluidas las vergüenzas).

Calzoncillos viejos de Elvis a subasta (también subastan pelos de sus pectorales para los más fanáticos). YOUTUBE

Momentos después, cuando empezamos a recoger las prendas por la habitación, como si de una recolección de la uva se tratara, topamos con algo que no es nuestro y lo alzamos. «Creo que estos son tuyos» dices mirando aquella prenda gris difícilmente comparable a tu lencería fina (que puede ser de dos euros del chino, pero cuenta como ‘fina’) y justo cuando estas pasando la pieza de algodón de tu mano a la suya, algo te sorprende.

Aquellos calzoncillos no es que sean de color gris, es que hace 10 años eran mas negros que el pelo de una geisha solo que después de haber pasado lo que parecen dos guerras, una crisis textil de ropa interior mundial o de haber sido entregados en herencia por parte de su tatarabuelo, se han quedado de ese color.

Esta es la cara que pongo (interiormente) cuando me topo con algún calzoncillo ‘añejo’

Otro ejemplo: estas ayudándole a tender la ropa porque eres una novia/amante/amiga enrollada que no vas solo a su casa a gorronearle el Netflix y…sorpresa, un agujero. Pero no un agujerito minusculo de esos que casi tienes que usar espejo con aumento para dar con ellos, no, un pedazo agujero que te cabe la mano, el codo, el brazo y las dos piernas.

Si estas situaciones te resultan ajenas o extrañas es porque los hombres con los que te has topado no forman parte del 45% que llevan la ropa interior desgastada o con agujeros según el estudio de Zeeman junto a MWM2Research. Las explicaciones que dieron al respecto los participantes fueron que los consideran muy cómodos (29% de los encuestados) o que le tienen cariño a su ropa vieja (17%).

Después de sacar el tema en mi entorno femenino, todas coincidíamos en que, en nuestro caso, a la mínima señal de envejecimiento de la prenda, (y ya ni os cuento si llega a haber agujero), asumimos que es el momento de jubilarla. No las reciclamos ni para el gimnasio (como pueden hacer ellos) para estar por casa o para estudiar en la biblioteca. Las tiramos sin miramientos, a no ser que sean bragazas que nos puedan servir para cuando tenemos la regla, que es cuando ya han pasado sus años dorados y pasa a una vida mejor como soporte de compresas.

Lo curioso es que con la variedad de tiendas que ofrecen ropa interior con sus respectiva diversidad de precios, es decir, que no podemos decir que solo exista Armani vendiendo calzoncillos a 50 euros, esta situación se repita entre tantos hombres. Así que, desde aquí, me gustaría hacer un llamamiento por parte del colectivo femenino: RENOVAD DE VEZ EN CUANDO LA ROPA INTERIOR. Es tan sencillo como ahorrar lo que os gastáis en un fin de semana de fiesta, en las entradas de un partido de fútbol, en un juego de la Xbox, o, para la mayoría, es tan sencillo como decírselo a vuestra madre.

De nada.

El escandaloso vestido de Chrissy Teigen que dañó mental y físicamente

Nadie, y repito, absolutamente nadie recuerda el paso de John Legend por los American Music Awards de este año, y es que su mujer, la modelo Chrissy Teigen acaparó la atención con su diseño de Yousef Akbar.

Siendo 100% sincera, lo que acaparó la atención fue la abertura del vestido que de no ser por un imperdible le habría llegado a la axila. La modelo ya lo advertía en su cuenta de Twitter, que se había depilado por encima de las rodillas porque podía ser un gran día. La depilación, láser por lo visto según aclaró posteriormente, llegó hasta la zona genital ya que a pesar de lo cuidadosa que fue a la hora de moverse con el vestido, un fotógrafo cazó de pasada el interior de la raja (de la falda) y zasca, escándalo al canto.

INSTAGRAM

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Mientras que las críticas florecieron en las redes como zombies en The Walking Dead,  hubo incluso quien le recriminó que aquello no era «comportarse como una dama». Eh, ¿perdón? Estamos en 2016, esos comentarios se quedaron en 1940. Pero como a Chrissy le importaba bastante poco la polémica que se había creado en torno al modelito, le respondió divertida que si algo había dejado claro fue que era una dama.

En mi caso, y hablo también poniendo como ejemplo a amigas mías, la ropa interior no es del todo imprescindible. Ya fuera por cuestión de comodidad o porque el diseño no permitía que se me disimularan las bragas, las he dejado alguna vez en casa. Y ya de paso también el sujetador, por lo que he ido «marcando» o desbragada sin sentirme menos «dama».

Francamente lo que a mí me parece una vergüenza es que las criticas que recibió por ese despiste captado por un fotógrafo avispado le hicieran sentir lo bastante presionada como para llegar al punto se disculparse en su cuenta personal de Instagram por, y cito textualmente, «los que fueron dañados mental o físicamente por mi hooha«.

En primer lugar, cuando eliges ese tipo de vestido, sabes a lo que te expones. Es como cuando vas a una boda con un escote de palabra de honor o cuando llevas una falda corta y subes unas escaleras. Puede que no te haga mucha gracia pero asumes con toda la naturalidad que puedes acabar enseñando algo y ‘palante’.

En segundo lugar, vivimos en un mundo con empresas que superan constantemente los límites de emisiones de dióxido de carbono, en el que una mujer muere asesinada cada día, en el que la corrupción se practica impunemente, en el que acaecen atentados terroristas un mes sí y otro también (y estos solo son unos ejemplos); por lo que me parece un poco fuerte que una persona tenga que disculparse porque le cazaran un plano en el que se le veía ligeramente el asunto, que a fin de cuentas es algo de su propio cuerpo.

Por último, me gustaría señalar que todos, TODOS, tenemos genitales y en algún momento, los hemos mostrado sin querer, ya fuera haciendo pis en algún sitio público (no vayáis de dignos, que todos lo hemos hecho), en la playa víctimas de alguna ola traicionera o bajándonos del coche cuando llevamos falda corta.

Sí, el tema del vestido de Chrissy Teigen es una vergüenza, pero no por ella, sino por el hecho de que sigamos escandalizándonos por un cuerpo y no por otras cosas que son realmente inmorales.

Manual de uso del tanga

Me apasionan los tangas. En serio, si me pusiera a contar la ropa interior de mi cajón ganarían de 10 a 1 a las bragas.

No hay cosa que me parezca más cómoda después del pijama. Sin embargo, por mucho que me gusten, soy la primera que es consciente de que no es maná caído del cielo, y que debemos usarlos con precaución.

La norma número uno es que nunca, repito, nunca, los compremos de fibra (y con esto quiero decir nylon o cualquier otra que se os pase por la cabeza).

Lo suyo es que sean siempre de algodón. Cuantas menos fibras artificiales ahí atrapando la humedad mejor, y sino, piensa en ese jersey de poliéster que cada vez que sudas un poco desprende un olor raro. Las bacterias se montan fiestas en este tipo de tejidos.

Además con la de variedad que hay ahora (que si de hilo dental, que si brasileño, de encaje, con pedrería, con prints, de caramelo…) va a ser muy difícil que no los encuentres bonitos, te lo dice una que se los compra de algodón con cinturilla de encaje en paquetes de 5 por 3 euros.

El tanga es y será siempre incompatible con las faldas. Y no os estoy hablando de una cuestión estética, que a mí me da igual si se os ve el asunto cuando subís a toda prisa las escaleras del metro. Es decir, me cambio en el vestuario del gimnasio, creedme, a veces tengo la sensación de que veo más genitales que un ginecólogo.

Pero al ir con falda estás dejando tus partes expuestas a coger bacterias que con bragas, más que nada por temas de centímetros cuadrados. Es como cuando cocinas con o sin delantal. Que vale, que si no te lo quieres poner allá tú, pero te juegas acabar con manchurrón.

Nicki Minaj enseñándonos a lucir tanga en casi todos sus vídeos. YOUTUBE

Nicki Minaj enseñándonos a lucir tanga en casi todos sus vídeos. YOUTUBE

Aunque no todas nos sentimos cómodas llevando tangas cuando tenemos la regla (para esos días están las bragazas o bragzilla) las hay que les gusta llevarlo igualmente. Si sois de esas, os recomiendo que no lo complementéis con compresa, no, no, ni con las que hacen más estrechas, ya que pueden aumentar el número de bacterias.

El complemento del tanga es el tampón, y cambiándolo cada pocas horas, ya que, de llevarlo más tiempo (además de arriesgarnos al SST), el hilo puede coger bacterias.

Y es que ir en tanga como veis es casi sinónimo de bacterias, ya que con tan poca tela estás más expuesta a contagiarte cuando estás enferma, embarazada, cuando sufres pérdidas de orina o, cuando te pruebas un bañador o un bikini en una tienda.

¿Has pensado la de vaginas que pasan por el plastiquito adhesivo? Si llevaran una compresa de esas de pegatina a un laboratorio estoy segura de que hasta descubrirían microorganismos nuevos. Cuando quieras comprarte un traje de baño, no vayas con tanga, siempre mejor la braga debajo.

Pero si te decides a probarlos y te unes al club del tanga, gozarás de beneficios inmediatos como que no se marca en la ropa, comodidad ya que no se mueve de sitio (normalmente) o que no tiene talla, edad, ni género. Así que si hay hombres entre los lectores de este post, yo os animo a que probéis el calzoncillo-tanga.

 

El negocio de tu menstruación

Y no, no me estoy refiriendo a las compresas, salvaslips o tampones (que al precio al que están bien podríamos considerarlos artículos de semilujo). Me estoy refiriendo a la industria que se está formando alrededor de nuestra querida regla más allá de lo que nos ponemos dentro de las bragas.

Bragas-joya. LILI-MJ

Bragas-joya. LILI-MJ

Desde que el hombre es hombre y el mundo es mundo, hemos tratado de buscar nichos de mercado en todas partes, todas literalmente (el elevador de comida para comer sin hacer nada de la Teletienda es un gran ejemplo de ello) y uno de los huecos que hasta ahora nadie se había planteado era este: la menstruación.

No solo que el periodo en sí sea una pesadilla (mayor o menor en función del dolor/sangrado) sino que te hace tener que estar pendiente de ochenta cosas: que si nada de pantalones blancos, que cuidado si llevas falda, que no te olvides de llevar compresas en el bolso… Todo lo que le rodea es un mundo, por lo que a tres neoyorkinas se les ocurrió que podían hacer esos días algo más fáciles con la invención de una lencería especial que absorbiera la sangre.

Braga especial absorbente. SHETHINX.COM

Braga especial absorbente. SHETHINX.COM

Lo primero que te vendrá a la cabeza es que seguro que son unas braga-faja-de-abuela, ¡pero no! La braga, tanga o culotte de Thinx son, además de absorbentes, bonitas. Aunque absorben el doble que un tampón, hay que estar pendiente de dónde está el límite de cada una (a ver si te la vas a poner el segundo día de regla y acabas liándola parda dejando el asiento del metro más rojo que un sketch de Kill Bill).

Otro punto a favor es que además, son sostenibles, ya que después de cada uso basta un lavado en agua fría para que puedas volverlas a usar, lo que el planeta te agradecerá enormemente.

No son baratas (cuesta cada una entre 24 y 35 dólares), pero si haces balance ¿cuánto te dejas al mes en tampones y compresas?

Aunque esta misma idea todavía no ha llegado a la sección de ‘baño’, lo más parecido es la línea de bragas de bikini de PantyProp. Absorbe las pérdidas de flujo y está diseñada para que la compresa no se salga, pero hay que llevarlas con algo siempre a modo de quitamiedos. ¿Te imaginas poder nadar sin estar pendiente de si tu compresa ha decidido explorar la piscina por su cuenta?

Pero quien realmente ha hecho de esto negocio es la diseñadora inglesa Lili Murphy Johnson, que ha convertido la menstruación en un artículo de lujo gracias a su colección de joyería inspirada en el sangrado de la regla.

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Para la artista «la menstruación está estigmatizada en nuestra cultura por una larga historia de superstición y desigualdad para las mujeres. Hay un interesante conflicto con la percepción del cuerpo femenino siendo visto como algo tan perfecto y de pronto algo tan grotesco y sucio. Las tiendas están saturadas de productos para controlar la regla en torno a la idea de que es algo sucio e incorrecto en nuestro cuerpo, algo que esconder».

«Mi colección está inspirada en la menstruación y en el frustrante, y con fugas, cuerpo femenino. Mi colección recoge tampones, compresas, jabones… y todos los productos que se les dan a las mujeres para controlar sus periodos» declara la artista en su web.