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¿El retorno de las cejas depiladas?

Hay varias cosas que me dan miedo en esta vida: el sonido de un globo que explota, las arañas tamaño cangrejo y que vuelvan las cejas dibujadas a lápiz.

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No os estoy hablando de usar el lápiz de cejas para rellenar los huecos y que parezcan más tupidas, no. Os estoy hablando de depilarse todo el pelo de la ceja, con banda de cera fría modo kamikaze o con cera caliente, y dibujar una línea con el lápiz como si aquello fuera el trazo de un pincel chino sobre el lienzo de los créditos de Mulán.

¿Y esto a qué viene de repente? Os preguntaréis. Viene a que en la próxima portada de Vogue, el número más importante del año (y si no sabes por qué es el más importante, te lo cuento aquí), la cantante Rihanna aparece con unas cejas del grosor de dos bigotes de langostino.

Sí, sé que estamos en un revival constante, que siempre oímos la frasecita de «es que todo vuelve», pero no sé si realmente estoy preparada para que las cejas dibujadas se conviertan en tendencia.

La relación entre las mujeres y sus cejas ha sido cambiando a lo largo de la historia, de hecho, este tipo de ceja tan fina con un efecto dramático la conocen nuestras madres ya que estaban de moda en 1930 gracias a actrices como Jean Harlow o Greta Garbo.

Incluso se les dio otra oportunidad no hace tanto, en los 90. Pero realmente sería una lástima que volvieran con lo felices que estábamos con las cejas pobladas lejos de las bandas de cera y solo perfiladas de vez en cuando. Estábamos incluso empezando a ver el encanto del entrecejo de Frida Kahlo.

Y sí, puede que lo que diga Vogue sea ley en cuanto a moda y tendencias, pero yo voy a confiar en que solo haya sido una interpretación artística y no algo que realmente se comience a llevar.

Todo sobre mis cejas

El paso de niña a mujer no lo di cuando empecé a usar top y de ahí pegué el salto a los sujetadores. Ni siquiera lo di cuando me bajó la regla.

El paso de niña a mujer lo di cuando comprendí el poder de las cejas, que hasta ese momento había subestimado.

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Retrocedamos en el tiempo: año 2010. La raya negra del ojo por dentro de la línea de agua era lo más, el culmen de la belleza, el novamás del maquillaje, la tendencia por excelencia de todos los colegios de Madrid. No había nada más favorecedor desde el ahumado de los años 80.

Era la época de depilarnos las cejas al milímetro dejándonos siete pelos seguidos. De hecho, es de las pocas cosas de las que me arrepiento en esta vida, de esa depilación extrema que me hacía con bandas de cera (yo era muy kamikaze por aquel entonces)

Pero llegó Cara Delevigne y de repente las cejas estaban por todas partes, y no solo eso, sino que nos quedaban genial. De hecho ahora mismo las mujeres de nuestra generación estamos obsesionadas con los aguacates, la igualdad salarial, los 130 millones de mujeres que han sufrido mutilación femenina y con pintarnos las cejas correctamente.

A la hora de maquillarlas, podemos usar o lápices o directamente sombra de ojos. Aunque ambas opciones son más que válidas, en mi caso al usar el lápiz empecé a notar que la ceja se me pelaba. No sé si era por pintarme con el lápiz en sí, que quedaba el color muy fijado y tenía que desmaquillarme con intensidad, o porque era del Primark y me costó dos euros.

La cosa es que he vuelto a maquillarlas con sombra de ojos gracias a los tutoriales de Youtube que me han enseñado a sacar la Kat Von D que llevo dentro.

Y ya de paso a resaltar la mirada y el resto de facciones.

 

Las cejas pluma, una tendencia para atrevidas

Instagram es el nuevo caldo de cultivo de las tendencias, ya sean de maquillaje, moda o peinados. Si existe está en Instagram.

La última moda demencial es la nueva manera de llevar peinadas las cejas: el efecto pluma.

Stella Sironen, una maquilladora finlandesa cuyas creaciones son imaginativas a más no poder (arcoiris, purpurina…), ha sido la pionera en lucir las fantasiosas cejas.

Estéticamente hemos pasado, en apenas 10 años, de llevar las cejas depiladas al máximo (como si lleváramos una fila de hormigas en la frente) a insistir en su grosor e incluso exagerarlo, por lo que el primer requisito para lucirlas es tenerlas tupidas.

Para conseguir este efecto basta con dividir la ceja a la mitad horizontalmente, peinar la parte superior hacia arriba, la inferior hacia abajo y mantenerlas con algún tipo de fijador (laca o jabón pueden hacer el apaño).

Llamativas y originales, las cejas pluma no parecen una elección a tener en cuenta para el día a día a no ser que queramos asemejarnos a una mariposa con sus antenas.

Los hombres y las cejas: ¿amigos o enemigos?

Pensad en vuestro abuelo. No, no me quiero ir tan lejos. Pensad en vuestro padre por un momento. ¿Os lo imagináis depilándose las cejas con una pinza?

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Yo al mío tampoco. Y menos a mi abuelo. Estoy hablando de hombres para los que el culmen de la imagen era ir en traje y bien aseado. Afortunadamente nuestra generación no tiene los prejuicios que pudieran tener los varones hace 20 o 40 años sobre que la depilación es una cosa exclusiva de las mujeres. O al menos no la mayoría de nosotros.

Bienvenidos al siglo XXI: los hombres se depilan las piernas, compran cremas y se perfilan las cejas. Y no por ello son menos hombres.

El tema de la depilación de las cejas, en concreto, me resulta especialmente llamativo. Se da por hecho que nosotras debemos llevar las cejas cuidadas cuando biológicamente tenemos mucho menos pelo que los hombres. De hecho, indagando en mi círculo más cercano, solo se depilaban las cejas 1 de cada 15. Lo cual me hace pensar que, o bien no está muy extendido, o que tengo unas cejas más selváticas que la isla de Lost.

Sin embargo existen una serie de hombres que, como nosotras, le prestan una especial atención a esta zona. Entonces es cuando pasa lo siguiente: o se las depila dejándoselas con el mismo grosor que la seda dental o se hace un estropicio asimétrico dadaísta.

¡Que yo lo entiendo! Internet está copado de vídeos para nosotras. Tienes desde cómo elegir un sujetador de tu talla hasta como depilarte las piernas con azúcar. Entiendo que los hombres no lo tengan tan fácil y tiendan a ser autodidactas, pero, creedme, no siempre es una buena idea.

Las cejas masculinas no son iguales que las de una mujer, por lo que no podemos depilarlas de la misma manera. La ceja es como cuando te empieza a gustar alguien y te planteas que se convierta en algo más, hay que respetar su forma y su curva. Es como es y no debes intentar cambiarla.

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Cuando unas cejas salvajes se apoderan de tu cara. PHOTOBUCKET

Por lo general, las cejas masculinas están más bajas y son más gruesas (por lo general!) además de que reúnen más pelo en los extremos. Pero eso no significa que podamos quitar pelos a cascoporro sino que debemos eliminar aquellos que se salgan del ‘perímetro cejil’. Después podemos controlar el nivel de grosor quitando volumen capilar, el secreto para que las cejas voluminosas no se traguen los ojos que hay detrás.

La norma de oro universal de la depilación de cejas es no depilar la parte superior sino quitar los excesos de la inferior y el entrecejo. (O incluso puedes dejar el entrecejo, eso ya es cuestión de gustos).

Recuerda que menos es más y siempre es preferible una ceja natural y poblada que una fina que nos haga parecer aliens.